LO QUE ASOMA POR LOS ESCAÑOS
MARÍA GUIJARRO
Vista general del Congreso de los Diputados en una imagen
de archivo. -E.P. / Eduardo Parra
Están siendo semanas intensas en el Parlamento. Con foco mediático en la agresividad verbal en política a pesar de que también hay diálogo, consenso y acuerdos. No son "carne de titular", pero este país hoy es mucho mejor gracias a algunas de las leyes que "no hacen ruido". No lo duden.
En medio de debates donde se alza la voz de manera agresiva e insoportablemente machista, donde el Hemiciclo se convierte en un teatro a disposición de las redes sociales, las personas, la vida de las personas también de las más vulnerables se abren paso entre los escaños en un silencio respetuoso. Un silencio contundente que golpea o debería golpear. Reduciendo agresividad y griterío.
La semana pasada,
por ejemplo, llegó a la tribuna, después de 22 años desde la anterior Ley, la
Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad
Global.
Porque la desigualdad,
el hambre, la enfermedad o la injusticia climática están también entre los
escaños en leyes como esta y la solidaridad y la justicia social también. Las
mal llamadas invisibles no nos deben ser ausentes. Y aunque no haya
transcendencia mediática hay leyes como esta que con el empeño de un grupo
parlamentario como el socialista y de forma muy participada, ven la luz.
Muchas horas de
reuniones a lo largo de dos años con todo el sector de la cooperación para
actualizar y reformar nuestra cooperación y nuestra ayuda humanitaria.
Porque leyes como
esta significan ser el altavoz para las que ya tienen voz. Significa mirar
desde lo local a lo global y no esquivar la mirada. Significa elegir la
respuesta que como país tenemos y queremos tener ante los sufrimientos
compartidos con una cooperación realmente transformadora y una ayuda
humanitaria renovada. Significa una cooperación feminista, que trabaja con y
para las niñas, adolescentes y mujeres. Que mira el cambio climático de frente
y se basa en una ideología tan revolucionaria como los derechos humanos y la
Agenda 2030. Una Ley que refleja la diversidad de la cooperación española, con
todos sus matices y desde las comunidades autónomas y los entes locales y
forales.
Cuando se quiere se
puede. En esta ocasión los grupos parlamentarios han tenido ánimo de consenso,
pero no todos. El principal partido de la oposición votó en contra en Comisión
y se ha abstenido en Pleno. Sin embargo, muchos grupos desde el principio
demostraron política de altura e hicieron suya esta Ley. No hicieron de esto
una cuestión partidista.
Y hoy hay que
ponerlo en valor. Porque efectivamente la política sirve, o debería servir para
transformar realidades y mentalidades. Desde la socialdemocracia ahí
seguiremos. Porque es nuestra responsabilidad.
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