domingo, 19 de noviembre de 2023

LA ARTICULACIÓN DEMOCRÁTICA EN LA COALICIÓN SUMAR

 

LA ARTICULACIÓN DEMOCRÁTICA EN 

LA COALICIÓN SUMAR

Es preciso un proceso semiconstituyente de programas, estrategias y estructuras comunes, respetando la autonomía de cada fuerza política

ANTONIO ANTÓN

Yolanda Díaz saluda a la multitud junto a Ada Colau y Mónica García el día de la presentación de su candidatura en Magariños (Madrid). / Sumar

Pedro Sánchez tiene la mayoría en el Congreso para su investidura como presidente del Ejecutivo. Aquí me detengo en un aspecto determinante para la gobernabilidad del nuevo gobierno de coalición progresista con apoyo nacionalista: la articulación y la representación institucional de la coalición Sumar y la actitud ante el conflicto particular entre Movimiento Sumar y Podemos y sus perspectivas.

Respecto de la rearticulación interna de la coalición Sumar, aparte de todo tipo de dificultades de acoplamiento, se ha culminado la primera fase del proceso de sustitución y recomposición de su fuerza dirigente: ahora el predominio es de Yolanda Díaz y su equipo con una orientación y un discurso más moderados. Ha sido paralelo a la dinámica de dejar en una posición subalterna a un Podemos más exigente y ‘ruidoso’.

 

Para Movimiento Sumar y sus aliados más estrechos ha sido un éxito para su control institucional de la coalición y la fluidez de los acuerdos con el PSOE. Pero ha sido un fracaso en su objetivo de conseguir un significativo ensanchamiento electoral y una superación del declive representativo con una posición institucional más relevante que la precedente, para garantizar un proceso de reformas más ambicioso en favor de las mayorías sociales. Fiasco que ha sido paliado por la victoria el 23-J del bloque democrático y plurinacional y la continuidad de otra legislatura de progreso con acceso a la gobernabilidad compartida.

 

Permanece el gran problema de la eficacia transformadora de la gestión política alternativa

 

Por tanto, permanece el gran problema de la eficacia transformadora de la gestión política alternativa, de la capacidad de cambio de progreso real y sustantivo para las capas populares, y la vinculación con la ciudadanía activa y los movimientos y grupos sociales progresistas, incluidos el sindicalismo y el movimiento feminista, y su promoción para dar soporte e impulsar políticas públicas efectivas y avanzar en los derechos sociales y civiles.

 

En definitiva, el factor clave a superar es la débil credibilidad transformadora, derivado de cierta inconsistencia de la fuerza social de base y vinculado con otro factor adicional significativo: la insuficiente unidad desde la pluralidad de su articulación orgánica, que expresa los límites de la actual élite política de la izquierda alternativa.

 

Desde 2021 se ha ido conformando Sumar, con una posición marginada de Podemos, que estos consideran injusta. Esa transición hacia la nueva composición representativa y dirigente con el predominio de Movimiento Sumar ha conseguido su prevalencia en la composición parlamentaria, las responsabilidades del grupo parlamentario y, probablemente, los cargos gubernamentales, con la marginación de Podemos (y de Izquierda Unida).

 

Sin embargo, tiene varios puntos vulnerables. El primero, la escasa legitimidad pública adicional derivada de sus resultados electorales del 23-J, que no han evitado el continuado declive representativo de ese espacio y han estado lejos de sus expectativas. Al mismo tiempo, el objetivo de ese ensanchamiento electoral –recuperando una parte del electorado anterior inclinado hacia el PSOE o la abstención– era la motivación principal para el giro político y de liderazgo que se iba estableciendo, y al no cumplirse se debilita la credibilidad de ambos. Por tanto, la nueva coalición Sumar tiene menor capacidad condicionante de la hegemonía socialista en la gestión política que queda más consolidada. Constituye un desafío para el conjunto de la izquierda transformadora.

 

La nueva coalición Sumar tiene menor capacidad condicionante de la hegemonía socialista en la gestión política que queda más consolidada

 

Otro aspecto es la deficiente articulación democrática y unitaria en su proceso de configuración orgánica. Muestra las incapacidades de los liderazgos establecidos para avanzar de forma integradora en la formación de un frente amplio, con suficiente legitimidad democrática, confianza y negociación política para facilitar la mínima unidad interna, con los correspondientes procedimientos consensuados, y así dar ejemplo a su electorado y a la sociedad de su capacidad articuladora y defensora de un proyecto político compartido.

