VOTAR POR UNO MISMO
Si no tienes tu candidato, si ya no crees en políticos y sus sombríos entornos, pues sientes y tienes la convicción de que no te representan, si no aceptas que quienes detentan el poder no sean responsables de la vida de una sociedad condenada a la miseria y el servilismo, si desde tú esencia de ser libre, piensas que estos candidatos son oportunistas, incapaces, corruptos, mentirosos, irresponsables, traidores de ideologías perimidas: no dudes en votar por ti.
Nunca olvides que las horrendas injusticias de este mundo pueden ser evitadas, por individuos como tú y yo, pues tenemos la libertad, el poder y la responsabilidad de modificar el estado de las cosas.
Tenemos la libertad
para decir que “no” a los perversos proyectos políticos y “sí” a nuestros
proyectos, deviene pensar en que resultaríamos ser sujetos peligrosos para la
clase dominante en el poder. Los que controlan el poder en general anhelan que
los dominados digan que sí a todas sus políticas a pesar de que aquellas los
vayan a eliminar. Sin embargo, «la libertad humana consiste en la capacidad de
decir no» (McNabb, 2020).
Sentenciada la
calle por el carnaval político rabelesiano, que promueve a sus
"menesterosos candidatos", los de siempre y sus crías, promocionados
por mercenarios informantes de medios corporativos que acabaron de enterrar
para siempre la libertad de prensa y expresión, quienes esquilmaron los
cerebros de espectadores incautos.
La legítima
inteligencia, fue excluida del juego político hace décadas, por los monopolios
políticos y empresariales, los enemigos de la verdad, de la libertad y de la
democracia. Porque aunque se les llene la boca, cada vez que hablan, de valores
universales y principios éticos, gracias a Julian Assange y sus Wikileaks,
conocemos un poco mejor qué hay detrás de sus máscaras...
El sarcasmo absurdo
y el anacronismo, configuran la alegoría de la historia Argentina, de este
tiempo, donde los peores ocupan funciones de relevancia, y pareciera que el
espectáculo de los falaces estafadores de la vida, continuarán en sus sitiales
de honor, impidiendo la construcción de una República, en franca desaparición,
con la identidad del ciudadano subestimada, eliminada, con un solo derecho,
emitir su voto “obligatorio”, una desmesura.
Nuestra libertad
nos obliga a cada instante a comprometerla con dignidad y valentía, contra las
fuerzas del resentimiento, el odio, la mentira, la cobardía, la traición y la
mezquindad de gobiernos descartables, que han perdido la centralidad en sus
coordenadas intelectuales.
Gobiernos
conformados por traumados personajes, atados a dogmas que no reconocen la
esencia del sujeto, a la persona real, sin capacidad ni experiencia de haber
experimentado el vivir con la sensibilidad del instante, asimilados a nuestra
condición de identidad cultural y personal.
Por lo tanto, nada
se compara con el encanto de un hombre que no esconde ninguna de sus ideas y
puede expresarlas con naturalidad, asimilado siempre en libertad de ser, en un
acto de ética en estado puro, cuidando de uno mismo votando por uno mismo,
deviene en reivindicar nuestro condición de "ser".
Votar por uno
mismo, un valiente acto de hacer valer los derechos inalienables que hoy, nos
son negados significa dejar muy en claro el descontento y el descreimiento
fundados legítimamente, ante el "circo electoral", donde los
ganadores son los de siempre: personajes, sin ideas ni ideales,
"fantoches" jamás dispuestos a asimilarse a fundar un tiempo donde la
democracia en todo su esplendor tenga sitial de honor, una democracia
participativa, donde cada ciudadano tenga asegurado su porvenir pleno de
armonía y libertad en la relación.
Votar por uno mismo
es negarse a ser un número dentro de las estadísticas oficiales, tan
degradantes y falaces.
Se trata entonces,
de preparar nuestras mentes para el combate vital por la lucidez, sin los
funcionales candidatos de siempre, eliminando privilegios que reciben
legisladores incapaces, bien rentados, que ya no se representan ni a sí mismos,
en nombre de la democracia y el orden vetusto, que ya no tiene espacio para
quienes somos herederos legítimos de una tradición, donde el conocimiento
implica responsabilidad y el pensamiento tenga un sitio de honor en la vida de
nuestra comunidad.
No puedo dejar de
comentar como he llegado a esta posición al margen del discurso del mercado,
que todo lo domina, haciendo mención a la corrupción endémica, que pulula por
todas partes... Sucede cuando el sistema normativo cae en desuso. El mundo se
ha transformado en una sociedad anónima.
No interesa ya que
20 millones de argentinos o 200 millones de iberoamericanos o toda el África
subsahariana viven debajo de la línea de pobreza, lo que interesa es que el
“procedimiento democrático” se cumpla. Esto es la democracia reducida a
maquinaria procesal privatizada: simulación de simulacro.
La democracia
“lumpen” procedimental que carece de todo contenido ético a la que no le
interesa la defensa de ningún valor, salvo la coherencia con las normas del
sistema de poder, asimilada al término “lumperei”, que significa canallada,
piojería.
Ahora bien, si esas
normas, por diferentes causas, conllevan un contenido injusto, anti-ético o
perverso ello no interesa, porque la democracia lumpen procedimental no hace,
como lo hacían sus predecesoras, la liberal y la comunitaria, predicación de
contenidos éticos.
Esta democracia es
a la política lo que la filosofía analítica es a la filosofía ‘quietista’, dado
que a esta corriente filosófica lo que le interesa es la consistencia de los
enunciados y no su contenido de verdad o falsedad, no hace predicación de
existencia, pues esta solo es accidental… el ser humano tiene que crearse a sí
mismo, está irremediablemente condenado a ser libre (Jean Paul Sartre).
La democracia se
limita a un simple procedimiento, es un formalismo que, eso sí, hay que cumplir
a rajatabla. Como el dogma es que al poder sólo se accede por el voto, el cómo
se consiga, no interesa. La conservación del poder se realiza a través de una
reelección perpetua con constituciones ad hoc, el cómo se logre, no se
cuestiona... Este desarraigo brutal del régimen político por antonomasia de
nuestros días, en tiempo de pandemia, provoca contradicciones tremendas que se
manifiestan como injusticias flagrantes y permanentes ante la cual a los
perjudicados, que son las grandes mayorías, sólo les queda la resignación o la
reacción violenta.
El sujeto tiene, si
quiere vivir auténticamente, que asumir el vértigo que engendra el ejercicio
pleno de la libertad, pues somos el resultado de todas nuestras acciones
libres… la totalidad social es un conjunto de libertades y no reconocerlas en
su individualidad es una falta grave.
No dejen de poner
siempre énfasis en la libertad. No sólo se dediquen a predicarla, sino a
vivirla plenamente. No dudo que mis ideas resulten incómodas, en este milenio
de grandes pérdidas y generan la suficiente tensión para poder determinar que
estoy cumpliendo con mi deber socrático.
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