PURA FALSEDAD
JOSU AIZPURUA
Dicen que hay tres
poderes estatales, pero yo, por más que busco, solo encuentro uno; el de la
Casta que manejan los partidos con distintos ropajes; toga, ejecutivo y
gobierno.
Montesquieu,
reamente Charles de Secondat y Pesnel, sobrino y heredero del Marques de
Montesquieu, murió en 1775 y con él murieron los tres poderes, que poco a poco
han sido fagocitados por el poder económico que ostentan los miembros de
la Casta. Hoy es así y los tres poderes constitucionales son una falsa comedia
de la realidad.
Las listas cerradas ponen a la voluntad electoral un puñado de elegibles por orden y acuerdo de los partidos y la Casta. Y los elegidos nombran al ejecutivo y judicial, con lo que es ese mixto de la papeleta electoral el único poder constitucional.
Y hoy día en el
Trumpeteo internacional que busca volver al ordeno y mando dictatorial, al
Pensamiento Único y al neofascismo de facto, cobran los antiguos tres poderes
una función clave en la estrategia de acceso y defensa del poder constitucional-proCasta.
El poder que nadie eligió, la toga, se coloca en la cumbre de la
pirámide y rectifica a los teóricamente electos democráticamente, para
conservar la viciada y viciosa perspectiva facha de la convivencia social y el
Sistema. Lula es un ejemplo.
Cuando el Jefe
nombra al Director Comercial, al Financiero y al de Personal; no hay tres
poderes, sólo uno: el del Jefe. Tres funciones, pero un solo Poder.
El Covid, la
minifalda o la manada, son cuestiones en las que el togado pontifica sin
importarle la opinión pública o la de la democrática expresada por los electos,
sin más mérito que una designación a dedo del partido PPSOE. Sus “méritos” no
son los propios de su carrera, memorísticos, que hoy la inteligencia
artificial ha superado con creces y ya no se necesita el listillo que se sabe
el articulito por el que lo blanco pasa a negro sin lógica ni justicia.
No hay mayor mérito
social en el togado que en el hojalatero. Lo ensalza la dedocracia.
La necesidad de
reforma constitucional es de tal calibre, que supera a una revolución callejera
y sus efectos, si son democráticos, tendrá una enorme repercusión social y
material sobre las clases más deprimidas del Estado y dará una esperanza de
futuro al pobre ciudadano-a que se debate entre las fauces del Precariado.
Acabar con la
sobreexposición del togado como ser superior e ilustrado, es algo de necesidad
social, y dedicarlo a su función gremial exclusivamente, como el resto de
funcionarios, sin prerrogativas interpretativas que en Democracia corresponden
al Congreso o a la voluntad popular expresada en Referéndum. Las leyes tienen
muchas interpretaciones, según el cristal con que se miran.
Zapatero a tus
zapatos y togado a tus tareas, sin sorprender con el “articulito” y dejando al
Congreso que sea quien interprete lo socialmente correcto. Rectificar a
Presidentes y Lendakaris es un acto antidemocrático y profundamente facha;
Trumpeteo del bueno.
Y no nos aburran con lo de los tres poderes; que no existen
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