SUMISIÓN
Cuento
José Rivero Vivas
Publicado
en La Gaceta de Canarias
Gaceta
de Arte y Literatura - Nº 28 - Año 2
Santa
Cruz de Tenerife – Sábado 29/05/1993
Coordina:
Juan José Delgado.
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La
página incluye:
NOTA
BIOGRÁFICA.
FUNDAMENTO
(Poética)
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En ordenador:
Febrero de
2020
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José Rivero Vivas
SUMISIÓN
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Federico imagina que vive frente al mar, en una isla pequeña, de
escasa extensión, enormemente reducida por su orografía, que cubre fácilmente
la mayor parte de su superficie.
Piensa que se ha sumado a los aborígenes y con ellos convive. Su
sociedad es acaso distinta de lo que esperaba; pero en el proceso de crear su
ambiente, tal cual puede concebirlo a través de textos y grabados, estará
entretenido cada día, olvidando que su misión, su trabajo, su diaria tarea no
es nada mala y le resultará agradable llevarla a cabo, porque es mucho más
placentero dedicarse a soñar aventuras que fabularlas para que otro corrija su
elaboración.
Federico considera que cada cual debe contar las suyas propias,
si es capaz de urdir alguna; si no, que persiga al peregrino para que le vaya
soltando su rollo, o lo ensarte como buenamente pueda, de forma que su relato
vaya impregnado de la calidad precisa para que la narración se sostenga por sí
sola sin necesidad de mantenedor, en unos juegos florales, que haya de decir de
ellas que son las mejor escritas en cientos de años, aunque el caso haya
sucedido en una lengua desconocida hasta ahora, por donde los maestros, los
críticos, los comentaristas, se ven imposibilitados de constatar si son
realmente buenas, o si es solamente divisa de un amigo que ayuda a otro, y cada
semana sale en la sección de libros del periódico de más amplia difusión
nacional. Estupendo Federico cuando se expresa de esta manera; no hay nadie con
suficiente moral para acallarlo, pues, en el fondo, todo el mundo suspira por
ese amigo, ser influyente que haya de avalar su obra dando el espaldarazo
indispensable para que sus novelas prosperen y lo catapulten a la fama.
Cree que es hora de que cada hijo de vecino refiera su epopeya,
y decidido emprende la redacción de la suya, sin pretensión de que sea leída
por su prójimo, sino narrar los hechos por mera porfía; con eso le basta.
Adelante empuja el carro de la máquina, Pulsa primero su grabadora y después de
carraspear, inicia la marcha. Las ideas se le paran, se le trabucan, se le
abortan y desmoronan, No encuentra lo que había pensado. Algo ocurre que no
logra centrar la mente en el tema que se había propuesto, Entonces, en lugar de
escribir, en veloz recuerdo de los primitivos pobladores, se pone a dibujar
montes altos, precipicios, cuevas, pintaderas, espirales prodigiosas que
manifiestan su imperiosa necesidad de acción, aunque ignora cómo canalizar la
energía que desborda.
Federico no ve nada malo en ir pidiendo cuentos que otro ingenie
para dar a conocer la opacidad creativa del país, y se ha prometido concurrir
él también para animar a los más jóvenes, porque poco cabe esperar de quienes
rebasan determinados años, que aguardan pasivos, ociosos y blandos, a que sean
otros los que expongan su opinión, para después comentar acremente lo que no
fueron capaces de hacer ellos mismos por falta de ganas, de empuje, y quién
sabe si de inventiva, luz, o inspiración que les ofreciera el medio. Pronto se
cansa de ir reclamando colaboración literaria a quien no merece la pena, y
desiste de su empeño. Si abundan los escritores, que se apliquen, y que no
anden detrás de estar publicando una y otra vez el mismo libro que publicaron
ayer.
Federico no se enfada. Sabe que lo importante para un artista es
su producción, aunque se le niegue valimiento. Por eso renuncia, se retira,
abandona su proyecto y retorna a la historia.
¿Adónde vas con esos sueños, esa ilusión, ese deseo de encontrar
vestigios de pueblos perdidos, extintos, o asimilados, absorbidos por el paso
de los tiempos, la convivencia y los años en mezcla con otros individuos, de
diferentes razas, que en las Islas se asentaron?
Federico no responde a quien le grita su ofensa, y sigue
embebido buscando datos, para enriquecer la referencia que lleva entre manos,
en la demanda de investigación abierta.
-Déjate de historias, Federico. Si tienes alguna que reseñar,
empuña la pluma, coge un cuaderno y ve contando tus vivencias. Si verídicas o
falsas, no importa; ya lo averiguarán mañana los expertos en letras, quienes, a
través de un borrón, una tachadura, o tal vez una coma corrida de lugar,
descubren que el autor del texto era zurdo, tenía ojos azules y padecía asma, o
sufrió inflamación de la pleura, cual un irlandés, poeta romántico, o un
francés, novelista de obra densa.
Federico entiende que le repudian su ensayo, y se encorva
derruido, aplanado por su suerte adversa. Le resulta imposible mantenerse
erguido, que no halla forma de enderezar la espalda para quitarse la curva que
lo joroba, cual un Quasimodo sin campanario, surgido de sus lecturas huguescas.
Inspira hondo el aire marino, impregnando sus pulmones de yodo.
Mira el día, claro ya, y empieza a sentirse mejor. Deshace el nudo que atenaza
su garganta y se dirige al periódico, confiando en que esta vez responderá al
director, a quien apostrofará llamándolo jerarca inepto, ambicioso y trepador.
Pero Federico no cometerá tamaño despropósito, que es de
carácter afable, obediente y pacífico, por lo que prefiere continuar en
silencio, mientras lo consume el deseo de sacar a la luz sus escritos.
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José Rivero Vivas
José Rivero Vivas
SUMISIÓN
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Publicado en La Gaceta de Canarias
Gaceta de Arte y Literatura - Nº 28 -
Año 2
Santa Cruz de Tenerife – Sábado
29/05/1993
Coordina: Juan José Delgado.
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FUNDAMENTO
Poética
Si mi proceso, como
escritor, es distinto, distinta ha de ser mi producción, si en cuanto autor me
mantengo fiel a mi autenticidad. Quiero con esto decir que, en mis obras, sería
erróneo buscar paralelismo con otros autores, más o menos destacados, de
clásica implantación, o como fuere. Esto no significa pretensión de ser único,
sino que mi visión de cuanto expongo, describo, denuncio o señalo, es diferente
a la de cualquier escritor que no se desenvuelva en análogas circunstancias.
Mi mundo es el Submundo que saco a relucir en casi
todas mis obras. Es el ambiente en que me muevo y es lógicamente el que
reflejo. Pero, en mi obra no existe descripción ni pintoresquismo de este mundo
en sí, sino reflexión, sentimiento y vibración, como pieza integrante que soy
de su conjunto, porque en él estoy inmerso; es decir, en él y con él, palpito y
respiro.
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José Rivero Vivas
Santa Cruz de Tenerife
Mayo de 1993
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En ordenador:
Febrero de
2020
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