viernes, 24 de abril de 2020

01 * LUIS SEPÚLVEDA

01 *  LUIS  SEPÚLVEDA

POR VÍCTOR RAMÍREZ
Artículo publicado en Diario de Las Palmas en 1993 
como número 1 de la serie AGÜITA PASADA.
- I -
Sí, pariente, también lo vi. Fue una casualidad y me llevé una enorme alegría. En el noticiario del Canal Plus, el de las ocho y media, salió Lucho, salió Luis Sepúlveda. El motivo de su aparición televisiva es la publicación de su novela “Un viejo que leía novelas de amor”. Ya ha sido traducida a catorce idiomas, y la va a llevar al cine el prestigioso realizador francés Jean Jacques Annaud; sí, el mismo de “El oso” y El nombre de la rosa”.
Somos amigos Lucho y yo sin conocernos personalmente. Como lo somos Ricardo Bada y yo, como lo somos Karl Müller y yo... sin conocernos personalmente Así son los reconfortantes milagros del librito que, con tantas fatigas y tozudeces, escribes y publicas... y que vuela autónomo a sitios insospechados y de maneras insospechadas. Pero vayamos al principio...


...El día primero de Agosto del año pasado (1992) y por teléfono llamó a mi casa el poeta Manolo Pa­dorno. Llamaba éste para comunicarme que desde Alemania alguien, un escritor colombiano llamado Luis Sepúlveda, quería contactar conmigo. Ese "alguien desde Alemania" había leído un libro mío y tenía interés en conocer algo más de mi literatura. Manolo dijo que su traductor alemán -el traductor de Manolo-, Karl Müller, residente en Colonia, le había pedido que me lo comunicara.
Llamé a Karl Müller para saber yo cómo contactar con el colombiano Luis Sepúlveda. Müller aclaró que éste era chileno y no colombiano, y también parecerá contento de haber hablado conmigo por vez primera, pues conocía y valoraba positivamente mi narrativa. Afectuoso, me brindó su amistad; afectuoso, le brindé la mía. Y me facilitó dirección y número telefónico de Luis, que vivía en Hamburgo.
Tras dejar de hablar con el traductor alemán de Manolo Padorno, e inmediatamente, llamé a Hamburgo, al teléfono del escritor chileno Luis Sepúlveda. Quiso la suerte que le encontrara en su casa. Hablamos un ratito: lo suficiente para quedar ambos recíprocamente enganchados en lo que, ojalá, sea una fructífera amistad.

Pocos días después, el siete de Agosto, recibo un paquete pos­tal enviado desde Hamburgo: una carta y dos libros. La carta tenía fecha del dos de Agosto de 1992; y los libros me estaban dedica­dos: "con un más que afectuoso saludo" el titulado “Un viejo que leía novelas de amor” y "como primera pata de una amistad larga" el titulado “Mundo del fin del mundo”.
Cuando leo las notas bio­biblio­gráficas de solapa y contraportada en ambos libros, constato que se trata de un escritor seriamente reconocido mediante pre­mios respetables y de un hombre honesto y luchador en dignifican­tes causas de solidaridad humana. Leyéndole la carta me sentí muy halagado; apenas sí pude reprimir la vanidad anonadante que me embargó. En ella Luis Sepúlve­da, sin tapujos, había escrito:
"Conocí Nos dejaron el muerto por culpa de otro gran amigo, Ricardo Bada, quien me aperó de lecturas durante cuatro sinies­tros meses que estuve hospitalizado a fines del año pasado y comienzos del actual. Ricardo me advirtió: (“Nos dejaron el muerto”) es una de las mejores novelas cortas de los últimos tiempos. Y comparto su opinión. La leí de sorpresa en sorpre­sa...". 
Ya por teléfono me hubo dicho Luis que envió fotocopias de la nove­la a amigos de Chile y de otros lugares, que había interés en editármela en su patria chilena, que el prestigiado escritor colombiano Álvaro Muti también la consideraba de las mejores de los últimos 25 años... Yo estaba sorprendidísimo y ruborizado ante la tanta bondad para con mi novelita y desde tan lejos y por afamado escritor -como lo es Álvaro Muti, al que García Márquez dedicara la edición de “El general en su laberinto”- y a quien apenas yo conocía sólo de referencia. "Son los pequeños hermosos milagros de la literatura" -me diría un amigo cuando le enteré del extraño acontecimiento.

