PERÚ, POR LO QUE PUDO SER
POR MAITÉ CAMPILLO
Perú se bate sobre la verdad
histórica
Desde finales del año 2000, con la caída del régimen absolutista de Alberto Fujimori, el pueblo más marginado en la miseria aspira respirar apostando, aunque manipulado buena parte de él, por una apertura política que enfrente la agravante situación económico represiva. A ese interés respondió un falso simulacro (como en el Estado español), intento que respondió el inicio de la reforma del estado, entre cuyos componentes más significativos se hallan los procesos de ‘regionalización y descentralización’ capitalista de divide y vencerás en armonía de la burguesía, en contradicciones de interés y enfoque tal y como vienen implementándose en los países fascistas, como en Europa, donde el capitalismo triunfa arrasando a sus anchas con toda economía: el pobre cada vez más pobre y su derecho al poder proletario cada vez más lejos. Asimismo, la creación de una Comisión de la Verdad, supuestamente encargada de esclarecer las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el conflicto armado iniciado en 1980. También la hipócrita decisión de proceder, que nunca se procedió, a la destitución y reforma de las Fuerzas Armadas, las cuales durante toda la década del 90 constituyeron el soporte básico imprescindible del gobierno autoritario de Fujimori y su amplia red de corrupción, la más degradante legalmente ramificada mafia política de la historia del Perú .
Se impulsó un amañado y amaestrado espacio de diálogo entre las diversas fuerzas políticas y sociales, denominado Acuerdo Nacional, y se introdujo en la legislación el uso de mecanismos legalistas de concertación y participación en política capitalista en los distintos niveles de gobierno. Frente a esta encrucijada nacional se impone la voz del poeta: «No es grato morir señor si en la vida nada se deja y en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida«. Que gran estímulo abarca la frase que incrusta en mi el abrazo a la declaración de principios, por su originalidad y frescura en talla de lucha y enfoque en busca del sentido a la vida, donde asentar los principios del que firmó alguna de sus obras con el seudónimo César Peru (asentando su origen peruano en nombre de pila ‘César Vallejo’). Gracias maestro, y sí, la vida es algo más que doblegarse; tomándolo como guía intentaré aplicar la lección de vida impregnada de luz del poeta, quisiera dar sentido a la parte final de la frase “… sino sobre lo que se deja en la vida”. En memoria de todxs que fueron cosidxs a balazos.
(I)
Historia secreta de una guerrillera
La captura de Carlota Tello
Cutti, detenida y sentenciada por terrorismo se lleva a cabo la tarde del 14 de
noviembre de 1984 -con Belaúnde como presidente de gobierno- irrumpiendo un
pelotón militar sobre la escena a forma d` aquí te pillo
aquí te mato. Ocurrió estando en
una reunión del Comité zonal de Ayacucho, en las faldas del cerro Pongora,
cerca de Huamanga aprovechando su feria local. La versión dada oficialmente
resalta que dicha reunión les fue delatada por un miembro senderista del mismo
Comité, justificando dicha conducta como obra de un elemento inseguro, que si
rencoroso si enfermizo-envidioso si patético e impotente, si celoso y hasta
morboso a lo gallito o gallina incapaz de aguantar la crítica en fin un
culebrón pa` más señas, el que según ellos, entrega el lugar como blanco ideal
pa` escenario del crimen gubernamental llevado a cabo por la fuerza militar. Lo
único cierto en esta historia es que nunca sabremos el trasfondo real donde la
esencia de la verdad aún sigue secuestrada; pero los hechos acaecidos la
historia los evidencia, y es que lo único cierto es que las tropas del ejército
no fueron a indagar y mucho menos a detener, sino a matar, entraron rodeando el
lugar asaltándolo a bocajarro, fusil en mano asesinando a varios guerrilleros,
capturando a seis más que no logran escapar, entre ellos unos dicen que tres,
otros que cuatro guerrilleras, como presa de su aberrante hombría desnudándolas
en el acto las vuelcan boca abajo esposadas. Un escalofrío detona mi cuerpo al
presentir la degradación descomunal de la humillación padecida y es que el
odioso absolutismo de poder que transmite la bestia uniformada vale más que mil
palabras. Tras este acto vandálico impune, avalado por el poder político, las
cuatro senderistas fueron trasladadas a la base Los Cabitos, en la ciudad de Huamanga.
