EL DRAGÓN DEL APOCALIPSIS Y LA
RAMERA DE BABILONIA : SEÑALES PARA
OTRA ERA.
CRIS COVO GÓMEZ
Hace
unos meses nuestra
sociedad se vio golpeada
hasta sus cimientos mismos con el anuncio de una pandemia
que estaba haciendo estragos en todo el mundo.
Nunca antes
nos habíamos enfrentado a una situación como esta semejante a
una
guerra
bacteriologica. El COVID-19, una especie de gripe aún por definir
y con origen en China se
estaba expandido alarmantemente por el mundo. Como si de una
legión de leprosos se tratase
el Gobierno trata de evitar el
posible riesgo de contagio manteniendo a la población en sus casas so pena de
contraer la enfermedad, cual de un arresto domiciliario se tratara. Todo parece apuntar a una situación apocalíptica, la caída de un orden por culpa
de un dañino virus, de consecuencias
nefastas a corto y a largo
plazo.
Una vez más, el gran poder,
la Casta vuelve a ensañarse con sus malvadas acciones. La explicación, poco razonable o convincente del
experimento que se le fue a alguien de las manos
en un laboratorio de China, deja paso
a la sospecha de una gran
conspiración a nivel mundial.
Los
gobiernos son conocedores de la influencia de
las trece familias más poderosas de la Tierra, los llamados Iluminati,
que urden sus planes más macabros
en la sombra, con el desconocimiento de todos, cual si de una tristisima película se tratase.
Cuál es su intención? Mermar a la población, devolvernos a una situación de
crisis recesiva, con contratos basura,
más impuestos, etc? Estamos según algunos casi al
final del túnel, pero en este no
vemos la luz, más bien un futuro
incierto que muy lentamente se va replanteando.
Cómo será nuestro mañana en un hoy que de por si nos sobrepasa, sin atisbar todavía un horizonte, un porvenir para estas generaciones que
no saben de la hecatombe del
36, que asisten con estupor
y angustia a todo lo que está pasando.
Si esta casta maldita que
nos azota pretendía que cayéramos en
la desesperación probablemente lo ha
conseguido.
Mientras tanto los ciudadanos de este
corrompido mundo corren de un lado a otro con el sentido de su existencia perdido, mientras contemplan cómo el
barco se hace aguas irremisiblemente.
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