LOS DERECHOS SE GANAN DÍA A DÍA
MARCOS HOURMANN
Primer médico condenado
por practicar la eutanasia
Este viernes será un gran día. Desde este 25 de junio comenzará a aplicarse, por fin, la ley de la Eutanasia. Un derecho luchado por muchísimas personas de todo el espectro de la sociedad. De todas esas personas que han luchado por esta ley me gustaría destacar sobre todo a los pacientes que junto a sus familias han tenido la valentía, la dignidad y la fuerza moral para dejarnos ver sus miserias y sufrimientos, siendo ésta la única forma para que generaciones futuras puedan elegir el camino de la eutanasia para acabar con un dolor y sufrimiento insoportables.
Este viernes la
sociedad española tiene la oportunidad de adquirir otro derecho social y, en mi
criterio, fundamental. Podrán elegir cuándo, dónde, cómo y con quién morir, en
definitiva, este viernes somos un poco más libres. España es un país mejor, el
mundo será un poco mejor. Desde mañana, la persona que considere que su vida ya
no tiene más sentido debido a que "una enfermedad incurable" le
imposibilita seguir luchando por sobrevivir podrá decidir él y nadie más que
él. Podrá decir basta. ¿Si elegimos vivir bien porque no podemos elegir morir
bien?
Esto no significa
que la única forma de morir bien sea el camino de elegir la ley de Eutanasia.
Los que creen en Dios tienen una muerte muy digna según sus creencias y mueren
bien. Los que decidan luchar hasta las últimas consecuencias también mueren
bien y dignamente si así lo eligen. ¿A alguien se le ocurriría convencerlos u
obligarlos a que mueran de otra manera?
¿Alguien se atrevería a imponerles como morir? Entonces a la inversa
¿por qué no se ha permitido de la misma manera? ¿Por qué aquellos que eligen
decir basta al sufrimiento insoportable no se les deja y le imponemos que sigan
con su sufrimiento hasta que el sistema diga basta y no puedan elegir ellos
hasta cuándo? ¿Quiénes somos nosotros, los otros, sea quién sea el otro,
jueces, médicos, políticos, familiares para decidir que deben seguir con ese
dolor insoportable? Nadie. Absolutamente nadie.
Ser más libres,
poder elegir, vivir mejor, poder hablar sin miedos, amar sin prejuicios,
trabajar dignamente, educarnos lo mejor posible, envejecer lo mejor posible,
tener un techo y un plato de comida, cuando nos enfermemos que nos cuiden. Se
trata de cuestiones simples de la vida, pero que a veces no los son aunque
deberían serlo y que se van logrando con el esfuerzo de todos, poco a poco. De
la misma manera que la democracia hay que defenderla cada día, y no solamente
con un voto cada cuatro años, los derechos se defienden día a día. Porque si no
se pueden perder sin darnos cuenta.
Ha costado mucho
lograr esos derechos. Mucha gente, como comenté anteriormente, ha trabajado
para conseguir la ley de Eutanasia. Mi historia es la de ser el primer medico
condenado en España por haber practicado la eutanasia y en un día como hoy no
puedo dejar de mencionar la suerte que he tenido de trabajar con la Asociación
de derecho a morir dignamente de Catalunya ni tampoco la huella dejada por el
Doctor Luis Montes. Luchadores incansables, todos, para llegar al día de hoy.
Hablar de la muerte
es hablar de la vida. "Si le pierdes el miedo a la muerte eres más libre.
Tal vez, ser libre es peligro, ese es el problema quizás". Esta frase la
decimos en la obra Celebraré mi Muerte, dirigida por Alberto San Juan y Víctor
Morilla e interpretada por mi mismo, y la menciono aquí porque es la clave de
todo. Se trata de libertad. De eso, precisamente, va la ley de Eutanasia. No va
de ideologías, ni de religiones ni de imponer nada, simplemente habla de la
libertad sin interferir en la libertad del otro. Estoy convencido de que si
entiendo mejor vivir comprenderé mejor mi final. La ley de la Eutanasia me deja
vivir más tranquilo, tengo menos miedo de enfermarme y ya no tengo más sobre
cómo me voy morir. ¿Y saben por qué? Porque desde mañana podré elegir. Hace 14
meses que enfermé por primera vez, la primera vez que me estiraba en una cama
como paciente. Estuve grave, sentí la fragilidad y la vulnerabilidad de la
vida, tenía más miedo de seguir vivo en aquellas circunstancias y volver a casa
imposibilitado que de morirme en aquella sala de ese Hospital. Hoy ese miedo ha
desaparecido.