 

Izquierda Unida ha propuesto un plan bienintencionado para articular a medio plazo el conjunto de la coalición y su estructura coordinativa, según criterios participativos en primarias y con proporcionalidad. Sería un primer paso para profundizar en la cooperación de todas las organizaciones implicadas, con la perspectiva de avanzar hacia un auténtico frente amplio y unitario. Es un procedimiento razonable, pero precisa de una condición previa: la confianza en un proyecto básico consensuado y compartido, así como el respeto a las reglas democráticas básicas y a la configuración plural y equilibrada resultante según la legitimidad electiva de los órganos coordinadores, especialmente el estatal y los autonómicos.

 

Es preciso un proceso semiconstituyente de programas, estrategias y estructuras comunes, respetando la autonomía de cada fuerza política; el proceso constituyente de una sola formación con la disolución o irrelevancia de todas las organizaciones no está maduro. En ese sentido conviene diferenciar entre la trayectoria constitutiva de Movimiento Sumar y la más amplia y compleja de la coalición Sumar o la perspectiva de un frente amplio más integrado.

 

Esa propuesta participativa de IU es similar a la de Podemos en su reciente plan de fortalecimiento, aunque éste lo reduce al campo de las listas electorales, resaltando su propia autonomía política y orgánica y en la continuidad del acuerdo de coalición en Sumar… para las elecciones generales pasadas y la actuación parlamentaria, haciendo hincapié en su última Conferencia política en su diferenciación sobre la forma de hacer política más valiente y transformadora.

 

A mi modo de ver, es fundamental la legitimación y articulación democrática de las estructuras coordinativas de la coalición Sumar, con la participación equilibrada de todas las fuerzas políticas implicadas. Y es necesario un consenso procedimental. La dificultad mayor desde el actual equipo dirigente es su vértigo ante la posibilidad de modificar su posición prevalente en la actual relación de fuerzas representativa y que tantos esfuerzos y apoyos institucionales y mediáticos ha concitado. La participación electiva siempre supone cierta incertidumbre sobre los resultados de los equilibrios de poder interno y externo. Pero exige un talante democrático y pluralista. Las actuales cuotas representativas tienen un déficit democrático al no haber pasado por unas amplias elecciones. Y es imperioso su corrección a través de unas primarias proporcionales.

 

La tentación es continuar sin transparencia democrática o constreñir y adecuar los marcos participativos para sacar ventajas de partida

 

El problema que subyace es la posibilidad de que Podemos (e Izquierda Unida) tengan un papel más relevante en la coordinación orgánica, representación institucional y negociación programática y de la acción política, con otros reequilibrios legitimados democráticamente y que deslegitimen las decisiones impuestas hasta ahora. La tentación es continuar sin transparencia democrática o constreñir y adecuar los marcos participativos para sacar ventajas de partida, en un forcejeo procedimental.

 

Existen reservas mientras todavía no se ha constituido orgánicamente el Movimiento Sumar –con la integración de Más País, no de Más Madrid–, que aspira a continuar siendo la fuerza dirigente, aunque está en entredicho su capacidad articuladora. E igualmente, cada fuerza particular está sometida a la incertidumbre de la constatación de su representatividad real y contrastada. Pero esa prevención a un amplio procedimiento participativo y plural, justificado por las garantías de su control orgánico, que tanta importancia tiene para múltiples agentes institucionales y la gestión política, entra en conflicto con la legitimación cívica y la credibilidad democrática de la nueva élite de la izquierda transformadora.

 

Por tanto, el peligro es que, aunque formalmente se acepte un sistema participativo, al final no se concrete con el pretexto de muchos detalles complicados. Así, paralelamente, se debería consensuar la respuesta a ese problema de fondo de la aceptación de una composición dirigente integradora, democrática y plural, junto con la estrategia compartida, el respeto a los equilibrios representativos y la capacidad negociadora para avanzar en acuerdos comunes, con procedimientos para regular los desacuerdos y el respeto a las minorías.

 

Una actitud integradora respetuosa con la pluralidad

 

Paralelamente a este plan de articulación orgánica aparece el reto de las elecciones europeas (y las autonómicas de Galicia y País Vasco). Respecto de las elecciones parlamentarias tiene dos ventajas: el distrito electoral es único para todo el Estado, por tanto con proporcionalidad pura, y no se pone en riesgo la gobernabilidad y la necesaria prioridad por la victoria sobre las derechas. Lo conveniente sería realizar primarias internas en la coalición Sumar para confeccionar proporcionalmente la lista unitaria con los puestos de salida. Si no se realiza, o se ponen vetos personales, se aboca a la presentación de varias listas, al menos, dos dada la decisión de Podemos, si no se dan esas condiciones democráticas, de presentar la suya por separado respecto de la oficial de Sumar. Así, pretende resarcirse del tratamiento injusto recibido y demostrar su representatividad con la demanda de reconocimiento de su peso político.

