ENRIQUE SVENTENIUS. GRAN CANARIA. JARDÍN BOTÁNICO CANARIO “VIERA Y
CLAVIJO”
FRANCISCO JAVIER GONZALEZ
Entiendo que este
artículo es largo y se puede hacer tedioso, pero no se puede separar a un
hombre de sus circunstancias y conste que no copio a Ortega, además que ninguno
de los dioses que pululan por este mundo me ha concedido el don de la
parquedad.
LOS BOTÁNICOS (II) ENRIQUE SVENTENIUS
3ª Etapa. ENRIQUE SVENTENIUS. Gran Canaria. Jardín Botánico
Canario “Viera y Clavijo”
Sventenius, avanzado 1952, con 42 años y muchas amarguras a cuestas, se reúne con el Consejero de Montes del Cabildo grancanario, Graciliano Morales Ramos, hijo de Tomás Morales, cuyo nombre y circunstancias abrieron la puerta a esa reunión, y con el presidente del Cabildo, Matías Vega Guerra, para tratar las condiciones de desarrollo de su proyecto de Jardín Canario.
Matías Vega Guerra
es otro ejemplo típico de “cursus honorum” del caciquerío isleño. ¿De dónde
viene y adonde llega desde el Partido Liberal Canario, el “leonismo”, en que
comienza su andadura? Los caciques isleños en Gran Canaria, tradicionalmente
enfrentados con los de Tenerife por intereses contrapuestos, en realidad son
todos hijos póstumos del Gran Cacique, Fernando León y Castillo del Partido
Liberal Canario. El que sería el personaje más influyente de la, entonces,
nueva provincia oriental canaria, José Mesa y López, bebe en esa fuente de
origen. Tras participar en la Comisión Divisionista de 1912, Agustín Bravo de
Laguna, el factótum del leonismo grancanario, lo coloca, primero como consejero
del Cabildo Insular grancanario, y luego como presidente del mismo en 1916. La
debacle del partido por la pelea interna del caciquerío monárquico a la muerte
de León y Castillo en 1918 lo coge en esa función y, por encargo de nuevo de
Bravo de Laguna, trata de recomponer los pedazos rotos de la derecha
grancanaria heredando la jefatura del Partido Liberal Canario. Alcalde de Las
Palmas desde 1929 preparó con suma eficiencia la maquinaria electoral caciquil,
de tal forma que Las Palmas fue una de las pocas, si no la única, capital
provincial importante en que triunfó la candidatura monárquica, pero la
proclamación por la movilización popular de la II República Española y la fuga de
Alfonso XIII, no le dejó a Mesa y López ni llegar a la toma de posesión como
concejal, ocupando la izquierda el ayuntamiento capitalino. Organiza entonces
un partido para agrupar a las derechas monárquicas y caciquiles en Gran
Canaria, el Partido Popular Agrario Autónomo, PPPA, que se adhiere a la
Confederación Española de Derechas Autónomas, la CEDA. Funda, como medio de
expresión del partido, el periódico “Hoy”, heredero de “El Liberal”, incendiado
en 1931, que se publicará hasta julio de 1939 por la Editorial Canaria.
Militante ya y abogado, Matías Vega sigue la
estela de su mentor Mesa y López. En 1933 es nombrado Presidente de las
Juventudes del PPAA. Desde luego que, con 28 años, parece gozar de una juventud
algo prolongada. Ejerce también de secretario de la Editorial Canaria que, años
más tarde, en los 50 y con otro cacique de igual talla, Eufemiano Fuentes, se
convertirá en Editorial Prensa Canaria, propietaria de La Provincia y Diario
Las Palmas, garantizando así el control de la información en las islas
orientales. En 1936, Matías Vega, en las elecciones que gana el Frente Popular,
se presenta, con Mesa y López, como candidato a Diputado a Cortes por el PPAA,
pero la candidatura del PPAA no consigue escaño. El golpe de estado fascista,
que comienza en la práctica en Las Palmas con el asesinato del General Balmes y
la salida de Franco en el “Dragon Rapide”, hace que Mesa y López se replantee
su estrategia. Disuelve al PPAA y se integra en las filas del “Movimiento”.
Mesa y López no consigue con ese gesto convencer a las nuevas autoridades y el
Capitán de Intendencia Militar Antonio García López, nuevo Gobernador Civil
fascista de la provincia, le comunica que no es “persona grata” por lo que se
retira de la actividad política.
