PRÓLOGO de “SUSURROS
DE SOLEDAD”: LA ILUMINADORA LLAMA PODEROSAMENTE LIBERTARIA DE
VÍCTOR RAMÍREZ
POR JOSE ALMEIDA
En más de una ocasión ha contado
el escritor y profesor Víctor Ramírez que, allá por el año 1991 le rondaba la
idea, cada vez más persistentemente insidiosa, de dejar de escribir para
siempre jamás.
Y le rondaba esa idea de no
querer escribir ni una línea más, no porque pensara que ya no tenía nada
interesante que contar, o porque, de pronto y de repente, le hubiera asaltado
la pereza o la desidia. No. Simplemente era -como él lo escribiera en alguna
ocasión- "por
la tremenda dificultad o la casi absoluta imposibilidad de que puedas
realizarte honestamente como escritor en Patria tan sometida, donde lo propio
deba ser despreciado o minusvalorado, e incluso ninguneado, porque así lo ha
dispuesto y dispone el poder metropolitano a través de los llamados medios de
comunicación y de los centros docentes".
Pero -por bendito milagro,
por bendita suerte para muchos, entre los que me cuento- a finales del año 1991
iba a ocurrir "un suceso de
talla" que
influiría beneficiosamente -como gusta decir al escritor Rafael Arozarena
para nombrar a algunos acontecimientos que puedan provocar cambios
imprede-cibles- en la vida y en la obra literaria de Víctor Ramírez.
Ese año de 1991, el que
fuera director del Diario de Las Palmas, Santiago Betancor Brito,
le admitió la idea de llevar él la separata cultural de este periódico
vespertino y centenario: un cuadernillo central que saldría una vez por semana
conocido con el nombre de Cartel
de Las Artes y Las Letras.
Víctor aceptó el reto e implicó en
el proyecto a Rafael Franquelo y a tantísimos escritores y creadores canarios que NUNCA antes habían
dispuesto de algún medio de comunicación para dar a conocer sus creaciones. Sería al poco tiempo de estar
llevando las páginas de Cartel cuando el director le propuso a nuestro narrador la
posibilidad de escribir, además de narrativa, artículos de opinión sobre
acontecimientos que fueran de interés general para los lectores.
Entonces –y pese a que
Víctor le advirtiera que sería fiel a su modo de pensar- empezaría a escribir
sobre temas, cuestiones y personas que tuvieran que ver, preferentemente, con
Canarias. Cuando ya hubo escrito los cien primeros artículos -o “reflexiones periodísticas”, como prefiere llamar a sus
colaboraciones en prensa- publicados entre los primeros de octubre de 1991 y el
cuatro de mayo de 1993, se atrevió a reunirlos en libro: por "la insistencia de algunos amigos majaderos y
por la amabilidad editora del también amigo Cándido Hernández " -como confesó en cierta
ocasión.
Así, el primer libro publicado con sus particulares
"reflexiones periodísticas", que aparecería en junio de 1993, se
llama Respondo y marca un hito (como lo
marcó con su narrativa, según manifestó el mismo Isaac de Vega cuando
leyó Cada cual arrastra
su sombra en 1972)
no sólo en su literatura -que hasta este momento había sido fundamentalmente de
"ficción"- sino también en la historia de la literatura y el
periodismo en Canarias. Y no piensen que exagero, que me puede la sentida
amistad que le profeso. Sé bien lo que digo.
Pero no se iba a quedar
aquí -como muchos hubieran querido, como muchos todavía están queriendo, por
suerte inútilmente- el impulso, el pensamiento y el sentimiento
inconteniblemente libertario de Víctor. A Respondo le siguieron La escudilla, La rendija, Palabras de Amazigh...
Como podrán comprobar todos
aquellos que se acerquen a estos libros, desde aquel Respondo de 1993 hasta el último, han
pasado muchos años, muchos años en los que Víctor se ha mantenido fiel a su
sentimiento liberador, a su pensamiento libertario y donde ha conseguido
mantener -contra vientos censurantes, contra mareas de viles cobardías, de
infames traiciones- la llama viva de la insumisión, de la rebeldía, de la
querencia independentista en nuestra sorroballada, humillada Patria, en nuestra
ignoran-tada y ninguneada Patria Canaria.
Y si Víctor continúa siendo
fiel a su pensamiento libertario y sigue atreviéndose a publicar sus sentidas "reflexiones periodísticas", en formato de libro, es porque
está convencido de que leer "significa fundamentalmente agudizar la inteligencia y conmover la
sensibilidad. Significa, sobre todo, agudizarlas para no dejarte sorprender
engañosamente por las enturbiadoras brumas de la vorágine del presente".
Y si Víctor -reconocido
como uno de los más grandes
escritores canarios de todos los tiempos y uno de los intelectuales más
combativos de nuestra
tierra- continúa escribiendo es porque, como él declara "tengo el deber de
insistir en que habitualmente los canarios desconocemos cuál es nuestra
realidad, porque los canarios vivimos respirando mentiras e ignorantaciones
envilecedoras emanadas de todos lados: de la televisión, los periódicos, las
emisoras de radio, de los colegios, institutos, universidades -y salvo mínimas
excepciones".
