CÓMO QATAR LOGRÓ HACERSE CON
EL MUNDIAL DE 2022
En
la FIFA sabían que la decisión iba a levantar polvareda, como lo sabían también
los mandatarios de Qatar. Conocían las debilidades de su candidatura, pero
contaban con una herramienta muy valiosa para contrarrestarlas: un presupuesto
inagotable.
XABIER RODRÍGUEZ
Cuenta el periodista argentino Ernesto Cherquis Bialo que, en 2011, en pleno congreso de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), el vicepresidente Julio Grondona tomó la palabra para reprender a los representantes de la federación inglesa por las acusaciones de soborno vertidas sobre él mismo, el presidente Joseph Blatter y Ángel María Villar, entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol y también vicepresidente de la FIFA. “Ustedes le están diciendo a sus periodistas que a mí me pagaron 72 millones de dólares de coima para que vote a Rusia y a Qatar. Traigan las pruebas; vengan y aprovechen este Congreso. Todo el mundo está aquí, traigan las pruebas, traigan a una persona para que lo diga. Ustedes son unos piratas, eso es lo que son, mentirosos y piratas”, les espetó don Julio. “¡Y devuélvannos las Malvinas, piratas!”, concluyó. “¡Y a nosotros Gibraltar!”, añadió Villar.
No era la primera
vez que se lanzaban acusaciones alrededor de la elección de Qatar y tampoco
sería la última. El propio Grondona le había augurado a Bialo, tras serle
concedido el Mundial al país árabe: “Están todos locos. Van a ir todos presos.
Pero, ¿qué querés que te diga? Yo no voy a vivir en el 2022, que se arreglen”.
En la FIFA sabían
que la decisión iba a levantar polvareda, como lo sabían también los
mandatarios del país árabe. Conocían las debilidades de su candidatura, pero
contaban con una herramienta muy valiosa para contrarrestarlas: un presupuesto
inagotable.
La idea de
organizar una Copa del Mundo de fútbol se encuadraba dentro del plan Qatar
National Vision 2030, lanzado en 2008 por el Gobierno catarí y en el que se
detallaba la estrategia para “asegurar una gestión eficiente de la economía
nacional, adoptar un enfoque responsable hacia la gestión de los recursos
naturales y trabajar para desarrollar una economía basada en el conocimiento”.
Dicho de otra manera, crear nuevas fuentes de ingresos para reducir la
dependencia del gas y el petróleo y anticiparse a una futura escasez de las
reservas.
Dentro de este
plan, el deporte figura como uno de los sectores estratégicos, por su capacidad
para generar ingresos y también por las posibilidades propagandísticas que
ofrece. Así se entiende la creación del Gran Premio de Qatar de Moto GP, la
celebración del campeonato del mundo de balonmano en 2015, el de ciclismo en
2016 o la candidatura de Doha para los Juegos Olímpicos de 2020, que finalmente
fueron concedidos a Tokyo.
Para hacerse con la
Copa del Mundo de fútbol, Qatar contaba con la influencia de Mohammed bin
Hammam, empresario que había hecho fortuna durante el primer boom inmobiliario
del país, en la década de los 70, y que presidía la Confederación Asiática de
Fútbol desde 2002
Para hacerse con la
Copa del Mundo de fútbol, Qatar contaba con la influencia de Mohammed bin
Hammam, empresario que había hecho fortuna durante el primer boom inmobiliario
del país, en la década de los 70, y que presidía la Confederación Asiática de
Fútbol desde 2002. No debió de ser casualidad que, en abril de 2010, en una
visita a Qatar, Blatter declarara que “el mundo árabe merece tener una Copa del
Mundo, y lo digo públicamente”.
Unos meses más
tarde, el comité de inspección de la FIFA visitaba el país para conocer de
cerca su candidatura. El informe posterior la definió como de “alto riesgo”,
por las altas temperaturas, por las reducidas dimensiones del país y por la
falta de infraestructuras para un evento tan grande. Qatar, sin embargo, siguió
adelante con su campaña. Contrató a Guardiola y Zidane como embajadores de la
candidatura y, en noviembre, organizó un amistoso entre las selecciones de
Brasil y Argentina; millones de dólares con el objetivo de que se identificara
a Ronaldinho, Messi y compañía con Qatar.