Eso no reza para
Matías Vega que ya ha ingresado en Falange Española. Entra como Alférez
Honorario en el cuerpo jurídico militar como fiscal para, más tarde, ser
nombrado teniente del mismo. No fue, precisamente, un ángel de la guarda para
los opuestos al golpe de estado en ese cargo. Más bien sería Abadón, el Ángel
Exterminador. Sus interesados biógrafos han tratado de endulzar su historial en
este período disfrazándolo, poco menos, como un fiscal que solo ejercía tareas
administrativas. Por ejemplo, José Alcaraz Abellán, en su libro “Matías Vega
Guerrra 1905-1989” de la colección editada por el Parlamento de Canarias (2004)
“Canarias, políticos para la historia” expresa lo siguiente al respecto:
“Sublevados los militares en Canarias, tras el triunfo del golpe en Las Palmas
Matías Vega será movilizado, ingresando con el grado de Teniente en el Cuerpo
Jurídico Militar. Desempeñó tareas en Consejos de Guerra y, sobre todo, se
ocupó hasta 1942 de los expedientes del Cuerpo de Mutilados de Guerra”. El
mismo guineo es el que usa Manuel Ramírez Muñoz en “El Cabildo de Gran Canaria
y sus presidentes. Noventa años al servicio de la isla” (Ediciones del Cabildo
de Gran Canaria, 2003) cuando nos dice: “A raíz del triunfo del Alzamiento del
18 de julio, Vega Guerra fue movilizado, ingresando como Teniente del Cuerpo
Jurídico Militar, donde tomó parte en algunos Consejos de Guerra, para
dedicarse posteriormente a resolver expedientes del Cuerpo de Mutilados de
Guerra”. Como con algún botón basta para
muestra, el 8 de marzo de 1940, ya sin guerra civil, actúa como fiscal en el
proceso por “Excitación a la Rebelión” contra los paisanos Ángela Hernández
Ortega, Gumersindo Casanova Dumpierrez, Miguel López Martínez y Francisco
Trujillo Guerra. Como reza textual en el sumario, a juicio del “fiscal, el
Alférez Honorario del Cuerpo Jurídico Militar, Don Matías Vega Guerra…se
reunían los procesados en la Carpintería para enterarse de noticias contrarias
al Movimiento y también para traer y llevar estas noticias propalándolas con
propósito derrotista”. Petición del morigerado fiscal Vega Guerra: 12 años de
prisión mayor para el matrimonio Ángela y Gumersindo, 10 años para Miguel y 8
para Francisco. No solo “prisiones mayores” fueron las penas solicitadas en las
muchas causas llevadas por él como fiscal. Abundan también las de “Reclusión
perpetua”, como las solicitadas contra los soldados de infantería Manuel
Santana Barrios y Ceferino Zait Sarmiento en junio del 39 por supuesto delito
de Rebelión; la de Juan Santana Orihuela por deserción… No faltan, desde luego, también las
peticiones de penas de muerte. De estas, tal vez las más sonadas fueron las que
solicitó para Miguel Hernández Porcell en mayo 1941 por su adhesión al gobierno
republicano siendo Subgobernador de Bata, en la entonces Guinea Continental
Española o la de Justo Évora Velázquez, también por “adhesión a la rebelión”.
Este caso, para el benefactor de Mutilados de Guerra Vega Guerra, debería ser
muy grave. Se basaba, como se lee en el sumario en que Justo Évora “comenzó a dejar entrever su
ideología extremista por manifestaciones hechas al Sargento auxiliar y Cabo
furriel de la compañía en que prestaba servicio como escribiente, razón por la
cual fue objeto de discreta vigilancia desde aquel momento, habiendo mostrado
entusiasmo por las doctrinas disolventes y su vocación hacia el comunismo pues
hablando de Rusia lo hacía en sentido de simpatía y admiración por el régimen
de la misma y los adelantos que decía tener”. Pues eso mismo. Un santo varón
que solo gestionaba pensiones del Cuerpo de Mutilados.
Hay diferencias
notables entre Matías Vega y los caciques tinerfeños a los que ya me referí en
la vida de Sventenius en Tenerife. En primer lugar, Matías Vega, que se
autocalificaba como un “buen cacique”, mostraba algunas inquietudes culturales
que a los otros les faltaban, en parte gracias a la ayuda de su secretario
cultural Néstor Álamo. Así adquirió una buena parte de la obra de Néstor Martín
Fernández de la Torre para consolidar el “Museo Néstor” dentro del Pueblo
Canario, abre el Archivo Histórico Provincial en Vegueta, inaugura la Casa de
Colón y su biblioteca o preside el Gabinete Literario en 1949. Es esa vena
cultural, junto a una visión más amplia de las posibilidades del proyecto
Sventenius lo que lo aleja de la postura oscurantista de los tinerfeños. Se
diferencia también, tanto del caciquerío tinerfeño como del anterior
grancanario, como por ejemplo el Conde de la Vega Grande, en que Vega Guerra no
posee tierras. Solo influencia y habilidad maniobrera, además de dominio del arte
de la figuración y el cambalache. Desde que, con el apoyo del palmero Blas
Pérez, entra a presidir el Cabildo, se compra un suntuoso coche y alquila, de
forma permanente, una suite en el Hotel Palace de Madrid para mantener sus
contactos y relaciones, que exprime a fondo, y que terminarán llevándolo a la
gobernación de Barcelona y a la Embajada hispana en Venezuela. Le sacan una
coplilla al respecto: “Coche de medio millón/ a Madrid cada quince días/ si
esto es administración/ vete a la mierda Matías”.
