EUROPA Y LAS SUPUESTAS PANDEMIAS DE ÁFRICA
La decisión de
Europa de cancelar los vuelos desde países de África del Sur, que se toma sin
base científica, para ‘tranquilizar’ a la población europea, finiquita la breve
era de colaboración global para ganarle el pulso a este virus
MARIA RUANO CAMPS
Hombres y mujeres esperan en la cola para hacerse una PCR (Nairobi, Kenia)
¿Qué queda hoy de aquella cooperación global sin precedentes que ha permitido la identificación de un nuevo virus, la mejora del pronóstico de los pacientes con formas graves de la enfermedad y el desarrollo de vacunas extremadamente eficaces para combatir esas formas más graves y la transmisión comunitaria?
Después de casi dos años de pandemia, restricciones a la movilidad, nuevos (y mejores) hábitos higiénicos y cambios sociales significativos en todo el planeta, asistimos a una decisión política tan acientífica como contraproducente, por parte de las autoridades europeas. No es la primera decisión errónea para controlar la pandemia, pero es quizás la más absurda.
África del Sur ha
identificado la enésima variante del SARS-COVID-2 y como corresponde a un país
responsable y con conciencia de que este es un problema global, ha compartido
de forma inmediata y totalmente transparente toda la información de que dispone
con la comunidad internacional. Una variante con muchas mutaciones, aunque
ninguna de ellas nueva, y que la OMS no ha tardado en declarar como
preocupante.
Hemos olvidado cómo
mirábamos hace casi dos años hacia China, mientras se detectaban los primeros
casos en Italia y España
En este escenario
la Unión Europea, que raramente toma decisiones de este calado por unanimidad y
mucho menos de forma rápida, decide en tiempo record cerrar su territorio a los
vuelos procedentes de 6 o 7 países de África Austral, supuestamente para
reducir la entrada de casos de esta nueva variante. En ese momento ya había
información de casos confirmados en territorio europeo y asiático. Seguirán
apareciendo casos en todos los países a medida que pasen los días. En un mundo
global cualquiera puede entender que en el momento en que se encuentra una
nueva versión del virus, ya está presente en todos los continentes. Hemos
olvidado cómo mirábamos hace casi dos años hacia China, mientras se detectaban
los primeros casos en Italia y España. Hemos sabido más tarde que en aquel
momento el virus llevaba con nosotros por lo menos dos meses. ¿Se puede esperar
algo diferente de esta nueva variante? No parece muy razonable pensar que así
sea, y esto es algo que las autoridades europeas conocen. A pesar de contar con
toda esta información, se decide tomar una decisión sin base científica, para
“tranquilizar” a la población europea. Europa, la cuna de la ciencia, ha
olvidado los más básicos principios científicos.
Lo cierto es que
con esta decisión irracional, Europa y, de forma general, Occidente, finiquita
la breve era de colaboración global para ganarle el pulso a este virus. Pero
además, Occidente se queda aislado. Al cerrar fronteras con esta parte del
mundo sucede algo paradójico. Del lado del que se encierra se queda también el
miedo. A partir de ahora asistiremos a un reguero de casos de la nueva variante
que van a ir apareciendo y que harán que aumente la ansiedad, el temor y la
sensación de vulnerabilidad de su población. Para eso Europa cuenta con la
inestimable colaboración de los medios de desinformación de masas, que
necesitan alimentar el espectáculo para seguir vendiendo periódicos y ganando
clicks. No es muy difícil anticipar que después del miedo viene la reacción de
rechazo. Y de ahí al odio y la violencia hay solo un paso. Esta medida europea
es una medida enormemente populista. Dejemos de buscar ejemplos de populismo en
otras partes del globo, los tenemos en casa. Dejemos también de preguntarnos
por qué la extrema derecha continúa ganando terreno en la ilustrada Europa.
Suráfrica asiste
atónita a una reacción desproporcionada y técnicamente no justificada, después
de haber cumplido con su parte, que es mantener una más que eficaz vigilancia
epidemiológica y reportar todo lo que pueda suponer información de interés para
la comunidad científica internacional. ¿Por qué se asume que esta variante
aparece en primer lugar en África? ¿Cuál es el mensaje que esta decisión envía
a la comunidad internacional? Es muy claro; si sabes algo nuevo que pueda
afectar negativamente a tu economía, guárdatelo, no lo compartas. Hemos
inaugurado oficialmente una nueva era en la lucha contra la pandemia, que bien
podríamos llamar, la era del sálvese quien pueda.
Mientras tanto, en
este otro lado del mundo la vida continúa. El 1 de diciembre se celebra el día
mundial de la lucha contra el SIDA. Grandes avances han permitido aumentar la
cobertura de tratamiento antirretroviral en estos últimos años, reduciendo de
forma importante la mortalidad y las nuevas infecciones. El día en que Europa
prohibió los vuelos desde África Austral, en Mozambique, el país desde donde
escribo esto, se declaraban cinco casos nuevos de covid, ningún ingreso y
ningún fallecido. Ese mismo día Alemania sumaba 49.000 nuevos casos y 374
fallecidos.
Suráfrica asiste
atónita a una reacción desproporcionada y no justificada, después de haber
mantenido una más que eficaz vigilancia epidemiológica
En 2020 Mozambique
estimó en 38.000 las muertes por VIH, un número considerablemente menor que el
año previo, y a pesar de ello, un número insoportablemente elevado. África
seguirá centrada en la lucha contra las muchas pandemias que la asolan. Que nos
disculpen los europeos si no le prestamos la debida atención a esta nueva
variante, pero es que aquí estamos a otras cosas.
Como europea, me
siento decepcionada ante esta decisión de nuestra clase política. Supongo que
eso es por que aún tengo esperanzas. Me temo que en África ya no hay mucho
margen para la decepción, aquí hace tiempo que no esperan gran cosa de
nosotros.
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