LA ADQUISICIÓN DE “LA COMERCIAL”
DE J. CABRERA Y HNO.
GERARDO CABRERA SANTOS
Mi abuelo,
José Cipriano Cabrera Reyes había nacido en 1861, en Puntallana, la Palma,
Canarias, hijo único del matrimonio entre Juan Cabrera Guerra y María Reyes
Guerra, y que había había quedado huérfano desde muy joven. Al parecer fue el
primero de esa rama de las Cabreras en llegar Cuba.
Se
estableció en la zona de Remedios, entonces provincia de Las Villas, Cuba,
donde se dedicó al oficio de carpintero para la fabricación de ruedas de
carreta, que en su época era el vehículo empleado para el transporte de la caña
de azúcar desde los lugares de cosecha hasta los centros de colección y/o
procesamiento, por tanto vehículo imprescindible para la gestión azucarera.
Por su parte
mi abuela María del Carmen Agustina Delgado Hernández había nacido en Tenerife
en 1877 y era hija del matrimonio de Juan Delgado Armas y Josefa Hernández
Cabrera. Siendo muy niña fue traída a Cuba por sus padres alrededor de 1883,
estableciéndose en una finca en la zona de Remedios. El matrimonio de Juan
Delgado y Josefa Hernández tuvo en Cuba tres hijos más, Agustín, Germán y
Cristóbal.
El
matrimonio de los abuelos se efectuó en Remedios, Cuba el 18 de Diciembre de
1893 contando el abuelo con 32 años de edad y la abuela con 16. El matrimonio
se efectuó en la iglesia San Juan de Remedio donde aún se conserva el acta de
la celebración. Tomo 11 de Blanco Folio 173, número 173.
El oficio de
carpintero para la fabricación de ruedas de carretas hubo de rendirle buenos
dividendos y en pocos años logró reunir suma tal que le permitió regresar a
Canarias y comprar una finca en los llanos de Fleitas en Puntallana, La Palma.
Su esposa María en esa ocasión regresó a Canarias junto con él. La gestión de
compra de la finca en Puntallana se vio forzada por una oferta superior, por
parte de un vecino de la zona nombrado Rodrigo Rodríguez.
Ante su
interés de compra se vio obligado a aceptar un precio mayor que el propuesto
inicialmente. Hubo de adquirir la tierra bajo la condición de pago de la
diferencia. Para cumplimentar lo acordado regresó a Cuba nuevamente para hacer
el dinero restante. María Agustina queda en Canarias mientras su esposo regresó
a Cuba temporalmente.
Paradójicamente,
un hijo del Rodrigo, también llamado Rodrigo Rodríguez, se estableció en
Cabaiguán como médico, donde ejerció su profesión con mucho éxito, siendo un
gran amigo de la familia Cabrera-Santos.
José Cabrera
Delgado, nacido en 1893, hijo mayor del matrimonio de José y María fue el
primero de los hermanos Cabrera en llegar a Cuba procedente de Puntallana.
En aquellos
años previos a 1920 la 1ra Guerra mundial acababa finalizar y la situación
económica europea y con ello la de Canarias era desesperadamente crítica. Sin
embargo, la de Cuba era floreciente, debido a que con su independencia
sobrevino la liberación de las regulaciones comerciales establecidas por la
colonización española y por consiguiente su expansión a nuevos mercados, que
unido a los precios en alza que iban alcanzando el azúcar y el tabaco, rublos
fundamentales de la economía cubana, canalizo el rápido incremento de la
solvencia económica nacional.
La marcha de
José hacia Cuba parece formar parte de la tradición familiar. Su arribo
específicamente a Cabaiguán, se justificaría por la atracción económica que
ofrecía la zona y también por relaciones previas adquiridas en Canarias.
Ya en esa
época se habían radicado exitosamente algunas familias amigas, como lo era los
Crespo Guerra, con cuyos contemporáneos habían compartido escuela en
Puntallana. Esta relación amistosa, casi de hermandad, continúo durante toda la
vida.