Este es, en gruesas
pinceladas, el personaje que encandila a Sventenius al que ofrece, además de la
consecución de su proyecto, un posible futuro tranquilo con una garantía de
estabilidad que, a lo largo de su trayectoria humana y profesional, nunca ha tenido.
Con ese convencimiento Sventenius y Jaime O’Shanahan emprenden en 1953, a bordo
del traqueteado jeep descapotable de este, la tarea de buscar el lugar ideal
para el emplazamiento del futuro Jardín. El sueco tenía muy claro lo que
quería. De hecho, algo como lo que había en Martiánez: terreno llano, pero con
riscos y farallones para el hábitat necesario para muchas de las especies que
allí pensaba instalar. Tenía que ser un sitio en que se pudieran reproducir los
diferentes hábitats de nuestra flora. Recorrieron un montón de rincones que
ambos conocían y terminaron intentando decidir entre una de las fincas de Lola
Massieu en Las Meleguinas y otra, de unas 40 fanegadas bastante cercana, en
Tafira, al terminar las Laderas del Palomar, entre El Castaño de El Dragonal y
El Mocán junto al cauce del Barranco de Guiniguada al lado de la carretera
Tafira- Almatriche, con unos desniveles interiores de unos 70 metros que
favorecerían al proyecto. De la abundancia de dragos que dieron nombre a la
zona, el Dragonal Bajo y el Alto, solo quedaba algún ejemplar aislado, pero fue
esta última la preferida por Sventenius. El problema para su compra era que el
dueño, José Lena, un maúro solterón con la sabiduría de lo vivido, que la tenía
plantada de regadío con los cultivos propios de las medianías –papas, coles,
millo y hortalizas, aunque el plátano alcanzaba a algunas fincas de Tafira por
esas alturas, pero con bajos rendimientos- con su alpendre y su vivienda, no
quería venderla. Sventenius trataba de que el bueno de Pepito Lena entendiera
el alcance del proyecto y O’Shanahan –uno de cuyos antecesores fue dueño de
viñedos por esos lugares- se encargaba de irle haciendo ofertas. Finalmente,
Pepito Lena consintió en la venta cuando se le añadió el aliciente de que se
convertía en funcionario del Cabildo, como vigilante del Jardín con perro
incluido, y medio capataz de los obreros que irían a trabajar. Pepito Lena
lograba así lo que no pudo conseguir Sventenius. Convertirse en funcionario con
puesto fijo. El sueco tuvo que conformarse con un sueldo eventual de 500
pesetas y con el calvario administrativo de tener que dar cuenta minuciosa y
detallada de todos los gastos que su trabajo ocasionara para que se le
reintegrara lo gastado.
El amor a la
naturaleza y la fe en el proyecto del Jardín del presidente Vega Guerra, tenía
sus límites. A los terrenos del Jardín se añadieron algunos más hasta adquirir
su tamaño actual, pero, cuando le propusieron la compra de los terrenos
colindantes, con varios propietarios encabezados por la familia Rodríguez
Quintana, dijo que, de aportar el Cabildo 100.000 pesetas más para terrenos
–cantidad muy pequeña para la extensión a añadir- nada de nada. Resultado de
lindar con el Jardín, lo que antes eran excelentes terrenos agrícolas, hoy son
chalets y urbanizaciones.
Sventenius tiene
que duplicarse. Necesita mantener su contrato renovable anualmente con el INIA
en el JAO para sobrevivir y desplegar una enorme actividad para poner en marcha
el nuevo Jardín Canario. Volar todos los fines de semana, festivos y vacaciones
a Gando, donde lo espera el jeep, trazar el Jardín, establecer viveros y
recolectar, por riscales y barrancos los ejemplares necesarios, clasificarlos,
pedir a sus amigos de otras islas –o viajar a ellas- el envío de ejemplares, seleccionar
hasta el más mínimo detalle incluso hasta la piedra de la decoración, los
cursos de las aguas… y, a primeras horas del lunes, de nuevo en Los Rodeos. Es
un no parar. ¿Y todo ello por 100 duros? Desde luego que no. A pesar de su
carácter huraño y duro, lo que ponía en su trabajo era pura pasión y amor.