Pese a saber de antemano los resultados finales que iban acontecer y a quién
detenían hicieron el paripé formal de identificarlas; la joven Carlota Tello
Cutti, en un gesto de principios asume automáticamente el liderazgo ante sus
compañeras, concentrando el interés de sus interrogadores en un intento de
distraer la atención sobre las camaradas, entre las que se encontraba Elvira
Ramírez, principal responsable política senderista en Ayacucho. Gesto que no
solo la dignifica, muestra su potencial humano, la identificación en celo de
responsabilidad extrema poniendo en primer plano los intereses políticos porque
como dijera el mismo poeta peruano que abre esta nota «El arte no es un medio
de propaganda política, es el resorte supremo de toda creación política«.
‘Carla’ no hizo sino transmitir consciente en lo que le quedaba de vida, su
autentico perfil, el de ella, el que define clara e ideológicamente ese arte en
militancia intrínseco que cada uno llevamos dentro y que emana de nuestro
propio compromiso, y transforma en actos de conciencia definiendo el calibre de
lo que en verdad somos, no lo que decimos ser, esos actos son los que van
conformando la auténtica conciencia, el auténtico perfil del militante.
La ‘Casa Rosada’ fue testigo de
cientos de crímenes; sus paredes pese a estar pintadas de ese color no han
logrado aún deshacerse de la sangre en ella vertida y violaciones en masa de
mujeres. Ella fue la tapadera de su espeluznante barbarie, la que en la década
de los años 80 fuera el centro de torturas del Ejército en Ayacucho, desde
donde funcionaba El Cuerpo de Inteligencia que el general nazi Clemente Noel
había organizado para luchar fuera de la ley; los prisioneros que entraban a
sus instalaciones no salían jamás. Jesús Sosa fue uno de sus representantes,
uno de los torturadores y asesino del grupo Colina, que narró su punto de vista
personal en el libro “Muerte en el pentagonito” de Ricardo Uceda, describe que
en el periodo de 1983, a 1986 (año en que se encuentra como presidente Alan
García en dos mandatos no consecutivos: de 1985 a 1990 y de 2006 a 2011), por
lo menos 500 subversivos o sospechosos de serlos, fueron torturados y
ejecutados clandestinamente en esta vivienda que quedaba cerca del cuartel Los
Cabitos en Ayacucho ¿Cuántos más no serían?, me pregunto. Una de las detenidas
el 14 de noviembre de 1984, violada, torturada cruelmente y asesinada en la
antesala de la morgue clandestina que llamaron Casa Rosa, fue la joven Carlota
Tello Cutti, ‘Carla’, de 22 años (El ingreso fue clandestino pues la regla era
que ninguno saldría jamás vivo). Ahí fueron recibidos por el mayor Jorge
Contreras, quien organizó las sesiones de tortura y de violaciones que duraron
cuatro días. A los hombres les rompieron los brazos al momento de hacerles “la
colgada”, método de tortura que consistía en colgar a los detenidos de los
antebrazos atados por detrás. Las mujeres fueron ultrajadas. Todos tenían
dientes rotos por los puntapiés y puñetazos en plena boca. ‘Carla’, seguía
firme en sus convicciones, quiero recordarla (a las cuatro) en esos momentos de
entusiasmo y reunión de objetivos cuando aún se encontraba entera, vestida con
pantalón y camisa negra recogido su cabello negro en la parte superior de la
nuca. Su “mirada era desafiante”, y los militares la “tomaban por el mando mas
importante en el grupo” narra uno de sus verdugos al escritor, el mismo que
dice, que la pidieron que colaborara para salvar su vida pero su respuesta fue
tajante: “No les tengo miedo, y morir es parte de la lucha”. En ningún momento sintió
miedo de la muerte próxima -sigue diciendo- mantuvo una conducta impávida
frente a la tortura y las amenazas. Por la época algunos diarios de la capital
la presentaban como la sucesora de Edith Lagos; otros, como una de las
senderistas que el 1° de enero de 1983 atacó el fundo “Tutapa” de propiedad de
Víctor Raúl Tapahuasco, líder de Acción Popular (AP) y teniente alcalde de
Ayacucho, quien fuera ajusticiado. Con el recurso de este y otros testimonios
de súbito se empieza a difundir una imagen definida de ella ajena a la
verdadera ‘Carla’, que quedó marcada en la memoria para la historia a golpe de
desprecio y represión. Tuvieron que pasar más de dos décadas para llegar al
tibio intento sobre el desenlace final de la vida de la militante revolucionaria
y sus camaradas.
