domingo, 27 de junio de 2021

PERÚ, POR LO QUE PUDO SER

 

PERÚ, POR LO QUE PUDO SER

POR MAITÉ CAMPILLO

Perú se bate sobre la verdad histórica

Desde finales del año 2000, con la caída del régimen absolutista de Alberto Fujimori, el pueblo más marginado en la miseria aspira respirar apostando, aunque manipulado buena parte de él, por una apertura política que enfrente la agravante situación económico represiva. A ese interés respondió un falso simulacro (como en el Estado español), intento que respondió el inicio de la reforma del estado, entre cuyos componentes más significativos se hallan los procesos de ‘regionalización y descentralización’ capitalista de divide y vencerás en armonía de la burguesía, en contradicciones de interés y enfoque tal y como vienen implementándose en los países fascistas, como en Europa, donde el capitalismo triunfa arrasando a sus anchas con toda economía: el pobre cada vez más pobre y su derecho al poder proletario cada vez más lejos. Asimismo, la creación de una Comisión de la Verdad, supuestamente encargada de esclarecer las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el conflicto armado iniciado en 1980. También la hipócrita decisión de proceder, que nunca se procedió, a la destitución y reforma de las Fuerzas Armadas, las cuales durante toda la década del 90 constituyeron el soporte básico imprescindible del gobierno autoritario de Fujimori y su amplia red de corrupción, la más degradante legalmente ramificada mafia política de la historia del Perú .

Se impulsó un amañado y amaestrado espacio de diálogo entre las diversas fuerzas políticas y sociales, denominado Acuerdo Nacional, y se introdujo en la legislación el uso de mecanismos legalistas de concertación y participación en política capitalista en los distintos niveles de gobierno. Frente a esta encrucijada nacional se impone la voz del poeta: «No es grato morir señor si en la vida nada se deja y en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida«. Que gran estímulo abarca la frase que incrusta en mi el abrazo a la declaración de principios, por su originalidad y frescura en talla de lucha y enfoque en busca del sentido a la vida, donde asentar los principios del que firmó alguna de sus obras con el seudónimo César Peru (asentando su origen peruano en nombre de pila ‘César Vallejo’). Gracias maestro, y sí, la vida es algo más que doblegarse; tomándolo como guía intentaré aplicar la lección de vida impregnada de luz del poeta, quisiera dar sentido a la parte final de la frase “… sino sobre lo que se deja en la vida”. En memoria de todxs que fueron cosidxs a balazos.

 

 

(I) Historia secreta de una guerrillera

 

La captura de Carlota Tello Cutti, detenida y sentenciada por terrorismo se lleva a cabo la tarde del 14 de noviembre de 1984 -con Belaúnde como presidente de gobierno- irrumpiendo un pelotón militar sobre la escena a forma d` aquí te pillo

 

