lunes, 11 de noviembre de 2019

SIMIL


SIMIL
JM AIZPURUA
Era un 20 de mayo de 1974 cuando en Hondarribia desembarcaban de noche los refugiados vascos Xabi Mendez de 21 años y esperando ser padre y Jose Luis  Mondragon de Arrasate con 27 años. Al tocar la costa la policía los ametralló pues los estaban esperando.
Al parecer, el Sr. Arrondo (cocoliso), infiltrado en ETA los había enredado en una acción que en colaboración con las fuerzas de lucha antiterrorista habían diseñado para capturarlos. Por esta acción dicen que recibió cocoliso un millón de pesetas.
No es nuevo el uso de inducción a la violencia por parte de servicios parapoliciales, fuerzas obscuras que manejan dineros opacos y que tan nocivos resultan para la paz ciudadana. Los que más gritan, los que más tiran piedras, suelen ser infiltrados que “marcan” y contagian a los más exaltados manifestantes. En mi libro “Ilusiones Truncadas” cuento la anécdota del policía de servicio que hizo tan bien su papel de infiltrado en la Asamblea HB de un barrio; que fue elegido para candidato a Concejal de Bilbao.

Viendo los reportajes de los comandos de Torra y su nivel, me vinieron estos hechos del pasado a mi memoria. Lo que yo vi en la TV no tiene nada que ver con la práctica de comandos ni organizaciones terroristas. La limpieza de los “laboratorios”, el orden del técnico en explosivos y su meticulosidad era la antítesis de lo mostrado que era pura chapucería. Los que son capaces de hacer un Barsa, no son tan patosos para organizar una guerrilla de ese nivel tercermundista. Hoy día, el armamento de primera línea se obtiene sin problemas y hay supermercado de artefactos, pipas y otros enseres.
Donde está Puigdemont, es un paraíso de revolucionarios y de contras, donde hay mercenarios dispuestos a vender cualquier cosa e incluso participar en aventuras revolucionarias de todo tipo y razón.
Sería conveniente que no siguiesen haciendo el ridículo mediático en Cataluña.
Los diseñadores de esta política catalana están un poco mayores y anclados en la desaparecida ETA, cuando ya la ATA está en lontananza.
No hay otra posibilidad que aceptar la realidad y sentados en mesas de dialogo tratar de encontrar fórmulas de convivencia, pues tratar de destruir al contrario es antidemocrático e imposible. Y quitar los ideales de la gente es algo necio, impropio, como la paciente espera de los militantes de ETA que pasan su vida entera en la cárcel cuando con una abjuración saldrían a la calle. Cumplen y salen con sus mismos ideales.
El miedo y la represión no soluciona nada pues hay mucha gente que está dispuesta a morir por sus ideales y el forzar la situación puede llevarlos a estar también dispuestos a matar por ellos. Es lo que quiere esa gentuza que actúa por detrás para impedir que los temas nacionales, de clase o republicanos pasen a debate público y sus posiciones se resientan haciendo resentirse sus beneficios y mamandurrias.
Como no pueden convencer intentan a como sea: vencer.
No caigamos en el error de la violencia, donde nos esperan perfectamente pertrechados, vayamos a la confrontación ideológica donde sus argumentos son mentiras estructuradas para mantener su poder económico sobre las espaldas de los desposeídos.

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