lunes, 27 de diciembre de 2021

LUCIANO, por José Rivero Vivas

 

LUCIANO

Fragmento

José Rivero Vivas

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José Rivero Vivas

ORLA DE FORZADOS –

Obra: C.05 (a.05)  Cuento –

Ilustración de la cubierta:

La calle.Friedrich, Berlín, 1914.

Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.

(ISBN: 978-84-18138-20-1) – D. L.: TF 278-2020 –

Ediciones IDEA, Islas Canarias. (Año 2020)

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José Rivero Vivas

LUCIANO

Fragmento: Págs. 223-228

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To tell the truth one doesn’t know what is on. A veces creo haber hallado el mejor camino para echar adelante; otras, cejo en mi empeño por temor al misterio de actos que desconozco. Aquí radica mi mal, en la ignorancia de las cosas de este mundo. Pero, ¿dónde aprenderlas? ¿Quién las enseña? Todo es pura reserva, que veda iniciación en el conocimiento, excepto a quien se muestra dócil y prospera. Es en parte nuestro sino, seguir como corderos el mandato del pastor, trepado en la peña, desde la cual, con ayuda de sus dogos, nos hostiga. ¡No!, grito desaforado, blandiendo mi rebelión. Un chasquido de mandíbula me revela mi impotencia y me hunde en el ronco fragor que ahoga al líder en anonimato. Entonces me acuerdo perfectamente cuando usted me decía:

 -Mira, Luciano, que la vida encierra secretos.

Son dichos que usted recordaba de su padre, Luciano también, como nosotros, de modo que la estirpe se mantiene indemne, sin detrimento ni olvido, aunque desconozco en qué lugar está la sepultura de abuelo.

In the course of years I have been able to understand something about what is cooking in earth. Lo cual significa que es un riesgo confesar su avío, al par que produce pánico comentar cuanto acaece. Por eso me maravillan esos chicos que cantan, denunciando injusticias, de la gente pudiente, sobre nuestra clase atropellada, al tiempo que nos animan con sus versos y nos consuelan con sus cantos de aliento y alabanza. Aun así, no le veo la punta a esas trovas revolucionarias. Son más nobles que las otras, esas loas luctuosas al amor frustrado, que oficialmente se difunden por radio y televisión; a mi entender, sin embargo, trastornan también el sentido y truncan la esperanza a fuer de entonarlas. Puede que alguno se llene de valor, aunque ha de ser metálico; en tal caso, no nos vale. Es posible que me equivoque y resulte injusto, no digo que no. Reconocerá que, una vez escaldado, es difícil derrochar fe en derredor. No critico las canciones con afán de rechazarlas; pero, las comento por la gracia que me causa ver cómo cambia la moda. En otro tiempo, los señoritos se reunían en salones y jardines para celebrar sus fiestas; un día salieron a la calle, en filas cerradas, a defender sus privilegios, quitando del medio al osado hambriento. Hoy, los señoritos se pelean entre ellos, porque alguno se ha pasado a nuestro bando, y, ennoblecido con su gesto, lucha por fines humanitarios. Qué diferencia con los de hace años: uniformados y pistola en mano pregonaron salvar la patria en peligro, que sucumbía bajo la pezuña de la horda desmandada. ¿Se acuerda, padre? Pegaban palos con gusto y exterminaban sin piedad. Manos grandes y callosas eran de albañil, de labriego, de minero o forjador; un tiro en la nuca, a los primeros, y se amansaban los demás. Qué odiosas criaturas han venido al mundo. Los hijos de esas personas no piensan igual; entusiasmados con su don, nos susurran al oído, incitándonos a despertar de nuestro prolongado letargo. Algunos nos insultan, tratando de picar nuestro orgullo, con objeto de envalentonarnos; en su opinión, semejamos masa indolente sin meta ni ansias de gloria. A lo mejor tienen razón. Lo malo es que cuando se ha sufrido leña y hambre, bajo castigo severo, se carece de arrojo para portarse valiente; así nos conducimos cual cabestros, sin semejanza con toros bravos. ¿Cómo presumir de coraje después de la experiencia pasada? Usted tiene que acordarse de esa guerra fratricida, provocada con propósito de enfrentar pobres contra pobres, para al fin ganar los ricos, que son siempre quienes ganan. Las cosas cambiadas, parece ser que los señoritos de viejo corte pierden terreno en su distrito; lo cierto es que, el más iluso, emancipado pregona que en determinados países, con gran sacrificio, viven mejor después de haber expulsado su plaga de implantación jerarquizante.

