LUCIANO
Fragmento
José
Rivero Vivas
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José Rivero Vivas
ORLA DE FORZADOS –
Obra: C.05 (a.05) – Cuento
–
Ilustración de la cubierta:
La calle.Friedrich, Berlín,
1914.
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN: 978-84-18138-20-1)
– D. L.: TF 278-2020 –
Ediciones IDEA, Islas Canarias. (Año 2020)
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José
Rivero Vivas
LUCIANO
Fragmento: Págs. 223-228
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To tell the truth one
doesn’t know what is on. A veces creo haber hallado el mejor camino para echar adelante;
otras, cejo en mi empeño por temor al misterio de actos que desconozco. Aquí
radica mi mal, en la ignorancia de las cosas de este mundo. Pero, ¿dónde
aprenderlas? ¿Quién las enseña? Todo es pura reserva, que veda iniciación en el
conocimiento, excepto a quien se muestra dócil y prospera. Es en parte nuestro
sino, seguir como corderos el mandato del pastor, trepado en la peña, desde la
cual, con ayuda de sus dogos, nos hostiga. ¡No!, grito desaforado, blandiendo
mi rebelión. Un chasquido de mandíbula me revela mi impotencia y me hunde en el
ronco fragor que ahoga al líder en anonimato. Entonces me acuerdo perfectamente
cuando usted me decía:
-Mira, Luciano, que la vida encierra secretos.
Son dichos que
usted recordaba de su padre, Luciano también, como nosotros, de modo que la
estirpe se mantiene indemne, sin detrimento ni olvido, aunque desconozco en qué
lugar está la sepultura de abuelo.
In the course of years I
have been able to understand something about what is cooking in earth. Lo cual significa
que es un riesgo confesar su avío, al par que produce pánico comentar cuanto
acaece. Por eso me maravillan esos chicos que cantan, denunciando injusticias,
de la gente pudiente, sobre nuestra clase atropellada, al tiempo que nos animan
con sus versos y nos consuelan con sus cantos de aliento y alabanza. Aun así,
no le veo la punta a esas trovas revolucionarias. Son más nobles que las otras,
esas loas luctuosas al amor frustrado, que oficialmente se difunden por radio y
televisión; a mi entender, sin embargo, trastornan también el sentido y truncan
la esperanza a fuer de entonarlas. Puede que alguno se llene de valor, aunque
ha de ser metálico; en tal caso, no nos vale. Es posible que me equivoque y
resulte injusto, no digo que no. Reconocerá que, una vez escaldado, es difícil
derrochar fe en derredor. No critico las canciones con afán de rechazarlas;
pero, las comento por la gracia que me causa ver cómo cambia la moda. En otro
tiempo, los señoritos se reunían en salones y jardines para celebrar sus
fiestas; un día salieron a la calle, en filas cerradas, a defender sus
privilegios, quitando del medio al osado hambriento. Hoy, los señoritos se
pelean entre ellos, porque alguno se ha pasado a nuestro bando, y, ennoblecido
con su gesto, lucha por fines humanitarios. Qué diferencia con los de hace
años: uniformados y pistola en mano pregonaron salvar la patria en peligro, que
sucumbía bajo la pezuña de la horda desmandada. ¿Se acuerda, padre? Pegaban
palos con gusto y exterminaban sin piedad. Manos grandes y callosas eran de
albañil, de labriego, de minero o forjador; un tiro en la nuca, a los primeros,
y se amansaban los demás. Qué odiosas criaturas han venido al mundo. Los hijos
de esas personas no piensan igual; entusiasmados con su don, nos susurran al
oído, incitándonos a despertar de nuestro prolongado letargo. Algunos nos
insultan, tratando de picar nuestro orgullo, con objeto de envalentonarnos; en
su opinión, semejamos masa indolente sin meta ni ansias de gloria. A lo mejor
tienen razón. Lo malo es que cuando se ha sufrido leña y hambre, bajo castigo
severo, se carece de arrojo para portarse valiente; así nos conducimos cual
cabestros, sin semejanza con toros bravos. ¿Cómo presumir de coraje después de
la experiencia pasada? Usted tiene que acordarse de esa guerra fratricida,
provocada con propósito de enfrentar pobres contra pobres, para al fin ganar
los ricos, que son siempre quienes ganan. Las cosas cambiadas, parece ser que
los señoritos de viejo corte pierden terreno en su distrito; lo cierto es que,
el más iluso, emancipado pregona que en determinados países, con gran
sacrificio, viven mejor después de haber expulsado su plaga de implantación
jerarquizante.
