AMPUAN...(NARRATIVA) 1 PARTE
DUNIA SÁNCHEZ
¡OH, el otoño¡ ráfagas de un aliento metálico
cuando la noche habla a solas ¡Oh , el otoño¡ belleza sin fin que va
esculpiendo cada paso, cada palabra cuando todos callan. Sí, decía ella,
Delfina una chica corpulenta donde la veintena de las estaciones sobresalía en
sus mejillas sonrosadas. Se nos ha hecho
tarde para llegar a la residencia, creo que mi reloj da más allá de las diez,
las monjas se enojarán y crearan alguna pena de aviso. Se hallaban en la
densidad del bosque, un bosque aun no devastado en pleno siglo XiX. Ellas,
estudiantes, aburridas de la rigidez de la educación que habían enhebrado para
ella sus familias. Se habían perdido en el boscaje, un boscaje inmenso, un
boscaje virgen, un boscaje espeso, un boscaje de hojas amarillas en la plenitud
de la noche. Noche larga donde sus huellas quedaban tras la débil llovizna.
Una
a otras se animaban, se arropaban ya hartas de tanta y tanta estrechez. Aunque
lo gélido se incrustaba en sus huesos ellas seguían y seguían caminando ¡Oh, el
otoño¡ nocturno de misterios, de hechizos insospechados atravesando sus almas,
ya, pesadas. Tenían que regresar y bien rápidas, muy rápidas. La noche convoca
efectos extraños, invoca condiciones del inframundo por lo que eran temblor. Un
temblor favorecido por un cielo cerrado, un firmamento invisible ante las
plomizas nubes. Cuando creyeron encontrar el sendero hasta la residencia se
desilusionaron, en una boca abierta del boscaje había una casa de estilo
medieval entendían ellas. Los ojos
engañan, nuestras piernas cansadas nos retraen y nos llevan a un lugar
insospechado ¿Cómo puede a ver vida aquí¿, se preguntaba otra de ellas. En
medio de este infierno helado, donde nuestras manos padecen morir ante el
dolor, donde nuestra motivación cae y cae en las profundidades de un pozo
desconocido. Tiene luz, tiene vida, tiene personas ¿Quién serán¿ ¿ Quien serán?
Es muy tarde y no hallamos el camino de la residencia, nos estarán buscando
¡qué horror¡ tengo ganas de llorar, pero hemos de ser valientes. Vamos, chicas,
toquemos. Que nuestro Dios nos proteja, que los ángeles caigan del cielo y con
sus alas podamos regresar ¡ Oh, el otoño¡ reflejos de gotas que van
discurriendo a ras de la hojarasca, a ras de esos rostros consumidos por el
temor. Sí, el temor de la tardanza, de la desesperación. Ralentizan su andar
dirigiéndose a la puerta. Con la esperanza puestas en sus hombros tocan y
tocan. Nadie habré pero hay luz en su interior...CONTINUARÁ
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