LA ARTICULACIÓN DEMOCRÁTICA EN
LA COALICIÓN SUMAR
Es preciso un
proceso semiconstituyente de programas, estrategias y estructuras comunes,
respetando la autonomía de cada fuerza política
ANTONIO ANTÓN
Yolanda Díaz saluda a
la multitud junto a Ada Colau y Mónica García el día de la presentación de su
candidatura en Magariños (Madrid). / Sumar
Pedro Sánchez tiene la mayoría en el Congreso para su investidura como presidente del Ejecutivo. Aquí me detengo en un aspecto determinante para la gobernabilidad del nuevo gobierno de coalición progresista con apoyo nacionalista: la articulación y la representación institucional de la coalición Sumar y la actitud ante el conflicto particular entre Movimiento Sumar y Podemos y sus perspectivas.
Respecto de la rearticulación interna de la coalición Sumar, aparte de todo tipo de dificultades de acoplamiento, se ha culminado la primera fase del proceso de sustitución y recomposición de su fuerza dirigente: ahora el predominio es de Yolanda Díaz y su equipo con una orientación y un discurso más moderados. Ha sido paralelo a la dinámica de dejar en una posición subalterna a un Podemos más exigente y ‘ruidoso’.
Para Movimiento
Sumar y sus aliados más estrechos ha sido un éxito para su control
institucional de la coalición y la fluidez de los acuerdos con el PSOE. Pero ha
sido un fracaso en su objetivo de conseguir un significativo ensanchamiento
electoral y una superación del declive representativo con una posición
institucional más relevante que la precedente, para garantizar un proceso de
reformas más ambicioso en favor de las mayorías sociales. Fiasco que ha sido
paliado por la victoria el 23-J del bloque democrático y plurinacional y la
continuidad de otra legislatura de progreso con acceso a la gobernabilidad
compartida.
Permanece el gran
problema de la eficacia transformadora de la gestión política alternativa
Por tanto,
permanece el gran problema de la eficacia transformadora de la gestión política
alternativa, de la capacidad de cambio de progreso real y sustantivo para las
capas populares, y la vinculación con la ciudadanía activa y los movimientos y
grupos sociales progresistas, incluidos el sindicalismo y el movimiento
feminista, y su promoción para dar soporte e impulsar políticas públicas
efectivas y avanzar en los derechos sociales y civiles.
En definitiva, el
factor clave a superar es la débil credibilidad transformadora, derivado de
cierta inconsistencia de la fuerza social de base y vinculado con otro factor
adicional significativo: la insuficiente unidad desde la pluralidad de su
articulación orgánica, que expresa los límites de la actual élite política de
la izquierda alternativa.
Desde 2021 se ha
ido conformando Sumar, con una posición marginada de Podemos, que estos
consideran injusta. Esa transición hacia la nueva composición representativa y
dirigente con el predominio de Movimiento Sumar ha conseguido su prevalencia en
la composición parlamentaria, las responsabilidades del grupo parlamentario y,
probablemente, los cargos gubernamentales, con la marginación de Podemos (y de
Izquierda Unida).
Sin embargo, tiene
varios puntos vulnerables. El primero, la escasa legitimidad pública adicional
derivada de sus resultados electorales del 23-J, que no han evitado el
continuado declive representativo de ese espacio y han estado lejos de sus
expectativas. Al mismo tiempo, el objetivo de ese ensanchamiento electoral
–recuperando una parte del electorado anterior inclinado hacia el PSOE o la
abstención– era la motivación principal para el giro político y de liderazgo
que se iba estableciendo, y al no cumplirse se debilita la credibilidad de
ambos. Por tanto, la nueva coalición Sumar tiene menor capacidad condicionante
de la hegemonía socialista en la gestión política que queda más consolidada.
Constituye un desafío para el conjunto de la izquierda transformadora.
La nueva coalición
Sumar tiene menor capacidad condicionante de la hegemonía socialista en la
gestión política que queda más consolidada
Otro aspecto es la
deficiente articulación democrática y unitaria en su proceso de configuración
orgánica. Muestra las incapacidades de los liderazgos establecidos para avanzar
de forma integradora en la formación de un frente amplio, con suficiente
legitimidad democrática, confianza y negociación política para facilitar la
mínima unidad interna, con los correspondientes procedimientos consensuados, y
así dar ejemplo a su electorado y a la sociedad de su capacidad articuladora y
defensora de un proyecto político compartido.
