EL PERIODISMO CONTRAHEGEMÓNICO
DESDE LAS REGIONES
LUIS ALFONSO MENA S.
Los medios de las élites reclaman a diario la libertad de prensa, pero es sabido que desde que se inventó la imprenta esa libertad de prensa es solo la voluntad del dueño de la imprenta, esto es, los grandes pulpos financieros y empresariales con sus medios de comunicación como adláteres y defensores de su sistema de privilegios.
Traigo desde Cali, uno de los epicentros de la resistencia y del levantamiento popular de 2021 en Colombia, el mensaje de solidaridad con Julian Assange y el reclamo de que su humanidad y su palabra no sigan siendo encarceladas por orden del imperio estadounidense y de que se respete realmente la libertad de pensamiento, de expresión e información.
La lucha de Julian
Assange por desencriptar la verdad para develar al mundo los crímenes de ese
imperio es una lucha contra la hegemonía política y financiera mundial y sus
cómplices, aquellos abyectos y sumisos que en todas partes del planeta cacarean
la libertad de prensa y dicen defenderla, mientras la niegan, la cercenan, la
violentan, como ha ocurrido en Colombia, cuya historia de más de dos siglos de
segregación es también la historia de medios hegemónicos dedicados a cumplir su
rol de brazos ideológicos de oligopolios, a defender sus poderes.
En 2021 la
represión despiadada, a sangre y fuego, ordenada por el régimen de Iván Duque
contra el pueblo que en las calles exigía derechos, dejó, tan solo en Cali, mi
ciudad, más de 50 muchachos y muchachas asesinados, y en el departamento del
Valle del Cauca, de donde procedo, 18 jóvenes más masacrados, y centenares de
heridos, torturados, desaparecidos, detenidos.
Esa realidad fue
encriptada, silenciada por los medios de comunicación masiva de las élites del
sistema bicéfalo feudo-burgués existente en Colombia, en cumplimiento de su
función de ser cancerberos del gobierno de derecha de turno, que, salvo
contadas excepciones, presentaban a quienes protestaban en las calles como
vándalos y terroristas, y ocultaban los asesinatos cometidos contra el pueblo
por las Fuerzas Armadas del Gobierno usando las fórmulas falaces de siempre,
sin investigación, con superficialidad, apegados a los boletines de prensa
oficiales.
Así que la verdad
sobre la barbarie ocurrida en Colombia en 2021, con antecedentes en
levantamientos populares en 2019 y 2020 también brutalmente reprimidos, no fue
difundida por los medios de prensa del sistema, que, por el contrario, la
tergiversaron. Fue divulgada por centenares de hombres y mujeres del pueblo
que, a riesgo de sus vidas y de su libertad, estuvieron en los puntos de
resistencia, no solo en Cali y el Valle del Cauca, sino en muchos lugares del
país, mostrándole al mundo a través de redes, influenciadores, medios
alternativos y algunos portales de investigación social lo que realmente estaba
ocurriendo.
Sólo así, con la
comunicación popular con transmisiones virtuales dispuesta en disímiles puntos
de ciudades –como Cali, Bogotá, Ibagué Popayán, Pereira, Cartago, Tuluá, Buga,
Yumbo, Jamundí–, Colombia pudo conocer que los asesinados por las balas
oficiales superaron el centenar, una cifra que los historiadores del presente
apenas empiezan a consolidar, que los abusos de la Policía y del Ejército
ocurrieron por miles, y que elementos paramilitares dispararon contra los
manifestantes, amparados por policías, como sucedió en Cali.
Solo así, con gente
del pueblo, principalmente jóvenes, dotados de teléfonos y valentía, de
tecnología elemental y sin más recursos, se pudo transmitir al mundo la verdad
de la barbarie protagonizada por un régimen cuyo jefe, Iván Duque, se pavonea
hoy impune por escenarios internacionales, mientras centenares de madres y
familias luchan contra la impunidad y el olvido en el país.
