AVERIGÜEMOS QUIÉN MIENTE
DAVID BOLLERO
La crisis sanitaria
que padecemos no sólo ha servido para mostrar la facilidad de contagio del
COVID-19, sino también de la hipocresía, del cinismo. Unos y otras hablan de
consenso, de unidad, de lealtad y patriotismo mientras los datos facilitados
por una y otra parte se dan de bruces, mandando a nuestra democracia directa a
la UCI.
Madrid y su
presidenta Isabel Díaz Ayuso (PP) se han representado como la avanzadilla de
las tensiones entre Comunidades Autónomas (CCAA) y Gobierno central, no sólo por ese trauma
histórico de centralismo que padecemos en España, sino porque es la región que
concentra los mayores estragos de la pandemia, con 50.694 de casos confirmados.
Sin embargo hay
otras, como es el caso de Andalucía, gobernada por PP y Cs con el apoyo de Vox,
que también ilustran la colisión de datos que tanto desorienta a la ciudadanía.
El pasado 14 de abril, al fin la Junta de Andalucía aportaba (por Twitter) los
datos específicos de compra de material sanitario en la Comunidad. Según sus
datos, el ministerio de Sanidad
únicamente ha dotado a Andalucía con 482.990 mascarillas.
Por el contrario,
si se acude a la información que puntualmente viene dando el Gobierno de España
sobre el reparto de material, la realidad es muy distinta: la cifra sólo de
mascarillas es de más de 4,2 millones de mascarillas (el 9% de todas las
repartidas en toda España). De hecho, es la tercera CCAA que más mascarillas ha
recibido, sólo por detrás de Madrid (11,4 millones, 24,6%) y Cataluña (8,9
millones, 19,2%), aunque por número de contagios ocupa el sexto lugar.
Esta discrepancia
de datos es una muy mala noticia y lo es aún más el hecho de que trascienda a
la opinión pública. En una crisis como la que vivimos, hay cierta colada que se
ha de lavar en casa, y no parece que Sanidad y Junta hayan hecho eso. No parece
tan complicado que esta guerra de cifras se hubiera resuelto de puertas para
adentro.
En el caso de la
entrega de material sanitario la discrepancia tiene sencilla solución: basta
mostrar los albaranes de entrega o documento similar que ratifique si desde el
gobierno central se han entregado esos más de 3,7 millones de mascarillas de
diferencia respecto a lo que afirma la Junta. Con otras métricas, como el
número de contagios o fallecimientos, resulta más complicado. El BOE acaba de
publicar a éste respecto el modo en el que las CCAA han de realizar los
cómputos... veremos si obedecen.
En cualquier caso,
comprobar cómo las distintas Administraciones se tiran los trastos en público
acusándose de mentir no beneficia a esas manos tendidas, lealtad y patriotismo
de los que presumen después. Bien es cierto, por otro lado, que las CCAA donde
se producen más choques de datos son aquellas en las que gobierna la derecha
que, casualmente, también son las mismas que rompen el consenso en materia
educativa ante el coronavirus. Da qué pensar, colocando como guinda del pastel
el modo en que se desmarcan de los llamados Pactos de la Reconstrucción.
Esta continua
crispación política, no sólo sobre medidas a adoptar, sino sobre la
cuantificación de las adoptadas, daña la convivencia y mina la moral de la
población. Por ello urge que sobre lo que más fácilmente es posible arrojar
luz, se haga y se pongan en el lugar que merecen quienes mintieron sin buscar
el interés general de salud pública, sino el partidista de acaparar poder. Lo
que es innegable, es que alguien miente. Averigüemos quién.
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