Según la declaración del
torturador en una respuesta de ‘Carla’ a sus enemigos dijo: “Ustedes no son
ciudadanos, ni políticos. Solo son militares. Perros guardianes del sistema”.
Había comprendido perfectamente la proximidad del fin de su vida y respondiendo
a uno de sus torturadores dijo: “Yo ya estoy muerta, pero el partido nunca va a
morir, moriré sabiendo que venceremos. En cambio, usted morirá sin saber por
qué”. Y en un impulso lúcida se lanza por el sendero luminoso de Mariátegui [Tenemos
el deber de no ignorar la realidad nacional, pero tenemos también el deber de
no ignorar la realidad mundial. El Perú es el fragmento de un mundo que sigue
una trayectoria solidaria] diciendo a sus verdugos: “Todas las revoluciones
triunfaron en su momento: la francesa, la rusa, la china… Así ocurrirá en el
Perú”. El destino de Carlota Tello Cutti y sus camaradas de la Casa Rosada
estaba decidido de antemano, como lo estaba los que acribillaron en dicha
reunión, nada pudieron sacarles a ninguno; la “suerte” estaba echada como una
losa inamovible que incluía a ella, y a Clara Elvira Ramírez Aranda la
responsable política. La declaración de ambas no había sido diferente a la de
cientos de prisioneros que habían pasado por esa casa fatídica mugrienta de
sangre y de pedacitos de sus cuerpos; la conciencia militante florecía como si
de un solo cuerpo se tratara. Según el torturador y presunto asesino, uno a uno
fue llevado al cementerio clandestino del cuartel Los Cabitos. Tenían los
rostros cubiertos con una capucha, y a paso lento, llegaron a las fosas comunes
que de antemano habían preparado los militares para su ejecución: “Fueron
acribillados uno a una al borde de las zanjas con tiros certeros directos a la
cabeza”. A mediados de 1985 (Alan García, el amigo de Felipe GAL-González, se
encuentra como presidente de gobierno desde el 28 de julio de este año), la
cúpula militar con el visto bueno del gobierno decide desenterrar los cuerpos y
quemarlos a fin de borrar las huellas ante una eventual investigación. El mismo
violador y torturador que narra los hechos con la misma sangre fría que asesina
fue encargado de realizar dicha tarea. En un mes -cuenta al escritor del libro-
se desenterraron más de 300 cadáveres que fueron entregados a las llamas
¿Cuántos cientos en realidad serían?, volví a preguntarme. ‘La ladrillera’,
dice, así llamaban al horno crematorio que funcionaba sin tregua como una
extensión de los crematorios nazis: “En una noche rendidora, comenzando a las
diez podía ocurrir que a las doce ya se tuviera en la puerta del horno dos o
tres cadáveres (o más), y con ellos se iniciaba la ignición. El chorro de fuego
devoraba un grupo de tres muertos en treinta minutos, convirtiendo rápidamente
los cuerpos en figuras que se encogían y adoptaban una posición fetal, hasta
volverse unas masas negras que se consumían entre crepitaciones de la grasa
quemada” (Uno de estos cuerpos fue el de Carlota Tello Cutti ‘camarada Carla’).