De su novela Un viejo que leía novelas de amor (que acaba de ser lindamente editada por Tusquets) me comunicaba: "está traducida a siete idiomas (hoy ya son catorce), en la actualidad es una de las novelas más leídas en Francia, pero en España fue ignorada". Con ella había Luis Sepúlveda obtenido el Premio Tigre Juan de Novela Corta de Oviedo en 1988; y se la publicaría Ediciones Júcar al año siguiente.
Y de “Mundo del fin del mundo” me adelantaba: "acaba de aparecer en una edición muy lujosa de la colección V CENTENARIO (de la invasión armada de América) y representa a la literatura chilena en la parte cultural (¿?) de la Expo de Sevilla". El ejemplar -en rústica- que me enviaba pertenecía a la Colección "Puerto de sombra" de Publicaciones "Juan Chabás" en Denia de Alicante.

29-junio-1993

* * *

-II-

Luis Sepúlveda nació en Ovalle, norte de Chile, en 1949. De su fructífera vida andariega puedo comunicarte que ha sido y continúa siendo pasajero entre Oslo y Punta Arena, habitante de Hamburgo y Barcelona, huésped de alegres y sinceros pueblos amazónicos, o de melancólicos Tuaregs de la República Árabe Saharahui Democráti­ca, exmilitante de causas justas y no por ello menos traiciona­das, tripulante de Greenpeace, pesimista frente a los nuevos muros de estupidez y papanatismo que se alzan en nom­bre de una pretendida posmodernidad.
Fue comunista y fue condenado por ello, en su Chile, a 28 años de cárcel, acusado de traición (¡cómo no, pariente!). Después de cumplir dos años y medio, se le conmutó la pena restante por ocho años de exilio (¡así se "arreglan" las cosas en las dictaduras a pistola descubierta!) y gracias a Amnistía Internacional. En Hamburgo volvió a e-jercer de periodista.
Entre otros premios literarios, ha obtenido el "Gabriela Mistral" de poesía en 1976, el "Casa de las Américas 1969" en La Habana de Cuba y por el libro de relatos Crónicas de Pedro Nadie, los premios Nacionales de Cuento y Poesía 1969 y 1970 - respectivamente- en Chile, el premio "Ciudad Alcalá de Henares" en 1987 por su libro de relatos Cuaderno de viaje -otorgado por la Fundación Colegio del Rey, de Madrid-, el premio "Tigre Juan de Novela 1988" por la obra anterior-mente citada -Un viejo que leía novelas de amor-, el premio internacio­nal "Margarita Xirgu de teatro radiofónico 1989" por su obra Vida y pasión del Gordo y el Flaco -otorgado por Radio Nacional de Espa­ña y el Instituto de Cooperación Iberoaméricana-, el Premio "Mérida de Cuentos 1989" en Mérida de México, el "Premio Internacional de Promoción de la literatura 1989" otorgado por la ciudad de Hamburgo. En 1990 obtiene Luis los Premios "Juan Chabás de Novela Cor­ta" y "La Felguera de relatos".
Además ha publicado El teatro como elemento comunicador (Chile, 1970), Los miedos, las vidas, las muertes y otras alucinaciones (Cuentos. Editorial Nordan Estocolmo, 1986, y re-editado por Edi­torial Austral de Buenos Aires en 1987).
En el prólogo la regidora Remei Galiana afirma de Mundo del fin del mundo: "...es una novela que realza y pone de manifiesto unos valores humanos que figuran constantemente en primera línea de nuestro quehacer diario. El canto a la solidaridad, al respeto por la conservación de la naturaleza, a la fraternidad, a la libertad son principios por los que muchas personas han trabajado a lo largo de la historia de la humanidad, que están plenamente vigentes y por los que continua-remos esforzándonos... "

Luis Sepúlveda desde edad temprana participa en movimientos estudiantiles y sindicales. Ya te lo dije, pariente: En 1977 elige exilia­rse ante el dile­ma que la tiranía capitalista militarizada imperante en su país le impone: 28 años de cárcel u 8 de “extrañamien­to”. Fuera de su patria chilena continúa su fértil existencia creadora: Poemas, piezas teatrales, cuentos, fundación de grupos de teatro -en Perú, Ecuador y Colombia-, periodismo.
En 1978 participa en una investi­gación patrocinada por la UNESCO en la Amazonia ecuatoriana, cuyo fin es determinar "los impactos de los procesos de coloniza­ción en las poblaciones ama­zónicas", eufemis­mo que esconde la destruc­ción de culturas precolombinas y de un entorno ecológico de patrimonio universal. Medio año entre la población "shuar" (mal llamados jíbaros) le entrega elementos que harán cambiar su concepción del mundo y los materiales que dan vida a la hermosa novela “Un viejo que leía novelas de amor”, la primera que escribe y que fue concebida como novela de aventura y como homenaje a ese lejano mundo amazónico hoy tan violen­tamente agredido por la voracidad de unos pocos necios que tan cruelmente dominan el mundo. En 1980, tras participar en el proceso liberador de Nicaragua, se traslada a Europa, donde prosigue su actividad de escritor.

