LA MAYOR DE LAS MENTIRAS DE NUESTRO TIEMPO
JUAN TORRES LÓPEZ
25
de enero de 2019, Suiza, Davos: Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo
Monetario Internacional (FMI), habla durante la Reunión Anual 2019 del Foro
Económico Mundial.- Manuel López / Foro Económico Mundial
El pasado día 7, el Banco Internacional de Pagos publicó los últimos datos disponibles sobre las transacciones financieras registradas en los 27 países o zonas de mayor volumen de todo el mundo, lo que equivale a decir en la práctica totalidad del planeta.
Aunque las cifras no se presentan acumuladas se pueden sumar con relativa facilidad las correspondientes a cada uno de los diferentes conceptos para obtener el total: 14.937 billones de dólares (billones españoles, es decir, millones de millones).
De esa cantidad, el
26% corresponde a las transacciones registradas en Estados Unidos, el 13% al
Reino Unido y el 12% a China. Las de estos tres países suman, por tanto, el 51%
del total. Las realizadas en España, 74 billones de dólares (0,5% del total)
La cuantía reseñada
por el BIP es ya impresionante, pero hay que tener presente que no están
incluidas todas las transacciones que se llevan a cabo en los mercados
financieros. Falta, por ejemplo, las correspondientes a las 9.549 millones de
operaciones que, según sus propios datos, llevan realizadas en lo que va de año
en la OCC (Options Clearing Corporation), una organización de compensación de
derivados de acciones.
En cualquier caso,
esos 14.937 billones de dólares son ya una cifra suficientemente grande como
para sacar algunas conclusiones.
La primera es que
la economía mundial está total e innecesariamente financiarizada. Según el
Banco Mundial, el PIB conjunto de todos los países del mundo fue de 84,6
billones de euros, es decir, 176 veces menor que el volumen de transacciones
financieras. Lo cual sencillamente significa que estas últimas no se realizan
como un servicio de la actividad productiva, como debiera ser, sino como un fin
en sí mismas. Es la muestra evidente de que la economía de nuestro tiempo
dilapida una cantidad ingente de recursos en un verdadero casino que absorbe
los que necesita la actividad productiva, provocando al mismo tiempo burbujas y
crisis financieras que la desestabilizan continuamente.
En segundo lugar, y
esto es lo verdaderamente importante, resulta que una minúscula tasa sobre
todas esas transacciones sería suficiente para financiar los gastos que serían
necesarios realizar para cubrir sobradamente las necesidades de todos los seres
humanos sin excepción.
Como es bien
sabido, en todos los países del mundo se fijan impuestos con tipos que pueden
superar, como ocurre en los personales sobre la renta, el 30-40 por ciento de
la cantidad sometida a gravamen. Sin embargo, basta una sencillísima operación
para comprobar lo que se podría conseguir con una tasa sobre la totalidad de
esas transacciones financieras. Según las estimaciones del Fondo Monetario
Internacional, los gastos de todos los gobiernos del mundo suman 35,6 billones
de euros en 2020, de modo que sería suficiente una tasa del 0,24%, es decir, de
24 céntimos por cada 100 dólares de transacción financiera, para sufragar la
totalidad de ese gasto sin necesidad de ningún otro impuesto o cualquier otra
financiación adicional.
La maraña de
impuestos, tasas, multas y demás fuentes de ingresos que hoy día se utiliza
para obtener los 25,2 billones de dólares que, según la misma fuente, obtienen
los gobiernos, se podría generar con una tasa de 17 céntimos por cada 100
dólares de transacciones financieras.
Hasta el momento,
se calcula que todos los gobiernos del mundo han gastado unos 17 billones de
dólares para hacer frente a la pandemia, lo que se podría haber sufragado con
una tasa de 11 céntimos por cada 100 dólares de transacciones financieras y,
por tanto, sin ningún impuesto adicional y sin haber generado deuda alguna.
Según la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (UNCTAD),
para conseguir los Objetivos del Milenio, destinados a cubrir las necesidades
básicas de la población mundial, se necesitarían entre cinco y siete billones
de dólares anuales hasta 2030. Si tomamos la cantidad más grande, resulta que
se podría conseguir con una ínfima tasa del 0,04%, es decir, de 4 céntimos por
cada 100 dólares de transacción financiera.
Un informe de
Naciones Unidas estimó en 2015 que serían necesarios 267.000 millones de
dólares anuales hasta 2030 para acabar con el hambre que provoca diariamente la
muerte de más de 25.000 personas. Si redondeamos hasta 300.000 millones, se
podrían financiar con una tasa del 0,002 por ciento, como he dicho, sin
necesidad de más impuestos y sin deuda. ¿No es un auténtico crimen contra la
humanidad permitir tantas muertes cuando el dinero necesario para evitarlas lo
tenemos a nuestra disposición?
Es evidente que una
tasa de esta naturaleza necesita grandes acuerdos y nuevas tecnologías para
ponerse en marcha, pero ¿de verdad que son más complicados o inalcanzables que
muchas otras de las medidas que toman los gobiernos de los países más avanzados
o las empresas más punteras del mundo?
No estoy hablando
ahora (aunque deberíamos hacerlo) de acabar con las más peligrosos e
innecesarias de las operaciones financieras y ni si quiera de penalizarlas:
¿quién en su sano juicio y con honestidad puede pensar que se frenarían por
soportar tasas de esa ínfima cantidad? Y tampoco vale el estúpido argumento de
que el coste de esa tasa sería trasladado a los demás sujetos económicos por
quienes las llevan a cabo. Son tan pequeñas que incluso así compensaría
aplicarlas. Y, por el contrario, lo que está meridianamente claro es que, con
esa tasa minúscula, se aliviarían extraordinariamente los costes de las
empresas y hogares, pues dejarían de soportar la carga de impuestos directos e
indirectos, entre cien o doscientas veces más cuantiosa, que hoy día han de
pagar.
De hecho, ni
siquiera sería necesario gravar la totalidad de las transacciones financieras.
Su volumen es tan extraordinario que bastaría con hacerlo sobre una parte de
ellas para obtener recursos ingentes con tasas igualmente de insignificantes.
Sé perfectamente
que he expuesto la idea de esta tasa en bruto y que estas cifras son a título
de ejemplo, pero lo hago para mostrar que la economía y la política de nuestra
época se basan en una gran mentira. ¿Cómo se puede decir constantemente que no
hay dinero en el mundo para financiar la alimentación, la salud, la educación,
la vivienda, los cuidados, las pensiones, las infraestructuras, la seguridad...
que necesitamos todos los seres humanos del planeta, cuando se podría obtener
todo lo necesario para ello por un procedimiento tan directo y efectivo?
Al menos seamos
sinceros y honestos: no hay escasez de dinero, hay miseria de voluntades y un
egoísmo atroz por parte de quienes manejan los resortes del poder en el
planeta. Los datos que acabo de presentar muestran que vivimos en un sistema
que crea la penuria artificialmente. Y lo hace así porque solo se puede tener
dominada a la inmensa mayoría de la población si se la mantiene bajo la
esclavitud de la ignorancia, la insatisfacción y la deuda.
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