Somos muchos ya los que
reconocemos y afirmamos rotundos, sin ambages ni medias palabras, que si no
fuera por la voz, por la palabra insumisa, rebelde, libertaria de nuestro
querido y admirado Víc-tor Ramírez, en Canarias no existiría la verdadera y
libre expresión de algunas formas de pensar radicales –que vayan a la raíz de
nuestra problemática realidad-, esenciales y que también compartimos muchos,
pero que por desconocimiento o temor, por cobardía o incapacidad, no sabemos
expresarlas literariamente como él lo hace.
Aunque le duele indeciblemente que la mayoría de sus
paisanos sean analfabetos funcionales y que éstos, quizá, no lleguen nunca a
leer ninguna de sus obras, él sigue empeñado en publicar novelas, cuentos,
reflexiones periodísticas; como también participa en conferencias, en
encuentros, en programas radiofónicos, porque entiende que es la única forma de
mantenerte vivo en este "torreón carcelario", en este "paraíso
podrido" en que se han convertido, en que han convertido, estos
terriblemente encantadores atlánticos peñascos africanos.
Reconocidas
como magistrales son, sin excepción, sus obras narrativas –tanto cuentos como
novelas. Pero de lo que no cabe duda es que con sus "reflexiones
periodísticas" es donde Víctor Ramírez ha aportado más al despertar de la conciencia
nacional canaria, al resurgir del sentimiento dignificador, insumiso,
libertario de sus escritos.
Víctor
Ramírez, en cada uno de sus artículos, en cada uno de sus libros, se arroja
desnudo, pero con argumentos irrebatibles, al terrero de la rebeldía en alta
voz, para señalar y desenmascarar de una agarrada certera a los esbirros y
mayordomos del poder colonial español en Canarias, a los cortesanos y a los que
doblan el espinazo ante los viles personajillos que sólo son instrumentos
perpetuadores de la ignorancia, la esclavitud y la sumisión de la gran mayoría
del pueblo canario.
Por todo esto se ha atrevido –en “soledad solidaria”- a encarar
su destino con un mínimo de va-lentía que le permita seguir rebelándose contra
la opresión; por estos anhelos quiere Víctor Ramírez "dejar
constancia escrita -formando un todo más manejable en libro-
del reflexionar sentido de un canario independentista que también a veces
ejerce de escritor, y con la esperanza
de que a otros sirvan para algo esas reflexiones".
Aunque
la necesidad por "dejar constancia escrita" es imperiosa y obliga a
un sentido y vívido compromiso diario ("el compromiso
es para mí libertad, no pesada losa", te dice de plano mirando
profundo y fijo), aunque la necesidad se imponga tozuda y obligue constante a
una urgente respuesta, jamás descuida la forma.
Víctor Ramírez no sólo medita y reflexiona lo que quiere
decir, sino que atiende cuidadoso el cómo lo expresa. Esta poco común actitud
de los que escriben en los periódicos por perfilar estilísticamente sus textos
o artículos de opinión, obedece, sin ningún asomo de duda alguna, a una doble
querencia: tanto considera que es imperativo clarificar las ideas, los
pensamientos, para ser más preciso y contundente -"…pues así
deben ser las opiniones…"- siempre inspirado en el firme deseo de disipar las
posibles sombras de la ambigüedad, que podrían ocultar o confundir el camino o
la verdad que señala y que quiere compartir, como ve importantísimo el
encontrar la forma más eficaz de comunicar sus ra-zonamientos, para que no
quepa la menor duda, sin ambages y sin medias palabras.
Como muy bien observó el ya fallecido periodista José
Miguel Vargas "Víctor
Ramírez perfila en párrafos cortos y entregas directas el quehacer de un
observador multifacético que no dirige su mirada hacia un solo único punto del
horizonte de la vida cotidiana, sino que otea desde su azotea de barrio todo
aquello que le conmueve e indigna para proclamarlo o denunciarlo; aunque la
censura, dice el autor <existe implacable>".
Después
de leer estas "reflexiones periodísticas", -estos Susurros de soledad-, uno ya no
puede ser el mismo y se confirma la finalidad y el logro del intelectual como
aquel que nos hace ver, sentir y comprender, lo que antes, tal vez, no veíamos,
ni sentíamos, ni comprendíamos.
Nuestro gran escritor Isaac de Vega describió
perfectamente la actividad que nuestro autor adopta ante la realidad canaria
que le circunda: "Sabida
es la fijación de Víctor Ramírez por lo popular, no únicamente como más o menos
caótico y de historia a mano para entretener, sino como profunda comprensión y
amor por las gentes que discurren sus vidas humildemente… Masas explotadas de
donde sale toda especie de riqueza, toda clase de lujos, toda clase de
soberbias de los otros menos, triunfantes en esta dudosa vida de todos los
días, que se hacen sobre los que exprimen, asentados en una injusta
democracia".
¡Incluso esto ha conseguido con sus escritos nuestro Víctor:
que el hermético y tan reservado Isaac de Vega manifieste tan nítidamente
sus profundos sentires políticos!
Otro gran escritor y periodista, Alfonso Oshannahan
nos apuntaría que "a Víctor lo que le
duele esencialmente es su Patria,
Canarias, sin asomo de egoísmo isloteño alguno, pues toda su prosa periodística
arranca de la universalidad del canario, pero del canario universal, es decir,
del canario no colonizado".
El camino, lo sabemos de sobra, es largo. Pero cada vez
somos más los que nos paramos a reflexionar con los siempre iluminadores
artículos de Víctor Ramírez.
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