Muchas veces paraba los trabajos hasta decidir los accesos y pasos entre zonas
que quedaban absolutamente integradas, hasta tal punto que si hoy se mira el
Jardín desde las Laderas del Palomar no se distinguen los caminos. La cueva que
tenía la finca, dormitorio de la cabra de Pepito Lena, la convierte en
laboratorio y su inicial biblioteca, aunque la falta de corriente eléctrica lo
obligaba a alumbrarse con velas. Más adelante en Tafira Alta, en el antiguo y
coqueto hotelito “El Lentiscal”, propiedad del señor Kercher y su hija Lotti,
con la que traba entrañable amistad y un romance que interrumpió la muerte,
cogerá una habitación, siempre la misma, orientada a poniente que, en los
intervalos, si era ocupada por algún huésped lo hacía con la condición de que
si aparecía Sventenius tendría que dejarla libre. Lotti estuvo también varias
veces en el Tusculum del Botánico orotavense.
Diseña y distribuye
los espacios, las plazas, las escaleras, las fuentes, los adornos, elige las
piedras y sus colores, encarnadas, verdes grises… y sus tallas, en fin, todo.
Precisamente, la muerte lo sorprendió esperando el envío de unas placas de
fonolita que, como su nombre indica, producen sonido al golpearlas, para usarlas
a modo de gong o campana en el exterior del laboratorio. Las eligió él mismo en
un viaje a La Palma en junio de 1971 acompañado de Arnoldo Santos, último viaje
de recolección por las islas del botánico sueco-canario.
El jardinero que le
prestó una excelente ayuda –también funcionario del Cabildo- fue Manuel Sánchez
Santana, que, cuando no podía hacerlo O’Shanahan, iba a buscarlo a Gando, lo
acompañaba en las excursiones de recolecta, y portaba con especial cuidado con
las plantas que tenían raíz para plantarlas enseguida en los lugares que,
previamente, había seleccionado. Hacían de todo, desde arrancar pitas y tuneras
a trasladar tierras a lugares en que faltaba.
Donde hubo tuneras
antes del Jardín hay hoy una parte del Dragonal perdido. Jaime O’Shanahan le
insinuó que pusiera a los peones a arrancar las pitas y las tuneras. Sventenius
no quiso. Tenía miedo de que la tierra que aguantaban esas raíces se las
llevara la escorrentía si llovía fuerte, como en efecto sucedió. Por eso las
arrancaba solo cuando las iba sustituyendo por la planta definitiva. El gran
eucalipto existente en el terreno era una planta exógena que, además de su
apetencia hídrica, acidifica el suelo. Sventenius dio vueltas al problema de su
sustitución y apostó por el Palo Blanco “Picconia excelsa (Aiton) DC”,hermoso
árbol de nuestra laurisilva presente en todas las islas salvo Lanzarote. El
eucalipto fue eliminado y sustituido por un palo blanco, hoy frondoso ejemplar
de más de 20 m. de altura que da nombre a la plazoleta donde estuvo el
eucalipto.
Las cuadrillas de
Juan Nogales Hernández, ingeniero de montes a cargo del Distrito Forestal del
Estado desde 1949 impulsor de las repoblaciones forestales en Tamarán, amigo y
aliado de Sventenius en su proyecto -a quién dedicó el cardo mahorero
“Onopordon nogalesi Sventenius”- cuando, una vez hecha por el Cabildo la
agrupación, deslinde y compra de terrenos y la recuperación de los que ya eran
estatales, plantaban a diario bastantes cientos de pinos, incluso abriéndoles
el hoyo para colocar el plantón. No es de extrañar que, cuando Jaime O’Shanahan
daba periódicamente parte al presidente del Cabildo de los adelantos del
trabajo en el Jardín, y le comunicaba que se habían plantado media docena o, en
los casos más favorables, una docena de plantas, tenía que estar justificando
esas cantidades frente a los miles que plantaban las cuadrillas de Nogales.
De todas formas, y
a pesar de que no tenía nombramiento funcionarial con el Cabildo, desarrollaba
su proyecto con el fundamental apoyo de Jaime O’Shanahan –encargado además de
los viveros del Cabildo- de Juan Nogales, de Fernando Navarro Valle nombrado en
1958 Perito Encargado Jefe de la Sección Forestal del Cabildo a la que estaba
asignado el Jardín Canario, del encargado del mismo José Alonso (Pepito Alonso)
y hasta de su amiga Lotti Kercher que muchas veces le sirvió de secretaria.
Trabajaba a gusto y soportaba estoicamente la tremenda paliza de combinar la
construcción del Jardín con su trabajo en el JAO y con los continuos viajes.