(II)
El caso de Carlota Tello Cutti fue más allá de una venganza
Posteriormente, el 17 de junio de
1988, cuatro años después de la ejecución clandestina de ‘Carla’, una columna
militar de cincuenta soldados atacó Cuticsa, poblado ubicado en el departamento
de Huancavelica a 120 kilómetros de Ayacucho. Allí vivía la mayor parte de la
familia de esta guerrillera, que en lógica del Ejercito, el pueblo era una base
de apoyo del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL). En este
ataque los soldados masacran 13 personas, entre ellas 7 familiares entre
hermanos, tíos y tías, de Carla: “Vestían uniformes del Ejército, sus rostros
estaban cubierto con pasamontañas, calzaban zapatos de jebe y todos portaban
fusiles y metralletas”, relata Agustina Quispe, pariente de la joven. Otro de
los sobrevivientes el octavo de esta familia, Epitafio Sánchez Cutti, que
escapo a la muerte en Cuticsa fue encontrado, secuestrado y desaparecido por la
patrulla militar. La estirpe de esta maravillosa combatiente, febrilmente joven
entregada a la lucha revolucionaria como el resto se su numerosa familia,
termina en la mismas garras del fascismo político-militar represivo que
combatió. Huracán de crímenes que se llevan a cabo como muerte anunciada en un
intento de desaparecer con ella todo rastro de combatientes de su familia. Por
supuesto que no fue un final épico su vida (sus vidas), claro que no, porque en
la historia del pueblo peruano nunca lo podrá ser cuando a sus hijos les
arrebata la vida la tiranía incrustada en el poder en años siniestros de
historia. Un poder metástasis, el mismo que impuso el manto de olvido que
asfixió todo derecho de vida, en vida, y hasta de muerte, a las victimas y sus
familias desde todos los poderes fácticos para el olvido y descalificación por
los medios de comunicación al derecho a un entierro digno en su recuerdo. Como
el de toda una generación de jóvenes hambrientos de los mismos derechos de
libertad que decididos desafiaron y dieron la vida enarbolando, peleando y
avanzando` Por el Sendero Luminoso del inmortal Mariátegui: “Cuando sobre los
hombros de una clase productora, pesa la más dura opresión económica, se agrega
aún el desprecio y el odio de que es víctima como clase, no falta más que una
comprensión sencilla y clara de la situación, para que esta masa se levante
como uno solo y arroje todas las formas de explotación”.
(3)
La prensa oficialista vuelca en Carla una imagen nefasta
Se desprende de algunas opiniones
que el diario La República “identificado con posiciones de izquierda”, tuvo la
oportunidad de acompañar a las fuerzas policiales que iban tras la pista de los
fugados, eso les permitió llegar a la localidad de donde era oriunda Carla, y,
con el material recogido construirán una serie “televisiva escrita” dedicada a
su vida, la del propio periódico, para sostener su creciente estabilidad sobre
la moneda mercenaria que no sobre la vida de la auténtica Carlota Tello Cutti,
con el título: “historia secreta de una guerrillera”, del mismo modo como se
había hecho con los reportajes sobre personajes del hampa. El de Carla ocupó
las páginas centrales del diario en tres episodios nacionales que aparecieron
en marzo de aquel año; un reportaje de La República del 15 de marzo lo
subtitula ‘para más inri’ “«Camarada Carla»: Una mujer que juega con la
muerte”. De la madre se dijo: “Era una mujer muy liberal y apasionada. Amó
muchas veces y hasta las últimas consecuencias” (¿?). La República reunió en
excepcional ocasión según el “a dos de los maridos” de la madre de Carla: “que
tienen hijos de dicha mujer quien ahora se encuentra en la Selva con otros
convivientes” (¿?). La paz oficial impuso el silencio desviando los graves
acontecimientos ‘por los cerros de Úbeda’ como el diario La República entre
otros medios. La misma “PAZ” que dos años atrás se logró desmoronar frente a un
gran sector de la población que estalla e irrumpe en escena rompiendo mordaza,
cadenas y grilletes al terror haciendo picadillo el miedo sobre el acoso
mediático, tomaron las calles convirtiendo a una de las numerosas guerrilleras
senderistas en una emblemática figura: Edith Lagos, asesinada dos años antes.