Anyway I am disappointed
with the comments on the globalization announced. Sin duda, es grande
la confusión que reina en este mundo. No hay quién explique nada; luego, nos
acusan de traidores por disparar contra nuestros propios hermanos, siguiendo
consigna de quien nos obliga a empuñar las armas. Terrible delito el nuestro,
padre. ¿Por qué obedecer mandos y subalternos, si en realidad son nuestros
enemigos? Sin embargo, a otros pobres nos enfrentamos. ¿De qué manera evitar la
tragedia? Quién sabe... Somos tan insignificantes, que apenas representamos la
masa informe en que se ceba el obús lanzado. Ayer nos disparaban sus cañones,
hoy nos cantan; mañana, quién sabe lo que harán estos señores. Vivo
decepcionado. Se lo juro. Con que nos permitieran seguir el proceso natural,
fuera bastante para organizarnos y estar en paz. Nos sobran llantos y
plegarias, alabanzas y lisonjas; queremos justicia, no cantatas rimbombantes
que exalten finas virtudes de la gente maltratada. Lo siento. Peco de injusto
con esos muchachos, que alguno habrá sufriendo cárcel y martirio, al tiempo que
otros yacen criando malvas. Viva su noble intención, y que perdonen mi
reproche, que no va contra ellos. En mi pecho late hondo agradecimiento hacia
su quehacer. Si no lo muestro, es quizá porque estoy cansado. Esta inanición me
acobarda y acrecienta mi escepticismo. Me siento atado de pies y manos, sin
ganas en absoluto de moverme. Llevo mucho tiempo sin dar golpe. Mi
convalecencia ha sido larga, y este temor a lastimarme los dedos no me deja
trabajar todavía. Sigo sin dinero y atravieso un período de miseria,
inconcebible a mis años. Increíble, padre, pero no me veo libre de esta
situación, que me persigue desde el nacimiento. Pensar que a veces rechazaba el
escaso alimento por mero capricho de tipo antojoso... Cuánto me acuerdo de sus
palabras de entonces:
-Luciano, come y
déjate de bobadas, que con hambre no hay redaños.
You were right, father,
we have to eat. Como nunca he comido bien, ahora me afecta esta galbana,
resultado natural de mi crónica indigencia. Lo que no acabo de entender es por
qué hablo con usted, hoy precisamente. Tal vez sea que me inspira su nombre,
medio borroso, que apenas alcanzo a leer sobre esa cruz de madera, indicando su
osario, en este cementerio de San Andrés, de muchos desechado, por su contraste
con Montparnasse o Montmartre; quizá Père Lachaise, del que me atraía el Muro
de Los Federados. Por consiguiente he de reconocer, padre, que a su lado no
descansan eximios personajes de la Historia, para lustre de estas humildes
tapias deterioradas.
This position leads me
to think about my situation, being sick, old and tied. Sin energía estoy,
más desanimado que el diablo, tirando malamente, siglo arriba, que me hace
trompicar a cada paso. La gripe derrumba mi entereza y poco a poco me voy
desmoronando, como si alguna vez hubiera sido castillo, fortaleza o baluarte.
Debe de ser que los años presionan y me acobardan. Me hundo lentamente en los
restos que mañana seré, por donde intuyo me igualaré a usted y veré la
diferencia que ayer, apoyado en abuelo, explicaba:
–Luciano, las cosas
de los hombres no son como las del mundo.
No son, padre, de
ninguna manera. Ahora lo comprendo; entonces no hacía caso de su advertencia:
-No te fíes de su
enseñanza, que te engañan; mejor permanecer burro que caballo amaestrado.
Me irritaba su
preferencia porque la veía ruda y grotesca; hoy la asumo perfectamente, pero es
tarde. De todas formas, puedo decir que nunca he sido caballo para ningún
jinete, ni tampoco burro manso de arriero; coces he dado al aire por una brizna
de más que cargaran mis espaldas, aunque he lamentado luego mi esfuerzo y
ardor, malgastados en un desahogo majadero y poco práctico. ¿Qué quiere? Es la
forma inmediata de expresar el descontento que nos mina y nos derruye. Mi
propia trayectoria propicia convicción a cuanto digo; para confirmarlo estoy
yo, sombra decrépita de la ruina que he sido desde la infancia. A lo mejor era
esto lo que me impedía aprender enseñanzas, que muchas veces ni siquiera ponía
oído a su charla; de aquí mi necesidad de comentar lo que me quedó por exponer,
mientras no lo escuchaba apenas. Pero, es extraño que me haya ocurrido ahora,
cuando los años pesan sobre mi cabeza y soy tan viejo como usted era en su
momento. Llevo tratando de hacerlo desde mi vuelta al pueblo, y aún no había
abierto la boca para decir un hola apagado, como si me rondara una brujería que
cortara mi comunicación incluso antes de establecida. Ahora, en cambio, no sé
por qué... Diablo. No ceso de hablar. Qué lío... Sin embargo, no veo motivo que
inspire mi alegato. Aunque... No sé... Me trae a la mente sus andanzas por
fugas y barrancos en busca de agua para regar la huerta, a ver si las
hortalizas medraban. ¿Qué comíamos, si no? Coles y cebollas hervidas calentaban
al menos la tripa; ello nos daba la sensación de atiborrarnos con uno de esos banquetes
que los ricos se regalan. Qué ironía. Tantos como fui a preparar después,
estando en la rica Europa, para ganarme la vida. I set off searching more
water that I could find in the Canary Islands.
Lo irónico es que
apenas encontré para llenar el cuenco de la mano y refrescarme la cara. Son
contradicciones del destino.
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José Rivero Vivas
LUCIANO
Fragmento: Págs. 223-228
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José Rivero Vivas
ORLA DE FORZADOS –
Obra: C.05
(a.05)
– Cuento –
Ilustración
de la cubierta:
La calle.Friedrich, Berlín,
1914.
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
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978-84-18138-20-1) – D. L.: TF 278-2020 –
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Diciembre
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