TALIBANIA, ANTES AFGANISTÁN,
Y UN POETA ASESINADO
POR DOMINGO SANZ
Activos como siempre, los catalanes que luchan desde abajo por el derecho a decidir se organizan en grupos varios a través de las redes sociales. Me consta que algunos han compartido hoy, 18 de agosto, una foto y un texto en recuerdo de un poeta.
La imagen,
inolvidable, es esa en la que él nos está mirando intenso y joven como no pudo
dejar de serlo, inteligente como lo hubiera sido siempre, con los dedos de la
mano como si recitaran uno de sus versos y el pelo brillante, rebelde y negro.
“Avui fa 85 anys de
l’assassinat de Federico García Lorca.
IN MEMORIAM
Voces de muerte
sonaron
cerca del
Guadalquivir.
Voces antiguas que
cercan
voz de clavel
varonil.”
Es el texto que han elegido para acompañar la imagen del poeta granadino.
No habría comenzado
en Catalunya y Granada un artículo sobre Afganistán si ayer Rafael Torres no
hubiera elegido el recuerdo de nuestro drama para abrir su columna, en esta
ocasión titulada “Kabul, en capilla”.
“Los mensajes
tranquilizadores de los talibanes en su entrada en Kabul recuerdan los de
Franco instando a los republicanos a rendirse o al retorno a España. Pese a que
la barbarie franquista, como la talibán, precedía a su victoria militar, muchos
quisieron creer el mensaje, y lo pagaron con la vida, con el trabajo esclavo, o
con años de prisión.”
¿Correrán las
afganas y los afganos no talibanes la misma suerte que corrieron las españolas
y los españoles no franquistas?
¿Se prolongará
también en aquel país, durante décadas, una dictadura?
¿Tendrán que
esperar a que una muerte natural sea la circunstancia que les permita iniciar
un periodo de corrupción democratizada, con urnas y monarquía incluidas?
(Afganistán
consiguió la independencia en 1919 y fue monarquía hasta 1973).
¿Habrá políticos
afganos en la oposición de aquel parlamento, dentro de 80 años, acusando a un
posible gobierno no talibán de ser el peor de los últimos 80 años?
Es imposible
responder hoy a unas preguntas cuyas duras respuestas, las que sí conocemos,
siguen marcando la realidad de España. Por lo demás, la frase que la prensa ha
elegido, para resumir, de entre las pronunciadas por Joe Biden intentando
justificar la evacuación de sus tropas tampoco ayuda a imaginar el futuro de
aquel país. “Estados Unidos no podía seguir en una guerra que los afganos no
están dispuestos a librar”, ha dicho.
Si hacemos caso al
presidente Biden coincidiremos en lo muy distintos que, comparados con los
afganos de hoy, eran aquellos españoles de 1936 que, sin ayuda militar de
ninguna democracia, resistieron casi tres años contra unos franquistas que sí
recibieron, de los nazis y fascistas, toda la que necesitaron para matar y
matar hasta conseguir la victoria.
En cambio, qué
paradoja, si seguimos haciendo caso al mismo presidente encontraremos más
parecidos que diferencias entre los Estados Unidos de hoy abandonando a los
afganos que no quieren defenderse de sus talibanes, y los países democráticos
post crack del 29 que, además de no mover un dedo para evitar que un golpe de
Estado triunfara en Europa, tampoco vieron que se trataba del ensayo con fuego
real de la Segunda Guerra Mundial.
Defienden algunos,
y cabría, que la retirada USA corresponde en realidad a un pacto oculto entre
las grandes potencias, una vez que han decidido creerse, o ponerse de acuerdo
para decir que se han creído, ciertas promesas de los talibanes.
Por ejemplo, no
deja de sorprender que, tras tantos años de guerra, no se haya llegado a la
clásica solución de dividir el país en dos partes mediante un acuerdo que
tendría que ser respetado y que garantizaría la vida y el futuro de la
población que no quisiera someterse a los talibanes. ¿Es tan fuerte entre los
afganos el sentimiento de unidad de la patria que antes muertos que divididos?
Ni que aquello fuera…, mejor me callo.
Nos dejaríamos de
comparaciones, siempre tan odiosas, si no fuera porque, además, la actualidad
afgana ha traído a la memoria de algunos lo que dijo Bill Clinton, otro ex
presidente USA, cuando en octubre de 2001 visitó Barcelona: “El futuro será
catalán o talibán” afirmó, y lo traía escrito. No fue una respuesta improvisada
ante la pregunta de un periodista.
Ahora que el
presente de un país ya es talibán, ¿no debería Clinton regresar a Barcelona
para explicar aquella afirmación tan críptica?
¿No debería,
incluso, don Bill, ofrecerse a mediar en un conflicto político que ha llevado a
tantos franquistas a romper las costuras de ese disfraz de demócratas con el
que nunca han estado cómodos del todo?
Sería conveniente
que lo hiciera, incluso a sabiendas de que el españolismo, herido en su
orgullo, le dirá que no. Como haría cualquier talibán.
Cuanta vida y
cuanta poesía nos robó el franquismo. Tantas guerras, tanta ONU y tanta
democracia después, no debería ocurrir lo mismo en Talibania.
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