‘Carla’ no era menos emblemática no tuvo esa suerte ni esa despedida emotiva de
un pueblo en marcha desafiante y no porque no lo mereciera ni mucho menos, muy
lejos de ello, la mediocridad gubernamental, su descomposición e impotencia
para dar una salida política se impuso a nivel internacional dos años después,
como tapadera de una situación que se le iba totalmente de las manos ¡No más
héroes! (en panorama político similar al último año de vida del dictador Franco
donde la izquierda tradicional y complicidad extraparlamentaria cerró filas
reafirmando el franquismo y monarquía sin Franco). Arrastró tras sí a los
medios viciados ya parte de ellos anclados en cierta poltrona de la estabilidad
y credibilidad del no esfuerzo, en investigación, y mucho impacto comercial
acreditándose como voceros de un sistema decadente e imperio que le mantiene en
pié por la fuerza de las armas. Han ido acomodándose sobre la carcoma generosa
del poder tras sus huellas como credencial oficial. Le tocó a Carlota Tello Cutti,
la decisión gubernamental a la desesperada militarista a lo Torrijos, asesino
entre los más asesino masacrando al pueblo dominicano; Videla, en Argentina con
cientos de asesinados y desaparecidos e hijos robados; a lo Franco, genocida
contra la República de los grandes maestros, poetas, pueblo digno trabajador
mayoritariamente campesino; Pinochet, en Chile que nada tuvo que envidiar a los
golpistas del Estado español, criminal entre los más criminales… Muerte
silenciada, crimen de Estado, sibilinamente solapado por la cúpula militar que
se llevó una buena parte de su familia a la tumba. Años de dolor y paseos a la
muerte queriendo asesinar de un combate media población en rebeldía sino más
con sus mandos y sus héroes, todo, menos la verdadera paz, la verdadera
libertad, los verdaderos derechos elementales ni siquiera el más mínimo
coqueteo con la democracia.
La pequeña y sólida ‘camarada
Carla’, resuelta en luna, la cosieron a balazos y quemaron para que no siguiera
volando ni soñando del lado de las estrellas luminosas. Era inteligente y
decidida, solo hay que leer las respuestas y entereza frente a los verdugos.
Fue encharcada de insultos y una falsa leyenda más atroz que jamás hubiera
imaginado salpicada de bulos. Utilizaron carnaza de todo tipo para ello,
adolescentes de donde estudiaba, jóvenes consentidxs, mediocres vendidos y
demás lacra social sobre ella, contra ella, contra la guerrillera, contra el
futuro de aquella joven que viviera entregada a la liberación decidida e
inquieta, ella, Carlota Tello Cutti, tenía por el contrario personalidad y
encanto, fuerza y dominio de escena. Fue una combatiente nata, decidida a dar
la vida por el Perú, que como su entrañable camarada Edith Lagos y otras
cientos más amaban y querían liberar de cuerpos del orden corruptos y
violadores, de políticos podridos, de rapiña imperial, de capitalismo de
ocupación, de degradación y expolio, del crimen impune, de la especulación
impuesta y poder liberarse como mujer y como pueblo trabajador junto a la clase
que las identificaba, como potencia humana de otro mundo posible, contra el
mercenario ejército civil del sensacionalismo rastrero y vulgar de dinero fácil
que domina Perú y dominó durante años y años de lucha, la prensa, esa prensa de
todos los medios de comunicación a diferente escala que se volcaron como
alimañas en esquelas falsas y enfrentamientos donde no los hubo, inventaron la
muerte de Carlota antes de que esta sucediese, amedrentando a la familia en una
lucha clandestina donde la comunicación no era fácil, crearon seriales falsos,
dieron carnaza a la represión en atracción de ventas, culebrones vomitivos y
crónicas sensacionalistas mediocres dementemente escritas y televisadas. Lo
único cierto que queda para el que la ceguera no le supere, son las imágenes de
decenas de asesinados en masa abandonados en las calles, plazas y pueblos, de
guerrilleros y campesinos despojándoles de sus tierras, porque lo único
verdadero es lo que se callan los medios que apoyan el sistema que oprime. Lo
único verdadero es que se llevan décadas a destajo de poderes corruptos
impasibles ante las demandas sociales lanzando sus tropas como sabuesos sobre
la población hambrienta. La amenaza de violar a Carlota, a toda mujer que cae
en sus manos, colocada sobre una estrategia de dominación en mente y manos de
sus captores, es la consecuencia de dicho poder político buscando quebrar las
capas más desprotegidas y a toda mujer libre, a toda guerrillera firme,
desafiante de su “derecho”, sobre ella. Ellos, la voz del poder, de la
autoridad del amo y orden del crimen establecido sobre el genocidio humano y
exterminio de la mujer luchadora con dos dedos de frente, ellos, feudo
dominante desquiciado de complejo inculto e impotencia, el que meses después se
encarga personalmente de identificar los lugares donde enterró a sus víctimas,
recreando su mente morbosa como manada infame degradada de violencia y
violaciones incontables en su haber. Según algunos medios, volvería a
encontrarse con los restos de la joven senderista acribillada y abrasada en llamas
como el resto de compañerxs; según la prensa: “Otro reconocimiento súbito fue
el de Carlota Tello Cutti. La hermosa cabellera negra de ‘Carla’, larga hasta
la cintura, apareció intacta, hasta la mitad del cadáver” (¿?).
