NI DIOS, NI PATRIA. NI BANDERA
El domingo,
Pablo se hizo una foto con una bandera de España en una mano y una arcoiris en
la otra. “Hoy tocaba estar aquí”, posteó en una manifestación llena de
patriotas españolistas, ultracatólicos, falangistas y neofascistas.
LAURA
TERCIADO
Isabel Ayuso en la concentración en Madrid convocada por el
PP contra la amnistía y el pacto PSOE-Junts. Foto del PP de la Comunidad de
Madrid.
Pablo caminaba el domingo con otro hombre por el centro de Madrid. Llevaba por capa la bandera de España. Su acompañante también la llevaba. Pablo iba agarrado a él, rodeándole el cuello con el brazo derecho. Con su brazo izquierdo, izaba una bandera arcoiris. Pablo le pidió a alguien que les hiciera una foto. Pablo la cargó en X. Pablo escribió: “Hoy tocaba estar aquí”. Pablo le dio a enviar.
Pablo sabía que se iban a reír de él, aunque no termina de entender por qué. Cree que está orgulloso, cree que tiene razón, cree que entiende lo que significa esa bandera ya obsoleta. Quizá Pablo, en realidad, sí que entienda lo que implica jactarse y hacer alarde de su condición sexual en una manifestación llena de patriotas españolistas, ultracatólicos, falangistas y neofascistas. Porque no todos los que allí estaban lo eran y porque Pablo ya sabe que él es un “homosexual como dios manda”.
Ha aprendido a
mimetizarse y copiar patrones de comportamiento y estilo de vida para que nadie
se la cuestione: Pablo es un hombre cisgénero, blanco y europeo, aunque sea
homosexual
Pablo es, según su
descripción en esa red social, “Español, europeo y libre”. Y acompaña cada una
de esas palabras con el emoticono de una bandera. La última, “libre”, va con
esa arcoiris que levanta en la foto. “LIBRE”. Y vaya que sí lo es. Porque Pablo
ha aprendido de los opresores a gozar de la libertad a costa de la opresión de
otros. Ha aprendido a mimetizarse y copiar patrones de comportamiento y estilo
de vida para que nadie se la cuestione. Y así él tampoco tiene nada que
cuestionarse a sí mismo. Pablo es un hombre cisgénero, blanco y europeo, aunque
sea homosexual.
Y así se convierte
Pablo en un conservador, en un cómplice de los opresores, en un enemigo del
progreso. Porque, al igual que ellos, utiliza de una manera partidista (que no
política) una bandera por la que se han derramado litros de sangre y lágrimas,
por la que se ha muerto, por la que nos seguimos jugando la vida.
La bandera arcoiris
no representa una ideología, ni una corriente de pensamiento. La bandera
arcoiris en un símbolo de lucha, de tolerancia, de respeto. Tu condición sexual
no influye en tu coeficiente intelectual ni tu clase social. Que seas de
derechas o de izquierdas, liberal o comunista. Ser homosexual no te convierte
automáticamente en una persona con capacidad empática. Tampoco te otorga conocimientos
por ciencia infusa.
Si esto fuese así,
Pablo y otros tantos sabrían que la bandera arcoiris fue creada en 1978 por
Gilbert Bake, gracias al encargo de Harvey Milk, que buscaba un símbolo de
representación para el colectivo que se alejara de la carga negativa que tenía
el que se usaba hasta ese momento, el triángulo rosa invertido. Ese símbolo que
antes se había usado para identificar a los homosexuales en los campos de
concentración nazis y que se acabó reclamando como insignia de nuestra identidad.
Sabrían que Gilbert
Bake creó una bandera que, desde ese mismo principio, fue mutando. A la que se
le fueron añadiendo franjas según se iban incorporando al movimiento la
consciencia racial, la feminista, la trans. Según se iban ampliando las
demandas de derechos. Y significa precisamente todo eso: consciencia, progreso
y libertad.
Un homosexual que
cuestiona el progreso y la diversidad, que se opone a la discusión del género y
el binarismo, que reniega de nuestra lucha “porque puede casarse y tener familia
igual que los demás”, se ha convertido en hermano de los opresores
Por eso la arrancan
de las fachadas, las prohíben en los Orgullos, las queman y las pisan. Por eso
te aceptan, Pablo, y aceptan la bandera que jamás se transformó. Porque no son
homófobos, son enemigos del progreso. Y un homosexual que cuestiona el progreso
y la diversidad, que se opone a la discusión del género y el binarismo, que
reniega de nuestra lucha “porque puede casarse y tener familia igual que los
demás”, se ha convertido en hermano de los opresores.
Y Pablo sonríe
mientras mete esa versión de nuestra bandera en una manifestación “por la
unidad de España” y la ondea entre aquellos que gritan, amenazan y rezan, que
son los mismos entre los que muchas crecimos, de los que sobrevivimos, de
quienes huimos. Y no entiende que le sonríen como a un igual, no porque sea
homosexual, sino porque ahora también es un enemigo del progreso de la
humanidad.
