BARRIONUEVO, FELIPE Y LA CAL VIVA
El
expresidente y su ministro de Interior han reconocido la práctica del
terrorismo de Estado. Decir la verdad es un ejercicio de decencia democrática
frente a la corrupción del periodismo y el golpismo reaccionario
PABLO IGLESIAS
Portada del diario El País del 11 de septiembre de 1998.
“Tuve que decidir si se volaba a la cúpula de ETA. Dije no. Y no sé si hice lo correcto”. Esto lo declaró Felipe González, entrevistado por Juan José Millás en El País el 7 de noviembre de 2010. En la entrevista, el expresidente del PSOE dijo: “Nuestra gente había detectado –no digo quiénes– el lugar y el día de una reunión de la cúpula de ETA en el sur de Francia. De toda la dirección. Operación que llevaban siguiendo mucho tiempo. Se localiza lugar y día, pero la posibilidad que teníamos de detenerlos era cero, estaban fuera de nuestro territorio.
Y la
posibilidad de que la operación la hiciera Francia en aquel momento era muy
escasa. Ahora habría sido más fácil. Aunque lo hubieran detectado nuestros
servicios, si se reúne la cúpula de ETA en una localidad francesa, Francia les
cae encima y los detiene a todos. En aquel momento no. En aquel momento sólo
cabía la posibilidad de volarlos a todos juntos en la casa en la que se iban a
reunir. Ni te cuento las implicaciones que tenía actuar en territorio francés,
no te explico toda la literatura, pero el hecho descarnado era: existe la
posibilidad de volarlos a todos y descabezarlos. La decisión es sí o no. Lo
simplifico, dije: no. Y añado a esto: todavía no sé si hice lo correcto. No te
estoy planteando el problema de que yo nunca lo haría por razones morales. No,
no es verdad. Una de las cosas que me torturó durante las 24 horas siguientes
fue cuántos asesinatos de personas inocentes podría haber ahorrado en los
próximos cuatro o cinco años”.
No debería hacer falta recordar
que es ilegal que un presidente del Gobierno de España pudiera siquiera haber
tenido la opción de ordenar accionar una bomba que hiciera saltar por los aires
a los jefes de ETA y además en territorio francés. En esta entrevista a El
País, Felipe González reconoció sin ambages que, bajo su presidencia, el
Gobierno de España practicó el terrorismo de Estado.
Cuando en 2016 lo recordé en el
Congreso, la práctica totalidad de la prensa española puso el grito en el
cielo. ¿Acaso mentí al decir que Felipe Gonzalez tenía las manos manchadas de
cal viva? Nadie dijo que mintiera, pero se confirmó que a veces el acto más
subversivo es simplemente decir la verdad y que la principal actividad de buena
parte de los medios en España es básicamente mentir.
El otro día, el exministro de
Interior de Felipe González, Pepe Barrionuevo, en una entrevista también en El
País, reconoció algo que ya había dicho Felipe en la entrevista de 2010. Reconoció
que él mismo ordenó liberar a Segundo Marey. Marey fue secuestrado el 4 de
diciembre de 1983 por los mercenarios Mohand Talbi, Jean-Pierre Échalier y
Pedro Sánchez, en su domicilio de Hendaya, pensando que se trataba del
dirigente de ETA Mikel Lujua. Pero Segundo Marey no tenía nada que ver con ETA,
era solo un vendedor de mobiliario de oficinas hijo de un socialista exiliado
en Francia durante nuestra Guerra Civil.
No debería ser necesario que les
recordara que es ilegal que alguien del Ministerio del Interior ordene a un
comando de mercenarios el secuestro de una persona en territorio francés. Al
reconocer que la orden de liberarlo la dio él mismo, Barrionuevo ha asumido que
su gobierno practicó el terrorismo de Estado.
Como se imaginarán, la entrevista
de Barrionuevo ha pasado tan desapercibida como la que dio Felipe Gonzalez en
2010. Fuera del País Vasco y de Catalunya, los medios de comunicación y los
tertulianos de la televisión y la radio no han tenido a bien comentarla.
Reconocer el terrorismo de Estado como una realidad de nuestra historia
política resulta hoy inaceptable, aunque la derecha mediática lo usó en el
pasado para favorecer al Partido Popular y presentar a la derecha como una
opción democrática y respetuosa con la ley frente al PSOE.
Hoy los consensos mediáticos han
cambiado y la democracia y la ley, aunque sea como mera apariencia, no dan
ningún prestigio a una derecha reaccionaria y golpista. Hoy Felipe González y
Barrionuevo son más suyos que nunca…
Por eso decir la verdad no solo
es subversivo, sino también un ejercicio de decencia democrática frente a la
corrupción creciente del periodismo y el golpismo reaccionario.
Coda: Barrionuevo estuvo tres
meses en la cárcel por el secuestro de Segundo Marey; el rapero Pablo Hasel lleva
ya veinte.
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