En paralelo a esta
campaña de propaganda, recurrió también a la vía diplomática. Dos meses después
de la visita del comité de inspección y unos días antes de la votación final,
se juntaron en el Palacio del Elíseo, residencia del presidente de la República
francesa, el propio presidente francés Nicolas Sarkozy; el príncipe heredero de
Qatar; Michel Platini, presidente de la Unión de Federaciones Europeas de
Fútbol (UEFA); y Sebastián Bazin,
propietario del PSG, en una reunión secreta, destapada en 2013 por la
revista France Football. En aquel encuentro se negoció la compra del PSG,
además de una participación en el grupo empresarial Lagardere por parte del
fondo de inversión qatarí y la creación de una cadena deportiva para competir
con Canal+, que terminaría siendo BeIN Sports. Todo a cambio del apoyo de
Platini a la candidatura de Qatar para el Mundial 2022.
Aquella reunión fue
clave para el resultado final de la votación. En pocos meses Qatar pasó de no
ser tenido en cuenta a dejar atrás a los Estados Unidos y ser elegida como sede
del Mundial 2022. No tardaron en sucederse las acusaciones.
En 2011 se filtró
un e-mail del secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, en el que mostraba
su sorpresa por el anuncio del qatarí bin Hammam de presentarse a la
presidencia de la FIFA. “Pensaba que podía comprar la FIFA como compraron el
Mundial”, escribió Valcke. Más tarde diría que sus palabras se habían sacado de
contexto, pero Hammam fue temporalmente apartado por la FIFA y sería finalmente
suspendido de por vida por habar pagado sobornos a cambio del apoyo a su
candidatura a la presidencia de la FIFA. Gracias a esa inhabilitación, Blatter
se encontró con el camino desierto para su reelección.
En 2014 el Sunday
Times anunció que contaban con documentos que demostraban pagos a diferentes
miembros de la FIFA para apoyar la candidatura de Qatar al Mundial. Una nueva
acusación que minaba la credibilidad de Qatar y que volvía a poner sobre la
mesa la posibilidad de un cambio de sede.
El momento más
crítico llegó en 2015, cuando el FBI destapó el llamado FIFAgate, que implicaba
pagos ilegales y sobornos en la elección de Rusia y Qatar como sedes de los
próximos mundiales
El momento más
crítico llegó en 2015, cuando el FBI destapó el llamado FIFAgate, que implicaba
pagos ilegales y sobornos en la elección de Rusia y Qatar como sedes de los
próximos mundiales. Tras la investigación posterior, en 2020, la Fiscalía
federal de los Estados Unidos acusó formalmente de soborno a varios miembros de
la FIFA.
Desde el máximo
órgano del fútbol habían tratado de protegerse contratando en 2012 al antiguo
fiscal general de los Estados Unidos, Michael García, como presidente de la
Comisión de Ética. En 2014 entregó un informe de más de 400 páginas alrededor
de las acusaciones sobre Qatar y Rusia, en el que identificaba “problemas
serios y de gran envergadura” en la elección de ambas sedes. Aquel informe fue
archivado por la FIFA y solo vio la luz una versión reducida que no resolvía
ninguna de las dudas. Años más tarde y después de que el diario Bild publicara
un avance, el llamado Informe García vio finalmente la luz. En él se habla del
pacto, prohibido por la FIFA, entre las federaciones de Qatar y España para
intercambiarse los votos en la elección de las ediciones de 2018 y 2022, del
papel de la catarí Academia Aspire para decantar el voto de los miembros del
comité ejecutivo de la FIFA o del papel de Sandro Rosell como intermediario
entre la candidatura de Qatar y el presidente de la Confederación Brasileña,
Ricardo Teixeira, a la cuenta de cuya hija de diez años Rosell hizo un ingreso
de dos millones de dólares seis meses después de la elección de Qatar como sede
del Mundial.