PD.
El 26 de enero de 1983, en
Uchuraccay, calificada como una comunidad campesina perdida en los mapas del
Perú y en el tiempo, se produjo en ella el asesinato de ocho periodistas, el
guía, y un comunero. El por entonces presidente Fernando Belaúnde Terry forma
una comisión para investigar lo ocurrido, esta comisión fue integrada por el
escritor Mario Vargas Llosa, el Decano del Colegio de Periodistas del Perú,
Mario Castro Arenas y el jurista Abraham Guzmán Figueroa. A dicha comisión se
la denominó La Comisión Vargas Llosa. Según el historiador Alberto Flores
Galindo: “Hasta el primer mes de 1983, por Ayacucho, deambulaban unos
personajes incómodos provistos de máquinas fotográficas, lapiceros… El ejército
comenzó a hostigarlos (El 7 de enero los corresponsales establecidos en
Ayacucho protestan por la forma violenta en que se les impide realizar su
misión). Días después, el 26 de enero, fueron asesinados”. Del por qué los
fotógrafos y periodistas empezaron a ser personajes incómodos. Parece que el
gobierno del presidente Belaúnde el 21 de diciembre de 1982, mediante decreto
supremo entrega el control del orden interno de Ayacucho a las Fuerzas Armadas,
siendo el General Roberto Clemente Noel Moral designado como el primer Jefe del
Comando Político Militar de la Zona de Emergencia (diciembre de 1982- diciembre
de 1983). Forma en que el Gobierno civil se lava las manos y entrega la
solución armada a los militares una vez frustrado el intentó de rendición
senderista el 26 de diciembre. Las incursiones, asesinatos y violaciones a
niñas entorno a los 9 y 10 años se hicieron cotidianas, la autoridad civil
había declinado su rol de Estado y la población tenía en los periodistas el
único medio para denunciar cualquier abuso. Ser periodista o fotógrafo de
conciencia en Ayacucho desde 1983, se había convertido en la profesión más
peligrosa del país (ya anteriormente lo había sido ser profesor). En un
artículo de periodista Jorge Luis Mendivil señala entre otras verdades: “¿Acaso
el ejército podrá liquidar al hambre, ese principalísimo agitador terrorista?”.
Mendivil fue uno de los ocho periodistas asesinados en Uchuraccay un mes
después que el gobierno central designara al General Noel Moral como Jefe del
Comando Político Militar de la Zona de Emergencia. Eran solo ocho periodistas
que buscaban la manera de acercarse a la realidad de las comunidades. Allí les
encontró el crimen de Estado, el que se intentó encubrir acusando del crimen a
los propios comuneros. Fue un 30 de enero de 1983, cuando el General Roberto
Clemente Noel Moral, da una conferencia de prensa donde señala que los
periodistas fueron asesinados: “por una suerte de hombres buenos pero
ignorantes” (¿?). Por supuesto La Comisión Vargas Llosa en su informe llega a
la misma conclusión, ahí es que el círculo corrupto del viciado poder se cierra
ocultando los hechos, y, una vez más el, Premio Novel Vargas Llosa` del lado
del crimen.
Maité Campillo (actriz y
directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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