martes, 17 de mayo de 2022

ALODIO

 

ALODIO

Sucinta nota biográfica de José Díaz Hernández

Reseña de Pablo A. Bethencourt

____________________

 


Amigo Pepe

He leído tu novela corta, Alodio. Muy original, de difícil lectura. Me recuerda la forma de escribir al surrealismo y viaje hacia el absurdo, el juego temporal, los saltos en el tiempo y lugar. Diálogos sin sentido llenos de ironía, humor mordaz, situaciones cómicas, ataque directo al sistema, marginación, cultura, personajes sin historia, la incultura, el aburrimiento, la dejadez del poder, etc..., muy original. 

Según lo leído en la contraportada, no estoy desenfocando el tema de la novela corta "Alodio"

Estoy con la novela larga que ya es otro estilo y forma. Ya te iré contando.

Nos veremos en enero, un fuerte abrazo. Pablo.

_________________________

Noviembre de 2017

_______________

José Rivero Vivas

ALODIO.

Sucinta Nota Biográfica de José Díaz Hernández

Novela  - Obra: NC. 14 (a. 87) -

Ilustración de la cubierta: Autorretrato, 1915.

Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.

(ISBN: 978-84-16759-89-7) D.L. TF 1225 – 2017

Ediciones IDEA. Islas Canarias. Año 2017.

________________________________________

 

ALODIO

Sorpresa de Marcela

(Fragmento Cap. XII; págs.77-79)

___________________

 

En su casa, con piso de tierra, más bajo que el nivel de la calle, Juana la hacendosa, bisabuela de Marcela, limpiaba constante y componía diligente el buen aspecto de su humilde hogar; ahora, entrado el otoño, pone sacos de esparto detrás de la puerta, siempre abierta, por si es intensa la lluvia, que el agua no entre de noche al cerrar.

José Díaz Hernández se acuerda de verla sentada, en el chaplón, cosiendo incansable ropa vieja, muy limpia, que enjabonaba y la tendía al sol, sobre las piedras del barranco; por la tarde las enjuagaba en el propio arroyo y las colgaba de un tendedero improvisado, con una cuerda atada a dos palos clavados en tierra.

Dócil y callada, sin paga ni retribución alguna, recibe la asistencia diaria que su doble nieta le aporta cada día, desde bien temprano.

-¿No caes en estado, Marcela?

-No, abuela; no estoy encinta todavía.

-Voy a consultar al anciano Jobito                                                                                                 

Marcela sonríe irónica, y entristecida musita:

-Esos rezos están de más en esta época.

-Quién sabe.

Días después, Juana dijo a su nieta:

-El anciano Jobito quiere que vayas sola.

-Caramba, abuela; ¿por qué lo hizo?

-Vete, que él te aconseja.

Marcela, aunque reticente, se dejó caer por el taller, un día después de almuerzo, una vez cumplido su deber para con su abuela.

El anciano Jobito, expresamente amable, la hizo pasar al cuarto que tenía al fondo del taller, preparado como oficina y consultorio. Corrió la cortina sobre el ventanal, se sentó a la mesa e invitó a Marcela a hacer lo propio. Luego, encendió una lámpara de luz mortecina, sacó un fajo de unas ochenta cartas y comenzó su recitación; mientras, iba sacando algunas que dejaba en la mesa boca arriba.

Marcela miraba extrañada aquellos dibujos raros, que representaban símbolos conocidos, según murmuraba el anciano Jobito en su esotérico rezo.

Cuando estaban todas expuestas, en cuanto oficiante del ritual, el anciano Jobito pidió a Marcela que eligiera una, que ella se apresuró a señalar con el dedo índice de su mano izquierda.

El anciano Jobito las recogió todas y las barajó despaciosamente; después fue sacando una a una por debajo hasta contar trece. Como estaban boca abajo, pidió a Marcela dar la vuelta a la última que había sacado, lo que ella hizo intrigada, temiendo fuera cierta su duda. Justo: ¡era la carta señalada!

El anciano Jobito cogió el naipe y ceremoniosamente lo puso a un lado. Entonces pidió a Marcela que acercara a él su rostro, lo que ella hizo alongando su cuerpo a través de la mesa. Él le susurró algo al oído, y ella abrió desorbitados los ojos, llena de sorpresa y regalo.

A la mañana siguiente echó valle arriba hasta el pie del monte, entró en el paso angosto, que abre vía en el desfiladero y salió a la minúscula meseta donde apacienta su ganado Juan el cabrero.

-¿Qué buscas, hermosa?

-Vengo de parte del anciano Jobito                                                                                                 

-Entonces, vamos a la choza.

Abrió Juan y entraron, con la misma cerró la puerta.

Dentro, trató de establecer la solemnidad apropiada para la conclusión de la ceremonia iniciada en el marco un tanto misterioso de aquel ambiente de embrujo, con el fuego extinto de la fogata humeando tenuemente en la atmósfera apacible de herramientas aceradas y útiles de artesanía desestimados.

Con la tardecita, bajó ella sola cantando.

______________

José Rivero Vivas

ALODIO

Sorpresa de Marcela

(Fragmento Cap. XII; págs.77-79)

___________________

 

José Rivero Vivas

ALODIO.

Sucinta Nota Biográfica de José Díaz Hernández

Novela - Obra: NC. 14 (a. 87)

Ilustración de la cubierta: Autorretrato, 1915.

Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.

(ISBN: 978-84-16759-89-7) D.L. TF 1225 – 2017

Ediciones IDEA. Islas Canarias. Año 2017.

________________________________________

 

Tenerife

Islas Canarias

Mayo de 2022

_____________

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario