ALODIO
Sucinta
nota biográfica de José Díaz Hernández
Reseña
de Pablo A. Bethencourt
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Amigo Pepe
He leído tu novela corta, Alodio. Muy
original, de difícil lectura. Me recuerda la forma de escribir al surrealismo y
viaje hacia el absurdo, el juego temporal, los saltos en el tiempo y lugar.
Diálogos sin sentido llenos de ironía, humor mordaz, situaciones
cómicas, ataque directo al sistema, marginación, cultura, personajes sin
historia, la incultura, el aburrimiento, la dejadez del poder, etc..., muy
original.
Según lo leído en la contraportada, no
estoy desenfocando el tema de la novela corta "Alodio"
Estoy con la novela larga que ya es otro
estilo y forma. Ya te iré contando.
Nos veremos en enero, un fuerte abrazo. Pablo.
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Noviembre de 2017
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José
Rivero Vivas
ALODIO.
Sucinta Nota Biográfica de José Díaz Hernández
Novela
- Obra: NC. 14 (a. 87) -
Ilustración de la cubierta: Autorretrato, 1915.
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN:
978-84-16759-89-7) D.L. TF 1225
– 2017
Ediciones IDEA. Islas
Canarias. Año 2017.
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ALODIO
Sorpresa de Marcela
(Fragmento Cap. XII; págs.77-79)
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En su casa, con
piso de tierra, más bajo que el nivel de la calle, Juana la hacendosa,
bisabuela de Marcela, limpiaba constante y componía diligente el buen aspecto
de su humilde hogar; ahora, entrado el otoño, pone sacos de esparto detrás de
la puerta, siempre abierta, por si es intensa la lluvia, que el agua no entre
de noche al cerrar.
José Díaz Hernández
se acuerda de verla sentada, en el chaplón, cosiendo incansable ropa vieja, muy
limpia, que enjabonaba y la tendía al sol, sobre las piedras del barranco; por
la tarde las enjuagaba en el propio arroyo y las colgaba de un tendedero
improvisado, con una cuerda atada a dos palos clavados en tierra.
Dócil y callada,
sin paga ni retribución alguna, recibe la asistencia diaria que su doble nieta
le aporta cada día, desde bien temprano.
-¿No caes en
estado, Marcela?
-No, abuela; no
estoy encinta todavía.
-Voy a consultar al
anciano Jobito
Marcela sonríe
irónica, y entristecida musita:
-Esos rezos están
de más en esta época.
-Quién sabe.
Días después, Juana
dijo a su nieta:
-El anciano Jobito
quiere que vayas sola.
-Caramba, abuela;
¿por qué lo hizo?
-Vete, que él te
aconseja.
Marcela, aunque
reticente, se dejó caer por el taller, un día después de almuerzo, una vez
cumplido su deber para con su abuela.
El anciano Jobito,
expresamente amable, la hizo pasar al cuarto que tenía al fondo del taller,
preparado como oficina y consultorio. Corrió la cortina sobre el ventanal, se
sentó a la mesa e invitó a Marcela a hacer lo propio. Luego, encendió una
lámpara de luz mortecina, sacó un fajo de unas ochenta cartas y comenzó su
recitación; mientras, iba sacando algunas que dejaba en la mesa boca arriba.
Marcela miraba
extrañada aquellos dibujos raros, que representaban símbolos conocidos, según
murmuraba el anciano Jobito en su esotérico rezo.
Cuando estaban
todas expuestas, en cuanto oficiante del ritual, el anciano Jobito pidió a
Marcela que eligiera una, que ella se apresuró a señalar con el dedo índice de
su mano izquierda.
El anciano Jobito
las recogió todas y las barajó despaciosamente; después fue sacando una a una
por debajo hasta contar trece. Como estaban boca abajo, pidió a Marcela dar la
vuelta a la última que había sacado, lo que ella hizo intrigada, temiendo fuera
cierta su duda. Justo: ¡era la carta señalada!
El anciano Jobito
cogió el naipe y ceremoniosamente lo puso a un lado. Entonces pidió a Marcela
que acercara a él su rostro, lo que ella hizo alongando su cuerpo a través de
la mesa. Él le susurró algo al oído, y ella abrió desorbitados los ojos, llena
de sorpresa y regalo.
A la mañana
siguiente echó valle arriba hasta el pie del monte, entró en el paso angosto,
que abre vía en el desfiladero y salió a la minúscula meseta donde apacienta su
ganado Juan el cabrero.
-¿Qué buscas,
hermosa?
-Vengo de parte del
anciano Jobito
-Entonces, vamos a
la choza.
Abrió Juan y
entraron, con la misma cerró la puerta.
Dentro, trató de
establecer la solemnidad apropiada para la conclusión de la ceremonia iniciada
en el marco un tanto misterioso de aquel ambiente de embrujo, con el fuego
extinto de la fogata humeando tenuemente en la atmósfera apacible de
herramientas aceradas y útiles de artesanía desestimados.
Con la tardecita,
bajó ella sola cantando.
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José Rivero Vivas
ALODIO
Sorpresa de Marcela
(Fragmento
Cap. XII; págs.77-79)
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José
Rivero Vivas
ALODIO.
Sucinta Nota Biográfica de José Díaz Hernández
Novela - Obra: NC. 14 (a. 87)
Ilustración de la cubierta: Autorretrato, 1915.
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN:
978-84-16759-89-7) D.L. TF 1225
– 2017
Ediciones IDEA. Islas
Canarias. Año 2017.
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Tenerife
Islas Canarias
Mayo de 2022
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