YOLANDA DÍAZ Y EL ORBALLO
ANTONIO ROMERO RUIZ
Yolanda Díaz, dice todo el que la conoce, no es amiga de los ruidos, de los decibelios. Que tiene un timbre de voz suave, muy gallego. Dicen que es una negociadora correosa y firme. Dicen los sindicalistas y los agentes económicos que con ella negocian que sus argumentos son como el orballo: esa lluvia fina que cala hasta los huesos y que empapa a todos los interlocutores. Los gallegos dicen del orballo que cuando abren el paraguas, ya es tarde.
Yolanda Díaz es hoy la esperanza de un espacio muy amplio, que va desde las personas demócratas sin politizar hasta las personas más de izquierdas. Un espacio más amplio del que hoy representa Unidas Podemos. Viene a cuento, por eso precisamente, citar la frase de nuestro poeta más universal, Federico García Lorca: "El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de la esperanza perdida". O, como dijera Sandro Pertini, séptimo presidente de la República de Italia cuando se encontraba en las prisiones fascistas de Mussolini, en una carta que dirigió a su madre: "En esta vida hay veces en que es necesario saber luchar no solo sin miedo, sino también sin esperanza".
Recuerdo, como si
fuese ayer, la propuesta que hizo al pueblo trabajador andaluz el Partido
Comunista de Andalucía, cuando lanzó una propuesta política, programática y,
también, una candidatura solvente: la candidatura de Julio Anguita y la
convocatoria para elaborar un programa con la gente. Un método, un candidato y
un programa. Personalmente, comparto el aviso a navegantes de Felipe Alcaraz
sobre que no se puede "carmenizar" la unidad. Yolanda no va a
recorrer ese camino.
La monarquía se
tambalea y con ella el régimen del 78. Cercada por la corrupción y los
escándalos, y el empuje de sectores cada vez más amplios de la sociedad que
vienen planteando la convocatoria de un referéndum entre monarquía o república.
De aquí que el horizonte republicano sea una de las bases fundamentales para
modernizar el país y avanzar hacia una democracia donde se garanticen derechos
sociales, servicios públicos, el nuevo encaje del país mediante el federalismo,
etc.
La persona llamada
a liderar ese espacio tiene que tener en cuenta que todos los sectores que lo
conformen mantengan su propia identidad y encuentren unas relaciones amables en
un espacio común y constituyente.
El fascismo y la
ultraderecha tienen posibilidades de acceder al gobierno. La situación no es
desesperada; es lo siguiente. Ello nos obliga a sumar a todas las gentes, a
todos los sectores transformadores para que no pase lo que argumentaba Rossana
Rossanda cuando reingresó a su partido, el PCI: "Antes no nos gustaba el
rumbo que llevaba el barco, y cuando nos vimos en los botes, nos dimos cuenta
que habíamos perdido el rumbo y el barco".
Abrir un proceso
constituyente, donde la agenda que enfoque el camino debe tener un control. Lo
mismo que el conjunto del programa de las fuerzas, gentes y sectores que
participen en la elaboración del mismo.
El fútbol moderno
se basa en la posición del balón y en el toque entre líneas. Antes, el fútbol
más antiguo se basaba en el patadón y despeje. El objetivo era alejar el balón
de tu propia portería. Está claro que este símil futbolístico nos da una
lección para la política. Nuestra agenda es en la que en todo momento está a
debate, tendremos más tiempo que el adversario político en el control del
balón.
Yolanda Díaz
despierta una gran esperanza por su capacidad política y por su conexión como,
dicen todas las encuestas, con la gente sencilla. La subida del SMI, la
anulación de que las bajas médicas abrieran la puerta para el despido, los ERTE
que han sostenido a trabajadores, autónomos y empresas, han llegado las
inspecciones de trabajo a sectores olvidados históricamente por la
Administración para protección de trabajadores como los del campo, etc.
Eternamente
Yolanda. A mí, que he cumplido ya sesenta y cinco años, y que padezco una
enfermedad degenerativa, sencillamente me ha entusiasmado. El orballo de
Yolanda me ha calado. Recuperemos la esperanza, sí. Frenemos al fascismo y a la ultraderecha y
construyamos un país más justo, más igualitario, más feminista, más ecologista
donde los oligopolios no electrocuten a la gente. ¿Lo pillas?
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