EXTRAORDINARIA Y APASIONANTE:
"LARGO OSCURO ORIGEN
PEPITA AURORA RODRÍGUEZ SILVERA
Confieso que leer
esta novela me ha resultado un ejercicio de entretenimiento difícil y
minucioso; pero una agradable sorpresa y enormemente enriquecedor.
Eso me pasó ya con
la lectura del primer párrafo, que lo tuve que repetir para entenderlo mejor.
Y, a partir de
entonces, ya no pude parar: aunque tuviera que repetir muchas de las páginas,
una y otra vez, enganchada a la magia de las palabras, tratando de comprender
-como maestra de escuela que soy y como lectora adicta- todos los vocablos, las
formas de los verbos, los nombres y pronombres situados en impecables,
novedosas y extraordinarias construcciones lingüísticas que me estaban
hechizando. Pero sobre todo, tratando de asimilar ciertos vocablos,
transmisores de recuerdos y verdades como puños convertidas en frases tajantes,
que te desconciertan la lectura y te obligan a parar, para entender y
reflexionar sobre lo que estas leyendo.
Me costó leer la
novela, cierto. Pero cada página que leía -incluso las tuve que leer varias
veces- era un descubrimiento del que aprendía: como si pudiera apoderarme de
esa magia madura y magistral, propia de un gran maestro de la literatura y de
la propia vida. No en vano Víctor ha sido maestro profesional día a día más de
cuarenta años.
Y aprovecho para
contar que conocí a Víctor en el curso 69-70. Tenía él, por entonces, una
academia en Schaman, dando clases particulares de casi todas las asignaturas:
para sacar adelante a su joven familia. Y sucedió que un grupo de once chicas,
muy jóvenes entre las que me contaba, recién acabada la carrera de magisterio,
asistimos a sus clases para preparar las oposiciones. La primera sorpresa que
nos llevamos fue la juventud del profesor, que era de nuestra misma edad. La
segunda, y más importante, era su forma de impartir las clases. Con unas
cuantas lecciones -no teníamos demasiado tiempo hasta el examen- nos aclaró un
montón de dudas y nos dotó de recursos, que sesudos catedráticos de La Escuela
de Magisterio no habían conseguido. Él nos dio clases de Lengua, Matemáticas y
de todo el programa de las oposiciones. Basta decir que de las once, ocho
obtuvimos plaza de las sólo 30 que había, en una proporción de 15 maestros por
plaza.
Lo que Víctor no
sabe, y se lo voy a decir ahora, es que su forma, o llamémosle, su pedagogía a
la hora enseñar -ese ir al grano, al fondo de los problemas, de explicarlos
diseccionados con palabras sencillas, adecuadas a la raíz de las cosas- me hizo
pensar mucho en cuanto me enfrenté ya profesionalmente a una clase: influyendo
muchísimo en mi trabajo de transformar la escuela para acomodarla a los alumnos
y no al revés -como siempre había yo aprendido.
Tampoco sabe Víctor
-y en estos momentos se lo digo- que conocí a los escritores canarios y comencé
a leer sus obras -y sobre todo comencé a amar la literatura hecha en nuestras
islas- gracias a las recopilaciones divulgativas tituladas Literatura Canaria:
siglos XVI-XX (1976) Cuentos Canarios Contemporáneos (1975) y años después
(1985- 89) Narrativa Canaria del siglo XX en tres volúmenes que él y su amigo
–y también maestro- Rafael Franquelo nos mostraron con su trabajo.
Ellos recopilaron
cuentos y hermosas páginas literarias de una pléyade de magníficos escritores
que, por decisiones del sistema, no tenían cabida en los planes de estudios de
los jóvenes canarios, ni siquiera en la
Universidad, y me dio pie para seguir ahondando en esos autores y conocer más y
mejor mi propio espacio vital.
A la vez que
trabajaba con Franquelo en esas recopilaciones, Víctor hacía su propia
literatura con un lenguaje propio, directo y libre, que tanto gusta a jóvenes y
mayores. Fue en esas décadas cuando publicó Cada cual arrastra su sombra (1972)
Cuentos Cobardes (1974) y Lo más hermoso
de mi vida (1979).