Así duró hasta que Matías Vega, en 1960, obtiene el fruto de sus contactos
madrileños con los capitostes del régimen y lo nombran, primero, Gobernador
Civil de Barcelona y, luego, Embajador de España en Venezuela. Para sustituirlo
en el Cabildo se nombra a Federico Díaz Bertrana, siendo Gobernador Civil
Antonio Avendaño Porrúa, el fascista que, años después, en 1981, actuó como
defensor en el juicio a los golpistas del 23F. Díaz Bertrana fue notable por
preocuparse por el suministro de leche en Gran Canaria y la promoción turística
del Sur de la isla, pero no entraba en sus prioridades el Jardín Canario. Para
celebrar, en 1962, los 50 años de constitución de los Cabildos había dinero
para encargar a las monjas del Cister de Breña Alta el manto azul de terciopelo
bordado en oro y plata para la Virgen del Pino, pero no había para contratar a
Sventenius o facilitar su trabajo. Se negó a nombrar a Sventenius como director
del Jardín y pagarle un sueldo adecuado y no una miseria por proyectos
terminados porque “era extranjero”.
A pesar de los
esfuerzos conciliadores de Jaime O’Shanahan no había forma de conciliar el
carácter recto, indoblegable, de Sventenius, por lo que el choque con Díaz
Bertrana era inevitable. No solo por sus caracteres personales. Pesaban también
la consideración del sueco como extranjero a todos los efectos y la desidia del
presidente cabildicio hacia el proyecto del Jardín, agravada por la defensa a
ultranza que hacía Sventenius del mismo y de su entorno. El sueco criticaba con
dureza los chanchullos urbanísticos del Cabildo que estaba permitiendo las
edificaciones en sus alrededores, construyendo chalets en las zonas que
Sventenius reclamaba su compra además de que, para más inri, las construcciones
ni siquiera se ajustaban a los proyectos presentados y aprobados por el
municipio. Cuando la incomprensión y mala fe de Díaz Bertrana llegó al límite
de lo soportable, el 3 de julio de 1965, Sventenius presenta su dimisión a
Jaime –su jefe inmediato- y a la Sección Forestal del Cabildo a la que está adscrito
el Jardín, dimisión que no es aceptada, pero que no impide el apartamiento de
Sventenius y su profunda tristeza ante los hechos. Van a ser Jaime O’Shanahan y Fernando Navarro
Valle como responsables del Jardín los que carguen con la responsabilidad de
continuar, lo más fielmente posible, los trabajos de Sventenius. La situación
continuará, gris, triste y descorazonadora, mientras Díaz Bertrana está en la
poltrona cabildicia y solo se resolverá cuando, en mayo de 1970 el teldense,
catedrático de matemáticas, Juan Pulido Castro, lo sustituye en la presidencia
del Cabildo.
La etapa Díaz
Bertrana deja a Sventenius, como afirma en su obituario Wolfredo Wildpret
(Vieraea Vol.3 abril 1974), “tocado cerebralmente y desconfiado” porque, a
pesar del apoyo de sus amigos, sus enemigos eran muy fuertes y en posición
política relevante, de forma que, continúa Wildpret, “hubo también voces
traidoras de envidiosos despreciables que intentaron crear una atmósfera de
desprestigio a su alrededor”. Un episodio vale de muestra. Siendo Jaime
O’Shanahan miembro de la Junta directiva de la “Sociedad Protectora de Animales
y Plantas” de Las Palmas de Gran Canaria, propuso en una reunión la creación de
la Medalla de Oro de la Sociedad para premiar casos de dedicación o de acciones
extraordinarias que lo merecieran. Aprobada por la Sociedad, solicitó, con un
razonado y exhaustivo informe, la concesión a Sventenius de dicha distinción
honoraria, cuestión que fue aceptada por la Junta. La medalla, de unos 8 cm.
fue diseñada por el propio Sventenius. En su anverso aparece una planta
descubierta por Sventenius en los riscos de Guayedra de un nuevo género,
descrita y nombrada por el gran botánico catalán Piu Font i Quer, la “Sventenia
bupleuroides Font Quer”, una cerraja que se encuentra desde el risco de Faneque
hasta el Valle de Agaete, (“Lechugón de Sventenius”) y en el reverso un gato,
animal totémico para Sventenius, porque, según Jaime “era medio gatuno. No se
casaba con nadie, pero tenía sus amigos”. La medalla así diseñada la materializaron
los orfebres de la catalana Escuela Massana por encargo de la Sociedad. Se
pensó en una personalidad científica relevante para la entrega, y se contactó
con el bioquímico polaco Tadeusz Reichstein, descubridor de la cortisona y de
la síntesis industrial de la vitamina C, premio Nobel de Fisiología y Medicina
en 1950, amigo de Sventenius, a quién el sueco y O’Shanahan habían servido de
guías en su visita Las Palmas.
