ANTE LA "TRANSFORMACION" DE "LA PIEDRA DEL
CAMINO.,
RELATO DE VÍCTOR RAMÍREZ
POR EUGENIO PADORNO
La primera versión
impresa de "La piedra del camino" responde al formato de folleto: 48
páginas. El texto que la misma Editorial Benchomo, con idéntico título, ha
publicado excede de las 100 páginas.
Quiere decir esto que entre una y otra
entrega Víctor Ramírez volvió, insatisfecho, a su obra e hizo del protorrelato
una novela corta.
Se conserva la
mismidad, pero la transformación fue profunda: como la que media entre el
gusano y la mariposa. La línea recta fue sustituida por la espiral; lo
explícito por lo sugerido; lo plano por lo hondo.
El estudio pormenorizado de una y otra
edición, motivo excelente para un trabajo de tesina, mostraría la evolución del
saber expositivo adquirido por Víctor Ramírez en esos quince años de feraz
aprendizaje, durante los cuales el autor ha venido condicionando, con sus temas
y originalísimas fórmulas expresivas, el desarrollo de la más joven narrativa escrita
en Canarias.
Las líneas que siguen son el resultado
de la ordenación de unas notas de lectura del texto reconstruido o recompuesto,
y, consiguientemente, en ellas se ha orillado la interesante labor de cotejo a
que aludí arriba.
ESTRUCTURA Y
TECNICAS NARRATIVAS.
Tres secciones
componen esta novela corta: a un "Epílogo para empezar" sigue un
secuencia de diez breves capítulos y, finalmente, un "Prólogo para
terminar".
En el "Epílogo para empezar"
alguien confiesa, en primera persona, y a un "usted", la razón de su
angustia: al día siguiente será enjuiciado a propósito de algo más que un
incidente de circulación ocurrido seis meses antes; se le acusa de maniobra
intencionada con su automóvil, y de insulto y desacato a la autoridad, con
escándalo público.
En los diez
capítulos se narra el incidente mismo originado por un malentendido y sus
consecuencias inmediatas; aquí se conjugan dos planos: el del que llamaré
"narrador particular", aquel "alguien" que seguirá
refiriendo su experiencia personal del suceso, y el del que llamaré
"narrador transcriptivo", que -lo aclararé enseguida- irá
proporcionando los aspectos descriptivos de la historia.
Para este "narrador
transcriptivo", aquel protagonista "alguien" es siempre "el
hombre joven"; será en uno de esos capítulos donde sabremos que el
"usted" -es decir, el receptor y transcriptor de la historia- se
llama "Víctor" y, de no ser casualidad, sospechamos que se apellidará
Ramírez, y que se trata, por tanto, del autor mismo.
Es imposible, dicho esto, no evocar
aquí la técnica del autor de LAZARILLO DE TORMES, la problematización
unamuniana de ficción y realidad y también -¿por qué no?- el absurdo y
determinismo de Kafka, sin que estas no probadas reminiscencias mermen, por
supuesto, la originalidad del prosista canario.
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