Izquierda Unida ha
propuesto un plan bienintencionado para articular a medio plazo el conjunto de
la coalición y su estructura coordinativa, según criterios participativos en
primarias y con proporcionalidad. Sería un primer paso para profundizar en la
cooperación de todas las organizaciones implicadas, con la perspectiva de
avanzar hacia un auténtico frente amplio y unitario. Es un procedimiento
razonable, pero precisa de una condición previa: la confianza en un proyecto
básico consensuado y compartido, así como el respeto a las reglas democráticas básicas
y a la configuración plural y equilibrada resultante según la legitimidad
electiva de los órganos coordinadores, especialmente el estatal y los
autonómicos.
Es preciso un
proceso semiconstituyente de programas, estrategias y estructuras comunes,
respetando la autonomía de cada fuerza política; el proceso constituyente de
una sola formación con la disolución o irrelevancia de todas las organizaciones
no está maduro. En ese sentido conviene diferenciar entre la trayectoria
constitutiva de Movimiento Sumar y la más amplia y compleja de la coalición
Sumar o la perspectiva de un frente amplio más integrado.
Esa propuesta
participativa de IU es similar a la de Podemos en su reciente plan de
fortalecimiento, aunque éste lo reduce al campo de las listas electorales,
resaltando su propia autonomía política y orgánica y en la continuidad del
acuerdo de coalición en Sumar… para las elecciones generales pasadas y la
actuación parlamentaria, haciendo hincapié en su última Conferencia política en
su diferenciación sobre la forma de hacer política más valiente y
transformadora.
A mi modo de ver,
es fundamental la legitimación y articulación democrática de las estructuras
coordinativas de la coalición Sumar, con la participación equilibrada de todas
las fuerzas políticas implicadas. Y es necesario un consenso procedimental. La
dificultad mayor desde el actual equipo dirigente es su vértigo ante la
posibilidad de modificar su posición prevalente en la actual relación de
fuerzas representativa y que tantos esfuerzos y apoyos institucionales y
mediáticos ha concitado. La participación electiva siempre supone cierta
incertidumbre sobre los resultados de los equilibrios de poder interno y
externo. Pero exige un talante democrático y pluralista. Las actuales cuotas
representativas tienen un déficit democrático al no haber pasado por unas
amplias elecciones. Y es imperioso su corrección a través de unas primarias
proporcionales.
La tentación es
continuar sin transparencia democrática o constreñir y adecuar los marcos
participativos para sacar ventajas de partida
El problema que
subyace es la posibilidad de que Podemos (e Izquierda Unida) tengan un papel
más relevante en la coordinación orgánica, representación institucional y
negociación programática y de la acción política, con otros reequilibrios
legitimados democráticamente y que deslegitimen las decisiones impuestas hasta
ahora. La tentación es continuar sin transparencia democrática o constreñir y
adecuar los marcos participativos para sacar ventajas de partida, en un
forcejeo procedimental.
Existen reservas
mientras todavía no se ha constituido orgánicamente el Movimiento Sumar –con la
integración de Más País, no de Más Madrid–, que aspira a continuar siendo la
fuerza dirigente, aunque está en entredicho su capacidad articuladora. E
igualmente, cada fuerza particular está sometida a la incertidumbre de la
constatación de su representatividad real y contrastada. Pero esa prevención a
un amplio procedimiento participativo y plural, justificado por las garantías
de su control orgánico, que tanta importancia tiene para múltiples agentes
institucionales y la gestión política, entra en conflicto con la legitimación
cívica y la credibilidad democrática de la nueva élite de la izquierda
transformadora.
Por tanto, el
peligro es que, aunque formalmente se acepte un sistema participativo, al final
no se concrete con el pretexto de muchos detalles complicados. Así,
paralelamente, se debería consensuar la respuesta a ese problema de fondo de la
aceptación de una composición dirigente integradora, democrática y plural,
junto con la estrategia compartida, el respeto a los equilibrios
representativos y la capacidad negociadora para avanzar en acuerdos comunes,
con procedimientos para regular los desacuerdos y el respeto a las minorías.
Una actitud
integradora respetuosa con la pluralidad
Paralelamente a
este plan de articulación orgánica aparece el reto de las elecciones europeas
(y las autonómicas de Galicia y País Vasco). Respecto de las elecciones
parlamentarias tiene dos ventajas: el distrito electoral es único para todo el
Estado, por tanto con proporcionalidad pura, y no se pone en riesgo la
gobernabilidad y la necesaria prioridad por la victoria sobre las derechas. Lo
conveniente sería realizar primarias internas en la coalición Sumar para
confeccionar proporcionalmente la lista unitaria con los puestos de salida. Si
no se realiza, o se ponen vetos personales, se aboca a la presentación de
varias listas, al menos, dos dada la decisión de Podemos, si no se dan esas
condiciones democráticas, de presentar la suya por separado respecto de la
oficial de Sumar. Así, pretende resarcirse del tratamiento injusto recibido y
demostrar su representatividad con la demanda de reconocimiento de su peso
político.
