VENTRÍLOCUOS DEL PP
DAVID TORRES
La célebre paradoja de qué ocurriría si una fuerza irresistible se topara con una roca inamovible no ha encontrado ilustración más gráfica que unos cuantos choques judiciales españoles de ésos que hacen afición. Si creíamos que a estas alturas ya no podíamos ver nada más increíble que la absolución de Cristina Cifuentes por falsificar un máster, llega el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y asegura que la falsificación que presentó Monasterio resultaba tan burda que no se puede admitir como fraude porque era una auténtica chapuza. No se sabe muy bien si la justicia es la roca inamovible o la fuerza irresistible, pero está claro lo que pasa cuando se tropieza con la derecha en los juzgados: nada. No pasa absolutamente nada.
Esta curiosa
trompada de vectores, cuya suma da cero pelotero, ha vuelto a formar una
especie de telaraña o nudo gordiano o cruce de autopistas este mismo martes,
con la declaración de María Dolores de Cospedal en la Audiencia Nacional y la
repentina operación policial contra José Luis Moreno, dos asuntos que en
apariencia no tienen nada que ver y que, sorprendentemente, son el mismo
asunto. José Luis Moreno, por si no lo recuerdan, es un célebre empresario y
ventrílocuo que prestaba su voz a diversos muñecos: el Cuervo Rockefeller,
Macario y Monchito. En sus actuaciones estelares, Moreno fingía largas y
enrevesadas conversaciones con ellos, pero estaba claro que era él quien
manejaba los hilos. Era un falso diálogo muy parecido al que ocurría en el PP,
donde Bárcenas, tesorero y ventrílocuo oficial, hablaba a través de diversos
tentetiesos, especialmente Don Mariano y Doña Finiquito en Diferido. Con Don
Mariano, Bárcenas llegó incluso a mantener una amistad a través de mensajes
telefónicos, algo realmente difícil para un personaje que por aquel entonces
también hacía el papel de presidente del gobierno.
La rocambolesca
conexión entre ambos ventrílocuos no suena tan descabellada cuando uno cae en
la cuenta de que, en 2013, Bárcenas declaró haber recibido varias aportaciones
millonarias en dinero negro por parte de José Luis Moreno. No especificó si
recibió la morterada a través de Monchito -lo que sumaría el cargo de abuso
infantil-, de Macario -un alma cándida cual ministro del PP- o de Rockefeller,
que al fin y al cabo tiene un apellido más sospechoso. Por supuesto, como se
esperaba, Cospedal ha tachado de mentiroso a Bárcenas y ha declarado que, en
efecto, quería conocer al comisario Villarejo, pero no por su magnetófono y sus
conexiones con las cloacas, sino por "los contactos que tenía con la
prensa", aunque no ha especificado si necesitaba esos contactos para
relanzar su carrera artística. Villarejo también se dedica a la ventriloquia
por otros medios y tiene almacenadas grabaciones muy divertidas de todo dios,
incluidas barraganas reales, que José Luis Moreno podría aprovechar para varios
programas de Nochevieja o una edición especial de Noche de fiesta.
Cospedal aseguró en
su día que el finiquito de Bárcenas era una "simulación en diferido",
un sintagma afortunado hasta el punto de que supone una perfecta descripción no
sólo del desempeño económico del PP sino del cometido de varios ministros,
ministras y secretarios generales del partido. Con los ventrílocuos siempre nos
quedará la duda de quién lleva la voz cantante, por no mencionar al cura con la
pistola de fogueo y al muñeco que la emprendió a martillazos con los discos
duros. De momento, ni Rockefeller ni Macario ni Monchito han hecho
declaraciones. Todo es falso, salvo alguna cosa. Toma, Moreno.
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