Por otra parte,
¿alguien se cree con la capacidad de juzgar el dolor humano? ¿Y si mañana el
que cree fervientemente en dios o que ahora cree que luchará hasta el último
momento decide que no puede más y se acoge a esta opción? Y a la inversa,
¿quién me garantiza a mí que opte sin pensar en otra alternativa que no sea la
de utilizar el derecho a la ley de eutanasia y decida luchar hasta el final? Lo
que quiero decir es que, en definitiva, de lo que hablamos no es nada más que
de libertad de elección, eso es todo. Esto no va de peleas de ningún tipo, ni
de convencer unos a otros, esto va de respetar a los unos a los otros.
La ley de Eutanasia
no obliga a nadie. Es una opción más. Vamos a tener que defender este derecho
día a día, como otros tantos. Como la ley del aborto, la ley de matrimonio
homosexual y otros derechos que aparecerán con el tiempo. Depende de nosotros,
de nadie más.
Con respecto a la
ley es una enorme alegría poder haber llegado a obtenerla. No cabe duda de
ello. Ahora es momento de alegría, pero no de euforia. Ahora llega el momento
de su aplicación con todo lo que ello implica. La ley no es perfecta. No sé si
hay alguna que lo sea, pero aprovecho esta enorme oportunidad para comentar dos
aspectos que desde mi humilde opinión hubiera preferido que fueran diferentes.
La Ley contempla
dos comisiones evaluadoras: una previa con el solicitante vivo y una segunda
posterior al hecho de haberse practicado la eutanasia. Yo era más partidario de
una primera y única. Sin la segunda. Los defensores de que haya una posterior
nada más (modelo holandés) argumentaban que al ser las comunidades las que
elijan los comités, dado que las competencias en sanidad son autonómicas,
crearía diferencias de igualdad de oportunidades a la hora de ejercer ese
derecho entre las autonomías. Lo cual es cierto. Mi respuesta a ello es que
prefiero luchar por que esa comunidad opte por la libertad y entendimiento del
solicitante siempre con el vivo que a una segunda comisión arriesgándonos a que
esta segunda comisión encuentre algún fallo de cualquier tipo sin el paciente
vivo, y en consecuencia, a problemas de inimaginables consecuencias para los
demás.
El segundo punto es
el del registro de objetores de conciencia.
Las leyes hay que
cumplirlas, así nos enseñan en un Estado de Derecho. En consecuencia no tendría
razón de haber objeción de conciencia a nada habiendo una ley aprobada por el
Congreso de los Diputados, es decir, por los representantes del pueblo. Pero la
realidad es otra. Yo mismo salí de la ley y fui condenado. En la Ley de
Eutanasia existe la posibilidad de que personal sanitario sea objetor de
conciencia, se registre, y opte por su derecho individual antes del colectivo.
No estoy de acuerdo, aunque lo entiendo. Y lo entiendo porque antes de ser
médico uno es un ser humano con sus creencias, educación y formación. Está
claro que las instituciones hospitalarias sí que están obligadas a satisfacer
el derecho a la Eutanasia, y es la institución quien tiene que garantizar de
tener el personal sanitario necesario y capacitado para que se garantice el
derecho a practicar dicha prestación. Sin embargo, solo un día antes de la
entrada en vigor de la Ley he leído una información que señalaba que 70
instituciones sanitaras de Catalunya se niegan a practicar la eutanasia.
Por todo ello,
ojalá que aquellos objetores que defienden sus creencias, sus códigos
deontológicos y sus ideas y respeto puedan hacerlo, de la misma manera que
deseo que aquellos que consideren que la Ley de eutanasia es un derecho más
también puedan defender sus creencias, sus ideas y su código deontológico y se
les permita, sin estigmatizaciones, dar cobertura al nuevo derecho, ayudar y
escuchar a aquellos individuos que ya no pueden vivir sufriendo ni un solo
segundo más.
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