Creo firmemente que
es uno de los representantes más brillantes de la llamada generación de los 70.
Posee una amplia e interesante bibliografía con más de treinta títulos, cientos
de artículos periodísticos, libros de recopilaciones, didácticos, y diferentes
colaboraciones en revistas literarias y prensa.
Hace unos años,
cuando comencé a tomar apuntes para escribir la historia de la Literatura
Infantil en Canarias, me di cuenta de que algunos narraciones para adultos de
Víctor eran también un regalo para los jóvenes, por su cercanía en los temas.
Ya los había trabajado en las clases con mucho éxito: esos libros me
permitieron entablar un diálogo crítico y enriquecedor con los niños mayores. Y
si a esa cercanía le unía también que poseían un lenguaje directo, claro y
honesto, debían estar por derecho en ese catálogo que yo escribía.
A medida que los
trabajaba me iba dando cuenta de que Víctor, como todos los que hacen buena
literatura, jamás se ha preocupado por la edad de sus lectores. Simplemente hace
acopio de experiencias vitales con una
calidad insuperable y las va soltando en cada uno de los momentos de sus
historias. Así, en esa especie de catalogación de obras y autores, yo he
recogido como cercanas a los jóvenes, títulos como Lo más hermoso de mi vida,
Nos dejaron el muerto… además de una serie de cuentos cortos, que le he rogado
en varias ocasiones que lo reedite, porque me parecen que serían muy
convenientes para chicos de secundaria y bachillerato. ¡Menos mal que ya se ha
puesto manos a la obra! Y lo felicito por ello.
Y, ¿¡como no!?,
también son importantes para los jóvenes de Secundaria y Bachillerato los
libros de recopilaciones de los años setenta que hizo con Rafael Franquelo y
que recoge títulos de Leandro Perdomo, Isaac de Vega, Pinto Grote, Alfonso
García Ramos, Vázquez Figueroa, Alfonso Osanahan, Ángel Guerra… etc, que -en mi
modesto entender- les da a los jóvenes una más clara visión de su propio yo.
He leído y
comentado muchas de sus obras, e incluso he contado algunas de sus historias
cuando viajaba a los festivales de narración oral en Hispanoamérica. Tengo
predilección por sus libros Cuentos cobardes, Nos dejaron el muerto, El arrorró
del cabrero o Cada cual arrastra su sombra.
Estaba convencida
que conocía el lenguaje y el estilo de Víctor, y que no me iba a sorprender
esta nueva novela, pero me equivoqué. Largo oscuro origen es diferente a todas
las demás: se sale de madre… Es como si el autor hubiese estado toda una vida
practicando ejercicios libres con el lenguaje y la imaginación, para, en plena
madurez, comenzar a escribir esta prenda.
Desde que comencé a
leerla fui conquistada por la magia de sus vocablos, que me creaba imágenes a
veces escalofriantes, por la cantidad de entresijos sintácticos, por los giros,
los tiempos de los verbos, por los nombre y pronombres y por su forma de
engarzar las frases. Y se ha convertido en mi novela de cabecera; la sustituiré
cuando encuentre otra que me entusiasme más o como ella. La puedo leer muchas
veces y descubrir nuevos giros cada vez. No se parece a ninguna otra que haya
leído antes; pero la verdad es que, por ahora, no sabría cómo contarla ni cómo
transformarla en narración oral.
La novela nos
cuenta diferentes versiones del asesinato del Tunicio en un barrio de una
ciudad como Las Palmas; pero que podría haber sucedido en cualquier pueblo de
las islas y en el propio corazón de la ciudad o en cualquier otra ciudad del
mundo. Y deslumbran sus personajes.
Agradezco a Víctor
esta nueva lección de lengua y literatura con su Largo oscuro origen, cuya
lectura me ha hecho repasar una y otra vez la complejidad artística de las
construcciones lingüísticas, para mí novedosas.
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