01 * LUIS SEPÚLVEDA
POR VÍCTOR RAMÍREZ
Artículo publicado en Diario de Las Palmas en 1993
como número 1 de la serie AGÜITA PASADA.
- I -
Sí, pariente, también lo vi. Fue una casualidad y me
llevé una enorme alegría. En el noticiario del Canal Plus, el de las ocho y
media, salió Lucho, salió Luis Sepúlveda.
El motivo de su aparición televisiva es la publicación de su novela “Un
viejo que leía novelas de amor”. Ya ha sido traducida a catorce
idiomas, y la va a llevar al cine el prestigioso realizador francés Jean Jacques Annaud; sí, el mismo de “El
oso” y “El nombre de la rosa”.
Somos amigos Lucho y yo sin
conocernos personalmente. Como lo somos Ricardo
Bada y yo, como lo somos Karl Müller y yo... sin conocernos
personalmente Así son los reconfortantes milagros del librito que, con tantas
fatigas y tozudeces, escribes y publicas... y que vuela autónomo a sitios
insospechados y de maneras insospechadas. Pero vayamos al principio...
...El día
primero de Agosto del año pasado (1992) y por teléfono llamó a mi casa el poeta
Manolo Padorno. Llamaba éste para
comunicarme que desde Alemania alguien, un escritor colombiano llamado Luis
Sepúlveda, quería contactar conmigo. Ese "alguien desde Alemania" había leído un libro mío y tenía
interés en conocer algo más de mi literatura. Manolo dijo que su traductor
alemán -el traductor de Manolo-, Karl
Müller, residente en Colonia, le había pedido que me lo comunicara.
Llamé a Karl Müller para saber yo cómo
contactar con el colombiano Luis Sepúlveda. Müller aclaró que éste
era chileno y no colombiano, y también parecerá contento de haber hablado
conmigo por vez primera, pues conocía y valoraba positivamente mi narrativa.
Afectuoso, me brindó su amistad; afectuoso, le brindé la mía. Y me facilitó
dirección y número telefónico de Luis, que vivía en Hamburgo.
Tras dejar de
hablar con el traductor alemán de Manolo Padorno, e inmediatamente, llamé a
Hamburgo, al teléfono del escritor chileno Luis Sepúlveda. Quiso la suerte que
le encontrara en su casa. Hablamos un ratito: lo suficiente para quedar ambos
recíprocamente enganchados en lo que, ojalá, sea una fructífera amistad.
Pocos días después, el siete de
Agosto, recibo un paquete postal enviado desde Hamburgo: una carta y dos
libros. La carta tenía fecha del dos de Agosto de 1992; y los libros me estaban
dedicados: "con un más que
afectuoso saludo" el titulado “Un viejo que leía novelas de amor” y
"como primera pata de una amistad
larga" el titulado “Mundo del fin del mundo”.
Cuando leo las
notas biobibliográficas de solapa y contraportada en ambos libros, constato
que se trata de un escritor seriamente reconocido mediante premios respetables
y de un hombre honesto y luchador en dignificantes causas de solidaridad
humana. Leyéndole la carta me sentí muy halagado; apenas sí pude reprimir la
vanidad anonadante que me embargó. En ella Luis Sepúlveda, sin tapujos, había
escrito:
"Conocí Nos dejaron el
muerto por culpa de otro gran amigo, Ricardo Bada, quien me aperó de lecturas durante cuatro siniestros
meses que estuve hospitalizado a fines del año pasado y comienzos del actual.
Ricardo me advirtió: (“Nos dejaron el
muerto”) es una de las mejores novelas cortas de los últimos tiempos. Y
comparto su opinión. La leí de sorpresa en sorpresa...".
Ya por
teléfono me hubo dicho Luis que envió fotocopias de la novela a amigos de
Chile y de otros lugares, que había interés en editármela en su patria chilena,
que el prestigiado escritor colombiano Álvaro
Muti también la consideraba de las mejores de los últimos 25 años... Yo
estaba sorprendidísimo y ruborizado ante la tanta bondad para con mi novelita y
desde tan lejos y por afamado escritor -como lo es Álvaro Muti, al que García Márquez dedicara la edición de “El
general en su laberinto”- y a quien apenas yo conocía sólo de referencia.
"Son los pequeños hermosos milagros de la literatura" -me diría un
amigo cuando le enteré del extraño acontecimiento.
De su novela Un viejo que leía novelas de amor
(que acaba de ser lindamente editada por Tusquets)
me comunicaba: "está traducida a siete
idiomas (hoy ya son catorce), en la
actualidad es una de las novelas más leídas en Francia, pero en España fue
ignorada". Con ella había Luis Sepúlveda obtenido el Premio Tigre Juan de Novela Corta de
Oviedo en 1988; y se la publicaría Ediciones
Júcar al año siguiente.