Estás siendo
aceptado por la manada, Pablo. Eres cómplice. Ahora eres parte de la jauría que
viene a seguir intentando tumbar nuestros derechos. “Hoy tocaba estar aquí” y
ahí esperamos que te quedes. Porque contra ti también sobreviviremos.
Isabel Ayuso en la concentración en Madrid convocada por el
PP contra la amnistía y el pacto PSOE-Junts. Foto del PP de la Comunidad de
Madrid.
Pablo caminaba el
domingo con otro hombre por el centro de Madrid. Llevaba por capa la bandera de
España. Su acompañante también la llevaba. Pablo iba agarrado a él, rodeándole
el cuello con el brazo derecho. Con su brazo izquierdo, izaba una bandera
arcoiris. Pablo le pidió a alguien que les hiciera una foto. Pablo la cargó en
X. Pablo escribió: “Hoy tocaba estar aquí”. Pablo le dio a enviar.
Pablo sabía que se
iban a reír de él, aunque no termina de entender por qué. Cree que está
orgulloso, cree que tiene razón, cree que entiende lo que significa esa bandera
ya obsoleta. Quizá Pablo, en realidad, sí que entienda lo que implica jactarse
y hacer alarde de su condición sexual en una manifestación llena de patriotas
españolistas, ultracatólicos, falangistas y neofascistas. Porque no todos los
que allí estaban lo eran y porque Pablo ya sabe que él es un “homosexual como
dios manda”.
Ha aprendido a
mimetizarse y copiar patrones de comportamiento y estilo de vida para que nadie
se la cuestione: Pablo es un hombre cisgénero, blanco y europeo, aunque sea
homosexual
Pablo es, según su
descripción en esa red social, “Español, europeo y libre”. Y acompaña cada una
de esas palabras con el emoticono de una bandera. La última, “libre”, va con
esa arcoiris que levanta en la foto. “LIBRE”. Y vaya que sí lo es. Porque Pablo
ha aprendido de los opresores a gozar de la libertad a costa de la opresión de
otros. Ha aprendido a mimetizarse y copiar patrones de comportamiento y estilo
de vida para que nadie se la cuestione. Y así él tampoco tiene nada que
cuestionarse a sí mismo. Pablo es un hombre cisgénero, blanco y europeo, aunque
sea homosexual.
Y así se convierte
Pablo en un conservador, en un cómplice de los opresores, en un enemigo del
progreso. Porque, al igual que ellos, utiliza de una manera partidista (que no
política) una bandera por la que se han derramado litros de sangre y lágrimas,
por la que se ha muerto, por la que nos seguimos jugando la vida.
La bandera arcoiris
no representa una ideología, ni una corriente de pensamiento. La bandera
arcoiris en un símbolo de lucha, de tolerancia, de respeto. Tu condición sexual
no influye en tu coeficiente intelectual ni tu clase social. Que seas de
derechas o de izquierdas, liberal o comunista. Ser homosexual no te convierte
automáticamente en una persona con capacidad empática. Tampoco te otorga conocimientos
por ciencia infusa.
Si esto fuese así,
Pablo y otros tantos sabrían que la bandera arcoiris fue creada en 1978 por
Gilbert Bake, gracias al encargo de Harvey Milk, que buscaba un símbolo de
representación para el colectivo que se alejara de la carga negativa que tenía
el que se usaba hasta ese momento, el triángulo rosa invertido. Ese símbolo que
antes se había usado para identificar a los homosexuales en los campos de
concentración nazis y que se acabó reclamando como insignia de nuestra identidad.
Sabrían que Gilbert
Bake creó una bandera que, desde ese mismo principio, fue mutando. A la que se
le fueron añadiendo franjas según se iban incorporando al movimiento la
consciencia racial, la feminista, la trans. Según se iban ampliando las
demandas de derechos. Y significa precisamente todo eso: consciencia, progreso
y libertad.
Un homosexual que
cuestiona el progreso y la diversidad, que se opone a la discusión del género y
el binarismo, que reniega de nuestra lucha “porque puede casarse y tener familia
igual que los demás”, se ha convertido en hermano de los opresores
Por eso la arrancan
de las fachadas, las prohíben en los Orgullos, las queman y las pisan. Por eso
te aceptan, Pablo, y aceptan la bandera que jamás se transformó. Porque no son
homófobos, son enemigos del progreso. Y un homosexual que cuestiona el progreso
y la diversidad, que se opone a la discusión del género y el binarismo, que
reniega de nuestra lucha “porque puede casarse y tener familia igual que los
demás”, se ha convertido en hermano de los opresores.
Y Pablo sonríe
mientras mete esa versión de nuestra bandera en una manifestación “por la
unidad de España” y la ondea entre aquellos que gritan, amenazan y rezan, que
son los mismos entre los que muchas crecimos, de los que sobrevivimos, de
quienes huimos. Y no entiende que le sonríen como a un igual, no porque sea
homosexual, sino porque ahora también es un enemigo del progreso de la
humanidad.
Estás siendo
aceptado por la manada, Pablo. Eres cómplice. Ahora eres parte de la jauría que
viene a seguir intentando tumbar nuestros derechos. “Hoy tocaba estar aquí” y
ahí esperamos que te quedes. Porque contra ti también sobreviviremos.
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