REPASO DEMOCRÁTICO DE SÁNCHEZ AL NACIONALMADRIDISMO
CONTEXTO
Pedro Sánchez, durante su intervención inicial en el debate de
investidura, el 15 de noviembre. / Congreso de los Diputados
Pocas veces se ha visto en el Congreso de los Diputados una sesión de investidura tan abrumadoramente dominada por el candidato a la presidencia. Volviendo de dos meses de silencio, y tras varios días de protestas callejeras contra las sedes del PSOE, y de manifiestos togados y corporativos de las derechas trumpistas que no aceptan el resultado electoral y anuncian el apocalipsis, Pedro Sánchez compareció tan fresco. Y en apenas hora y media desactivó, con mucha calma y solidez y no poca ironía, todo el argumentario construido por el PP y vox para tratar de convencer a la sociedad de que el nuevo Gobierno de coalición es todavía más ilegítimo que el anterior porque surge de un fraude electoral (el PSOE descartó la amnistía en campaña) y pone en riesgo la igualdad entre los españoles, el estado de Derecho e incluso la unidad de la nación.
Sanchez explicó con
naturalidad las razones que le animaron a negociar con Junts una ley de
amnistía en la que nunca creyó. El principal motivo es una cuestión matemática:
Junts tenía los votos necesarios. El PP hizo el teatro de intentar investir a
Feijóo sabiendo que no tendría los apoyos. Arrastra un problema irresoluble,
que Sánchez señaló sin hacer sangre. El socio ultranacionalista del PP basa su
éxito en el odio a los nacionalismos periféricos (Abascal pidió ayer mismo
ilegalizar a “los partidos separatistas”); no soporta la diversidad social y
cultural, y su único proyecto político consiste en atizar la xenofobia, la
ignorancia, la homofobia y el machismo.
El socio ultranacionalista
del PP basa su éxito en el odio contra los nacionalismos periféricos
Esto explica que,
después de que se formaran los gobiernos autonómicos y municipales, 12,6
millones de votantes acudieran a las urnas con una idea fundamental: impedir el
gobierno del PP y Vox. Sánchez arriesgó todo al disolver las cámaras, y, como
suele, ganó la apuesta. El líder socialista tiene temple de killer, principios
flexibles (a veces hiperlaxos) y una capacidad natural para vencer a enemigos
muy poderosos cuando nadie da un duro por él. Nadie, salvo las bases del PSOE,
le ha regalado nada. Y hoy puede presumir de ser ejemplo para los progresistas
que sufren en todo el mundo el acoso del trumpismo.
Este miércoles, por
fin, corrigió el terrible error cometido durante el último mes, cuando abordó
la crisis de Israel y Palestina con una tibieza insoportable, y se mostró algo
más contundente, pidiendo un alto el fuego y acusando a Israel de cometer
crímenes contra el derecho humanitario. Lo hizo nada más empezar su discurso,
sabiendo que no era creíble presentarse como el candidato que frena a la
extrema derecha local y apoya a la extrema derecha sionista. Yolanda Díaz, con
buen criterio, le presionó para que tome medidas más drásticas, pero Sánchez no
entró a ese trapo.
Esa forma de
resistir, ceder un poco y avanzar sin perder la sonrisa ni el flow ha
exacerbado la frustración de la acorazada mediática y judicial
nacional-madridista (incluso el comentarista futbolero Pedrerol se ha
pronunciado contra la amnistía). La máquina del fango que lleva desde 2015
intentando destruir con lawfare, pruebas falsas y métodos ilegales a los
potenciales socios del PSOE, no ha podido completar su obra. El artefacto
fabricado por José María Aznar (el dúo PP+Vox dopado sin desmayo desde las
televisiones y la prensa) para tapar la corrupción estructural de su partido y
sus políticas austericidas, ha fracasado de nuevo.
Es mérito de una
ciudadanía comprometida con la democracia, que no ha sucumbido al miedo ni se
ha dejado estafar por bulos y exageraciones. Es mérito también del Gobierno de
coalición PSOE-UP y de sus socios de legislatura, que ampliaron derechos y
pelearon por dar más protección social. Y ahora, por fin, es un mérito de los
nacionalistas más odiados y perseguidos, que siempre fueron menos separatistas
de lo que nos han querido vender, y que ahora han decidido volver a la senda de
la negociación, la gobernabilidad y los pactos.
Es mérito de una
ciudadanía comprometida con la democracia, que no ha sucumbido al miedo
Queda un largo
trecho por delante, pero Sánchez, lejos de ser el golpista y el tirano que
pinta la derecha, ha conseguido reunir 179 votos de ocho partidos distintos: es
una lección de democracia, de diálogo y de política valiente. Los falsos
moderados y los odiadores profesionales seguirán bramando, pero es una
estupenda noticia que el mitómano Feijóo amante de Machado / Ismael Serrano y
el Campeador Abascal se queden otra vez en la oposición.
Ahora toca gobernar
para las mayorías sociales. Desde CTXT, presionaremos lo que podamos para que
el Ejecutivo sea un referente internacional en la defensa de los derechos
humanos, del feminismo y de los pueblos oprimidos, como el palestino; que siga
blindando los derechos de las personas más vulnerables. Es prioritario garantizar
el derecho a una vivienda más barata y aprobar una reforma fiscal que obligue a
las grandes empresas a contribuir más a la justicia social. Y es crucial
impedir a las comunidades gobernadas por las derechas trumpistas y vulgares
(ahí quedó el insulto de Ayuso a Sánchez) que sigan recortando derechos y
aumentando la desigualdad.
Porque eso rompe la
convivencia y la igualdad mucho más que amnistiar al exiliado Puigdemont y a
otros políticos, funcionarios y activistas que se vieron atrapados en la tormenta
perfecta (territorial, económica, institucional y social) vivida, no solo en
Catalunya, entre 2010 y 2019
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