La
procedencia del capital para financiar los negocios podía tener su origen en el
ahorro, en los préstamos particulares o en los préstamos bancarios. Los isleños
utilizaban las redes familiares como forma de financiación. Por ejemplo,
Eulogio Crespo, que llegaría a fundar una importante entidad bancaria comenzó
su negocio primario como vendedor ambulante de productos textiles, recorriendo
con sus productos a lomo de mulas las vegas de tabaco y los asentamientos de
isleños de la zona. Contaba con la ayuda de su hermano Antonio que ya estaba
establecido con gran éxito. Eulogio inició su andadura financiera guardando los
caudales de paisanos vegueros en la caja de seguridad de su pequeño
establecimiento. Con el tiempo Crespo financiaría las actividades de otros
isleños que solicitaban préstamos para iniciar fincas de caña, tabaco, realizar
obras de construcción o abrir nuevos negocios.
También en
esa época comenzaba el incremento exponencial de la inmigración canaria a Cuba.
Los canarios se asentaron en varias zonas del centro y occidente del país, sin
embargo, específicamente a Cabaiguán vino la inmensa mayoría, debido a la
calidad de sus tierras pardas y a las oportunidades de asentamiento que se les
brindaba. Esta etnia llegó a constituir la mayoría poblacional del territorio
(85%).
La
característica principal de José Cabrera, era la de ser un hombre de carácter,
muy inteligente, enérgico y tenaz. Sus compatriotas y amigos que conocían de
sus cualidades no dudaron en acogerlo. Inmediatamente después de su arribo,
comenzó a trabajar como empleado de comercio, en una tienda mixta, muy bien
montada, de un español de origen gallego. Esta tienda estaba situada frente al
parque triangular, llamado “parque de la palma”, por tener una palma real
sembrada en su centro, que quedaba bajando a la izquierda por la otrora calle
Valle antes de llegar al entronque con la calle Masó. Era prácticamente el
centro comercial del pueblo en aquella época.
Siguió sus
pasos su hermano Anastasio, nacido en 1897, que fue el segundo de los hermanos
en viajar a Cuba. Hizo el viaje desde La Palma a bordo del buque Conde
Wilfredo, que había sido rentado por la compagina Pinillos, en sustitución del
Valbanera que había naufragado recientemente.
Anastasio
hubo de desembarcar por el puerto de Santiago de Cuba, motivado probablemente
por el aura producida por la tragedia del buque Valbanera, que había acaecido
recientemente, el 10 septiembre de 1919. Habiendo partido de Barcelona y
haciendo escalas en Tenerife, en La Palma y en los puertos americanos de San
Juan en Puerto Rico y Santiago de Cuba, donde había llegado el 5 de septiembre
con algo mas de 1200 pasajeros, para luego continuar viaje hacia el puerto de
La Habana hacia donde había partido con solo 488 pasajeros, pues el resto ,
unos 732 de forma sorprendente se habían bajado en Santiago, aunque para la
mayoría el punto final de tal travesía era originalmente La Habana. Fue como si
hubieran tenido una premonición de la tragedia y también unida al miedo al
huracán del que ya se tenían noticias.
El Valbanera
no pudo entrar a puerto en La Habana por encontrarse cerrado, pues la ciudad
estaba esperando el azote del huracán y la intensa marejada y viento que lo
predecía no permitían libre acceso. Bajo esa situación no se pudo disponer de
un práctico que lo entrara a puerto, Luego de múltiples intentos fallidos de
comunicación por medio de señales morse y el sonar de sus sirenas. Al no
obtener respuesta, el capitán del buque no tuvo otra alternativa que retirarse
mar adentro para tratar de capear el temporal, que finalmente provocó su
hundimiento aproximadamente a las 11 de la noche del 10 de septiembre de 1919
cerca de la costa de los cayos de la florida. No hubo sobrevivientes. Este
hecho había creado mal agüero tal, que durante algún tiempo incitaba a los
pasajeros a tomar la determinación de desembarcar en Santiago de Cuba, como
tabla de salvación, y no seguir hacia La Habana.