Ante cada una de
estas acusaciones, Qatar respondió negando los hechos y reafirmando la legitimidad
de su elección. Hassan Al-Thawadi, secretario general del comité organizador,
explicó que “siempre hemos cumplido con las normas y regulaciones de la FIFA
para alcanzar este éxito. La explicación más simple y no lo digo con
arrogancia, es que éramos la mejor candidatura”. Por si acaso, no cejaron en la
vía diplomática, que incluía la organización de nuevos amistosos, como el que
enfrentó a Uruguay y España, supuestamente incluido en el acuerdo electoral con
la federación presidida por Ángel María Villar. Varios clubes de la Bundesliga,
entre ellos el Bayern Munich, fueron invitados varias veces a realizar sus
concentraciones en las instalaciones de la Aspire Academy. Esas visitas y los
dos relojes con los que obsequiaron al alemán Karl-Heinz Rummenigge, por
entonces director general del Bayern, influirían para que este declarara que
“hay que tener cuidado con exagerar las críticas. No hay que olvidar que la
industria alemana tiene allí contratos millonarios”.
Sistema
‘kafala’
Pero, además de las
acusaciones de corrupción, Qatar ha tenido que responder también a las
numerosas denuncias por violaciones de los derechos humanos, por un sistema
laboral casi esclavista o por el trato dado en el país a mujeres y
homosexuales. Aspectos que eran bien conocidos cuando la FIFA lo eligió como
sede del Mundial.
Hablamos de una
candidatura que ha debido construir una nueva red de metro, aeropuerto,
carreteras, así como nueve estadios y una nueva ciudad; precisamente la que
acogerá la final del torneo. Todas estas obras se han llevado a cabo con mano
de obra procedente, principalmente, de países asiáticos. Obreros contratados
bajo el sistema kafala, habitual en los países del Golfo Pérsico. Un sistema
que tiene sus raíces en el periodo colonial, cuando la escasa presencia de
oficiales británicos les llevó a delegar funciones en las empresas locales. Por
este sistema los trabajadores entregan sus pasaportes a la empresa y necesitan
de un permiso de esta para cambiar de trabajo o salir del país.
Desde la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) se ha denunciado numerosas veces
el sistema kafala, así como los prolongados impagos, la dificultad de acceso a
la justicia laboral o la ausencia de sindicatos para los trabajadores
extranjeros
Desde la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) se ha denunciado numerosas veces
el sistema kafala, así como los prolongados impagos, la dificultad de acceso a
la justicia laboral o la ausencia de sindicatos para los trabajadores
extranjeros. Amnistía Internacional y otras organizaciones añaden a sus
denuncias las precarias condiciones en las que viven los trabajadores o las
jornadas de hasta 18 horas y 124 días sin descanso.
Qatar aprobó una
primera reforma laboral en 2014 y una segunda en 2016, ambas consideradas
insuficientes por la OIT. En 2020 se aprobó una nueva reforma que eliminaba el
permiso de la empresa para salir del país y establecía un salario mínimo de 275
euros más techo y comida. Estos cambios han permitido sortear las críticas al
comité organizador y a la FIFA, aunque numerosas asociaciones internacionales
vienen denunciando que las medidas no están siendo efectivas.
En febrero de 2021
el diario The Guardian denunció la muerte de 6.500 trabajadores desde que se le
concedió el Mundial a Qatar, así como la falta de transparencia en los datos.
En muchos casos los fallecimientos son registrados como “muerte natural” sin
que se haya realizado una autopsia. Desde el Gobierno catarí se explicó que
esta cifra correspondía a todas las muertes de extranjeros ocurridas en el país
y reconocieron, únicamente, tres casos relacionados directamente con el
Mundial. No incluyeron en esta cifra las registradas como muertes naturales, ni
los fallecimientos ocurridos en la construcción de carreteras, aeropuerto u
otras obras vinculadas a la Copa del Mundo; porque, en los últimos años,
prácticamente todo lo que se construye en el país tiene relación con el torneo.
