PRESIÓN Y DINERO, EL NEGOCIO REDONDO DE LA MIGRACIÓN PARA MARRUECOS
DAVID BOLLERO
La alerta
terrorista en Tinduf (Argelia) lanzada por el Ministerio de Asuntos Exteriores
español apesta. Tinduf es el aeropuerto de referencia para quien vuele a los
campamentos de refugiados saharauis, donde quienes fueron un día ciudadan@s
español@s llevan más de cuatro décadas abandonad@s en el desierto por España,
con su monarquía a la cabeza. ¿Cómo es posible que ni Argelia ni el Frente
Polisario ni la ONU con sus soldados desplegados por toda la zona tengan
constancia de esa alerta terrorista?
El hecho de que
ésta se lance, precisamente, un día después de la visita del ministro Asuntos
Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita; que estemos a las puertas de que
decenas de cooperantes, activistas y familiares viajen a los campamentos de
refugiados sahararuis y que éstos sean el escenario de la celebración del XV
Congreso del Frente Polisario (el primero con Brahim Gali al frente, tras la
muerte del líder histórico Mohamed Abdelaziz) del 19 a 21 de diciembre todavía
hace la alerta más sospechosa.
Todo indica a
Marruecos y un nuevo intento por estrangular aún más al pueblo saharaui, toda
vez que ya ha ampliado el expolio de la tierra ocupada ilegalmente para también
convertirla en la nueva huerta de Europa. Sobre este hecho, no me extenderá
más, porque las señales son cristalinas y ya existen numerosas publicaciones al
respecto.
Sí lo haré en
cambio con los instrumentos de presión que utiliza Marruecos: los flujos
migratorios de personas que huyen de las guerras, los expolios y el hambre que
Europa, China y EEUU provocan en sus países de origen. Cada vez que Marruecos
no ve satisfechas sus demandas, ya tengan que ver con el Sahara o con los
acuerdos de pesca con la UE, que violan el Derecho Internacional al incluir
caladeros que pertenecen legítimamente al pueblo saharaui, abre sus puertas
para nuevas oleadas de migrantes, bien con pateras o saltando las vallas de Ceuta
y Melilla.
Mohamed VI es tan
astuto como mezquino: ¿se imaginan nuevas avalanchas de migrantes llegando a
España con un gobierno en funciones en plenas negocaciones para conformar esa
coalición progresista? Eso es algo que no pueden permitir en La Moncloa y, así,
no dudan en lanzar alertas sobre las que otros agentes implicados en la zona no
tienen conocimiento alguno.
Este artículo no
sólo quiere llamar la atención sobre cómo Marruecos utiliza la migración como
medida de presión, sino también como una importante fuente de financiación. Si
se revisan las cifras, desde 2001 la Unión Europea ha aportado a Marruecos,
sólo en proyectos relacionados con la seguridad fronteriza, alrededor de 215
millones de euros. En la primera década (2001-2010) se gastaron 68,6 millones
de euros y, desde entonces más de 140 millones de euros se han desviado hacia
las arcas de Mohamed VI para proyectos que están actualmente en curso.
Buena parte de
estos fondos se inyectan como ayuda al desarrollo, aunque es el ministerio del
Interior marroquí el receptor. Y aquí encontramos otra anomalía –por ser
diplomático en el lenguaje- por el artículo 208 del Tratado de Funcionamiento
de la UE establece que «la política de cooperación al desarrollo de la Unión
tendrá como objetivo principal la reducción y, a largo plazo, la erradicación
de la pobreza». Nada se indica acerca del control fronterizo, que es el fin que
está encontrando esta línea de financiación.
Marruecos ha
convertido el control de la migración de personas en un negocio y, mientras,
tanto España como la UE miran para otro lado, sin ni siquiera admitir que están
contribuyendo a que las fuerzas de seguridad marroquíes violen los Derechos
Humanos de estas personas en la frontera. Tan sólo importa que la brecha se
cierre, cueste lo que cueste, ya sea en términos económicos o humanitarios.
En la actualidad,
Marruecos cuenta con dos satélites militares, vallas en su frontera con
Argelia, un muro minado en el Sáhara Occidental 60 veces más largo que el de
Berlín y sólo en ese punto, en el que ha dividido a familias enteras del pueblo
saharaui, alrededor de 150.000 soldados. ¿Necesita más de 200 millones para su
control fronterizo?
Desde Europa ni
siquiera se plantean si no sería más lógico que, en lugar de soltar chorros de
dinero a Marruecos para impedir que las personas migrantes crucen el
Mediterráneo, se destinaran a la recepción e integración de personas migrantes,
refugiadas y solicitantes de asilo en Europa. Estaría mejor gastado, sin duda.
Mientras la UE se asegura que parte de este dinero Marruecos lo destina a
proyectos de integración, así como a la asistencia a los migrantes que son más
vulnerables, sobre todo mujeres y menores, ¿quién ha visto el resultado de
alguno de estos programas? ¿Cuántos testimonios existen de, por ejemplo,
migrantes senegales que se hayan beneficiado de estos programas en Marruecos?
Parte del problema
reside en que en Europa (con España a la cabeza como país fronterizo), no
existen sistemas eficaces de seguimiento, informes y evaluación de todos estos
fondos que se desembolsan. Un reciente informe de Statewatch denuncia cómo la
Comisión Europea se niega sistemáticamente a compartir documentos que informen
y evalúen las acciones de la seguridad fronteriza marroquí financiadas por la
UE. No se cuenta, pues, con un escrutinio exhaustivo de estas acciones, lo que
imposibilita un debate limpio y justo. Sólo importa convertir a Marruecos en
tapón. Mohamed VI lo sabe, lo utiliza y, de paso, se llena los bolsillos de la
chilaba.
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