aquí te mato. Ocurrió estando en una reunión del Comité zonal de Ayacucho, en las faldas del cerro Pongora, cerca de Huamanga aprovechando su feria local. La versión dada oficialmente resalta que dicha reunión les fue delatada por un miembro senderista del mismo Comité, justificando dicha conducta como obra de un elemento inseguro, que si rencoroso si enfermizo-envidioso si patético e impotente, si celoso y hasta morboso a lo gallito o gallina incapaz de aguantar la crítica en fin un culebrón pa` más señas, el que según ellos, entrega el lugar como blanco ideal pa` escenario del crimen gubernamental llevado a cabo por la fuerza militar. Lo único cierto en esta historia es que nunca sabremos el trasfondo real donde la esencia de la verdad aún sigue secuestrada; pero los hechos acaecidos la historia los evidencia, y es que lo único cierto es que las tropas del ejército no fueron a indagar y mucho menos a detener, sino a matar, entraron rodeando el lugar asaltándolo a bocajarro, fusil en mano asesinando a varios guerrilleros, capturando a seis más que no logran escapar, entre ellos unos dicen que tres, otros que cuatro guerrilleras, como presa de su aberrante hombría desnudándolas en el acto las vuelcan boca abajo esposadas. Un escalofrío detona mi cuerpo al presentir la degradación descomunal de la humillación padecida y es que el odioso absolutismo de poder que transmite la bestia uniformada vale más que mil palabras. Tras este acto vandálico impune, avalado por el poder político, las cuatro senderistas fueron trasladadas a la base Los Cabitos, en la ciudad de Huamanga. Pese a saber de antemano los resultados finales que iban acontecer y a quién detenían hicieron el paripé formal de identificarlas; la joven Carlota Tello Cutti, en un gesto de principios asume automáticamente el liderazgo ante sus compañeras, concentrando el interés de sus interrogadores en un intento de distraer la atención sobre las camaradas, entre las que se encontraba Elvira Ramírez, principal responsable política senderista en Ayacucho. Gesto que no solo la dignifica, muestra su potencial humano, la identificación en celo de responsabilidad extrema poniendo en primer plano los intereses políticos porque como dijera el mismo poeta peruano que abre esta nota «El arte no es un medio de propaganda política, es el resorte supremo de toda creación política«. ‘Carla’ no hizo sino transmitir consciente en lo que le quedaba de vida, su autentico perfil, el de ella, el que define clara e ideológicamente ese arte en militancia intrínseco que cada uno llevamos dentro y que emana de nuestro propio compromiso, y transforma en actos de conciencia definiendo el calibre de lo que en verdad somos, no lo que decimos ser, esos actos son los que van conformando la auténtica conciencia, el auténtico perfil del militante.

 

La ‘Casa Rosada’ fue testigo de cientos de crímenes; sus paredes pese a estar pintadas de ese color no han logrado aún deshacerse de la sangre en ella vertida y violaciones en masa de mujeres. Ella fue la tapadera de su espeluznante barbarie, la que en la década de los años 80 fuera el centro de torturas del Ejército en Ayacucho, desde donde funcionaba El Cuerpo de Inteligencia que el general nazi Clemente Noel había organizado para luchar fuera de la ley; los prisioneros que entraban a sus instalaciones no salían jamás. Jesús Sosa fue uno de sus representantes, uno de los torturadores y asesino del grupo Colina, que narró su punto de vista personal en el libro “Muerte en el pentagonito” de Ricardo Uceda, describe que en el periodo de 1983, a 1986 (año en que se encuentra como presidente Alan García en dos mandatos no consecutivos: de 1985 a 1990 y de 2006 a 2011), por lo menos 500 subversivos o sospechosos de serlos, fueron torturados y ejecutados clandestinamente en esta vivienda que quedaba cerca del cuartel Los Cabitos en Ayacucho ¿Cuántos más no serían?, me pregunto. Una de las detenidas el 14 de noviembre de 1984, violada, torturada cruelmente y asesinada en la antesala de la morgue clandestina que llamaron Casa Rosa, fue la joven Carlota Tello Cutti, ‘Carla’, de 22 años (El ingreso fue clandestino pues la regla era que ninguno saldría jamás vivo). Ahí fueron recibidos por el mayor Jorge Contreras, quien organizó las sesiones de tortura y de violaciones que duraron cuatro días. A los hombres les rompieron los brazos al momento de hacerles “la colgada”, método de tortura que consistía en colgar a los detenidos de los antebrazos atados por detrás. Las mujeres fueron ultrajadas. Todos tenían dientes rotos por los puntapiés y puñetazos en plena boca. ‘Carla’, seguía firme en sus convicciones, quiero recordarla (a las cuatro) en esos momentos de entusiasmo y reunión de objetivos cuando aún se encontraba entera, vestida con pantalón y camisa negra recogido su cabello negro en la parte superior de la nuca. Su “mirada era desafiante”, y los militares la “tomaban por el mando mas importante en el grupo” narra uno de sus verdugos al escritor, el mismo que dice, que la pidieron que colaborara para salvar su vida pero su respuesta fue tajante: “No les tengo miedo, y morir es parte de la lucha”. En ningún momento sintió miedo de la muerte próxima -sigue diciendo- mantuvo una conducta impávida frente a la tortura y las amenazas. Por la época algunos diarios de la capital la presentaban como la sucesora de Edith Lagos; otros, como una de las senderistas que el 1° de enero de 1983 atacó el fundo “Tutapa” de propiedad de Víctor Raúl Tapahuasco, líder de Acción Popular (AP) y teniente alcalde de Ayacucho, quien fuera ajusticiado. Con el recurso de este y otros testimonios de súbito se empieza a difundir una imagen definida de ella ajena a la verdadera ‘Carla’, que quedó marcada en la memoria para la historia a golpe de desprecio y represión. Tuvieron que pasar más de dos décadas para llegar al tibio intento sobre el desenlace final de la vida de la militante revolucionaria y sus camaradas.

 

Según la declaración del torturador en una respuesta de ‘Carla’ a sus enemigos dijo: “Ustedes no son ciudadanos, ni políticos. Solo son militares. Perros guardianes del sistema”. Había comprendido perfectamente la proximidad del fin de su vida y respondiendo a uno de sus torturadores dijo: “Yo ya estoy muerta, pero el partido nunca va a morir, moriré sabiendo que venceremos. En cambio, usted morirá sin saber por qué”. Y en un impulso lúcida se lanza por el sendero luminoso de Mariátegui [Tenemos el deber de no ignorar la realidad nacional, pero tenemos también el deber de no ignorar la realidad mundial. El Perú es el fragmento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria] diciendo a sus verdugos: “Todas las revoluciones triunfaron en su momento: la francesa, la rusa, la china… Así ocurrirá en el Perú”. El destino de Carlota Tello Cutti y sus camaradas de la Casa Rosada estaba decidido de antemano, como lo estaba los que acribillaron en dicha reunión, nada pudieron sacarles a ninguno; la “suerte” estaba echada como una losa inamovible que incluía a ella, y a Clara Elvira Ramírez Aranda la responsable política. La declaración de ambas no había sido diferente a la de cientos de prisioneros que habían pasado por esa casa fatídica mugrienta de sangre y de pedacitos de sus cuerpos; la conciencia militante florecía como si de un solo cuerpo se tratara. Según el torturador y presunto asesino, uno a uno fue llevado al cementerio clandestino del cuartel Los Cabitos. Tenían los rostros cubiertos con una capucha, y a paso lento, llegaron a las fosas comunes que de antemano habían preparado los militares para su ejecución: “Fueron acribillados uno a una al borde de las zanjas con tiros certeros directos a la cabeza”. A mediados de 1985 (Alan García, el amigo de Felipe GAL-González, se encuentra como presidente de gobierno desde el 28 de julio de este año), la cúpula militar con el visto bueno del gobierno decide desenterrar los cuerpos y quemarlos a fin de borrar las huellas ante una eventual investigación. El mismo violador y torturador que narra los hechos con la misma sangre fría que asesina fue encargado de realizar dicha tarea. En un mes -cuenta al escritor del libro- se desenterraron más de 300 cadáveres que fueron entregados a las llamas ¿Cuántos cientos en realidad serían?, volví a preguntarme. ‘La ladrillera’, dice, así llamaban al horno crematorio que funcionaba sin tregua como una extensión de los crematorios nazis: “En una noche rendidora, comenzando a las diez podía ocurrir que a las doce ya se tuviera en la puerta del horno dos o tres cadáveres (o más), y con ellos se iniciaba la ignición. El chorro de fuego devoraba un grupo de tres muertos en treinta minutos, convirtiendo rápidamente los cuerpos en figuras que se encogían y adoptaban una posición fetal, hasta volverse unas masas negras que se consumían entre crepitaciones de la grasa quemada” (Uno de estos cuerpos fue el de Carlota Tello Cutti ‘camarada Carla’).

 

(II) El caso de Carlota Tello Cutti fue más allá de una venganza

 

Posteriormente, el 17 de junio de 1988, cuatro años después de la ejecución clandestina de ‘Carla’, una columna militar de cincuenta soldados atacó Cuticsa, poblado ubicado en el departamento de Huancavelica a 120 kilómetros de Ayacucho. Allí vivía la mayor parte de la familia de esta guerrillera, que en lógica del Ejercito, el pueblo era una base de apoyo del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL). En este ataque los soldados masacran 13 personas, entre ellas 7 familiares entre hermanos, tíos y tías, de Carla: “Vestían uniformes del Ejército, sus rostros estaban cubierto con pasamontañas, calzaban zapatos de jebe y todos portaban fusiles y metralletas”, relata Agustina Quispe, pariente de la joven. Otro de los sobrevivientes el octavo de esta familia, Epitafio Sánchez Cutti, que escapo a la muerte en Cuticsa fue encontrado, secuestrado y desaparecido por la patrulla militar. La estirpe de esta maravillosa combatiente, febrilmente joven entregada a la lucha revolucionaria como el resto se su numerosa familia, termina en la mismas garras del fascismo político-militar represivo que combatió. Huracán de crímenes que se llevan a cabo como muerte anunciada en un intento de desaparecer con ella todo rastro de combatientes de su familia. Por supuesto que no fue un final épico su vida (sus vidas), claro que no, porque en la historia del pueblo peruano nunca lo podrá ser cuando a sus hijos les arrebata la vida la tiranía incrustada en el poder en años siniestros de historia. Un poder metástasis, el mismo que impuso el manto de olvido que asfixió todo derecho de vida, en vida, y hasta de muerte, a las victimas y sus familias desde todos los poderes fácticos para el olvido y descalificación por los medios de comunicación al derecho a un entierro digno en su recuerdo. Como el de toda una generación de jóvenes hambrientos de los mismos derechos de libertad que decididos desafiaron y dieron la vida enarbolando, peleando y avanzando` Por el Sendero Luminoso del inmortal Mariátegui: “Cuando sobre los hombros de una clase productora, pesa la más dura opresión económica, se agrega aún el desprecio y el odio de que es víctima como clase, no falta más que una comprensión sencilla y clara de la situación, para que esta masa se levante como uno solo y arroje todas las formas de explotación”.

 

(3) La prensa oficialista vuelca en Carla una imagen nefasta

 

Se desprende de algunas opiniones que el diario La República “identificado con posiciones de izquierda”, tuvo la oportunidad de acompañar a las fuerzas policiales que iban tras la pista de los fugados, eso les permitió llegar a la localidad de donde era oriunda Carla, y, con el material recogido construirán una serie “televisiva escrita” dedicada a su vida, la del propio periódico, para sostener su creciente estabilidad sobre la moneda mercenaria que no sobre la vida de la auténtica Carlota Tello Cutti, con el título: “historia secreta de una guerrillera”, del mismo modo como se había hecho con los reportajes sobre personajes del hampa. El de Carla ocupó las páginas centrales del diario en tres episodios nacionales que aparecieron en marzo de aquel año; un reportaje de La República del 15 de marzo lo subtitula ‘para más inri’ “«Camarada Carla»: Una mujer que juega con la muerte”. De la madre se dijo: “Era una mujer muy liberal y apasionada. Amó muchas veces y hasta las últimas consecuencias” (¿?). La República reunió en excepcional ocasión según el “a dos de los maridos” de la madre de Carla: “que tienen hijos de dicha mujer quien ahora se encuentra en la Selva con otros convivientes” (¿?). La paz oficial impuso el silencio desviando los graves acontecimientos ‘por los cerros de Úbeda’ como el diario La República entre otros medios. La misma “PAZ” que dos años atrás se logró desmoronar frente a un gran sector de la población que estalla e irrumpe en escena rompiendo mordaza, cadenas y grilletes al terror haciendo picadillo el miedo sobre el acoso mediático, tomaron las calles convirtiendo a una de las numerosas guerrilleras senderistas en una emblemática figura: Edith Lagos, asesinada dos años antes. ‘Carla’ no era menos emblemática no tuvo esa suerte ni esa despedida emotiva de un pueblo en marcha desafiante y no porque no lo mereciera ni mucho menos, muy lejos de ello, la mediocridad gubernamental, su descomposición e impotencia para dar una salida política se impuso a nivel internacional dos años después, como tapadera de una situación que se le iba totalmente de las manos ¡No más héroes! (en panorama político similar al último año de vida del dictador Franco donde la izquierda tradicional y complicidad extraparlamentaria cerró filas reafirmando el franquismo y monarquía sin Franco). Arrastró tras sí a los medios viciados ya parte de ellos anclados en cierta poltrona de la estabilidad y credibilidad del no esfuerzo, en investigación, y mucho impacto comercial acreditándose como voceros de un sistema decadente e imperio que le mantiene en pié por la fuerza de las armas. Han ido acomodándose sobre la carcoma generosa del poder tras sus huellas como credencial oficial. Le tocó a Carlota Tello Cutti, la decisión gubernamental a la desesperada militarista a lo Torrijos, asesino entre los más asesino masacrando al pueblo dominicano; Videla, en Argentina con cientos de asesinados y desaparecidos e hijos robados; a lo Franco, genocida contra la República de los grandes maestros, poetas, pueblo digno trabajador mayoritariamente campesino; Pinochet, en Chile que nada tuvo que envidiar a los golpistas del Estado español, criminal entre los más criminales… Muerte silenciada, crimen de Estado, sibilinamente solapado por la cúpula militar que se llevó una buena parte de su familia a la tumba. Años de dolor y paseos a la muerte queriendo asesinar de un combate media población en rebeldía sino más con sus mandos y sus héroes, todo, menos la verdadera paz, la verdadera libertad, los verdaderos derechos elementales ni siquiera el más mínimo coqueteo con la democracia.

 

La pequeña y sólida ‘camarada Carla’, resuelta en luna, la cosieron a balazos y quemaron para que no siguiera volando ni soñando del lado de las estrellas luminosas. Era inteligente y decidida, solo hay que leer las respuestas y entereza frente a los verdugos. Fue encharcada de insultos y una falsa leyenda más atroz que jamás hubiera imaginado salpicada de bulos. Utilizaron carnaza de todo tipo para ello, adolescentes de donde estudiaba, jóvenes consentidxs, mediocres vendidos y demás lacra social sobre ella, contra ella, contra la guerrillera, contra el futuro de aquella joven que viviera entregada a la liberación decidida e inquieta, ella, Carlota Tello Cutti, tenía por el contrario personalidad y encanto, fuerza y dominio de escena. Fue una combatiente nata, decidida a dar la vida por el Perú, que como su entrañable camarada Edith Lagos y otras cientos más amaban y querían liberar de cuerpos del orden corruptos y violadores, de políticos podridos, de rapiña imperial, de capitalismo de ocupación, de degradación y expolio, del crimen impune, de la especulación impuesta y poder liberarse como mujer y como pueblo trabajador junto a la clase que las identificaba, como potencia humana de otro mundo posible, contra el mercenario ejército civil del sensacionalismo rastrero y vulgar de dinero fácil que domina Perú y dominó durante años y años de lucha, la prensa, esa prensa de todos los medios de comunicación a diferente escala que se volcaron como alimañas en esquelas falsas y enfrentamientos donde no los hubo, inventaron la muerte de Carlota antes de que esta sucediese, amedrentando a la familia en una lucha clandestina donde la comunicación no era fácil, crearon seriales falsos, dieron carnaza a la represión en atracción de ventas, culebrones vomitivos y crónicas sensacionalistas mediocres dementemente escritas y televisadas. Lo único cierto que queda para el que la ceguera no le supere, son las imágenes de decenas de asesinados en masa abandonados en las calles, plazas y pueblos, de guerrilleros y campesinos despojándoles de sus tierras, porque lo único verdadero es lo que se callan los medios que apoyan el sistema que oprime. Lo único verdadero es que se llevan décadas a destajo de poderes corruptos impasibles ante las demandas sociales lanzando sus tropas como sabuesos sobre la población hambrienta. La amenaza de violar a Carlota, a toda mujer que cae en sus manos, colocada sobre una estrategia de dominación en mente y manos de sus captores, es la consecuencia de dicho poder político buscando quebrar las capas más desprotegidas y a toda mujer libre, a toda guerrillera firme, desafiante de su “derecho”, sobre ella. Ellos, la voz del poder, de la autoridad del amo y orden del crimen establecido sobre el genocidio humano y exterminio de la mujer luchadora con dos dedos de frente, ellos, feudo dominante desquiciado de complejo inculto e impotencia, el que meses después se encarga personalmente de identificar los lugares donde enterró a sus víctimas, recreando su mente morbosa como manada infame degradada de violencia y violaciones incontables en su haber. Según algunos medios, volvería a encontrarse con los restos de la joven senderista acribillada y abrasada en llamas como el resto de compañerxs; según la prensa: “Otro reconocimiento súbito fue el de Carlota Tello Cutti. La hermosa cabellera negra de ‘Carla’, larga hasta la cintura, apareció intacta, hasta la mitad del cadáver” (¿?).