 

El procedimiento de primarias internas con suficientes garantías es lo más razonable, pero ante su posible bloqueo puede ser inevitable la contienda electoral abierta

 

No obstante, hay que analizar los efectos colaterales de esa dinámica competitiva que puede derivar en el incremento del sectarismo. El procedimiento de primarias internas con suficientes garantías es lo más razonable, pero ante su posible bloqueo puede ser inevitable la contienda electoral abierta. Pero esa confrontación corre el riesgo de conducir hacia un crispado conflicto político, con muchos elementos sectarios, que probablemente perjudicaría a ambas (o más) listas y, por tanto, al proyecto compartido que quedaría debilitado, quizá en beneficio electoral del PSOE (y la abstención). Al menos, deberían pactarse unas reglas mínimas de no agresión, debate plural y de alternativa común a los auténticos adversarios.

 

Los efectos pueden ser menos negativos que bajo la hipótesis de la división en las elecciones generales, que podía conllevar la pérdida del gobierno. Incluso, esa doble (o triple) candidatura en las elecciones europeas puede ser compatible con la persistencia de la coalición que, al fin y al cabo, solo implica un acuerdo para las elecciones generales y un grupo parlamentario común, con la participación en la gobernabilidad del Ejecutivo progresista. Pero el componente sectario de esta confrontación en este espacio alternativo se puede agudizar, con la consiguiente disputa por el relato legitimador de cada parte y la acusación a la contraria. Mal asunto, que requiere limitar los daños. Sus negativas consecuencias políticas exigirán nuevas responsabilidades colectivas de todas y cada una de las partes para afrontar esos procesos electorales, así como la gestión política de estos meses, con un talante unitario y de respeto pluralista.

 

En definitiva, no se trata de ‘poner orden en Sumar’, como reclaman unos ministros socialistas, con el objetivo de consolidar su moderación política y su subordinación a los intereses y estrategias del PSOE, sino de acordar una acción política transformadora a implementar con firmeza y negociar con la dirección socialista y, sobre todo, articular una dinámica deliberativa y decisoria unitaria, democrática y con respecto a la diversidad y pluralidad internas. La pluralidad política e ideológica, por sí sola, no explica el sectarismo. La prepotencia organizativa deriva, con el pretexto de diferencias políticas, de la débil cultura democrática para encauzar y no imponer los distintos intereses corporativos; muchas veces legítimos y necesitados de integrar, negociar o reequilibrar en un marco común superior.

 

A principios de este proceso, a finales de 2021, publiqué una carta abierta “A la atención de Yolanda Díaz”, expresando sus especiales responsabilidades para el liderazgo de esa trayectoria. Ha cumplido su particular función de articular su propia plataforma política, Movimiento Sumar –todavía inacabada hasta su congreso fundacional, tras la constitución del nuevo gobierno– con una legitimidad básica con su proceso de escucha, la elaboración programática y el decisivo aval mediático e institucional. Pero, tiene claroscuros en su objetivo de ensanchar electoralmente el espacio colectivo de la izquierda alternativa, condicionado por toda la dinámica sociopolítica, y poder reforzar su utilidad para el cambio de progreso. Lo más insuficiente es su gestión coordinativa y de liderazgo del conjunto de la coalición Sumar y, en particular, su incapacidad para superar la brecha política, institucional y organizativa con la dirigencia de Podemos, por mucho que éste tenga parte de responsabilidad.

 

Su reto inmediato es coordinar el avance social y democrático y articular la coalición electoral. Su legitimidad pública y su liderazgo dependen de ello. Pero, además, dada la trascendencia de esta nueva etapa progresista y la conformación de la izquierda transformadora, en esta encrucijada histórica, también se ventila la credibilidad de toda la representación política de este conglomerado, vertebrada en torno a un proceso cívico ejemplar por su experiencia en la acción por la democracia, la igualdad y la justicia social de más de una década. La dinámica unitaria y la acción transformadora se fortalecerán, sobre todo, por el impulso de abajo, por una nueva reactivación cívica masiva que emplace a la militancia política y social progresista y, especialmente, a su alta representación orgánica e institucional a profundizar en los valores igualitarios, emancipadores y democráticos y regular un pluralismo unitario.

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