Anastasio
fue de los que llegó por Santiago de Cuba, contando entonces con 23 años de
edad. Hizo el viaje desde Santiago de Cuba directamente a Cabaiguán en tren.
Anastasio
era un joven apuesto, simpático, y de fácil palabra- gustaba de componer
décimas y hacer poesías- era elocuente y muy dado al diálogo. Sin duda era
carismático y hábil para el establecimiento y cultivo de relaciones.
Es de
destacar que sus primeros pasos en el aprendizaje escolar no le fue usual, pues
en su época en Puntallana, su pueblo natal, no había escuelas sino sólo un
maestro que daba clases en su casa a tantos niños como los que cabían en una
mesa grande que tenía en el comedor. Anastasio no alcanzó asiento por lo que
hizo su curso de pie. El era de los “paraditos". El pago lo hacían
trabajando en la huerta del maestro.
Posteriormente
se creó una escuela donde ya asistían masivamente los niños de la zona. Existe
una foto que muestra el alumnado de la escuela de Puntallana, en la que
aparecen Anastasio y un gran número de niños que luego al ser ya mayores eran
identificables en Cabaiguán.
Recién
llegado de Canarias su vida laboral en Cabaiguán comenzó también como empleado
del comercio, trabajando en la tienda mixta de un español, asturiano, que le
tomó inmediatamente afecto, y que vislumbró rápidamente sus cualidades. Este
negocio se encontraba también en la misma calle Valle, pero en la acera de
enfrente y más hacia el centro del pueblo que aquella donde trabajaba su
hermano José. Ambos ocupaban como vivienda un pequeña accesoría en la
trastienda del negocio.
El dueño de
este negocio apoyándose en sus cualidades le fue encargando gestiones de cobro
de deudas. Inclusive en una ocasión le asignó la misión de ir hasta Santa Cruz
del Sur, lugar de difícil acceso y muy alejado en la costa sur de la provincia
de Camagüey, donde debía contactar a un antiguo cliente para tratar de cobrarle
una deuda importante que ya la habían dado por perdida. Sin embargo Anastasio
tuvo éxito en esa gestión, lo que le valió de gran prestigio y le abrió puertas
para su ulterior desarrollo.
Su capacidad
comunicativa le fue generando, casi desde sus primeros tiempos, ofertas de
trabajo por parte de importantes firmas comerciales de la época. Así llegó a
asumir la representación de algunas, llegando a ser viajante de comercio en la
provincia de Camagüey. Todo este quehacer le fue aportando cierta economía, que
la unía al ahorro con vistas a poder establecer un negocio propio.
En una
ocasión en que José atiende a un cliente que había consumido unas cervezas, que
en aquella época venían de Alemania en botellas de cerámica, y que luego de
consumirlas se percata de que no le alcanzaba el dinero para hacerle el pago
correspondiente, es que le propone que acepte como pago un billete de lotería
recién comprado y válido para el próximo sorteo. Como el aporte total del
cliente era algo superior al adeudo es que José se lo acepta, poniendo de su
propio bolsillo la diferencia y quedándose así con el billete, que de esa forma
le salió más barato.
En una
ocasión en que Anastasio va a la estación de correos a recoger la
correspondencia del día observa que en la publicación de la lista de los
números premiados en la lotería el primer premio correspondía al mismo número
que tenía el billete de José. Al ser solo un billete de los cien que contiene una
hoja con el mismo número, fue que solo le correspondió 1/100 del premio total.
Aun así era una cantidad muy importante para la época y vital para labrarse el
futuro.
Sería fácil
imaginar la alegría de los dos jóvenes hermanos al recibir tal golpe de suerte,
que les daba la ansiada oportunidad de juntando sus capitales acometer el sueño
de adquisición de un negocio propio. Contaron para ello con el apoyo de sus
coterráneos Antonio y Eulogio Crespo, en el financiamiento del nuevo negocio.
