JM AIZPURUA
Era un 20 de mayo
de 1974 cuando en Hondarribia desembarcaban de noche los refugiados vascos Xabi
Mendez de 21 años y esperando ser padre y Jose Luis Mondragon de Arrasate con 27 años. Al tocar
la costa la policía los ametralló pues los estaban esperando.
Al parecer, el Sr. Arrondo
(cocoliso), infiltrado en ETA los había enredado en una acción que en
colaboración con las fuerzas de lucha antiterrorista habían diseñado para capturarlos.
Por esta acción dicen que recibió cocoliso un millón de pesetas.
No es nuevo el uso
de inducción a la violencia por parte de servicios parapoliciales, fuerzas
obscuras que manejan dineros opacos y que tan nocivos resultan para la paz
ciudadana. Los que más gritan, los que más tiran piedras, suelen ser
infiltrados que “marcan” y contagian a los más exaltados manifestantes. En mi
libro “Ilusiones Truncadas” cuento la anécdota del policía de servicio que hizo
tan bien su papel de infiltrado en la Asamblea HB de un barrio; que fue elegido
para candidato a Concejal de Bilbao.
Viendo los
reportajes de los comandos de Torra y su nivel, me vinieron estos hechos del
pasado a mi memoria. Lo que yo vi en la TV no tiene nada que ver con la
práctica de comandos ni organizaciones terroristas. La limpieza de los
“laboratorios”, el orden del técnico en explosivos y su meticulosidad era la
antítesis de lo mostrado que era pura chapucería. Los que son capaces de hacer
un Barsa, no son tan patosos para organizar una guerrilla de ese nivel
tercermundista. Hoy día, el armamento de primera línea se obtiene sin problemas
y hay supermercado de artefactos, pipas y otros enseres.
Donde está
Puigdemont, es un paraíso de revolucionarios y de contras, donde hay
mercenarios dispuestos a vender cualquier cosa e incluso participar en
aventuras revolucionarias de todo tipo y razón.
Sería conveniente
que no siguiesen haciendo el ridículo mediático en Cataluña.
Los diseñadores de
esta política catalana están un poco mayores y anclados en la desaparecida ETA,
cuando ya la ATA está en lontananza.
No hay otra
posibilidad que aceptar la realidad y sentados en mesas de dialogo tratar de
encontrar fórmulas de convivencia, pues tratar de destruir al contrario es
antidemocrático e imposible. Y quitar los ideales de la gente es algo necio,
impropio, como la paciente espera de los militantes de ETA que pasan su vida
entera en la cárcel cuando con una abjuración saldrían a la calle. Cumplen y
salen con sus mismos ideales.
El miedo y la
represión no soluciona nada pues hay mucha gente que está dispuesta a morir por
sus ideales y el forzar la situación puede llevarlos a estar también dispuestos
a matar por ellos. Es lo que quiere esa gentuza que actúa por detrás para
impedir que los temas nacionales, de clase o republicanos pasen a debate
público y sus posiciones se resientan haciendo resentirse sus beneficios y
mamandurrias.
Como no pueden
convencer intentan a como sea: vencer.
No caigamos en el
error de la violencia, donde nos esperan perfectamente pertrechados, vayamos a
la confrontación ideológica donde sus argumentos son mentiras estructuradas
para mantener su poder económico sobre las espaldas de los desposeídos.
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