¿PERROS CALLEJEROS O LA VIDA
TE DA SORPRESAS?
QUICOPURRIÑOS
Sí, esos los mil leches, los abandonados, los que fueron
olvidados y maltratados por personas indignas de tenerlos. Los que terminaron
en un refugio cualquiera, los que tuvieron la mala suerte de nacer, crecer o
vivir en lugares o con gente equivocada, sin que culpa tuvieran. Tan solo mala
fortuna. El destino les llevó, a esos “cuatropatas”, por esos derroteros.
Y sí, son los que
si los adoptas, después de una semana con el rabo entre las piernas y sin
atreverse a decir ni ¡ guau! , empiezan
a mover la cola, una vez que han comido caliente todos los días. Y entonces se
convierten en un ser indispensable en tu vida ya integrados en casa, como un
miembro más de la familia a la que llegaron para quedarse. Eso me pasó con
Hansel, mi Sr. Hansel, ese que mi hija adoptó en un refugio de El Sauzal un día
cualquiera. Y eligió al más desnutrido del grupo, sin casi pelo, triste y
flaco, el que luego, como el patito feo, se convirtiera en cisne. Hansel pasó,
de paria a señor. Y cuanta alegría nos brindó mientras vivió a nuestro lado. Cuánto
cariño y cuanto agradecimiento mostró. Y solo por brindarle afecto.