Con estos amigos mantuvieron una relación económica y fraternal hasta el fin de
sus tiempos. En aquella época Cabaiguán se encontraba en pleno auge de
construcciones, fundamentalmente de madera, que abundaban en todas direcciones,
originando un crecimiento acelerado del pueblo.
Los hermanos
Cabrera adquieren la propiedad de toda una cuadra en la calle Tercera del Oeste
desde la calle Hernández Leal hasta la calle Paraíso. En ambas esquinas
existían construcciones con perspectivas de ser utilizadas para el
establecimiento de tiendas. Se establecen ellos mismos en la esquina
correspondiente a Hdez. Leal y 3ra del Oeste, “La Comercial”, relativamente
bien ubicada y a una sola cuadra del centro económico en desarrollo del pueblo.
Su situación era favorecida por estar además rodeada de lugares significativos
como lo eran la Clínica del Dr. Fortun; estar frente a la línea del ferrocarril
central de Cuba, frente la importante edificación de la Escogida de tabaco de
Olegario Cuervo y a unos pocos metros al lado de la Escogida de tabaco de Félix
Martín, etc. Esto aportaba una afluencia de público tanto urbano como rural,
que le daba, además, promoción al negocio.
Esta
edificación era relativamente nueva, contigua, con pared común, a la señorial
casa de dos plantas de Don Hermenegildo Leal, que poseía en los altos un balcón
a todo lo largo y cuyo portal se le adicionaba al total de la edificación, lo
que le daba, además, elegancia y distinción a toda la construcción. Las
columnas de soporte del portal estaban unidas entre sí por una viga para el
amarre de los caballos de la clientela de la casa. La otra esquina de Tercera
del Oeste y Paraíso se le alquiló a Modesto Sancho, también canario que inició
en ella un negocio de Tienda de Víveres que llamaron “La Económica”, en la que
trabajaba junto con sus hermanos.
Luego de la
preparación y montaje de mostradores, anaqueles apropiados, pallets para la
estiba de mercancías, etc. Luego de cubierta con una buena pintura de aceite
tanto en exteriores como interiores inicia su gestión “La Comercial” de J.
Cabrera y Hno., en la que se expendían además de víveres, vinos y licores
finos, tanto nacionales como de importación, también semillas, aperos de
labranza e implementos de trabajo para la gestión agropecuaria, como lo eran
yugos, sogas, mecates de todo tipo, alambres, grasas lubricantes, y otros
artículos menores de ferretería, etc.
Este título
de La Comercial pintado en la fachada fue legible por más de 70 años hasta
prácticamente los finales del siglo pasado. Posteriormente al negocio se fueron
incorporando como empleados el resto de los hermanos Cabrera que fueron
llegando desde Canarias hasta hacer un total de cuatro.
La educación
y cultura de Anastasio había sido adquirida de forma autodidacta, dirigida
principalmente en relación al negocio, como lo era la teneduría de libros y
nociones de mercantilismo, etc. Fue una de sus propiedades más significativas
su amor por la lectura con lo que ampliaba su cultura general que lo mantenía
al día en el acontecer de su época. Su participación destacada en la vida
económica y social del pueblo lo relacionaba con la crema y nata de la sociedad
cabaiguanense, lo que unido a sus cualidades y a su simpatía personales le
abrió puertas. Así, su quehacer desde temprano, le permitió ocupar un lugar
significativo en la vida social y cultural del pueblo, como lo fue su
participación en la directiva de la Asociación Canaria, en la Cámara del
Comercio, en la Asociación de Detallistas, Caballero de Colón, y su aporte
personal para la edificación de la nueva iglesia católica del pueblo, etc.
Fue
significativo de su voluntad de superación que en el ocaso de su vida, contando
con algo más de 70 años se matriculó en La Universidad de La Habana en la
carrera de Ciencias Comerciales, venciendo exitosamente algunas asignaturas,
pero el idioma inglés obligatorio puso límite a su intento.
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