CARA DE IDIOTAS
DAVID BOLLERO
PSOE y Unidas
Podemos (UP) han pactado un gobierno de coalición. Vaya por delante que se
trata de una buena noticia. Sin embargo, eso no quita para que se nos haya
quedado cara de idiotas. La pregunta que todo el mundo se hace es la misma:
¿hacía falta convertir a Vox en la tercera fuerza política del país para
pactar?
En menos de un día
Pedro Sánchez y Pablos Iglesias han alcanzado un acuerdo para conformar un
gobierno de coalición. Las líneas rojas que ninguno quiso diluir en más de seis
meses lo hacen ahora en menos de 24 horas… ni siquiera 48 horas, como indican
algunos, pues los contactos tras las elecciones fueron posteriores. De hecho,
inmediatamente después del escrutinio, Sánchez continuaba descartando un gobierno
de coalición.
Por mucho que José
Luis Ábalos se soliviante, incapaz de admitir el error garrafal del PSOE al
haber convocado nuevas elecciones, ha sido este error y el nuevo escenario
creado el que ha propiciado que el pacto fuera inevitable. ¿Qué ha conseguido
Sánchez con unas nuevas elecciones? El ascenso de la extrema-derecha, la
remontada del PP, el auge de los independentismos en el Congreso, la pérdida de
la mayoría en el Senado, 10 escaños menos entre PSOE y UP…
Una nueva coyuntura
que era perfectamente prescindible y que nos podíamos haber ahorrado. Esa es la
«necesidad histórica» de la que hablan y que, desafortunadamente, tiene
múltiples condicionantes, tantos como apoyos necesarios para alcanzar esa
mayoría simple en segunda votación. Precisamente por ello no hay que lanzar
todavía las campanas al vuelo, aunque la prontitud del acuerdo trae buenos
augurios.
La otra cuestión es
cuánto durará esta legislatura. El mensaje, como no podía ser de otro modo, es
que la intención es aguantar cuatro años. Nadie sería tan osado de presentarnos
el acuerdo avanzando que será para un par de años, pero a nadie se escapa que
tareas como la aprobación de unos presupuestos será harto complicada. Son
tantos los apoyos puntuales que precisará el nuevo gobierno para aprobar cada
una de sus medidas que se avecina una auténtica travesía por el desierto, sólo
a la altura de grandes estadistas… algo que, hasta que se demuestre lo
contrario, no parecen ni Sánchez ni Iglesias.
A pesar de todos
los factores en contra, a pesar de la cara de idiotas que todo el mundo puso al
conocer la noticia, el pacto es una muy buena noticia. La alternativa sólo
supone un retroceso, porque no habría otra que terceras elecciones. Aunque
ahora Pablo Casado ande haciendo pucheros porque Sánchez no le ha devuelto la
llamada, fue él quien abortó esa posibilidad al avanzar, antes de escuchar al
socialista, que con él no iban ni a la vuelta de la esquina. Y, por mucho que
haya subido Vox y haya remontado PP, la suma de las derechas aún tiene más complicado
formar gobierno. En realidad, es imposible, porque España, a pesar de ese
ascenso del fascismo, ha dicho que no quiere ser gobernada por la derecha. Sus
números no dan, aunque parezca que sus líderes no sepan sumar.
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