R E V É S
Fragmento de
Rútila oquedad
José
Rivero Vivas
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José
Rivero Vivas
RÚTILA
OQUEDAD – Obra:
NL.21 (a.98) –Novela-
Ilustración de
la cubierta: Café de Davos,
1928
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN: 978-84-16759-90-3)
D.L. TF 1226 - 2017
Ediciones IDEA. Islas Canarias. Año 2017
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RÚTILA
OQUEDAD - Obra: NL.21 (a.98) -Novela
–
(ISBN: 978-84-16759-90-3)D. L.: TF 1226 - 2017
Ediciones IDEA, Islas Canarias. (Año 2017)
José Rivero Vivas
REVÉS
(Fragmento:
Cap.
III; págs. 28-33)
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III
En Colmario, barrio apartado de Cotunda, mitad industrial, mitad
agropecuario, era Hermógenes Sangil célebre en cuanto hombre mañoso, metido a
carpintero y albañil, fontanero, pintor de brocha y rodillo, además de
conductor, mecánico y electricista. Su vida, un tanto azarosa, lo llevó de pago
en pago, hasta volcar fuera de su camisa todo el afán que en su pecho
acumulaba. Luego, echó a correr delante de la Guardia Primordial -republicana y
real, imperial y ecuménica- comandada por Teniente Aldaya, una vez licenciado
del Ejército. El caso es que no cesó en su carrera, porque su sentencia supuso
motivo para convertirse en blanco de los disparos que hacían los agentes, en
fija persecución del proscrito, por haber simulado un atraco al banco central
de Cotunda. Logró escapar de milagro, pero la espeluznante experiencia lo
estigmatizó, de modo que ya siempre adoptó aquel talante díscolo y su imagen
quedó marcada por la rudeza y zafiedad que por doquiera lucía.
Su
amigo Horacio Arribas, en cambio, aparecía fino y pulido, como correspondía a
su empleo, en el centro ciudad, en una tienda de juguetes, ropa de mujer y
cortes de traje masculino. Aficionado a los eventos culturales, de ilustración
sublime, conoció a Víctor Simón, durante el acto de presentación del libro de
un estimado poeta, Marco Albino, lírico exacerbado, enamorado de sí mismo, por
estímulo de su quehacer, megalómano profundo y pretendido andador de los
bosques, como aquel Nemoroso de Garcilaso.
-Pese
a cuanta presunción derroche -afirmó Hermógenes Sangil-, Marco Albino debe
agradecer a Julián Tortosa su mediación cerca de Begoña Pulido; de lo
contrario, nunca hubiese visto su libro publicado.
-Ella
siente predilección por él.
-Simpatía,
en cuanto figura débil.
-Va
siempre de su brazo, y con frecuencia lo lleva a su casa.
-No
será por soberbio garañón.
-Quién
sabe.
-Teniente
Aldaya suplantó de maravillas su rol.
-Es
un supuesto.
-Ella
es quien puede esclarecerlo.
Begoña
Pulido tuvo la discreción de no decir nada al respecto; al contrario, mantuvo
firme y en buena armonía su relación con el muchacho y aguardó paciente a que
distinto galán se le acercara en demanda de la ambrosía de su corporal oferta.
Hecha a ciertos reveses, a pesar de poseer nivel financiero en holgada
liquidez, encaró las circunstancias con un talante extraño en quien contara con
medios para reparar desperfectos y propiciar cobertura a su vehemencia y deseo.
Diferente empeño y soflama hubo puesto en lograr alguna ilusión, que al cabo
abocó a frustración y desgana. Quiso, a muy temprana edad, ser cantante de
ópera; aunque pretendidamente llamada, no resultó elegida, y su ilusión se fue
al traste. No obstante, sentía verdadera predilección por este tipo de
artistas; así, una tarde en Regent Street, de compras en Londres, se encontró
con la prima donna que tanto la emocionara como protagonista de La
Traviata, en el Covent Garden. La miró directamente a los ojos y le dijo:
-Usted
es Linda Taylor, la Violette de la otra tarde.
-Me
fascina ese papel, pero no lo canto hace tiempo.
-La
vi anteayer.
-¿Dónde?
-En
televisión.
-Probablemente
se trate de un programa repetido.
-Es
igual. Me pareció extraordinaria.
-Gracias.
-Percibí
su dolor, además de la cara de angustia que mostraba.
-Es
una obra que hace sufrir.