El procedimiento de
primarias internas con suficientes garantías es lo más razonable, pero ante su
posible bloqueo puede ser inevitable la contienda electoral abierta
No obstante, hay
que analizar los efectos colaterales de esa dinámica competitiva que puede
derivar en el incremento del sectarismo. El procedimiento de primarias internas
con suficientes garantías es lo más razonable, pero ante su posible bloqueo
puede ser inevitable la contienda electoral abierta. Pero esa confrontación
corre el riesgo de conducir hacia un crispado conflicto político, con muchos
elementos sectarios, que probablemente perjudicaría a ambas (o más) listas y,
por tanto, al proyecto compartido que quedaría debilitado, quizá en beneficio
electoral del PSOE (y la abstención). Al menos, deberían pactarse unas reglas
mínimas de no agresión, debate plural y de alternativa común a los auténticos
adversarios.
Los efectos pueden
ser menos negativos que bajo la hipótesis de la división en las elecciones
generales, que podía conllevar la pérdida del gobierno. Incluso, esa doble (o
triple) candidatura en las elecciones europeas puede ser compatible con la
persistencia de la coalición que, al fin y al cabo, solo implica un acuerdo
para las elecciones generales y un grupo parlamentario común, con la
participación en la gobernabilidad del Ejecutivo progresista. Pero el
componente sectario de esta confrontación en este espacio alternativo se puede
agudizar, con la consiguiente disputa por el relato legitimador de cada parte y
la acusación a la contraria. Mal asunto, que requiere limitar los daños. Sus
negativas consecuencias políticas exigirán nuevas responsabilidades colectivas
de todas y cada una de las partes para afrontar esos procesos electorales, así
como la gestión política de estos meses, con un talante unitario y de respeto
pluralista.
En definitiva, no
se trata de ‘poner orden en Sumar’, como reclaman unos ministros socialistas,
con el objetivo de consolidar su moderación política y su subordinación a los
intereses y estrategias del PSOE, sino de acordar una acción política
transformadora a implementar con firmeza y negociar con la dirección socialista
y, sobre todo, articular una dinámica deliberativa y decisoria unitaria,
democrática y con respecto a la diversidad y pluralidad internas. La pluralidad
política e ideológica, por sí sola, no explica el sectarismo. La prepotencia
organizativa deriva, con el pretexto de diferencias políticas, de la débil
cultura democrática para encauzar y no imponer los distintos intereses
corporativos; muchas veces legítimos y necesitados de integrar, negociar o
reequilibrar en un marco común superior.
A principios de
este proceso, a finales de 2021, publiqué una carta abierta “A la atención de
Yolanda Díaz”, expresando sus especiales responsabilidades para el liderazgo de
esa trayectoria. Ha cumplido su particular función de articular su propia
plataforma política, Movimiento Sumar –todavía inacabada hasta su congreso
fundacional, tras la constitución del nuevo gobierno– con una legitimidad
básica con su proceso de escucha, la elaboración programática y el decisivo
aval mediático e institucional. Pero, tiene claroscuros en su objetivo de
ensanchar electoralmente el espacio colectivo de la izquierda alternativa,
condicionado por toda la dinámica sociopolítica, y poder reforzar su utilidad
para el cambio de progreso. Lo más insuficiente es su gestión coordinativa y de
liderazgo del conjunto de la coalición Sumar y, en particular, su incapacidad
para superar la brecha política, institucional y organizativa con la dirigencia
de Podemos, por mucho que éste tenga parte de responsabilidad.
Su reto inmediato
es coordinar el avance social y democrático y articular la coalición electoral.
Su legitimidad pública y su liderazgo dependen de ello. Pero, además, dada la
trascendencia de esta nueva etapa progresista y la conformación de la izquierda
transformadora, en esta encrucijada histórica, también se ventila la
credibilidad de toda la representación política de este conglomerado,
vertebrada en torno a un proceso cívico ejemplar por su experiencia en la
acción por la democracia, la igualdad y la justicia social de más de una
década. La dinámica unitaria y la acción transformadora se fortalecerán, sobre
todo, por el impulso de abajo, por una nueva reactivación cívica masiva que
emplace a la militancia política y social progresista y, especialmente, a su
alta representación orgánica e institucional a profundizar en los valores
igualitarios, emancipadores y democráticos y regular un pluralismo unitario.
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