Anyway I am disappointed with the comments on the globalization announced. Sin duda, es grande la confusión que reina en este mundo. No hay quién explique nada; luego, nos acusan de traidores por disparar contra nuestros propios hermanos, siguiendo consigna de quien nos obliga a empuñar las armas. Terrible delito el nuestro, padre. ¿Por qué obedecer mandos y subalternos, si en realidad son nuestros enemigos? Sin embargo, a otros pobres nos enfrentamos. ¿De qué manera evitar la tragedia? Quién sabe... Somos tan insignificantes, que apenas representamos la masa informe en que se ceba el obús lanzado. Ayer nos disparaban sus cañones, hoy nos cantan; mañana, quién sabe lo que harán estos señores. Vivo decepcionado. Se lo juro. Con que nos permitieran seguir el proceso natural, fuera bastante para organizarnos y estar en paz. Nos sobran llantos y plegarias, alabanzas y lisonjas; queremos justicia, no cantatas rimbombantes que exalten finas virtudes de la gente maltratada. Lo siento. Peco de injusto con esos muchachos, que alguno habrá sufriendo cárcel y martirio, al tiempo que otros yacen criando malvas. Viva su noble intención, y que perdonen mi reproche, que no va contra ellos. En mi pecho late hondo agradecimiento hacia su quehacer. Si no lo muestro, es quizá porque estoy cansado. Esta inanición me acobarda y acrecienta mi escepticismo. Me siento atado de pies y manos, sin ganas en absoluto de moverme. Llevo mucho tiempo sin dar golpe. Mi convalecencia ha sido larga, y este temor a lastimarme los dedos no me deja trabajar todavía. Sigo sin dinero y atravieso un período de miseria, inconcebible a mis años. Increíble, padre, pero no me veo libre de esta situación, que me persigue desde el nacimiento. Pensar que a veces rechazaba el escaso alimento por mero capricho de tipo antojoso... Cuánto me acuerdo de sus palabras de entonces:

-Luciano, come y déjate de bobadas, que con hambre no hay redaños.

You were right, father, we have to eat. Como nunca he comido bien, ahora me afecta esta galbana, resultado natural de mi crónica indigencia. Lo que no acabo de entender es por qué hablo con usted, hoy precisamente. Tal vez sea que me inspira su nombre, medio borroso, que apenas alcanzo a leer sobre esa cruz de madera, indicando su osario, en este cementerio de San Andrés, de muchos desechado, por su contraste con Montparnasse o Montmartre; quizá Père Lachaise, del que me atraía el Muro de Los Federados. Por consiguiente he de reconocer, padre, que a su lado no descansan eximios personajes de la Historia, para lustre de estas humildes tapias deterioradas.

This position leads me to think about my situation, being sick, old and tied. Sin energía estoy, más desanimado que el diablo, tirando malamente, siglo arriba, que me hace trompicar a cada paso. La gripe derrumba mi entereza y poco a poco me voy desmoronando, como si alguna vez hubiera sido castillo, fortaleza o baluarte. Debe de ser que los años presionan y me acobardan. Me hundo lentamente en los restos que mañana seré, por donde intuyo me igualaré a usted y veré la diferencia que ayer, apoyado en abuelo, explicaba:

–Luciano, las cosas de los hombres no son como las del mundo.

No son, padre, de ninguna manera. Ahora lo comprendo; entonces no hacía caso de su advertencia:

-No te fíes de su enseñanza, que te engañan; mejor permanecer burro que caballo amaestrado.

Me irritaba su preferencia porque la veía ruda y grotesca; hoy la asumo perfectamente, pero es tarde. De todas formas, puedo decir que nunca he sido caballo para ningún jinete, ni tampoco burro manso de arriero; coces he dado al aire por una brizna de más que cargaran mis espaldas, aunque he lamentado luego mi esfuerzo y ardor, malgastados en un desahogo majadero y poco práctico. ¿Qué quiere? Es la forma inmediata de expresar el descontento que nos mina y nos derruye. Mi propia trayectoria propicia convicción a cuanto digo; para confirmarlo estoy yo, sombra decrépita de la ruina que he sido desde la infancia. A lo mejor era esto lo que me impedía aprender enseñanzas, que muchas veces ni siquiera ponía oído a su charla; de aquí mi necesidad de comentar lo que me quedó por exponer, mientras no lo escuchaba apenas. Pero, es extraño que me haya ocurrido ahora, cuando los años pesan sobre mi cabeza y soy tan viejo como usted era en su momento. Llevo tratando de hacerlo desde mi vuelta al pueblo, y aún no había abierto la boca para decir un hola apagado, como si me rondara una brujería que cortara mi comunicación incluso antes de establecida. Ahora, en cambio, no sé por qué... Diablo. No ceso de hablar. Qué lío... Sin embargo, no veo motivo que inspire mi alegato. Aunque... No sé... Me trae a la mente sus andanzas por fugas y barrancos en busca de agua para regar la huerta, a ver si las hortalizas medraban. ¿Qué comíamos, si no? Coles y cebollas hervidas calentaban al menos la tripa; ello nos daba la sensación de atiborrarnos con uno de esos banquetes que los ricos se regalan. Qué ironía. Tantos como fui a preparar después, estando en la rica Europa, para ganarme la vida. I set off searching more water that I could find in the Canary Islands.

Lo irónico es que apenas encontré para llenar el cuenco de la mano y refrescarme la cara. Son contradicciones del destino.

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José Rivero Vivas

LUCIANO

Fragmento: Págs. 223-228

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José Rivero Vivas

ORLA DE FORZADOS –

Obra: C.05 (a.05)  Cuento –

Ilustración de la cubierta:

La calle.Friedrich, Berlín, 1914.

Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.

(ISBN: 978-84-18138-20-1) – D. L.: TF 278-2020 –

Ediciones IDEA, Islas Canarias. (Año 2020)

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Tenerife

Islas Canarias

Diciembre de 2021

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