A contracorriente
PERIODISMO Y TRANSICIÓN POLÍTICA
Enrique
Arias Vega
La mayoría de los periodistas bajo el
franquismo no sirvieron ya para el oficio de informar a la llegada de la
libertad política. Una de las escasas excepciones fue Wifredo Espina, aún en ejercicio a sus 89 años, aunque a casi nadie
le suene su nombre. Pero lo mismo pasa con personajes ya desaparecidos de
aquéllas décadas, desde González Ruano
a Emilio Romero y, si me apuran,
hasta el propio Adolfo Suárez resulta
un auténtico desconocido para las nuevas generaciones.
Pero hablaba de Wifredo Espina, cuyas
memorias nos sirven para descubrir cómo en los últimos tiempos de Franco se escribía entre líneas (y se
leía entre líneas, también) para anchar así el inevitable camino de la libertad
que había de venir.
Su autobiografía permite no sólo
revivir la cotidianidad de los periódicos antes, durante y después de la
Transición Política, sino que nos ofrece también el trasfondo de una Cataluña que
ni de lejos esperaba experimentar la pulsión independentista de ahora, así como
las primeras maniobras de las personas que manipulaban ya la nueva libertad
conseguida, con un papel muy destacado en ello de Jordi Pujol.
En el fondo, los recuerdos en forma
de libro que ofrece Wifredo Espina demuestran que la libertad de expresión y de
información tienen muchos menos amigos que los que presumen de serlo.
Lástima que la buena educación y la
exquisita corrección del memorialista se queden muchas veces en la
superficialidad de las historias, sin llegar a diseccionarlas. También, todo
hay que decirlo, habla casi siempre del periodismo barcelonés de entonces. Eso,
y el que la única edición sea en catalán (“Quan
volien silenciar-me”), reduce el ámbito de difusión de un texto que sin
embargo ayuda a comprender una época cambiante y sus secuelas actuales.
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