CEGUERAS ENDÉMICAS
Foto: UNsplash / Taras Chernus
Eduardo Sanguinetti,
filósofo,
poeta y performer
¿Qué análisis, críticas, teorías, respuestas o incluso alternativas pueden oponerse a esta realidad incierta en la que permanecemos?… ¿Y? Ninguna, sólo escuchar ecos, a lo sumo en ¿efecto acústico? algunas variantes, elaboradas con las mejores/peores intenciones de saber que estamos librados al azar, que jamás ha dejado de accionar en nuestras existencias, hoy más que nunca bajo el imperio de la desmesura y la incertidumbre.
Hay un estallido de sorderas, de cegueras endémicas, estamos atrapados en una catástrofe sin precedentes, en una fuga hacia un desierto concreto y real, de lo que denominamos mundo… encierro, inclusión, exclusión, incertidumbre… Y “algo” brutal nos aguarda al final de este tiempo, sin tiempo, para bien o para mal, bajo la sombra del temor, que ha tomado forma de envoltura. Y el desierto, cual metáfora del espacio vacío, en que quizás se convierta la civilización occidental, tan deseante de lo oriental en tiempos de colonización.
Sensación de
“orfandad” muy concreta se siente y percibe. Sensación de violencia se palpa y
es latente, por ejemplo, en Argentina, mi país, se percibe de manera clara la
falta de verdad, la ignorancia, la agresión, la justicia ausente, la desazón,
la contaminación real y metafórica, la eliminación de la libertad de expresión.
La puesta en marcha hace tiempo del modelo económico impuesto por el FMI, con
la aquiescencia cipaya de Alberto Fernández y de su ministro de economía Martín
Guzmán, el extractivista agroexportador inflacionario, alineando a la Argentina
con los designios geopolíticos de EE.UU., objetivo que se expresa en decisiones
muy concretas.
Se reprime y
silencia a los que piensan diferente y también a los que piensan… Parece que la
consigna es “no pensar”, “ser leve”, “mentiroso”, “traidor” y “cobarde”, de la
mano del miedo, fiel compañero de una humanidad, que pareciera deseosa del
retorno de la represión… El miedo corona la vida espantosa de la ciudadanía, en
su iconografía política insensible a la resistencia.
Todo conduce al
nihilismo, al desarraigo, al exilio, a la anarquía, al estoicismo como forma y
acto de vida-sobrevida, en el desierto, insondable paisaje de imágenes
oníricas, de civilizaciones que han tenido cenit y nadir en sus laderas
sinuosas.
No idealizo
cambios, solo presiento. Y los presentimientos con bases sólidas operan como
aventadores de rutinas, prejuicios y miopías en planos generales del
pensamiento, poniendo en juego valores congelados en los escaparates de los
ideales perdidos.
El miedo, sin dudas
el más inmenso y potente de los sentimientos, el más degradante y destructivo,
el que ha generado más desastres a lo largo de la historia de la humanidad: el
miedo… al que aludía Joyce en su Epistolario.
En el espacio de la
política, el miedo, no es propiedad de las dictaduras, sino parte de cualquier
relación de dominación, incluso de una democracia apolítica y ficcional,
posible ¿no?… Saber articular el miedo, es un poderoso recurso del poder, donde
la alegoría no tendrá demasiado éxito.
La construcción de
la historia, escrita con “miedo”, desdibujó lo realmente acontecido y lo por
acontecer en el devenir de la humanidad; el “miedo” es la proyección de todas
las miserias que se prolongan a lo largo de siglos; el “miedo” en calidad de
deidad suprema anima los actos de los pueblos; el “miedo” hacia lo conocido, lo
desconocido, fuera de espacio y tiempo: una ficción; el “miedo”, que hace que
los peores dicten en nuestras vidas, bajo la consigna tautológica de «orden y
progreso», una exageración, un insulto a la inteligencia.
La vida en
Latinoamérica tan limitada en sus fines e ideales, solo sigue fórmulas ya
perimidas, huyendo de la confrontación de ideas; pareciera condenada a políticas
neocoloniales, de sumisión y entrega… Destruyendo vidas y rutinas de pueblos
con “miedo”, sin coraje de arrojarse a la espontaneidad emergente que nos
ofrece el desierto.