LGTBIfobia
La situación de las
mujeres y de los homosexuales ha sido, desde el primer día, otra de las causas
principales de protesta. En 2020, la agencia Associated Press aseguró que la
organización permitiría la exhibición de símbolos LGTBI y despertó cierta
ilusión dentro del colectivo. Sin embargo, un año más tarde, el portavoz de la
organización del Mundial, Nasser Al Khater, recordó que “las muestras públicas
de afecto no están bien vistas y eso incluye a todo el mundo. Qatar es un país
conservador y es todo lo que hay que respetar”. Desde el comité organizador se
recordó que los símbolos del colectivo LGTBI podrían ser requisados. “No será
para insultarlos, más bien para protegerlos”, añadieron.
La selección de
Dinamarca ya ha anunciado que mostrará mensajes en defensa de los derechos
humanos durante el Mundial y las de Alemania, Noruega y los Países Bajos
protagonizaron actos de protesta en diferentes partidos de clasificación. El
futbolista finlandés Riku Riski ha sido, hasta ahora, el único que ha dado un
paso más y se negó a disputar el partido amistoso que su selección iba a
disputar en Qatar “por las razones éticas y los valores que defiendo”.
Xavi Hernández fue
nombrado embajador global del Mundial de Qatar en el año 2018, tras lo que
declaró que “son todo ventajas para que se vea un mundial histórico” o que
“Qatar no es un país democrático, pero su sistema funciona mejor”
Desde el Gobierno y
los medios de comunicación cataríes se viene denunciando una campaña desde
occidente contra el país y han tratado de contrarrestarla con otra campaña que
incluye entrevistas y reportajes en numerosos medios, así como el apoyo de figuras
relevantes del mundo del fútbol. Xavi Hernández fue nombrado embajador global
del Mundial de Qatar en el año 2018, tras lo que declaró que “son todo ventajas
para que se vea un mundial histórico” o que “Qatar no es un país democrático,
pero su sistema funciona mejor”. En años posteriores han incluido en la nómina
de embajadores al francés Desailly, el brasileño Cafú, el alemán Matthaüs o el
inglés Beckham, todos abiertos a promocionar las virtudes del país y de la Copa
del Mundo.
En su momento, toda
esta tarea diplomática resultó fundamental para que las diferentes federaciones
nacionales que conforman la FIFA aceptaran el cambio de fechas que la
organización catarí había previsto para la disputa del Mundial. Las principales
ligas del mundo han debido modificar su calendario para dar cabida a la Copa
del Mundo entre noviembre y diciembre y lo han hecho sin poner grandes
dificultades.
Lisa Klaveness,
exfutbolista y presidenta de la federación noruega, denunció el pasado marzo en
el congreso de la FIFA que “en 2010 las Copas del Mundo fueron concedidas por
la FIFA de una manera inaceptable, con consecuencias inaceptables. Los derechos
humanos, la igualdad, la democracia, los intereses fundamentales del fútbol, no
estuvieron en el once inicial hasta muchos años después. Estos derechos básicos
saltaron al campo como suplentes, principalmente a través de voces externas. La
FIFA ha tomado nota, pero todavía hay mucho camino por recorrer […]. Temo que
nuestros estadios puedan quedar vacíos en el futuro si ignoramos la urgencia
del momento y el momento de actuar es ahora”.
Han pasado muchos
años desde que Qatar fue elegida como sede del Mundial y Grondona terminó
teniendo razón porque los escándalos que siguieron a esa votación se han
llevado por delante a los Blatter, Platini, Villar y compañía, toda una
generación de dirigentes del fútbol. Mientras tanto, Qatar capeó el temporal y
los ojos del mundo se posarán sobre el país para ver a los mejores futbolistas
enfrentarse por el trofeo más preciado, en los flamantes nuevos estadios. El
mismo país que nadie imaginaba como sede de un gran evento inaugurará su
Mundial el próximo 20 de noviembre
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