DIVAGACIONES DE UN 23 DE DICIEMBRE
DUNIA SANCHEZ
Silencio, él está
en silencio. La isla se desborda en la enfermedad. La isla se desborda en la
nada. Y el en silencio. En su cama agota los últimos requisitos de esta vida,
esta vida consumida por la celeridad de cada instante. El tiempo no se
detiene…tic-tac.. tic-tac. La leve luz de la tarde lo baña de malvas y azules y
el está en silencio. Se deja ir por el cansancio de su destino, un destino
sombra de un invierno calmo. Los cristales clavados en la frente muestran el
agotamiento, la sensación de la dejadez. Silencio, él está en silencio. Miramos
el mañana sin darnos cuenta de que todo en las raíces de esta tierra es un
momento temporal para ser hijos de fosas. La fuerza es huida y los ojos se desvían
donde el sol no despierta. Silencio. El está en silencio. Me cubro de un velo
donde los sentidos se hacen sordos y el quejido de la nada viene. Silencio. El
está en silencio. Y vuelo en la necedad de tanto y tanto abandono, campos de
cipreses ondeando en su murmullo. Nos iremos, donde las ciudades son jardines
de colores, donde los cantos son perpetuos, donde el descanso luce cenizas en
la oquedad de la muerte. Silencio. El está en silencio. Se va donde la
existencia no tiene cabida, donde los arroyos fluyes por los riscos de un
universo sibilino. Silencio, él está en silencio…
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