viernes, 17 de noviembre de 2023

 NI DIOS, NI PATRIA. NI BANDERA

El domingo, Pablo se hizo una foto con una bandera de España en una mano y una arcoiris en la otra. “Hoy tocaba estar aquí”, posteó en una manifestación llena de patriotas españolistas, ultracatólicos, falangistas y neofascistas.

LAURA TERCIADO

Isabel Ayuso en la concentración en Madrid convocada por el PP contra la amnistía y el pacto PSOE-Junts. Foto del PP de la Comunidad de Madrid.

Pablo caminaba el domingo con otro hombre por el centro de Madrid. Llevaba por capa la bandera de España. Su acompañante también la llevaba. Pablo iba agarrado a él, rodeándole el cuello con el brazo derecho. Con su brazo izquierdo, izaba una bandera arcoiris. Pablo le pidió a alguien que les hiciera una foto. Pablo la cargó en X. Pablo escribió: “Hoy tocaba estar aquí”. Pablo le dio a enviar.

Pablo sabía que se iban a reír de él, aunque no termina de entender por qué. Cree que está orgulloso, cree que tiene razón, cree que entiende lo que significa esa bandera ya obsoleta. Quizá Pablo, en realidad, sí que entienda lo que implica jactarse y hacer alarde de su condición sexual en una manifestación llena de patriotas españolistas, ultracatólicos, falangistas y neofascistas. Porque no todos los que allí estaban lo eran y porque Pablo ya sabe que él es un “homosexual como dios manda”.

 

Ha aprendido a mimetizarse y copiar patrones de comportamiento y estilo de vida para que nadie se la cuestione: Pablo es un hombre cisgénero, blanco y europeo, aunque sea homosexual

Pablo es, según su descripción en esa red social, “Español, europeo y libre”. Y acompaña cada una de esas palabras con el emoticono de una bandera. La última, “libre”, va con esa arcoiris que levanta en la foto. “LIBRE”. Y vaya que sí lo es. Porque Pablo ha aprendido de los opresores a gozar de la libertad a costa de la opresión de otros. Ha aprendido a mimetizarse y copiar patrones de comportamiento y estilo de vida para que nadie se la cuestione. Y así él tampoco tiene nada que cuestionarse a sí mismo. Pablo es un hombre cisgénero, blanco y europeo, aunque sea homosexual.

 

Y así se convierte Pablo en un conservador, en un cómplice de los opresores, en un enemigo del progreso. Porque, al igual que ellos, utiliza de una manera partidista (que no política) una bandera por la que se han derramado litros de sangre y lágrimas, por la que se ha muerto, por la que nos seguimos jugando la vida.

 

La bandera arcoiris no representa una ideología, ni una corriente de pensamiento. La bandera arcoiris en un símbolo de lucha, de tolerancia, de respeto. Tu condición sexual no influye en tu coeficiente intelectual ni tu clase social. Que seas de derechas o de izquierdas, liberal o comunista. Ser homosexual no te convierte automáticamente en una persona con capacidad empática. Tampoco te otorga conocimientos por ciencia infusa.

 

Si esto fuese así, Pablo y otros tantos sabrían que la bandera arcoiris fue creada en 1978 por Gilbert Bake, gracias al encargo de Harvey Milk, que buscaba un símbolo de representación para el colectivo que se alejara de la carga negativa que tenía el que se usaba hasta ese momento, el triángulo rosa invertido. Ese símbolo que antes se había usado para identificar a los homosexuales en los campos de concentración nazis y que se acabó reclamando como insignia de nuestra identidad.

 

Sabrían que Gilbert Bake creó una bandera que, desde ese mismo principio, fue mutando. A la que se le fueron añadiendo franjas según se iban incorporando al movimiento la consciencia racial, la feminista, la trans. Según se iban ampliando las demandas de derechos. Y significa precisamente todo eso: consciencia, progreso y libertad.

 

Un homosexual que cuestiona el progreso y la diversidad, que se opone a la discusión del género y el binarismo, que reniega de nuestra lucha “porque puede casarse y tener familia igual que los demás”, se ha convertido en hermano de los opresores

Por eso la arrancan de las fachadas, las prohíben en los Orgullos, las queman y las pisan. Por eso te aceptan, Pablo, y aceptan la bandera que jamás se transformó. Porque no son homófobos, son enemigos del progreso. Y un homosexual que cuestiona el progreso y la diversidad, que se opone a la discusión del género y el binarismo, que reniega de nuestra lucha “porque puede casarse y tener familia igual que los demás”, se ha convertido en hermano de los opresores.

 

Y Pablo sonríe mientras mete esa versión de nuestra bandera en una manifestación “por la unidad de España” y la ondea entre aquellos que gritan, amenazan y rezan, que son los mismos entre los que muchas crecimos, de los que sobrevivimos, de quienes huimos. Y no entiende que le sonríen como a un igual, no porque sea homosexual, sino porque ahora también es un enemigo del progreso de la humanidad.