A principios de
julio de 1969 el presidente de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas,
Alejandro Rojo, y Jaime O’Shanahan se personan en Gobierno Civil para
comunicarle lo planificado al gobernador Avendaño Porrúa, para que, como
Presidente nato del Patronato de la Sociedad fuera el encargado de presidir la
entrega la medalla. El taimado gobernador se sale por la tangente pretextando
que no es necesario dado que se trata de una sociedad privada, pero no deja de,
alabando el nivel científico de Sventenius, deslizar que había malos
entendimientos con él por el temperamento que tiene, además de su condición de
extranjero pero que ya había hablado de ello para resolverlo con el presidente
del Cabildo. Resultado real: la medalla sigue en ignoto lugar y nunca se le
entregó a Sventenius. Como comentó años más tarde O’Shanahan “todo quedó en
agua de borrajas”.
Nombrado, por fin,
por Pulido Castro como director del Jardín Canario, con un contrato serio y a
su gusto por primera vez en su vida, el ajetreo de tantos traslados
Tenerife-Gran Canaria-Tenerife y la compatibilización de los dos trabajos era
demasiado para Sventenius. Además, su dedicación al Jardín Canario era cada vez
más exigente y necesaria, por lo que, en 1971, decidió abandonar
definitivamente el JAO y trasladarse a Gran Canaria para dedicarse en exclusiva
al Jardín Canario Viera y Clavijo. Las navidades de ese año las pasó en su
querido tusculum portuense con Manuel Sánchez Santana, el jardinero que lo
auxiliaba en Tafira. Recogió sus pertenencias y sus gatos, Kim, Ninou y
Nepentes. Se despidió de su gato preferido, Mayo, regalo de Olegario Mesa del
equipo del Orquidario Lycaste, al que había enterrado al pie de su tusculum. A
Mayo le dedicó el único artículo de prensa suyo no botánico que conocemos.
El ingente trabajo
de Sventenius en el diseño y montaje del Jardín Canario, que desgraciadamente
no pudo ver finalizado porque, en su mejor momento tanto personal, a punto de
formalizar su compromiso con Lotti Kercher, como profesional, con su contrato
de director y en pleno desarrollo de sus ideas, como sucedió años atrás en Tenerife
con su gato estrella, Mayo, fue atropellado por un coche a la puerta de su
amado Jardín en la noche mágica del 23 de junio de 1973. Guayota, soberano del
inframundo y creador de volcanes, no podía soportar a un enemigo de tanta
osadía como para proteger la naturaleza de unas islas que consideraba como su
creación de fuego y lava. Parece como si el escrito que, en la prensa canaria,
le dedicó Lotti Kercher a la muerte de Mayo era, realmente, premonitorio de la
suya propia, porque “su despedida de este brutal y mecanizado mundo debió haber
sido instantánea”. No pudo, como deseaba, inaugurar el Jardín Canario con
música de Beethoven. Murió el creador, pero no su creación, que nos queda como
legado.
Su aportación al
conocimiento y la conservación de nuestra flora es ingente. Gracias a él,
nuestras Islas Canarias y la Macaronesia son reconocidas como “Región Botánica”
del mundo. Aparte del nuevo género “Marcetella” dedicado a su “carísimo amigo
en Cristo” Adeodato Marcet, en el Jardín Canario, en base a la lista de plantas
vasculares publicada por Ericasson, Hansen y Sunding en 1979, encuentran que
Sventenius descubrió nada menos que 68 especies, 8 subespecies y 36 variedades.
A él se le han dedicado, al menos que yo sepa,9 especies : el helecho “Cheilanthes
sventenii Benl” del Barranco de Los Dolores y Las Nieves en La Palma; la
magarsa o margarita herreña “Argyranthemum sventenii Alridge et Humphries”; la
cariofilácea “Cerastium sventenii Jalas” de las cumbres de las islas
occidentales; el cabezón de risco palmero “Cheirolophus sventenii (Santos)
Kunkel”; la chahorra grancanaria “Siderites sventenii (Kunkel) Mendoza-Heuer”;
la pelusilla, boraginácea que se halla también en la costa africana continental
próxima, “Eritrichum sventenii Sunding”;
el tajinaste tinerfeño “Echium sventenii Branwell”; la col de risco mahorera
“Crambe sventenii Petterson ex Bramwell et Sunding”; la siempreviva grancanaria
“Limonium sventenii Santos et Fernández” además de una variedad dedicada por el
inglés Edgar Lamb, muy aficionado a las plantas crasas, la “Caralluma buchardii
N.E.Br. variedad sventenii Lamb” una Asclepiadaceae presente sobre todo en
zonas mahoreras como Tindaya, La Oliva, el Malpaís de la Arena o el islote de
Lobos. Sventenius devolvió el elogio a Lamb al dedicarle la “Euphorbia lambii
Sventenius” presente en el Parque Garajonay y muy afectada por el incendio del
2012, posteriormente replantada. No solo botánicos fueron los especímenes
dedicados a Sventenius. El “gorgojo de la magarsa” grancanario de Ayagaures,
Amagro y los acantilados de Guguy, el coleóptero “Cyphonocleonus sventenusii”,
refiere Arnoldo Santos, que su descubridor lo denominó inicialmente
“Cyphonocleonus svensonii” cuando ya se había cambiado en Montserrat el
apellido original latinizándolo y D. Enrique no podía tolerar esa marcha atrás.