30-junio-1993

* * *

-III-

Juan Benito Argüelles escribe para el prólogo de “Un viejo que leía novelas de amor”, en 1989, en Oviedo: "...la creación de Luis Sepúlveda discurre por las nuevas corrientes de una escuela narrativa que hace hincapié en la magia de la realidad... (El mismo Luis Sepúlveda) declaró, hablando de esta su novela : "...nos hemos separado del realismo mágico y plan­teamos, de una manera creíble, la magia de la realidad". Decía Juan Benito Argüelles:
>>…En esta novela… se refleja el amplio conocimiento de lo humano, que ha proporcionado al autor la larga marcha desde la Cruz del Sur hasta la estrella del Septentrión. Exilio y trabajos de va-riada índole le han hecho conocedor de culturas diferentes que han enriquecido su labor creadora.
>>…Antonio José Bolívar, protagonista de Un viejo que leía novelas de amor es un personaje representativo de cualquier especie humana y por ello universal, nos resulta muy próximo, de una vecindad paten­te… El entorno de la Amazonia no sirve más que para poner de relieve la fuerza de las dramatis personae, su relación con la naturaleza hostil y difícil, que provocando situaciones límites, no por ello hace menos verosímil la acción. Cabe destacar el mundo de los indios shuar y su relación con Antonio José Bolívar, que es su referente blanco.
>>…El autor, antropólogo, ha trabajado para la UNESCO en la Amazonia Ecuatorial, estudiando de cerca la política de coloniza­ción y compro-bando directamente los destrozos que hacen las multinacionales de la madera en la selva amazónica. Los “shuar”, palabra que significa “gente” y que el mundo occidental traduce por “jíbaro”, es un pueblo que vive en simbiosis perfecta con su entorno ecológico y la naturaleza en general. Con este telón de fondo el hilo argumental se teje sobre la peripecia vital de un hombre ya viejo que se ve obligado a cazar y dar muerte a un tigrillo. Lo que atrae y retiene al lector es la reflexión del cazador sobre lo que es vivir en la selva.
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Un viejo que leía novelas de amor comienza así: "El cielo era una inflada panza de burro colgando amenazante a escasos palmos de las cabezas. El viento tibio y pegajoso barría algunas hojas sueltas y sacudía con violencia los bananos raquíticos que adornaban el frontis de la alcaldía".
Y termina con este párrafo: "Antonio José Bolívar Proaño se quitó la dentadura postiza, la guardó envuelta en el pañuelo, y sin dejar de maldecir al gringo inaugurador de la tragedia, al alcalde, a los buscadores de oro, a todos los que emputecían la virginidad de su amazonía, cortó de un machetazo una gruesa rama, y apoyado en ella se echó a andar en pos de El Idilio, de su choza, y de sus novelas que hablaban del amor con palabras tan hermosas que a veces le hacían olvidar la barbarie humana".
En medio de ambos párrafos me encontré con un magnífico na­rrador y ejemplar hombre, me encontré con el hermano chileno Luis Sepúlveda. Espero, pariente, que otros compatriotas nuestros tengan la fortuna de disfrutar con su lectura como nosotros.

1-julio-1993

(NOTA POSTERIOR, 2005, cuando publiqué en libro AGÜITA PASADA, la colección de mi tercera serie escrita para el Diario de Las Palmas, serie en la que casualmente sería éste el primer artículo, el dedicado a Luis: Luis Sepúlveda estuvo en Las Palmas hace ya sus años. Vino invitado -no recuerdo por qué Institución- a dar una charla en Lanzarote y se dio un salto para abrazarme. Estuvimos un día juntos -acompañados ambos por José Miguel Cuenca, José Almeida y Rafael Franquelo. Lo pasamos rebeldemente bonito. Después ya no supe más de él: pues no cumplí con la promesa de escribirle -tan liadísimo andaba yo día tras día, incluso domingos y demás días festivos- y él empezó también a liarse de buena manera en montones de proyectos culturales -según supe por prensa española. No he vuelto a verlo ni a escribirle. Guardo un afectuosísimo recuerdo de él).

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1 comentario:

  1. Estimado Ángel Morales García:
    Necesito comunicar con Víctor Ramírez para que me informaría si está dispuesto, todo el texto del prólogo de "Juan Benito Argüelles escribe para el prólogo de “Un viejo que leía novelas de amor”, en 1989, en Oviedo" que está referido anteriormente.
    Mi email es:Kyriakoulakou@gmail.com
    En espera de su respuesta,
    Atentamente,
    Antonia Kyriakoulakou

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