 

Estás siendo aceptado por la manada, Pablo. Eres cómplice. Ahora eres parte de la jauría que viene a seguir intentando tumbar nuestros derechos. “Hoy tocaba estar aquí” y ahí esperamos que te quedes. Porque contra ti también sobreviviremos.


 

 

 

Isabel Ayuso en la concentración en Madrid convocada por el PP contra la amnistía y el pacto PSOE-Junts. Foto del PP de la Comunidad de Madrid.

Pablo caminaba el domingo con otro hombre por el centro de Madrid. Llevaba por capa la bandera de España. Su acompañante también la llevaba. Pablo iba agarrado a él, rodeándole el cuello con el brazo derecho. Con su brazo izquierdo, izaba una bandera arcoiris. Pablo le pidió a alguien que les hiciera una foto. Pablo la cargó en X. Pablo escribió: “Hoy tocaba estar aquí”. Pablo le dio a enviar.

 

Pablo sabía que se iban a reír de él, aunque no termina de entender por qué. Cree que está orgulloso, cree que tiene razón, cree que entiende lo que significa esa bandera ya obsoleta. Quizá Pablo, en realidad, sí que entienda lo que implica jactarse y hacer alarde de su condición sexual en una manifestación llena de patriotas españolistas, ultracatólicos, falangistas y neofascistas. Porque no todos los que allí estaban lo eran y porque Pablo ya sabe que él es un “homosexual como dios manda”.

 

Ha aprendido a mimetizarse y copiar patrones de comportamiento y estilo de vida para que nadie se la cuestione: Pablo es un hombre cisgénero, blanco y europeo, aunque sea homosexual

Pablo es, según su descripción en esa red social, “Español, europeo y libre”. Y acompaña cada una de esas palabras con el emoticono de una bandera. La última, “libre”, va con esa arcoiris que levanta en la foto. “LIBRE”. Y vaya que sí lo es. Porque Pablo ha aprendido de los opresores a gozar de la libertad a costa de la opresión de otros. Ha aprendido a mimetizarse y copiar patrones de comportamiento y estilo de vida para que nadie se la cuestione. Y así él tampoco tiene nada que cuestionarse a sí mismo. Pablo es un hombre cisgénero, blanco y europeo, aunque sea homosexual.

 

Y así se convierte Pablo en un conservador, en un cómplice de los opresores, en un enemigo del progreso. Porque, al igual que ellos, utiliza de una manera partidista (que no política) una bandera por la que se han derramado litros de sangre y lágrimas, por la que se ha muerto, por la que nos seguimos jugando la vida.

 

La bandera arcoiris no representa una ideología, ni una corriente de pensamiento. La bandera arcoiris en un símbolo de lucha, de tolerancia, de respeto. Tu condición sexual no influye en tu coeficiente intelectual ni tu clase social. Que seas de derechas o de izquierdas, liberal o comunista. Ser homosexual no te convierte automáticamente en una persona con capacidad empática. Tampoco te otorga conocimientos por ciencia infusa.

 

Si esto fuese así, Pablo y otros tantos sabrían que la bandera arcoiris fue creada en 1978 por Gilbert Bake, gracias al encargo de Harvey Milk, que buscaba un símbolo de representación para el colectivo que se alejara de la carga negativa que tenía el que se usaba hasta ese momento, el triángulo rosa invertido. Ese símbolo que antes se había usado para identificar a los homosexuales en los campos de concentración nazis y que se acabó reclamando como insignia de nuestra identidad.

 

Sabrían que Gilbert Bake creó una bandera que, desde ese mismo principio, fue mutando. A la que se le fueron añadiendo franjas según se iban incorporando al movimiento la consciencia racial, la feminista, la trans. Según se iban ampliando las demandas de derechos. Y significa precisamente todo eso: consciencia, progreso y libertad.

 

Un homosexual que cuestiona el progreso y la diversidad, que se opone a la discusión del género y el binarismo, que reniega de nuestra lucha “porque puede casarse y tener familia igual que los demás”, se ha convertido en hermano de los opresores

Por eso la arrancan de las fachadas, las prohíben en los Orgullos, las queman y las pisan. Por eso te aceptan, Pablo, y aceptan la bandera que jamás se transformó. Porque no son homófobos, son enemigos del progreso. Y un homosexual que cuestiona el progreso y la diversidad, que se opone a la discusión del género y el binarismo, que reniega de nuestra lucha “porque puede casarse y tener familia igual que los demás”, se ha convertido en hermano de los opresores.

 

Y Pablo sonríe mientras mete esa versión de nuestra bandera en una manifestación “por la unidad de España” y la ondea entre aquellos que gritan, amenazan y rezan, que son los mismos entre los que muchas crecimos, de los que sobrevivimos, de quienes huimos. Y no entiende que le sonríen como a un igual, no porque sea homosexual, sino porque ahora también es un enemigo del progreso de la humanidad.

 

Estás siendo aceptado por la manada, Pablo. Eres cómplice. Ahora eres parte de la jauría que viene a seguir intentando tumbar nuestros derechos. “Hoy tocaba estar aquí” y ahí esperamos que te quedes. Porque contra ti también sobreviviremos.

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