Ese ejercicio
comunicacional espontáneo, genuino y rebelde en las calles de Colombia estuvo
respaldado por centenares de pequeños medios alternativos que hicieron su
aporte igualmente importante para el quiebre de la desinformación y la
estigmatización inmisericorde que a lo largo de más de tres meses de 2021
imperó en Colombia desde los pulpos mediáticos tradicionales.
De esa magnitud fue
la lucha contrahegemónica desde las regiones en 2021, en el marco de la cual
desde el portal Periodismo Libre de Cali, entre muchos otros, hicimos nuestro modesto
aporte textual y audiovisual de denuncia y desde el cual seguimos
reconstruyendo historias y documentos, en una brega absolutamente desigual en
procura de que no haya impunidad. Esa lucha se materializará pronto en el libro
Memorias de la Barbarie, un compendio de cien testimonios de madres y familias
laceradas por la represión y revictimizadas por el aparato judicial y por las
hegemonías comunicacionales, que no solo silencian sus luchas, sino que
vituperan la memoria de los jóvenes asesinados y tuercen la verdad sobre los
muchachos y las muchachas torturados, detenidos, desaparecidos.
Y es precisamente
en esa tarea de desencriptar la verdad, como hiciera Julian Assange frente a
los crímenes del imperio invasor y violador de los derechos humanos en el
mundo, que desde el Valle del Cauca estamos promoviendo el Colectivo Colombiano
Periodismo por la Verdad, con el que el 4 de noviembre de este año realizamos
en Cali el Foro denominado Nuevo Poder, Periodismo Alternativo y
Democratización de la Información, un espacio de reflexión, entre muchos que
urge generar en el país.
Se trata de una
conjunción de algunos medios y periodistas congregados en torno de la filosofía
de la veracidad, es decir, de la búsqueda de la verdad, del ejercicio crítico
del oficio y del compromiso con las causas nobles y justas de la humanidad,
como lo es la de la más profunda solidaridad con Julian Assange, y como lo es
también la de no silenciar la verdad, práctica de la inmensa mayoría de los
medios del establecimiento oligárquico en nuestro país, “la prensa del
sistema”, como la llamara la icónica revista Alternativa que en 1974 ayudara a
fundar García Márquez y que en su época se convirtió en dique contra el abuso
de poder y la violencia oficial en los gobiernos que siguieron al excluyente
régimen del Frente Nacional.
En el foro hicimos
un llamamiento al gobierno del presidente Gustavo Petro y de la vicepresidenta
Francia Márquez para que defina una urgente y sólida estrategia comunicacional
que contribuya, primero, a mantener informado al pueblo colombiano de manera
veraz, masiva y eficaz sobre sus importantes propuestas y realizaciones y,
segundo, a desarrollar una permanente pedagogía que contrarreste la
manipulación y la desinformación en que están empeñados los medios de
comunicación corporativos hegemónicos.
Nos encontramos hoy
en un momento de rupturas en la historia colombiana, en el que las resistencias
sociales de los años precedentes se transformaron en 2022 en luchas políticas
por cambios estructurales en la institucionalidad y en la sociedad colombiana,
y entendemos que esos cambios también deben ser comunicacionales.
Los medios de las
élites reclaman a diario la libertad de prensa, pero es sabido que desde que se
inventó la imprenta esa libertad de prensa es solo la voluntad del dueño de la
imprenta, esto es, los grandes pulpos financieros y empresariales con sus
medios de comunicación como adláteres y defensores de su sistema de
privilegios, el mismo sistema que en el plano imperial invade países, viola
derechos humanos en nombre de la democracia y que encarcela y amordaza a quienes, como Julian Assange, se atreven a
develar esa realidad. Es la libertad de prensa solo de ellos.
Frente a esa
dictadura de la manipulación y la arbitrariedad, desde las regiones colombianas
emergen todos los días nuevos espacios comunicacionales, que ayer denunciaron
el régimen del terror instaurado por un gobierno represivo, y que hoy no solo
exigen castigo para los culpables, sino que lo documentan en la lucha contra el
olvido y están dispuestos a contribuir a empujar el tren de las
transformaciones sociales en marcha, en procura de que haya verdadera
democracia, empezando por la democracia informativa y comunicacional.
Muchas gracias por
escucharnos.
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