No nos engañemos,
repensar, Argentina, Latinoamérica y porque no, el mundo, hoy, significa
establecer un diálogo con la “falsa modestia”, en fin, los pueblos, con su
“miedo” a cuestas, no aprenden a juzgarse ni tan ruda ni tan duramente, sólo su
cobardía… Es “miedo” al “miedo”, los que llevan a las personas a entregar su
libertad, por un cautiverio en ¿seguridad?, con buitres acechando y Reserva
Federal de USA sponsoreando, en sociedad con una Europa entregada a tendencias
ajenas a su esencia original.
Ridículos y
peligrosos personajes, que desean de manera inocultable eliminar toda
posibilidad de vivir en libertad, igualdad y armonía… aventadores de rutinas
totalitarias, lanzan frases xenófobas, discriminatorias, que pareciera son
asimiladas por una comunidad paria y exiliada de la vida… La mirada de estos
personeros del odio y la diferencia, amantes de dictaduras cívico-militares, es
colonizadora e imperial, responde a órdenes enviadas desde el poder central,
que los apuntala y blinda, que está desestabilizando y degradando, pues los
pueblos han despertado del letargo, con hambre, desesperanza y ánimos de
desobedecer, transitando un sendero donde la vida tenga sentido y destino.
Una reconstrucción
recelosa descubre la “manipulación ideológica” y el “control social” detrás de
los aparatos de producción cultural post verdadera, meras herramientas de
encuadramiento y sujeción. La dominación entonces: la comunicación.
No deseo dejar
expresar, como lo hice desde el inicio, que el aparato comunicacional del
gobierno del tibio Alberto Fernández es espantoso, cómo atroz es este presidente
un tanto hipócrita, intentando ser vocero de él mismo, instalado en una
soberbia y necedad extrema ¿o algo ha muerto?… No basta la voluntad, simulada o
no de Alberto «el mínimo», cuando en el bando opositor simulado, no desean
dialogar, sólo golpear al núcleo constitutivo del gobierno, ya de por sí
degradado y sin aparente rumbo… Ley de Medios, ¿por qué no entró en vigencia?,
pues es precisa e indispensable, y me pregunto si es indispensable esta Ley de
Medios cuándo la Libertad no precisa de leyes para que se legitime en actos de
vida… ¿No hay pactos a puertas cerradas, donde los trascendente es pautado y
pactado a espaldas del pueblo, signo y señal de ocultamiento en la democracia
ficcional que soportamos?
Argentina hoy, se
encuentra jaqueada por la horda filo nazi, cual «hit» de temporada,
promociodnada por conjunción de la horda monopólica mediática, en nombre de la
servidumbre y la tierra «yerma» dejada por Macri, el fugador persistente y su
banda de Ceos, gestión eliminadora, que Alberto continúa sin pausa ni tregua,
en nombre del diálogo y del consenso con los corporacionistas mafiosos… Y el
pueblo está hambreado, sin ánimos para inventarse victorias.
El trabajo de
desencantamiento no tiene fin, por suerte ¿cómo dudar de que llegó el día en
que algunos métodos de análisis incongruentes llegaron a sustituir a la cultura
y la política, por el neofascismo, los paraísos fiscales y los negociados entre
bambalinas?
Los burócratas de
lo mediático con sus herramientas rudimentarias y magros medios dejan bien
justificado su des-hacer: la conclusión es evidente, lo apreciamos de manera
harto elocuente en esta solicitada de gorilas en la niebla de una Argentina en
caída libre.
Constatar que el
blindaje mediático mercenario todo, no dejó a ningún medio fuera de la
exclusión, la censura y el silenciamiento a que acostumbraron a la comunidad,
ocultando y justificando el asesinato de la libertad de expresión verdadera, en
boca de quienes tienen «algo» que decir… un instrumento al alcance de un puñado
de ignorantes ricachones mafiosos, cumpliendo roles inespecíficos en cualquier
región del mundo, poderosos de la política y clowns del espectáculo y el
deporte, con influencias y dinero, ganados en contactos de todo tipo y color.
Blindaje mediático
ocultando cifras inimaginables de dinero, que, de manera regular y cotidiana se
moviliza por circuitos financieros, facilitando el lavado de dinero, la
defraudación fiscal, el ocultamiento de saqueos al erario y las utilidades
ilícitas.
Desde este lugar,
la muerte del sentido no conmueve, ni conduele. Ni tampoco el nacimiento
esplendoroso de cenotafios y sepelios, en una auténtica primavera de la muerte
eterna… Cisma de la intrascendencia, sin haber conquistado el hombre ni la cima
y la sima.
El mundo ya no es
el mejor lugar para esconderse. Ya no necesitamos dioses ni gurúes. No
esperemos nada, excepto de nosotros mismos.
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