jueves, 17 de junio de 2021

VOTAR POR UNO MISMO

 

VOTAR POR UNO MISMO

Si no tienes tu candidato, si ya no crees en políticos y sus sombríos entornos, pues sientes y tienes la convicción de que no te representan, si no aceptas que quienes detentan el poder no sean responsables de la vida de una sociedad condenada a la miseria y el servilismo, si desde tú esencia de ser libre, piensas que estos candidatos son oportunistas, incapaces, corruptos, mentirosos, irresponsables, traidores de ideologías perimidas: no dudes en votar por ti.

Nunca olvides que las horrendas injusticias de este mundo pueden ser evitadas, por individuos como tú y yo, pues tenemos la libertad, el poder y la responsabilidad de modificar el estado de las cosas.

 

Tenemos la libertad para decir que “no” a los perversos proyectos políticos y “sí” a nuestros proyectos, deviene pensar en que resultaríamos ser sujetos peligrosos para la clase dominante en el poder. Los que controlan el poder en general anhelan que los dominados digan que sí a todas sus políticas a pesar de que aquellas los vayan a eliminar. Sin embargo, «la libertad humana consiste en la capacidad de decir no» (McNabb, 2020).

 

Sentenciada la calle por el carnaval político rabelesiano, que promueve a sus "menesterosos candidatos", los de siempre y sus crías, promocionados por mercenarios informantes de medios corporativos que acabaron de enterrar para siempre la libertad de prensa y expresión, quienes esquilmaron los cerebros de espectadores incautos.

 

La legítima inteligencia, fue excluida del juego político hace décadas, por los monopolios políticos y empresariales, los enemigos de la verdad, de la libertad y de la democracia. Porque aunque se les llene la boca, cada vez que hablan, de valores universales y principios éticos, gracias a Julian Assange y sus Wikileaks, conocemos un poco mejor qué hay detrás de sus máscaras...

 

El sarcasmo absurdo y el anacronismo, configuran la alegoría de la historia Argentina, de este tiempo, donde los peores ocupan funciones de relevancia, y pareciera que el espectáculo de los falaces estafadores de la vida, continuarán en sus sitiales de honor, impidiendo la construcción de una República, en franca desaparición, con la identidad del ciudadano subestimada, eliminada, con un solo derecho, emitir su voto “obligatorio”, una desmesura.

 

Nuestra libertad nos obliga a cada instante a comprometerla con dignidad y valentía, contra las fuerzas del resentimiento, el odio, la mentira, la cobardía, la traición y la mezquindad de gobiernos descartables, que han perdido la centralidad en sus coordenadas intelectuales.

 

Gobiernos conformados por traumados personajes, atados a dogmas que no reconocen la esencia del sujeto, a la persona real, sin capacidad ni experiencia de haber experimentado el vivir con la sensibilidad del instante, asimilados a nuestra condición de identidad cultural y personal.

 

Por lo tanto, nada se compara con el encanto de un hombre que no esconde ninguna de sus ideas y puede expresarlas con naturalidad, asimilado siempre en libertad de ser, en un acto de ética en estado puro, cuidando de uno mismo votando por uno mismo, deviene en reivindicar nuestro condición de "ser".

 

Votar por uno mismo, un valiente acto de hacer valer los derechos inalienables que hoy, nos son negados significa dejar muy en claro el descontento y el descreimiento fundados legítimamente, ante el "circo electoral", donde los ganadores son los de siempre: personajes, sin ideas ni ideales, "fantoches" jamás dispuestos a asimilarse a fundar un tiempo donde la democracia en todo su esplendor tenga sitial de honor, una democracia participativa, donde cada ciudadano tenga asegurado su porvenir pleno de armonía y libertad en la relación.

Votar por uno mismo es negarse a ser un número dentro de las estadísticas oficiales, tan degradantes y falaces.

 

Se trata entonces, de preparar nuestras mentes para el combate vital por la lucidez, sin los funcionales candidatos de siempre, eliminando privilegios que reciben legisladores incapaces, bien rentados, que ya no se representan ni a sí mismos, en nombre de la democracia y el orden vetusto, que ya no tiene espacio para quienes somos herederos legítimos de una tradición, donde el conocimiento implica responsabilidad y el pensamiento tenga un sitio de honor en la vida de nuestra comunidad.

 

No puedo dejar de comentar como he llegado a esta posición al margen del discurso del mercado, que todo lo domina, haciendo mención a la corrupción endémica, que pulula por todas partes... Sucede cuando el sistema normativo cae en desuso. El mundo se ha transformado en una sociedad anónima.

 

No interesa ya que 20 millones de argentinos o 200 millones de iberoamericanos o toda el África subsahariana viven debajo de la línea de pobreza, lo que interesa es que el “procedimiento democrático” se cumpla. Esto es la democracia reducida a maquinaria procesal privatizada: simulación de simulacro.

 

La democracia “lumpen” procedimental que carece de todo contenido ético a la que no le interesa la defensa de ningún valor, salvo la coherencia con las normas del sistema de poder, asimilada al término “lumperei”, que significa canallada, piojería.

 

Ahora bien, si esas normas, por diferentes causas, conllevan un contenido injusto, anti-ético o perverso ello no interesa, porque la democracia lumpen procedimental no hace, como lo hacían sus predecesoras, la liberal y la comunitaria, predicación de contenidos éticos.

 

Esta democracia es a la política lo que la filosofía analítica es a la filosofía ‘quietista’, dado que a esta corriente filosófica lo que le interesa es la consistencia de los enunciados y no su contenido de verdad o falsedad, no hace predicación de existencia, pues esta solo es accidental… el ser humano tiene que crearse a sí mismo, está irremediablemente condenado a ser libre (Jean Paul Sartre).

 

La democracia se limita a un simple procedimiento, es un formalismo que, eso sí, hay que cumplir a rajatabla. Como el dogma es que al poder sólo se accede por el voto, el cómo se consiga, no interesa. La conservación del poder se realiza a través de una reelección perpetua con constituciones ad hoc, el cómo se logre, no se cuestiona... Este desarraigo brutal del régimen político por antonomasia de nuestros días, en tiempo de pandemia, provoca contradicciones tremendas que se manifiestan como injusticias flagrantes y permanentes ante la cual a los perjudicados, que son las grandes mayorías, sólo les queda la resignación o la reacción violenta.

 

El sujeto tiene, si quiere vivir auténticamente, que asumir el vértigo que engendra el ejercicio pleno de la libertad, pues somos el resultado de todas nuestras acciones libres… la totalidad social es un conjunto de libertades y no reconocerlas en su individualidad es una falta grave.

 

No dejen de poner siempre énfasis en la libertad. No sólo se dediquen a predicarla, sino a vivirla plenamente. No dudo que mis ideas resulten incómodas, en este milenio de grandes pérdidas y generan la suficiente tensión para poder determinar que estoy cumpliendo con mi deber socrático.


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