La obra cumbre de
Sventenius, el “Additamentum ad Floram Canariensem”, fechada en el Puerto de la
Cruz en 1959 (Scripsi Portu Crucis ín Nivaria, Kalendis Iuliis anni MCMLIX), y
publicada en 1960, la escribe íntegramente en latín. Ya en la Abadía de Montserrat
su amigo Adeodato le había enseñado latín, pero en sus primeras publicaciones
de nuevas especies autóctonas canarias en 1946 era consciente de que aún no
dominaba la lengua del Lacio. Así escribe al monje catalán el 1 de julio de
1946:
“A esta carta
acompaña muchos papeles y cada uno a su vez está acompañado por una petición
mía hacia Vd. Desearía pedirle el gran favor de verter dichas descripciones en
latín y devolvérmelas tan pronto como puede. Mis herborizaciones han dado estas
plantas nuevas como fruto (sospecho que no sean las últimas) y como dispongo
aquí una bibliografía relativamente completa sobre estos dos géneros me he
decidido publicarlas lo antes posible.
Confiando que Vd.
no tome a mal el trabajo que me permito cargar sobre Vd. desearía obtener su
consentimiento de ligar su nombre a la [de] una planta canaria. Un abrazo de su
affmo amigo en Cto. y la Moreneta.”
La contestación de
Adeodato : “Carísimo amigo en Cristo: Con mucho retraso recibí su grata carta
del 1 cte. junto con las descripciones de las 5 esp. nuevas que devuelvo a
parte, traducidas al latín. No se si habré interpretado fielmente su
pensamiento, pues no teniendo a la vista las plantas, es algo difícil la
interpretación; V. corrija lo que crea conveniente.”
Las cinco especies
nuevas eran: “Centaurea junoniana Sventenius”, por Junonia major, nombre latino
de La Palma, que más tarde Sventenius, en otras especies, lo cambiaría a
“junonianus”; “Centaurea ghomerytha Sventenius”, por Gomera, que cambiaría
luego a “ghomerythus” o a “gomeraeum” si se trataba de una ssp o variedad,
Centaurea tagananensis Sventenius” por Taganana, “Monanthes niphophila
Sventenius”. Adeodat plantea nipho = nieve y phile= amante, amigo, esto es,
Monantes amiga de la nieve porque vive en las taliscas y grietas que rodean al
circo de Las Cañadas del Teide; y “Monanthes dasyphylla Sventenius” de dasy =
peludo, greñudo y phyll = hoja, por los pelillos grisáceos que poseen las
hojas. Las cinco fueron dadas a conocer ese mismo año en la publicación “Contribución
al conocimiento de la Flora Canaria” que publicó Sventenius en el Boletín del
Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas, Vol 6, nº 15 de diciembre de
1946.
Era un hombre
retraído, pero nunca fue parco en sus agradecimientos. Aparte de las muchas
especies dedicadas especialmente a amigos o colaboradores, de las que he
nombrado bastantes, en el Prefacio a su Additamentum dedica sus últimos
párrafos a agradecer el esfuerzo y la ayuda de las personas e instituciones que
ayudaron a que la investigación y su publicación fuera posible, latinizando
todos los nombres. Lo divide en dos párrafos. En el primero empieza expresando
su agradecimiento al “Institutum Nationale Hispanicum Investigationum
Agronomiarum” con su presidente Michael Echegaray Romea y al técnico Michael
Oroz Pérez de Landa, pasa luego al “Hortus Acomodationis Plantarum Arautapae” y
sus directores Andreas García Cabezón y Georgius Menéndez Rodríguez (a quien,
como comenté, había dedicado el rosalillo grancanario “Dendriopoterium menendezii”
de los riscales de El Hornillo y Tamadaba) para pasar al “Excmum. Capitulum
Insulare Magnae Canariae Insulae”, a su presidente Matthias Vega Guerra y
consejero Gracilianus Morales Ramos, al “Exmum Capitulum Insulare Gomerae
Insulae” con su presidente Michael Palmero Cadaya; a sus amigos Adeodatus F.