Y de “Mundo
del fin del mundo” me adelantaba: "acaba
de aparecer en una edición muy lujosa de la colección V CENTENARIO (de la
invasión armada de América) y representa a la literatura chilena en la parte
cultural (¿?) de la Expo de Sevilla". El ejemplar -en rústica- que me
enviaba pertenecía a la Colección "Puerto de sombra" de Publicaciones "Juan Chabás" en Denia de Alicante.
29-junio-1993
* * *
-II-
Luis Sepúlveda nació en Ovalle,
norte de Chile, en 1949. De su fructífera vida andariega puedo comunicarte que
ha sido y continúa siendo pasajero entre Oslo y Punta Arena, habitante de
Hamburgo y Barcelona, huésped de alegres y sinceros pueblos amazónicos, o de
melancólicos Tuaregs de la República Árabe Saharahui Democrática, exmilitante
de causas justas y no por ello menos traicionadas, tripulante de Greenpeace,
pesimista frente a los nuevos muros de estupidez y papanatismo que se alzan en
nombre de una pretendida posmodernidad.
Fue comunista
y fue condenado por ello, en su Chile, a 28 años de cárcel, acusado de traición
(¡cómo no, pariente!). Después de cumplir dos años y medio, se le conmutó la
pena restante por ocho años de exilio (¡así se "arreglan" las cosas
en las dictaduras a pistola descubierta!) y gracias a Amnistía Internacional.
En Hamburgo volvió a e-jercer de periodista.
Entre otros
premios literarios, ha obtenido el "Gabriela Mistral" de poesía en
1976, el "Casa de las Américas 1969" en La Habana de Cuba y por el
libro de relatos Crónicas de Pedro Nadie, los premios Nacionales de Cuento y
Poesía 1969 y 1970 - respectivamente- en Chile, el premio "Ciudad Alcalá de
Henares" en 1987 por su libro de relatos Cuaderno de viaje
-otorgado por la Fundación Colegio del Rey, de Madrid-, el premio "Tigre
Juan de Novela 1988" por la obra anterior-mente citada -Un
viejo que leía novelas de amor-, el premio internacional "Margarita
Xirgu de teatro radiofónico 1989" por su obra Vida y pasión del Gordo y el
Flaco -otorgado por Radio Nacional de España y el Instituto de
Cooperación Iberoaméricana-, el Premio "Mérida de Cuentos 1989" en
Mérida de México, el "Premio Internacional de Promoción de la literatura
1989" otorgado por la ciudad de Hamburgo. En 1990 obtiene Luis los Premios
"Juan Chabás de Novela Corta" y "La Felguera de
relatos".
Además ha
publicado El teatro como elemento comunicador (Chile, 1970), Los
miedos, las vidas, las muertes y otras alucinaciones (Cuentos.
Editorial Nordan Estocolmo, 1986, y re-editado por Editorial Austral de Buenos
Aires en 1987).
En el prólogo
la regidora Remei Galiana afirma de Mundo del fin del mundo: "...es una novela que realza y pone de
manifiesto unos valores humanos que figuran constantemente en primera línea de
nuestro quehacer diario. El canto a la solidaridad, al respeto por la
conservación de la naturaleza, a la fraternidad, a la libertad son principios
por los que muchas personas han trabajado a lo largo de la historia de la
humanidad, que están plenamente vigentes y por los que continua-remos
esforzándonos... "
Luis Sepúlveda desde edad temprana
participa en movimientos estudiantiles y sindicales. Ya te lo dije, pariente:
En 1977 elige exiliarse ante el dilema que la tiranía capitalista
militarizada imperante en su país le impone: 28 años de cárcel u 8 de
“extrañamiento”. Fuera de su patria chilena continúa su fértil existencia
creadora: Poemas, piezas teatrales, cuentos, fundación de grupos de teatro -en
Perú, Ecuador y Colombia-, periodismo.
En 1978
participa en una investigación patrocinada por la UNESCO en la Amazonia
ecuatoriana, cuyo fin es determinar "los
impactos de los procesos de colonización en las poblaciones amazónicas",
eufemismo que esconde la destrucción de culturas precolombinas y de un
entorno ecológico de patrimonio universal. Medio año entre la población "shuar" (mal llamados jíbaros) le entrega elementos que harán
cambiar su concepción del mundo y los materiales que dan vida a la hermosa
novela “Un viejo que leía novelas de amor”, la primera que escribe y
que fue concebida como novela de aventura y como homenaje a ese lejano mundo
amazónico hoy tan violentamente agredido por la voracidad de unos pocos necios
que tan cruelmente dominan el mundo. En 1980, tras participar en el proceso
liberador de Nicaragua, se traslada a Europa, donde prosigue su actividad de
escritor.
