LA ULTRAHIPOCRESÍA DE LOS ULTRAS
El juego
de la ultraderecha no nos da ni un respiro, pero lo tenemos muy calado y ningún
pulso va a lograr que sigamos defendiendo por encima de todo la libertad de
expresión y apostemos por ella y por todos los derechos que con tanto esfuerzo
y lágrimas se ha conseguido.
POR PUÑO EN ALTO
“Lamentable incongruencia, una más”, “sigan así, ya van calando”, ha dicho el concejal del PP Pablo José Corrales (y no podemos estar más de acuerdo), respecto a la lamentable noticia de la que todos hemos sido testigos de como la ultraderecha una vez más ha ganado un sucio pulso, siendo esta vez en el ayuntamiento de Toledo donde bajo el criterio de que se trataba de una imagen vergonzosa y extremadamente ofensiva, María de los Ángeles Ramos, portavoz de Vox en el ayuntamiento, no solo ha exigido que se retiraran los carteles de un concierto de la cantante Zahara -algo que se llevó a cabo a una velocidad de vértigo incluso desde la web del ayuntamiento gobernada por el PSOE-, sino que también exigía que se suspendiera dicho concierto. El PP, cabizbajo, encantado de coartar libertades, deprisa se sumó a la petición.
Tal radical e
intolerable decisión la quieren justificar diciendo que el cartel anunciador
del concierto produce una enorme ofensa a los católicos y estos no pueden pasar
por alto dicha ofensa. Claro que no, para pasar por alto ya tienen otros
asuntos como lo son la cantidad inmensa de abusos y violaciones hacia niños que
ha cometido miembros de la Iglesia o el desconcertante número de niños robados
por la mafia criminal de la que esa misma institución formó parte y cuyas
madres desesperadamente siguen reclamando. Recordemos que ambos graves y
criminales asuntos siguen sin haber pasado por la Justicia. Una incongruencia
de la derecha y ultraderecha, una más.
Los que estamos
cansados de ver el juego de la ultraderecha provocadora, no entendemos muy bien
que ha sido exactamente lo que le ha ofendido del cartel patrocinador.
Podríamos pensar que ha podido ser el hecho de que la cantante se haya puesto
unos atuendos intentando parecer la estatua de una virgen de esas que se sacan
en procesión, pero cae uno en la cuenta que esto no es ofensa para la
ultraderecha porque todavía somos muchos los que tenemos grabadas en nuestras
retinas una de las ayusadas que nos tuvimos que tragar en plena pandemia: Ayuso
posando en portadas al estilo de una Virgen mientras le negaba a los ancianos
de residencias ser trasladados a hospitales y los dejaba morir abandonados, lo
cual, por cierto, no causó ofensa alguna a ningún católico. Por otro lado,
podría suponerse que es la palabra “PUTA”, pero tampoco tiene mucho sentido,
pues no vimos a ninguno de los líderes de la ultraderecha y derecha salir a
defender a la ministra Yolanda Díaz cuando un grupo de antitaurinos la
recibieron al grito de “puta” también en Toledo, al igual que no los vemos
tampoco condenar ninguna de las atrocidades que se llevan a cabo hacia las
prostitutas que son forzadas por mafias y asociaciones cuyos líderes son conocidos
empresarios de la ultraderecha, al igual que tampoco los vimos indignados
cuando el portavoz de ultraderecha en Murcia llamó “puta” en las redes sociales
a la ministra de Justicia.
Y que en Murcia
hayan implantado el Pin Parental y que amenacen con implantarlo en Andalucía,
que es un claro retroceso en la educación de los jóvenes, tampoco les ofende.
Modificar leyes sobre violencia de género o contra la discriminación del
colectivo LGTBI como han hecho en Madrid, tampoco es una ofensa. Que el autobús
lleno de odio de HAZTEOÍR -que bien les ha subvencionado en la campaña
electoral- recorriera las calles mandando intolerantes mensajes y atacando al
discriminado colectivo Trans, tampoco les ofende. Que exigieran que se borrara
el famoso mural feminista en el Barrio de la Concepción de Ciudad Lineal o que
se sacara del callejero las referencias a socialistas, empujando a que
violentos seguidores llevaran a cabo actos vandálicos contra los mismos,
tampoco es una ofensa. Que, en varios 25 de noviembre, Vox haya reventado los
actos institucionales que se llevan a cabo contra la Violencia Machista
faltándole así el respeto a tantas víctimas y sus familiares, tampoco ofende.
Que el catolicismo esté detrás de numerosas decisiones políticas a pesar de que
desde el mismo episcopado se quiera hacer creer a los fieles que no se pretende
ningún poder político ni interferir en la misma, tampoco es una ofensa. Y
todavía estamos esperando que algún católico manifieste ofensa por una de las
barbaridades que dijo ese partido de ultraderecha provocador y mensajero del
odio, cuando pidió que se pusiera “todos los medios al alcance, siendo el
primer medio la intervención de las Fuerzas Armadas” contra las pateras que
vienen llenas de personas desesperadas que huyen del hambre y la miseria,
negándoles la mano a quien pide una oportunidad y haciendo así una llamada a
disparar para hundirlos en el mar. ¡Ay, el Amor al Prójimo! El ya nombrado
Pablo José Corrales afirmaba que “no ofende quien quiere… y ustedes no pueden”,
y todo apunta a que ofende quien quiere y puede: parece que la ultraderecha
tiene ganas y vía libre para poder hacerlo.
En ningún momento
se han molestado en interpretar lo que la artista ha querido decir con dicho
título a su álbum y cartel: porque lo que palabra “PUTA” representa para la
autora es la historia de una mujer, como tantas otras, que ha sufrido acoso,
bullying, maltrato e incluso violaciones; como bien dice Zahara lo que
pretendía con el título era hacer sentir la incomodidad y que el lector
comprendiera como se siente cualquier mujer que se ve envuelta en una cultura
patriarcal y machista. A lo mejor es esa incomodidad lo que ha hecho que la
ultraderecha, una vez más, ataque violentamente nuestras libertades.
Muy acertadamente
nos recuerda la cantante en una de sus pasadas entrevistas que Nietzsche “mató”
a su Dios y al de todo el mundo. Y somos muchos los que se preguntan si no será
el siguiente paso de la ultraderecha mandar a quemar los libros del filósofo y
de todo aquel que cuestionó o cuestione lo que se cuestionaba en la era de la
quema de brujas y que pensábamos que ya habíamos superado.
El juego de la
ultraderecha no nos da ni un respiro, pero lo tenemos muy calado y ningún pulso
va a lograr que sigamos defendiendo por encima de todo la libertad de expresión
y apostemos por ella y por todos los derechos que con tanto esfuerzo y lágrimas
se ha conseguido.
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