Marcet O.S.B. al que considera casi como coautor del escrito “qui hoc scriptum
reputavit”; a Emmanuel Gonzalez Matos
(al que había dedicado la hierba pajonera del Teide, la “Descurainia gonzalesii
Sventenius”) y al Doctor Ioannes Álvarez Delgado (D. Juan Álvarez era
catedrático de latín en la ULL) por su gran colaboración en la elaboración de
los textos latinos y, finalmente, al Doctor Piu Font Quer por sus oportunos y
sabios consejos.
El segundo párrafo
de agradecimientos lo dedica Sventenius a agradecer a todos los canarios que le
han prestado apoyo y hospitalidad como han hecho los que, con el tratamiento de
“clarus” (relevante, importante), aquí nombra: En Nivaria o Teneriffe: Dr.
medicus Caelestinus González Padrón y cónyuge; professor Ludovicus Wildpret
Álvarez y conyuge y D. Franciscus Ortuño Medina (a quién dedicó la cerraja
gomera “Sonchus ortunoii Sventenius”); en Junonia major o Insula Palma: D.
Iosephus Guadalupe Durán; en Junonia minor o Insula Gomera: D. Bonaventura
Bravo Expósito (le había dedicado la tabaiba amarga “Euphorbia Bravoana
Sventenius” del bosque termófilo de noroeste gomero) y cónyuge, D. Iosephus
Duque Martínez, D. Philibertus Darias Veguero (a quien dedicó el cabezón, subespecie
casi extinguida hoy que solo se encuentra en el Barranco de El Cabrito, el
“Cheirolophus Satarataënsis (Sventenius) Holub. ssp dairiasi (Sventenius)
Kunkel”), D. Emmanuel Mora Bento, D. Antonius Evaristo Padilla y cónyuge, D.
Carmelus Heredia Olmo y D. Bartolomaeus Lloret; en Ombrion o Insula Ferro: D.
Josephus Reboso Ayala y D. Zosimus Hernández Martín y cónyugue; en Canaria
Magna o Gran Canaria: Johane Nogales Hernández (al que ya dije había dedicado
el “Onopordon nogalesi”) D, Iacobo O’Shanahan Bravo de Laguna, D. Ferdinandus
Navarro Valle y D. Iohanne González García; En Pluviaria o Lanzarotti insula:
D. Marianus Lopez Socas y cónyuge (Ya le había dedicado la enredadera
“Convolvulus lopezsocasi Sventenius”); en Erbania o Forteventura: D. Gustavus
Winter y Franciscus Espinosa Rodríguez y sus cónyuges ( a D. Gustav Winter, el
propietario de la península de Jandía y de la Casa Winter en Cofete, hoy
propiedad del grupo Lopesan, le dedicó la magarsa de Jandía o margarita de
Winter, “Argyranthemum winteri Sventenius”). Termina el párrafo agradeciendo a
sus auxiliares Carolo González Martín, Olegario Mesa González e Israeli Bello
González por la deferencia mostrada en tantos años dedicados a realizar su
trabajo.
Finaliza Sventenius
con: “Eos omnes laudibus extollo acceptae gratiae memor semper ero, nam eorum
erga me animo et in meos labores benevolentia, multis acrimoniis sublatis, hoc
opus ad exitum perducere potui” que, libremente traducido viene a ser algo así
como: A todos ellos guardo en la memoria y expreso mi gratitud por sus ánimos y
su benevolencia hacia mi trabajo, que sin esas energías no lo hubiera llevado a
cabo.
Ericus R.
Sventenius –Don Enrique- está sepultado en la tierra de su Jardín Canario
“Viera y Clavijo”, bajo una sencilla losa de piedra volcánica verde en la se
grabó una cruz al pie de una gran piedra verde que soporta una pequeña lápida
de la misma piedra con su nombre. Todo sencillo y hermoso. Allí, cada 23 de
junio, la plantilla del Jardín le da cuenta del estado de su obra magna y de
los cambios y adelantos que, año tras año, van sucediéndose. Su espíritu, con
su gato Mayo a su lado, salen de la cueva de las cabras de Pepito Lena para
rondar, atentos y vigilantes, por las plazas, paseos, fuentes y jardines que,
con tanto amor, planificó y creó.
Como dijo de él
Wolfredo Wildpret “Luchó por sus ideales con la verdad por delante como lo
hacen los hombres que estiman su independencia”.
Francisco Javier
González
Gomera a 9 de
agosto de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario