A contracorriente
VÉRTIGO INFORMATIVO
Enrique
Arias Vega
Se me queja un amigo de que le hago
el envío sólo una vez al mes de los artículos que escribo, con objeto de no
agobiarle con una mayor frecuencia de mis escritos:
—Es que llegan ya envejecidos
—arguye—, al referirse a acontecimientos que ya han pasado y de los que ya he
oído hablar.
Le explico que esto no es lo
importante, sino el carácter trascendente de esos hechos y su análisis
interpretativo de cara al futuro, cosa que intento hacer con mis artículos.
Pero tiene razón. Es tal el vértigo
informativo, que los sucesos y episodios que ocurren cada día son
inmediatamente sustituidos por otros que hacen olvidar los primeros, en una
ceremonia de futilidad o intrascendencia de todo lo que ocupa nuestras vidas.
Tres ejemplos mínimos de carácter
político. Pedro Sánchez ha dicho
tantas cosas seguidas y tan contradictorias que ya no sabemos a cuál quedarnos
ni cuál de ellas es la vigente. Quien pretenda analizar lo que propuso
cualquier día realiza un trabajo inútil porque nuestro hombre está tratando ya
de otra cosa.
Otro, más coherente que él, al parecer, pero
no menos contradictorio es Pablo
Iglesias. Ha conseguido enterrar sus discursos de no ha mucho contra el
sistema, la Constitución y la democracia y se constituye ahora en el mayor
garante de las mismas.
¿Y qué
decir de Albert Ribera, que ha
pasado de socialdemócrata a liberal y de liberal a la nada en un plis plas? El
hombre que aspiraba a la Presidencia de España se conforma ahora con aspirar al
subsidio del paro.
Pero estas cosas no suceden sólo con
la política, sino con las costumbres, la moda de vestir, de divertirse, con el
uso de la tecnología, la forma de comer, los valores sociales, los hashtags y
las series de televisión.
En esta imposición totalizadora de lo
efímero, si alguien fuese a un monasterio un mes, permaneciese en coma en un
hospital o simplemente se desconectase durante un período escaso de la
información, al volver a la vida cotidiana no sería capaz de entenderla por su
mudable variabilidad.
Así se explica que no tengamos
valores de referencia, que creamos al primer gilipollas que quiera comernos el
coco, y que evitemos enterarnos de nada, ya que lo que es vigente hoy será
simple historia (real o manipulada) mañana por la mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario