PINTANDO EN LOS MUROS
Eduardo Sanguinetti, filósofo y poeta.
Preguntémonos sin pudor: ¿quiénes son los héroes del tercer milenio?, ¿a quién le rendiremos culto? a los Beatles, Marilyn, Buda o a una computadora de última generación... ¿dónde están los mitos?, ¿somos dueños de nosotros mismos?, ¿esclavos del celular?, ¿víctimas de tendencias de moda y diseño?, ¿por qué aceptamos cual dogma de fe los informes falaces del poder oculto, como el de la peste coronavirus? y un interrogante que considero de vital importancia: ¿por qué la humanidad se deja controlar por timoneles de tierra en un barco a la deriva?, el nuevo arca de un Noé en efecto 'animé' y no dudemos en afirmar, pintando en los muros: nadie sabe nada, todo es mentira, todo cierto... una apertura al sendero de la verdad, que según afirmó "alguien", nos hará libres.
¿Por qué no leemos
desde dentro nuestro?, una herramienta eficaz para comprender el efecto de
manipulación de medios mecánicos y tecnológicos de comunicación... ¿Por qué no
ayudar al ser humano a observar conscientemente el drama que se intenta operar
inconscientemente en él, penetrando subliminalmente con presiones, situadas hoy
a nuestro alrededor por la acción mecánica de la prensa y la publicidad?... la
tecnología se me aparece como un dictador espectral que produce devastaciones
hasta en los resquicios más profundos de la psique humana.
La esencia de la
tecnología de los medios de comunicación que accionan de modo pernicioso en una
sociedad, ha influido en el modo de pensar y actuar de sus miembros. Aparecerán
así "monopolios de conocimiento" tecnológicamente determinados.
Asimiló los modos de la comunicación con la organización política, hoy en plena
mutación a espacio ficcional, una interacción que le autorizaba a sugerir, por
ejemplo, que si la invención de alfabeto fonético y, por tanto, el uso de la
imprenta y del papel, había permitido el desarrollo de imperios, desintegrados
(cuyo poder irradiaba a través magos, sacerdotes y funcionarios), la cultura
oral, como en la antigua Grecia, favorecía un tipo de sociedad con un alto
grado de participación e imaginación, hoy inexistente.
Siguiendo los
tránsitos asimilados a mis investigaciones y tesis sobre filosofía, historia y
sus vertientes... En James Joyce, por ejemplo, me fascina su capacidad de crear
mundos llenos de visiones y sonidos discontinuos que exigen del lector una
participación activa. De esa consideración surge su constante recurso a los
aforismos que, como él decía, son siempre incompletos y requieren por ello de
una profunda participación.
En sus escritos me
gusta el modo en que salta de un parágrafo al sucesivo sin un nexo lógico (...)
deja un espacio, un intervalo que permite al lector, estimulado, razonar por su
propia cuenta y pienso, el hombre vive en estado congelado a los estímulos que
nos ha dejado una tradición escrita y oral, de la que procura nutrirse de modo
especulativo internet, con el material escogido para hacer del presente una
vitrina de objetos, jamás coleccionables.
Según
transcurrieron mis años de vida, he descubierto un acercamiento completamente
diferente, basado en la identidad de los procesos de cognición y de creación,
dándome cuenta de que la creación artística es el playback de la experiencia
ordinaria, rutinaria.
De todos modos, lo
operado en la ciencia determina las relaciones sociales, y por tanto también
las del conocimiento mismo, en su condición de aquello que se adquiere a través
de la observación y la experiencia personal y demostrable, incluido el aplicado
a algún método de investigación o estudio.
Un nuevo invento
que aparece moldea y reestructura la forma de las relaciones sociales y
consecuentemente el contexto. Aun oponiendo resistencia nos convertimos en
víctimas de nuestros propios inventos y nos exponemos a los cambios.
De todos modos el hecho
de reproducir escritura de modo mecánico, ha permitido la difusión de la
denominada cultura a escala superlativa, no por ello selectiva, a veces todo lo
contrario, lo podemos apreciar en las publicaciones que ruedan por librerías y en
la web, sin contenido y sin efecto de producir alucinaciones creativas, en que
la imaginación haga construir un universo, donde la posibilidad desmesurada
tenga espacio... Resistiendo, incluso, cuál instancia lúdica, a los agoreros de
la cultura ‘chatarra’, que conforma gran parte de la intelectualidad de un
presente demoníaco, que pueden acusarnos, a los aventureros de la vida y de la
dialéctica de la soledad, de ser poco metódicos, nada sistemáticos y
extremadamente místicos
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