EL PLANCHAZO
DAVID TORRES
A lo mejor no tiene mucho que ver, pero ha sido cortarse la coleta Pablo Iglesias y caer encima de España una factura de la luz que parece un sudoku, con franjas horarias, horas punta y atascos de fin de semana. Para llegar a fin de mes, muchas familias van a tener que resolver un videojuego a vida o muerte la mar de divertido en el que deberán cocinar, planchar, afeitarse, pasar la aspiradora y usar cualquier electrodoméstico antes de las ocho de la mañana. Ríete tú de Indiana Jones en busca del arca perdida, buscando el rayo de sol que indique el mapa del tesoro. Al primer fallo, te cortan la luz, y al segundo, te vas a la puta calle.
No, seguramente la
dimisión de Iglesias no tiene mucho que ver, ya que el pasado abril la factura
de la electricidad marcó un récord histórico durante el segundo año de la
pandemia, quizá para concienciar a los españoles de que lo mejor para calentar
la casa era quemar los muebles y lo segundo mejor quemar las calles. Sí, la
nueva consigna del gobierno comunista, etarra y bolivariano es robar a los
pobres para dárselo a los ricos, a Iberdrola y Endesa, una táctica que hace
pensar si Sánchez y sus socios no estarán planeando la revolución definitiva,
el asalto a los cielos parlamentarios, la toma del Palacio Real, o bien que
votemos a la derecha de toda la vida, que al menos ya estamos acostumbrados al
latrocinio. Qué gran hallazgo semántico resulta que a las clavijas con varias
tomas de corriente se les denomine "ladrones". El idioma es sabio.
Gracias a este
original sistema de estafa eléctrica, la gente podrá elegir entre planchar o
dormir, poner el lavavajillas o dormir, pasar la aspiradora o dormir, darle a
la lavadora o dejar dormir al vecino. Entre las posibles opciones no se
descarta el horno a pedales, la cafetera a yesca y el alumbrarse con velas, un
retorno al Medievo donde no hay el menor peligro de que los cortes de luz
desemboquen en cortes de carretera primero y en cortes de cabeza después,
porque los españoles, aparte de dóciles, estamos muy bien amaestrados.
Esta subida salvaje
está pensada al milímetro, la verdad, ya que los diferentes tramos de
facturación se corresponden con los diferentes períodos de reflexión del
votante hispánico, quien de doce a ocho de la mañana sueña vagamente con votar
a Podemos, cuando se despierta vota al PP y cuando se cabrea vota al PSOE para
que todo siga como estaba. En el programa electoral de Podemos se encontraba la
fantasía animada de nacionalizar las eléctricas, pero como el que manda es el
PSOE al final el gobierno ha decidido nacionalizar a los pobres, que siempre
resulta más rentable.
Finalmente, la
inefable Carmen Calvo ha zanjado la cuestión explicando que la factura será
mucho más asequible siempre que la gente se acostumbre al nuevo horario, puesto
que la luz, como es lógico, sale más barata de noche. Bastará con poner el
lavavajillas de doce a una de la mañana, con planchar de dos a cuatro, y con
poner la lavadora a las cinco, a ser posible todas ellas juntas al lado de la
casa de Carmen Calvo, la de Pedro Sánchez y las de los jefazos de las
eléctricas. Lo importante, ha explicado la vicepresidenta y antigua ministra de
heavy metal, no es la hora a la que se plancha, sino quién plancha, algo que a
ella le preocupa cantidad porque le jodería el descanso al servicio. Es lo
mínimo que podía esperarse de una señora que dijo que el dinero público no es
de nadie: el planchazo es todo nuestro.
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