martes, 21 de diciembre de 2021

INTELIGENCIA

INTELIGENCIA

JOSU AIZPURUA

           

Siempre me pregunté dónde estaba la agrupación con mayor inteligencia del Mundo. ¿Entre los cirujanos, en los ingenieros de caminos, en los electricistas? Nunca llegué conclusión alguna, pero de estos debates una cosa me quedó clara; no era entre políticos ni jueces.

Los políticos tienen su mérito en la oculta labor en sus sedes donde practican artes que los conducen a las Listas Electorales, que debieran llamarse las Tontas Electorales, que bajo un totem-sigla, cual borregos abobados votamos los electores sin poder ejercer nuestro derecho a un tachado de los que son indignos de representarnos.

Pero ¿Y los jueces? Su actividad y sus dotes son puramente memorísticas, lo que ya ha sido superado por la tecnología de la inteligencia artificial que hoy los hace totalmente innecesarios, prescindibles en su labor.

Sin embargo, estos dos segmentos sociales, políticos y jueces, son los que se imponen sobre el resto de los oficios sociales, y a mí, eso me causa sorpresa, confiaría mucho más en cirujanos o neurólogos cerebrales, para que la dirección de las cuestiones sociales fuera ejercida por ellos.

El sentido común, sería la principal virtud social para ejercer mando, pero es imposible de adjudicar a un oficio concreto y eso nos impide encontrarlo en grupos; es algo personal e intransferible, valor necesario, pero no suficiente, pues necesita de cierta especialización en “mandar” que es algo harto difícil y vocacional.

Una criba en políticos y jueces se hace necesaria para sanar la sociedad enferma en la que vivimos, y el bajo nivel de sentido común es una buena prueba.

¿Cómo justificar que en el santuario de la ley, el Congreso, se vote por los legisladores (¿) a la señal de un “jefe” que indica sí o no? ¿Eso es legislar o vasallaje?

¿Cómo justificar “JUSTICIA” cuando cada juez da versiones diferentes de una misma realidad?

Este Sistema78 tiene agujeros negros mayores que los espaciales. La preminencia de jueces y políticos sobre la única autoridad democrática (el Pueblo) es de tal magnitud que permite anular la pretensión democrática de cualquiera de las decisiones por las que transita este País.

Así, nos tragamos las sentencias de la minifalda, la manada, el Procés, las conjuntas del Emérito, que ya tiene mérito denominar Emérito a tal personaje, y los desfiles por prensa de los peperos que bajo M Punto saquearon lo que pudieron en B y en A, y en todo lo que se menea.

No creo que bajo el mando de cirujanos o ingenieros de caminos esto se hubiera producido, y menos si personas con gran sentido común integraran la cúpula del país, pero eso ya se inventó: se llama DEMOCRACIA.

Pero no la democracia orgánica del franquismo ni la democracia de derecho, la DEMOCRACIA a secas, que en cuanto la ponen apellido; la joden.

 

 

 

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