-Más
de lo imaginado. Con el brindis del principio y un poco de frivolidad, entre
festejos y amoríos, olvida uno la raíz profunda, de herida humanidad que
transpira el drama.
-¿Le
gusta entonces?
-Ahora,
después de su interpretación. Lloré.
-Sensible
a la amargura y la decepción.
-Así
como a la música que la acompaña.
-Me
alientan sus palabras.
-Son
sinceras.
*
En
charla abierta con los habitantes de Colmario, Víctor Simón asevera:
-El
mundo vuelve por sus fueros, que son los de imposición y dominio, menoscabo y
sometimiento. Quien se exhiba erecto, sin mostrar acatamiento, puede afirmar
que sus días están contados dentro de la comunidad que integra.
La situación actual no tiene cura ni nadie
aporta remedio a su mal. Pensar lo contrario supone embuste que cada cual
inventa para propia tranquilidad. La estima se pierde en sí misma, y nunca vale
por la aquiescencia de los demás. La mejora económica no será posible mientras
continúe el plan de austeridad, como panacea impuesta desde altas instancias.
Es método aprendido en tiempos del antiguo régimen, cuando los ministros
hablaban en clave cabalística, ponderando la misión estoica de las clases
pudientes. Nosotros lo comprobamos hoy al amanecer.
-Hablemos -propone
Pedro Antúnez- de cosas edificantes. Estos temas de actualidad entrañan riesgo;
sobre todo, aprensión, por lo abyecto y aberrante de su mensaje.
Marco
Albino, traspuesto, sugiere:
-Vayamos
a las flores, su aroma y el néctar de estambres y pistilos, arropados con sus
pétalos.
-Mi
discurso -aclaró Víctor Simón- versa sobre la libertad de expresión y su
prevalecencia en diversas etapas de la historia.
Respecto de lo acaecido dentro de la
semana, considerada trágica por su repercusión en la vida de las personas
desfavorecidas de esta ciudad, hemos de convenir cuán ingenuo era en aquellas
fechas, pensando que la filosofía imperante era así de sencilla y elemental. No
podía suponer cuántos entresijos impensables acarreaba su aureola. Hoy sabemos
que cualquier estado baladí, insustancial, es más complejo y mucho más
complicado de lo que a simple vista pudiéramos advertir.
-En
este incidente ruinoso -puntualizó Horacio Arribas- rompe su ilación y su
alocución descarrila.
-Antes
-señaló Julián Tortosa- facilitaban oficialmente el receso.
-En
Cotunda -expuso el conferenciante- nada se sabe de esta guerra, provocada por
la necesidad de sacar arena para la construcción de peanas a las que subir la
efigie de los famosos.
-Su
argumento -medió Hermógenes Sangil-, cual si constara de varios volúmenes, se
alarga demasiado.
Con
el tiempo, aventuró Víctor Simón, intentarán eliminar lo excedente en un
entorno dado. Ahora toca a otros países padecer la depuración; en un futuro,
tal vez no lejano, será la población del propio país dirigente quien sufra en
su seno la intensidad de la criba. Significa ello que los paupérrimos no tienen
derecho a respirar; han venido al mundo por error, y, para eficaz enmienda,
deben ser desaparecidos.
Tratarán
más tarde los cronistas de pasar en limpio los acontecimientos malditos,
devastadores de aquel lugar condenado a la inexistencia. Justificarán la
terrible aniquilación de tanto ser en la reluctancia a aceptar un orden que les
suponía tremenda contrariedad por cuanto disponía un destino subordinado a
palmaria esclavitud frente a la ostentación de poder de quienes se adueñaron de
la poltrona y en ella descansaba su concepto de bien y mal, desgraciada
injerencia, afín a la tragedia, teñida de gesto cabal.
Pregonen
los letrados cuanto quieran, sin mérito ni adulación, ajenos a insistencia y
perseverancia. La humanidad, inconsciente hoy, mañana olvida y pasado ignora;
mientras, saca fotografías al busto del presidente y la estatua ecuestre del
general, al mando ayer de la invasión.
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José Rivero Vivas
REVÉS
Rútila oquedad
(Fragmento:
Cap. III; págs. 28-33)
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José
Rivero Vivas
RÚTILA
OQUEDAD – Obra:
NL.21 (a.98) –Novela-
Ilustración de
la cubierta: Café de Davos,
1928
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN: 978-84-16759-90-3) D.L. TF 1226 - 2017
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