 

PD.

 

El 26 de enero de 1983, en Uchuraccay, calificada como una comunidad campesina perdida en los mapas del Perú y en el tiempo, se produjo en ella el asesinato de ocho periodistas, el guía, y un comunero. El por entonces presidente Fernando Belaúnde Terry forma una comisión para investigar lo ocurrido, esta comisión fue integrada por el escritor Mario Vargas Llosa, el Decano del Colegio de Periodistas del Perú, Mario Castro Arenas y el jurista Abraham Guzmán Figueroa. A dicha comisión se la denominó La Comisión Vargas Llosa. Según el historiador Alberto Flores Galindo: “Hasta el primer mes de 1983, por Ayacucho, deambulaban unos personajes incómodos provistos de máquinas fotográficas, lapiceros… El ejército comenzó a hostigarlos (El 7 de enero los corresponsales establecidos en Ayacucho protestan por la forma violenta en que se les impide realizar su misión). Días después, el 26 de enero, fueron asesinados”. Del por qué los fotógrafos y periodistas empezaron a ser personajes incómodos. Parece que el gobierno del presidente Belaúnde el 21 de diciembre de 1982, mediante decreto supremo entrega el control del orden interno de Ayacucho a las Fuerzas Armadas, siendo el General Roberto Clemente Noel Moral designado como el primer Jefe del Comando Político Militar de la Zona de Emergencia (diciembre de 1982- diciembre de 1983). Forma en que el Gobierno civil se lava las manos y entrega la solución armada a los militares una vez frustrado el intentó de rendición senderista el 26 de diciembre. Las incursiones, asesinatos y violaciones a niñas entorno a los 9 y 10 años se hicieron cotidianas, la autoridad civil había declinado su rol de Estado y la población tenía en los periodistas el único medio para denunciar cualquier abuso. Ser periodista o fotógrafo de conciencia en Ayacucho desde 1983, se había convertido en la profesión más peligrosa del país (ya anteriormente lo había sido ser profesor). En un artículo de periodista Jorge Luis Mendivil señala entre otras verdades: “¿Acaso el ejército podrá liquidar al hambre, ese principalísimo agitador terrorista?”. Mendivil fue uno de los ocho periodistas asesinados en Uchuraccay un mes después que el gobierno central designara al General Noel Moral como Jefe del Comando Político Militar de la Zona de Emergencia. Eran solo ocho periodistas que buscaban la manera de acercarse a la realidad de las comunidades. Allí les encontró el crimen de Estado, el que se intentó encubrir acusando del crimen a los propios comuneros. Fue un 30 de enero de 1983, cuando el General Roberto Clemente Noel Moral, da una conferencia de prensa donde señala que los periodistas fueron asesinados: “por una suerte de hombres buenos pero ignorantes” (¿?). Por supuesto La Comisión Vargas Llosa en su informe llega a la misma conclusión, ahí es que el círculo corrupto del viciado poder se cierra ocultando los hechos, y, una vez más el, Premio Novel Vargas Llosa` del lado del crimen.

 

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)


No hay comentarios:

Publicar un comentario