ES UNA VENGANZA Y LLEGA EN PLATO FRÍO
CRISTINA FALLARÁS
Partidarios de VOX con banderas en un mítin.- EFE/ J. M. García
Este artículo se lo vamos a regalar a José Luis. ¿Qué José Luis? Pues un José Luis nacido en Madrid en 1942, católico, notario retirado, viudo y sastre de toda la vida, en Montelys, "el buen vestir empieza en los pequeños detalles". Ese José Luis que, después de cuarenta años tragando bilis, aguantando el azote de maricones, guarras, menesterosos y comunistas, por fin vuelve a pisar la calle sintiéndose en casa. Claro que sí, José Luis, venga ese vermú a la salud de los Garcia-Gallardo, gente de toda la vida.
Nuestro José Luis
no sabe lo que es un tuit, así que ignora que al candidato de VOX en Castilla y
León, Juan García-Gallardo, no le han votado a pesar de sus tuits sino gracias
a ellos. Sí, esos tuits que el flamante ultraderechista se ocupó de borrar,
pero recuperaron los medios de comunicación, tuits donde cundían las opiniones
racistas, machistas, misóginas, homófobas y ese tipo de cosas que se le suponen
al de VOX y también a nuestro José Luis, qué coño, a ver si uno no va a poder
ya ni opinar lo que le dé la gana, hay que joderse, tantos años de mariconadas.
El hecho de que
García-Gallardo Frings borrara sus opiniones y que la chavalada tuitera
presuntamente progre los recuperara muestra una radiografía exacta del momento
y el lugar. España, febrero de 2022. Al fin, José Luis, al fin parece que los
mierdas estos de la izquierda van a morder el polvo.
La humillación
jamás se perdona, jamás, cuánto menos los humilladores de cuna, los de
abolengo. La humillación se deja en herencia y esa semilla crece y sus frutos
resultan letales. Está pasando, como dicen los horteras. Demasiadas navidades,
José Luis, demasiadas aguantando con los dientes apretados a tus nueras y tus
nietas. Pero los chicos lo entienden, los que no han salido flojos, los que no
han salido a sus madres, los chicos han estado siempre de tu lado.
Todo empezó, José
Luis, con la primera victoria y posterior dominio del PSOE de Felipe González,
hace cuarenta años. Te cogió en pelotas. Resultó tan tremendamente inesperado
para el bando franquista –porque erais franquistas, fran-quis-tas, y no te
avergüenzas, bribón– y vuestros compañeros de barro, que justito ahora hemos
empezado a reaccionar. Los de la izquierda y los de la derecha, unos y otros,
unas y otras. Nuestro José Luis lo sabe. Se había dado por vencido, refugiado
en la nostalgia de un tiempo católico y decente, un tiempo de orden que creía
desaparecido. Por lo visto, en España todo dura 40 años, todo tarda 40 años.
Aquel 28 de octubre
de 1982, en una sociedad de misa de doce, pantanos, monjas, militares y
avenidas del Generalísimo, más de 10 millones de personas votaron al partido
socialista, casi la mitad de todos los votantes. Aquel día, cuando los críos
volvieron del colegio se encontraron por primera vez a su padre, nuestro José
Luis, en casa. "Hijos, los rojos han tomado España. Sentaos tranquilos y
no os preocupéis, porque esto lo solucionamos nosotros de una hostia bien
dada". Pero aquella hostia acabó convertida en catorce años de socialismo
y Felipe, el divorcio, el aborto, los colegios públicos, la mariconería, las
guarras y los desarrapados ocupando el poder. Y lo mismo con José Mari Aznar y
el rojo de Rajoy, ¿verdad, José Luis? Traidores todos.
Así que cuando
nuestro José Luis vio al chico de los García-Gallardo Frings cornear a los
mariconazos del Partido Popular en estas elecciones de Castilla y León, a punto
estuvo de recordar su última erección. "Ahora os vais a enterar",
murmuró, "ahora nos toca a nosotros, desgraciados".
Cuarenta años de
humillación carga nuestro José Luis al lomo. Cuarenta son muchos años, una
maceración de rencores, bilis, alcoholes e incomprensión. Cómo puede ser, José
Luis, cómo puede ser que los rojos hayan usurpado, secuestrado tu España, la
España del caudillo, tantos años, tanto tiempo de desgraciados, hijos de pobre,
estrafalarios, iletrados, ateos y zorras, tratando de enseñarte a ti, ¡a ti!,
la historia de este país, estandarte de la fe y cabeza del mayor imperio, el
eterno.
"Se pusieron
de moda", piensa José Luis. "Eso pasó, que se pusieron de moda. Pero
afortunadamente, he llegado a tiempo", se dice, "de ver su
decadencia". Coge la copa de coñac y sonríen sus ojos amarillentos de
alcoholes y hiel. "Por fin las nuevas generaciones de los nuestros se
alzan triunfantes, esto tenía que llegar, por fin aquí se puede hablar claro,
llamar a las cosas por su nombre. Se acabó tanta idiotez, coño, ya decía yo que
llegarían unas nuevas juventudes…". Se amodorra apretando los dientes,
"ahora os vais a enterar, cabrones". Pero los cabrones andan cazando
moscas y a nuestro José Luis el plato de la venganza ya hace tiempo que se le
ha enfriado.
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