UNA CRUZADA (JUDICIAL) CONTRA LA DEMOCRACIA
Desde su
creación en 2008, la Asociación Española de Abogados Cristianos ha iniciado más
de medio centenar de procesos judiciales. Con ellos, buscan un altavoz
mediático y debilitar a las organizaciones feministas y LGTBI, con menos
recursos económicos
MERITXELL RIGOL
Polonia Castellanos, presidenta de la Asociación Española de
Abogados Cristianos, en televisión.
La lista es larga: activistas que protestaron en la catedral de Alcalá de Henares contra terapias para “curar” la homosexualidad; el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, por acoger una exposición que incluía la imagen de un Cristo a la parrilla; educadoras que imparten talleres de educación sexoafectiva –según ellos, de “ideología de género”–, o incluso la directora de una escuela donde se realizan; feministas que convocan protestas “anticristianas”; el artista Drag Sethlas por recitar “frases blasfemas” en una actuación; alcaldes que colgaron la bandera LGTBI –un gesto que “no se puede permitir porque solo representa a una parte de la ciudadanía”–; los que han retirado cruces “utilizando como excusa la Ley de Memoria Histórica”; el artista Abel Azcona, por una obra que denuncia los abusos sexuales en la Iglesia católica; una veintena de clínicas en las que se practican abortos, a las que acusan de ofrecer publicidad engañosa que “incita” a abortar.
Desde su creación
en 2008, la Asociación Española de Abogados Cristianos ha iniciado ya más de
medio centenar de procesos judiciales. No es la única, pero sí la principal
organización ultraconservadora que recurre al sistema judicial para incidir en
la vida pública. Aunque, en la práctica, lo consigue más a base de titulares
que de sentencias favorables.
“En España vemos
una especie de cruzada jurídica por parte de grupos próximos a la extrema
derecha, vinculados a un extremismo religioso, para intentar imponer su visión
del mundo, desde una posición de patrimonializar los derechos y las libertades,
y poniendo en cuestión derechos de las mujeres y de las personas LGTBI”,
advierte María José Fariñas, catedrática de filosofía del derecho de la
Universidad Carlos III e investigadora del Instituto de Derechos Humanos
Gregorio Peces-Barba.
Un informe sobre
protección contra la LGTBIfobia, presentado este año por varias organizaciones
feministas –que prefieren no ser mencionadas para evitar sobreexponerse al
hostigamiento del ultracatolicismo– ante el experto independiente de Naciones
Unidas, Víctor Madrigal-Borloz, señala la judicialización como una de las las
principales estrategias que usan los grupos ultraconservadores que dicen luchar
“contra la opresión y las imposiciones derivadas de la ‘ideología de género’”.
Abogados Cristianos
abre litigios, de manera masiva, con el argumento de defender derechos –la
libertad religiosa, por ejemplo–. Pero su objetivo nada tiene que ver con el de
las organizaciones defensoras de derechos humanos, que utilizan el litigio
estratégico como herramienta. Mediante los tribunales, estas últimas pretenden
cambiar leyes, políticas y prácticas y obtener reparación, tras violaciones de
derechos humanos. Así, por ejemplo, en la sección española de Amnistía
Internacional dicen haber participado en tan solo cuatro en los últimos años:
por la sustracción de bebés durante el franquismo, por déficits de la justicia
frente a la protección de las víctimas de violencia machista, por la
vulneración del derecho a la vivienda en España y por el comercio de armas
utilizadas para cometer crímenes de guerra.
“Los grupos ultracatólicos se plantean denunciar como una estrategia de visibilidad pública para situar mensajes integristas, por lo que las causas que abren, más que para defender derechos, son para hacer retroceder derechos adquiridos, empezando por la educación sexual, así como otros derechos sexuales y reproductivos”, explica Aintzane Márquez, abogada de Women’s Link Worldwide.
Tanto a un lado
como al otro del Atlántico, los fundamentalistas están unidos por su oposición
al derecho al aborto o al reconocimiento de la diversidad de género y sexual y
en su defensa de una visión cristiana conservadora y rigorista que se propone
“restaurar el orden natural” de la sociedad. Un ‘sentido común’ compartido por
organizaciones como Abogados Cristianos, European Centre for Law and Justice,
Alliance Defending Freedom –con vínculos en la antigua administración Trump; el
expresidente norteaméricano se estrenó cerrando el grifo de los fondos
norteamericanos de cooperación para promover los derechos sexuales y
reproductivos– u Ordo Iuris, que impulsó la última restricción al derecho al
aborto en Polonia que, a principios de este año, fue ilegalizado, incluso en
caso de malformación fetal.
