REFLEXIONANDO
ANÍBAL MALVAR
Casado; Fernández Mañueco; Díaz Ayuso
y Feijóo, este viernes en el mitin de cierre de la campaña del PP en
Valladolid. EFE/ Nacho Gallego
La jornada de reflexión nunca ha sido muy respetada en un país tan irreflexivo como España. Se supone que esto de vetar voluntariamente la información electoral un día antes de la cita con las urnas nos otorgaba a los ciudadanos mayor capacidad de decisión no inducida, o algo así. Más que un gesto democrático, era una concesión a la elegancia, al juego limpio, al respeto mutuo. Los periodistas y los políticos nos callábamos durante veinticuatro horas liberando al cansado elector de nuestros ruidos y nuestras sandeces. Nunca pensé que valiera para nada, pero precisamente en su inutilidad residía su valor: un pacto de respeto tácito a la inteligencia individual, aunque solo dure un día, tiene una carga emocional que a mí me ponía muy romántico, por no decir muy cachondo.
Ahora ya no se
lleva lo del día de reflexión. Es el mercado, amigo. Aseguran los más
conspicuos politólogos que una campaña electoral, sobre todo la última semana,
influye en el sentido del voto de al menos uno de cada diez votantes. Los
últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas lo cifran en un 11,3%.
Así que desde hace
años hemos ignorado aquel pacto reflexivo, y hoy el día previo a las elecciones
convierte a los periódicos en aparatos de propaganda de un partido u otro. Por
no decir, tal y como está nuestra vieja prensa papelera, de un solo partido.
La portada de ABC
de esta misma mañana es significativa. Un Pablo Casado tonsurado hasta el cielo
de banderas españolas rodeado de una multitud de manos sin cuerpo que lo
buscan, ignorando el covid. Parece Bruce Willis con pelo recién llegado de
salvar el planeta desde una galaxia muy lejana.
El titular es un
lema de campaña: La apuesta más fuerte del PP. En caso de que el presunto
delincuente Mañueco no revalide mayoría suficiente para gobernar (con los
nazis, por cierto), nunca titularán el lunes La cagada más fuerte del PP.
Hemos convertido
los periódicos, que un día nacieron para ser las voces autocríticas de la
sociedad, en boletines partidistas. La reflexión ha sido sustituida por la
homilía y por el dogma. Cuando no por la agresión directa y desinformante.
El editorial de hoy
de El Mundo es un alegato indisimulado pidiendo el voto para el PP. "La
caótica gestión [de Pedro Sánchez] acumula un desgaste inocultable",
afirman impudorosos. Quizá olvidando que esa "caótica gestión" lleva
meses recibiendo los halagos de la Unión Europea y de los socios continentales
del PP.
Hemos sido el
primer país en obtener los fondos covid (me encanta llamarlos así) precisamente
por la transparencia y coherencia de los proyectos de inversión del gobierno
social-comunista (también me encanta llamarlo así, aunque no me lo crea). Los
dirigentes del PP español, Casado incluido, llevan tiempo siendo ignorados por
Europa, y por la derecha europea, en su afán de publicitar la marca España como
si fuéramos todos la banda de chorizos que son ellos. Ya ni les reciben las
autoridades europeas. Un grupo de alcaldes peperos acaba de hacer un ridículo
espantoso viajando a Bruselas y no siendo recibidos por nadie. Bueno, salvo un
par de marquesas o burócratas de segunda fila que les invitaron a tomar un té.
Coged las sales,
pues os vais a desmayar seguro cuando os diga que La Razón --aunque sea solo en
su editorial-- ha respetado aquella romántica jornada de reflexión. No cita ni
a Sánchez ni a Casado, ni a ninguno de los candidatos de Castilla y León que se
la juegan este domingo.
Ojo al párrafo:
"Votar es la cúspide en una democracia, y conviene no relativizar ese
acto. En Castilla y León se han respaldado durante décadas proyectos moderados
y liberales que han desplazado a la izquierda a la oposición. La estabilidad de
la administración en estas legislaturas ha sido una cualidad y una virtud que
ha aportado confianza y certidumbre, siempre valoradas de forma positiva por el
elector".
Supongo que, como
yo, aun os estaréis riendo de la "confianza y certidumbre" que ha
aportado Mañueco a los castellano-leoneses. Pero no me negaréis que está dicho
sin estridencias, sin descalificación al contrario, sin esputos ni lanzamiento
de vísceras. Es una lágrima en el océano, pero qué lágrima (insisto: no os
riáis).
Como habitante del
magma social de la izquierda, mi mayor ambición política y periodística (que
vienen a ser los mismo) es poder confrontar con una derecha civilizada. Pero
creo que eso no lo verán ni mis hijos. Entre otras cosas porque yo, como mi
padre, moriré sin descendencia
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