30-junio-1993
* * *
-III-
Juan Benito Argüelles escribe para
el prólogo de “Un viejo que leía novelas de amor”, en 1989, en Oviedo:
"...la creación de Luis Sepúlveda discurre por las nuevas corrientes de
una escuela narrativa que hace hincapié en la magia de la realidad... (El mismo
Luis Sepúlveda) declaró, hablando de
esta su novela : "...nos hemos
separado del realismo mágico y planteamos, de una manera creíble, la magia de
la realidad". Decía Juan Benito Argüelles:
>>…En esta novela… se
refleja el amplio conocimiento de lo humano, que ha proporcionado al autor la
larga marcha desde la Cruz del Sur hasta la estrella del Septentrión. Exilio y
trabajos de va-riada índole le han hecho conocedor de culturas diferentes que
han enriquecido su labor creadora.
>>…Antonio José Bolívar,
protagonista de Un viejo que leía novelas de amor es un personaje
representativo de cualquier especie humana y por ello universal, nos resulta
muy próximo, de una vecindad patente… El entorno de la Amazonia no sirve más
que para poner de relieve la fuerza de las dramatis
personae, su relación con la naturaleza hostil y difícil, que provocando
situaciones límites, no por ello hace menos verosímil la acción. Cabe destacar
el mundo de los indios shuar y su
relación con Antonio José Bolívar, que es su referente blanco.
>>…El autor, antropólogo,
ha trabajado para la UNESCO en la Amazonia Ecuatorial, estudiando de cerca la
política de colonización y compro-bando directamente los destrozos que hacen
las multinacionales de la madera en la selva amazónica. Los “shuar”, palabra que
significa “gente” y que el mundo occidental traduce por “jíbaro”, es un pueblo
que vive en simbiosis perfecta con su entorno ecológico y la naturaleza en
general. Con este telón de fondo el hilo argumental se teje sobre la peripecia
vital de un hombre ya viejo que se ve obligado a cazar y dar muerte a un
tigrillo. Lo que atrae y retiene al lector es la reflexión del cazador sobre lo
que es vivir en la selva.
*
Un viejo que leía
novelas de amor comienza así: "El cielo era una inflada panza de
burro colgando amenazante a escasos palmos de las cabezas. El viento tibio y
pegajoso barría algunas hojas sueltas y sacudía con violencia los bananos
raquíticos que adornaban el frontis de la alcaldía".
Y termina con
este párrafo: "Antonio José Bolívar
Proaño se quitó la dentadura postiza, la guardó envuelta en el pañuelo, y sin
dejar de maldecir al gringo inaugurador de la tragedia, al alcalde, a los
buscadores de oro, a todos los que emputecían la virginidad de su amazonía,
cortó de un machetazo una gruesa rama, y apoyado en ella se echó a andar en pos
de El Idilio, de su choza, y de sus novelas que hablaban del amor con palabras
tan hermosas que a veces le hacían olvidar la barbarie humana".
En medio de
ambos párrafos me encontré con un magnífico narrador y ejemplar hombre, me
encontré con el hermano chileno Luis
Sepúlveda. Espero, pariente, que otros compatriotas nuestros tengan la
fortuna de disfrutar con su lectura como nosotros.
1-julio-1993
(NOTA
POSTERIOR, 2005, cuando publiqué en libro
AGÜITA PASADA, la colección de mi tercera serie escrita para el Diario de Las
Palmas, serie en la que casualmente sería éste el primer artículo, el dedicado
a Luis: Luis Sepúlveda estuvo en Las Palmas hace ya sus años. Vino invitado
-no recuerdo por qué Institución- a dar una charla en Lanzarote y se dio un
salto para abrazarme. Estuvimos un día juntos -acompañados ambos por José
Miguel Cuenca, José Almeida y Rafael Franquelo. Lo pasamos rebeldemente bonito.
Después ya no supe más de él: pues no cumplí con la promesa de escribirle -tan
liadísimo andaba yo día tras día, incluso domingos y demás días festivos- y él
empezó también a liarse de buena manera en montones de proyectos culturales
-según supe por prensa española. No he vuelto a verlo ni a escribirle. Guardo
un afectuosísimo recuerdo de él).
*
* * * * * *
Estimado Ángel Morales García:
ResponderEliminarNecesito comunicar con Víctor Ramírez para que me informaría si está dispuesto, todo el texto del prólogo de "Juan Benito Argüelles escribe para el prólogo de “Un viejo que leía novelas de amor”, en 1989, en Oviedo" que está referido anteriormente.
Mi email es:Kyriakoulakou@gmail.com
En espera de su respuesta,
Atentamente,
Antonia Kyriakoulakou