Buscar en juzgados lo que no hay en las leyes
Para Sílvia
Aldavert, coordinadora de la asociación Derechos Sexuales y Reproductivos,
Abogados Cristianos es “el brazo jurídico de organizaciones fundamentalistas de
gran calibre como HazteOír y CitizenGo”. Aldavert relaciona el reiterado
recurso a la vía judicial con el avance político de los derechos de las mujeres
y las personas LGTBI y con que estos activistas ultras no están consiguiendo
cambiar las leyes. Uno de los puntos de inflexión en la estrategía estuvo
marcado por la fallida contrareforma de la ley del aborto que impulsó
Gallardón. “Lo que hicieron fue apostar por abrir procesos judiciales para
debilitar económicamente a las organizaciones que trabajan para garantizar el
aborto y los derechos sexuales y reproductivos”, explica Aldavert.
Se han dedicado
como mínimo, 707 millones de dólares entre 2009 y 2018 a intentar derogar leyes
que protegen derechos humanos de las mujeres y de las personas LGTBI en Europa
La Federación
Estatal de Planificación Familiar, por ejemplo, fue protagonista de uno de los
pocos casos denunciados por los ultracatólicos que ha tenido repercusiones
legales. Tras una denuncia por publicitar anticonceptivos en su revista
–prohibido por ley al ser un fármaco que requiere prescripción facultativa–,
esta ONG fue sancionada. En 2016, basándose en esta sanción, el Ministerio de Interior,
comandado entonces por Jorge Fernández Díaz, revocó la consideración de
utilidad pública a esta asociación, lo que tiene un impacto significativo a la
hora de recibir financiación de las administraciones. Según Aldavert, las
organizaciones ultra, económicamente muy fuertes, buscan los agujeros legales a
través de los que puedan poner demandas para desgastar a las organizaciones
feministas, con mucha menos capacidad económica.
Un informe
elaborado por el Foro Parlamentario Europeo para los Derechos Sexuales y
Reproductivos identifica que, como mínimo, 707 millones de dólares, procedentes
de Europa, Estados Unidos y Rusia, se han dedicado entre 2009 y 2018 a intentar
derogar leyes que protegen derechos humanos de las mujeres y de las personas
LGTBI en Europa. El informe considera que esta cifra es apenas “la punta del
iceberg”, ya que los grupos fundamentalistas generan fondos “aprovechando el
apoyo de las élites sociales y económicas, la financiación estatal y de redes
religiosas”.
Su fe como marco de
lo público
Recientemente, la
Audiencia de Málaga ha confirmado la condena por un delito de ofensa contra los
sentimientos religiosos a una de las activistas que participó en la procesión
del Chumino Rebelde, una protesta feminista por la que fue multada con 2.700
euros. “Utilizan el proceso como pena; buscan disuadir a las activistas, que
con estas querellas afrontan procesos que pueden durar años, suponen gastos
económicos y un considerable desgaste; a la vez que, con esta
instrumentalización del derecho de acceso a los tribunales, buscan destruir o
limitar derechos y libertades y promueven valores conservadores, agitando como
si fuesen un movimiento social”, analiza la investigadora especializada en
extrema derecha y género Nuria Alabao.
Los fallos judiciales
favorables a Abogados Cristianos son pocos. La gran mayoría de sus denuncias
son inadmitidas, archivadas o resueltas con fallos absolutorios. “Prácticamente
no han encontrado ningún guiño en los órganos jurisdiccionales”, remarca Igor
Minteguia, profesor del área de derecho eclesiático del Estado de la
Universidad del País Vasco. Ahora bien, pese a quedar a menudo en papel mojado,
los procesos de judicialización no resultan inocuos. “Cada vez que se
querellan, se habla de sus planteamientos, y supone un goteo que va calando en
parte de la sociedad, a la vez que crea cierto ambiente de miedo o, por lo
menos de precaución, ante las posibles consecuencias que puedan tener nuestras
manifestaciones o nuestras expresiones”, explica Minteguia.
