NIÑOS DE NADIE Y DE LA NADA
ANÍBAL MALVAR
Andan los periódicos muy entretenidos con la trifulca gubernamental por la devolución a Marruecos de 800 niños llegados durante la mal llamada crisis diplomática de mayo. Se analiza la velada batalla entre el socialista Fernando Grande Marlaska y la podemita Ione Belarra, y mientras a nadie parecen importarle un carajo los niños. Ni, por supuesto, el trasfondo político: somos socios preferentes de una satrapía cruel y feudal, y Marruecos lleva años usando carne humana como moneda de chantaje a España y Europa. No se entiende que pasen los años y la Unión Europea no termine de adoptar algún tipo de castigo o veto a estas dictaduras, y al final nos comportemos como ellos en asuntos como este de los niños. Nuestro gobierno progresista se comporta más o menos como lo hacía el de Mariano Rajoy, con la salvedad de que ahora no se asesina en el Tarajal.
La devolución de
estos 800 niños se hace sin ninguna garantía para ellos. Nadie sabe adonde
irán, si volverán con sus familias, si tienen allí familias, si habían sido
explotados o prostituidos. Son los niños de nadie y de la nada, y pateamos sus
cabezas de un lado a otro del Estrecho como si nos dieran igual. Y es que, si
lo piensas un poco, nos dan igual. Y eso nos equipara al dictador Mohamed VI,
por mucho que al volver la vista nos sintamos tan demócratas, blanquitos y
superiores.
Que los derechos
humanos y su defensa no son el fuerte ético de nuestro ministro Grande Marlaska
ya lo sabíamos por varias sentencias europeas. Como juez, rechazó investigar
torturas en nuestras dependencias policiales, cosa que dice poco de nuestro
sistema garantista, y así nos lo afeó el Tribunal de Derechos Humanos en varias
ocasiones.
Pero es que tampoco
nuestros socios europeos son un dechado de bonhomía, y con este affaire de los
800 niños tampoco nos van a poner muy malas caras. Ellos también lo harían.
Pasan los años y
las décadas y observamos cómo el sueño europeísta no avanza como habían soñado
sus inspiradores. Más bien al contrario. Europa es un continente temeroso de su
propia libertad. Porque los oligarcas y los dueños del dinero saben que la
libertad, en la vorágine neoliberal de hoy, es poco competitiva. Y, por
supuesto, nadie se atreve a plantear sanciones económicas o vetos comerciales a
Marruecos cuando trafica (porque eso también es traficar) con seres humanos.
Con niños.
Yo no digo que este
gobierno pueda solucionar el asunto de un plumazo. Pero al menos me gustaría
percibir alguna diferencia en el trato a estos niños migrantes con respecto a
los gobiernos corruptos y deshumanizados del PP. Al menos en algo tan básico
como es la preservación de los derechos de la infancia.
Lo que va a hacer
Marlaska, además, no logra más que alimentar los más básicos instintos de los racistas
voxeros. En el fondo, el PSOE no está haciendo otra cosa que lo que haría Vox
con estos niños si estuviera en el Gobierno.
Hasta ABC se
escandaliza en su editorial de hoy de estas "devoluciones en tibio":
"No cabe esperar de Rabat ninguna delicadeza y esmero en el trato" a
estos menores. Que, aunque sea por un día, el ABC dé más muestras de
sensibilidad que nuestro gobierno progresista, debería resultarnos preocupante.
O algo peor.
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