UN PIJO DISFRAZADO DE ALBAÑIL
"Diputado,
pague la casa. Ya no le quedan excusas para intentar birlarle la pasta a los
constructores de su chaletazo en pleno centro de Madrid. Mucho criticar las
casas ajenas, pero al menos el coletas se lo pagaba él".
El portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros | EFE
ANTONIO MAESTRE
Diputado, pague la casa. Ya no le quedan excusas para intentar birlarle la pasta a los constructores de su chaletazo en pleno centro de Madrid. Mucho criticar las casas ajenas, pero al menos el coletas se lo pagaba él. Ya no puede eludirlo, el Tribunal Supremo ha sentenciado en última instancia que el 'simpa' que el próximo Marqués de Valtierra quería perpetrar no va a poder producirse. La condena, por lo civil pero condena, es la perfecta muestra del comportamiento de una casta privilegiada que ha querido actuar con las cartas marcadas también en democracia poniendo en práctica lo aprendido en casa desde que sus antepasados hicieron méritos haciendo trampas.
Iván Espinosa de
los Monteros es la máxima expresión de VOX. El pijo con castellanos que emula
la estética obrera haciéndose fotos con casco de albañil mientras actúa de
capataz y debe todo su patrimonio a la herencia y posición de su familia, que
hizo fortuna durante el franquismo por la cercanía y participación de algunos
de sus miembros en el genocidio fascista. Un tipo con nombres compuestos que
habla bien gracias a la educación carísima que los privilegios de su familia le
ha pagado en colegios y universidades en el extranjero. Puro VOX.
Los Espinosa de los
Monteros defienden la obra de la dictadura y de su familia porque sin esos
cimientos no hubieran levantado su casa, aún mejor sin pagar. Muchos de su
estirpe fueron afines al régimen, desde Álvaro Espinosa de los Monteros,
capitán de navío y traductor de Franco, al que el dictador despreciaba llamando
'El enterado', hasta el hermano de su bisabuelo, quizás el más famoso y el más
tétrico de toda la prole. Eugenio Espinosa de los Monteros y Bermejillo era el
general encargado de liderar la Columna de Orden que entró en Madrid tras la
victoria fascista el 1 de abril de 1939. El órgano tenía como objetivo
fundamental crear un estado de represión y miedo mediante la limpia exhaustiva
de todos los republicanos que quedaran en Madrid tras la caída del gobierno
democrático. Una de las órdenes dadas por el general Espinosa de los Monteros
fue publicada en el ABC el 2 de abril de 1939 y tenía como objetivo obligar a
todos aquellos que hubieran tenido algún tipo de colaboración con los
republicanos a presentarse voluntariamente en alguno de los campos de
concentración temporales que se instalaron por todo Madrid.
La labor represora
de la Columna de Orden del general Espinosa de los Monteros colaboró de manera
muy estrecha con el Servicio de Información y Policía Militar (SIPM), hasta
hacerse uña y carne. Ambas organizaciones se encargaban de realizar unos
informes de conducta que eran toda la base necesaria para que los tribunales
sumarísimos condenaran a muerte a cualquier demócrata madrileño. Uno de esos
casos, al que conviene poner nombre, es el de Aniceto González Siguero,
condenado a muerte porque un policía declaró que le veía mucho por la checa del
cine Europa sin que hubiera más pruebas que varios delaciones cruzadas que le
situaban por la zona.
Las artes para la
represión de Espinosa de los Monteros y Bermejillo fueron premiadas con varios
cargos en consejos de administración de las empresas del régimen. Unas dádivas
que sirvieron a toda su familia para ser uno de los apellidos reconocibles
también cuando el genocida falleció y mantener una posición de preeminencia
social ganada a sangre y fuego. El padre del actual diputado, Carlos Espinosa
de los Monteros, fue nombrado en el año 1976 para un puesto de responsabilidad
en el INI que le sirvió también para que Felipe González le nombrara presidente
de Iberia -porque los Espinosa de los Monteros no le hacen asco al dinero
aunque llegue del PSOE- y así poder medrar en diferentes consejos de
administración para fraguarle al actual diputado de VOX la posición que se cree
merecer por esfuerzo propio.
Ese es el mérito y
el aprendizaje familiar del condenado por el Tribunal Supremo a pagar lo que
tendría que haber pagado sin denuncia mediante. Los crímenes de lesa humanidad
de sus familiares es difícil que se paguen, pero al menos le toca pagarse la
casa, que es lo que hace la clase obrera a la que intenta copiar disfrazándose,
una clase que sí vive de su esfuerzo y no del ajeno.
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