Las denuncias por
supuestos delitos contra los sentimientos religiosos han ido en aumento en la
última década de la mano de colectivos ultracatólicos. “No vamos por buen
camino”, afirma la jueza María del Prado Escoda, portavoz de Jueces y Juezas
para la Democracia en Cataluña, al observar cómo aprovechando este tipo penal
se judicializan situaciones que “forman parte de la libertad de expresión y de
información”.
A principios de
año, la Comisión de Justicia del Senado aprobó una moción por la que insta al
Gobierno a impulsar el procedimiento para la “modificación sustancial y en su
caso derogación” del artículo 525 del Código Penal, que tipifica la ofensa a
los sentimientos religiosos. El servicio de prensa del Ministerio indica que,
hasta el momento, no se han dado pasos en esta dirección.
“Todo lo que es
molesto no tiene que ser sancionado con el código penal, que está previsto para
castigar los ataques más graves contra los bienes jurídicos más protegidos. En
un estado aconfesional, no tendría que tener cabida un castigo penal por
ofender sentimientos religiosos”, considera Escoda. También apunta que haría
falta una “redacción muy cuidadosa” para garantizar que la ofensa a
sentimientos religiosos solo se aplicase en casos muy concretos y considera
básico que los jueces lo apliquen “con cirugía fina”, para no generar un
“efecto de desaliento y que la gente termine callando, o incluso que el
profesorado acabe no haciendo su trabajo adecuadamente por temor a una
querella”.
En marzo, la
comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, pidió al
Ministerio de Justicia la despenalización de la ofensa a los sentimientos
religiosos. “La derogación de un artículo que pena la libertad de expresión
puede ser una conquista para la disidencia política, cuya principal herramienta
de protesta es podernos expresar. Ahora bien, la extrema derecha va a seguir
utilizando otras herramientas jurídicas para la criminalización, en general y
en concreto del movimiento feminista, del cual quiere manchar la imagen pública
para intentar frenar su masividad y su capacidad de crítica profunda”, advierte
la abogada Pastora Filigrana, abogada de las activistas del caso de la
procesión del Coño Insumiso de Sevilla, que fueron absueltas.
En este caso, como
sucede en otros, junto al delito de ofensa a los sentimientos religiosos,
numerosas querellas de Abogados Cristianos incluyen la acusación de delito de
odio. Un delito introducido a escala europea para proteger a colectivos
vulnerabilizados frente a manifestaciones que inciten a la violencia y supongan
discriminación, por ejemplo, por razones de género, etnia o religión.
Querella, titular,
escaño
Según la guía de
delitos de odio elaborada por la Fundación del Consejo General de la Abogacía
Española, “quienes no profesan ninguna religión (agnósticos o ateos), así como
quienes profesan la religión católica (confesión religiosa mayoritaria en
España), deben ser considerados grupos dominantes y, por ello, carentes de
características propias que los hagan especialmente vulnerables”.
“Hay un maridaje
peligroso entre determinados medios de comunicación, grupos ultracatólicos y
partidos de extrema derecha, que saben que simplificar da réditos electorales y
que, cuando se vinculan a valores esenciales como la familia, juegan con los sentimientos
de la gente, con el miedo, con alarmar”, plantea Fariñas ante la creciente
fuerza institucional ganada por la ultraderecha en España y a escala global,
aupada económica y discursivamente desde organizaciones ultracatólicas. Por
ejemplo, Vox es apoyado abiertamente por Hazte Oír, que pidió el voto para este
partido en las últimas elecciones generales.
El Foro
Parlamentario Europeo alerta de que con una estrategia “cuidadosamente
orquestada”, dentro de la cual se contempla recurrir a los tribunales, los
grupos fundamentalistas cristianos están logrando resultados concretos en
algunos lugares de Europa. Además de la restricción del aborto, prácticamente
total, en Polonia, menciona la prohibición expresa del matrimonio igualitario
en países centroeuropeos y alerta de que hay “una docena de iniciativas a nivel
nacional y de las instituciones europeas que se proponen limitar los derechos
de las mujeres y de las personas LGTBI”.
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