sábado, 9 de mayo de 2020

DESIERTO, ESPACIO INDETERMINADO


DESIERTO, ESPACIO INDETERMINADO
EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO Y POETA.
¿Qué análisis, críticas, teorías, respuestas o incluso alternativas pueden oponerse a esta realidad incierta en la que permanecemos?… ¿y? Ninguna, sólo escuchar ecos, a lo sumo en ¿efecto acústico? algunas variantes, elaboradas con las mejores/peores intenciones de saber que estamos librados al azar, que jamás ha dejado de accionar en nuestras existencias, hoy más que nunca bajo el imperio del Covid-19.

Hay un estallido de sorderas, de cegueras endémicas, estamos atrapados en una catástrofe sin precedentes, en una fuga hacia un desierto concreto y real, de lo que denominábamos mundo... encierro, inclusiones, exclusiones, incertidumbre... y “algo” brutal nos aguarda al final de este tiempo, sin tiempo, para bien o para mal, bajo la sombra del temor, que ha tomado forma de envoltura. Y el desierto, cual metáfora del espacio vacío, en que quizás se convierta la civilización occidental, tan deseante de lo oriental en tiempos de colonización.


Estamos en situación de sumo peligro de dejar de “ser” lo que alguna vez en calidad de especie hemos sido, “mutando” a otra realidad. Presiento algo que se está gestando a pesar de los ingentes intentos de gobiernos y estructuras condenadas a la caída, en mantener todo como ha sido, una utopía de conquista, sangre y muerte... ¡como duele saber que se negocia con la muerte! Al menos deberíamos vislumbrar de qué tipo de espectáculo participamos, descubrir en la medida que nuestro talento, intuición y coraje nos permita, saber hasta dónde llegarán los corporativistas que incluso en presencia del Covid-19 pretenden imponer criterio, avanzando en usurpaciones, expoliaciones y conquista de las mentes de miles de millones de parias del “nuevo-viejo orden mundial”, cual espejismo del desierto sin fronteras en que transcurren nuestros días.

Se instalan muros, horarios fijos, contactos con barbijos en las prisiones cotidianas, escindidos de la calidez de los cuerpos, encierros implacables que se replican en decenas de perfiles, violentando intimidades devaluadas desde la distópica TV. La palabra como medio de comunicación por contacto se ha eliminado, nos queda el WhatsApp, deteriorando la lengua... todo acontece en la más penosa soledad. De todos modos, nos queda el 911, no vaya a ser que, final abierto a la desmesura del desierto, anula cualquier imagen de quién jamás lo ha visto, ni experimentado en tránsitos de vida en naturaleza...

Sensación de “orfandad” muy concreta se siente y percibe. Sensación de violencia se palpa y es latente, por ejemplo, en Argentina, mi país, se percibe de manera clara la falta de verdad, la ignorancia, la agresión, la justicia ausente, la desazón, la contaminación real y metafórica, la eliminación de la libertad de expresión.

Se reprime y silencia a los que piensan diferente y también a los que piensan… parece que la consigna es “no pensar”, “ser leve”, “mentiroso”, “traidor” y “cobarde”, de la mano del miedo, fiel compañero de una humanidad, que pareciera desea el retorno de la represión... el miedo corona la vida espantosa de la ciudadanía, en su iconografía política insensible a la resistencia.

Todo conduce al nihilismo, al desarraigo, al exilio, a la anarquía, al estoicismo como forma y acto de vida-sobrevida, en el desierto, insondable paisaje de imágenes oníricas, de civilizaciones que han tenido cenit y nadir en sus laderas sinuosas.

No idealizo cambios, solo presiento. Y los presentimientos con bases sólidas operan como aventadores de rutinas, prejuicios y miopías en planos generales del pensamiento, poniendo en juego valores congelados en los escaparates de los ideales perdidos. Hay responsables en primera fase, luego, nosotros deberíamos hacernos cargo del porvenir, cual parias de un nuevo ciclo de vida en tiempos de pandemia.

El miedo, sin dudas el más inmenso y potente de los sentimientos, el más degradante y destructivo, el que ha generado más desastres a lo largo de la historia de la humanidad: el miedo... al que aludía Joyce en su Epistolario.

En el espacio de la política, el miedo, no es propiedad de las dictaduras, sino parte de cualquier relación de dominación, incluso de una democracia apolítica, imposible ¿no?… saber articular el miedo, es un poderoso recurso del poder, donde la alegoría no tendrá demasiado éxito.

La construcción de la historia, escrita con “miedo”, desdibujará lo realmente acontecido y lo por acontecer en el devenir de la humanidad; el “miedo” es la proyección de todas las miserias que se prolongan a lo largo de siglos; el “miedo” en calidad de deidad suprema anima los actos de los pueblos; el “miedo” hacia lo conocido, lo desconocido, fuera de espacio y tiempo: una ficción; el “miedo”, que hace que los peores dicten en nuestras vidas, bajo la consigna tautológica de "orden y progreso", una exageración, un insulto a la inteligencia.

La vida en Latinoamérica tan limitada en sus fines e ideales, solo sigue fórmulas ya perimidas, huyendo de la confrontación de ideas; pareciera condenada a políticas neocoloniales, de sumisión y entrega… destruyendo vidas y rutinas de pueblos con “miedo”, sin coraje de arrojarse a la espontaneidad emergente que nos ofrece el desierto.

No nos engañemos, repensar, Argentina, Latinoamérica y porque no, el mundo, hoy, significa establecer un diálogo con la “falsa modestia”, en fin, los pueblos, con su “miedo” a cuestas, no aprenden a juzgarse ni tan ruda ni tan duramente, sólo su cobardía… es “miedo” al “miedo”, los que llevan a las personas a entregar su libertad, por un cautiverio en ¿seguridad?, con el Covid-19 acechando.

No nos convirtamos en víctimas, fracasados, cobardes, en la economía de nuestros propios recursos en acción y discursos, marcando el trayecto de una historia, la de nuestro tiempo, que se debate entre utopías y derrotas, entre voces, silencio y “miedo”, diciéndole adiós al iluminismo y al positivismo... bienvenido el neo-existencialismo.

La unidad social no se mantiene y crece por mucha libertad que haya si falta el conocimiento de su verdad, y tampoco por mucho que se proclame y se enseñe su verdad si falta la libertad.

Siempre los fabuladores politicastros, mascotas de macroempresarios analógicos, pueden negar lo que está vivo, basta con esperar algunos siglos para que la razón nos asista. Cuando se niega la vida, basta esperar, la muerte llega a tiempo, siempre… de la mano del Covid_19... y el día después, si realmente llega ese día, del final de la pandemia, sin dudas el mundo será otro, la humanidad, quizás habrá modificado su sentir y pensar.

Sin dudas los datos de la vida social en relación serán otros. Sin dudas los explotadores neoliberales pelearán en todos los frentes, para intentar mantener privilegios adquiridos en ritos satánicos metaforizados, pero todo se desmorona, poco a poco, según se suceden los días de cuarentena... está finalizando un ciclo de la historia de la humanidad esclava... quizás algún intento de reconstrucción de lo que pudo haber sido... omnipotencia de la razón, en tiempo donde lo irracional proyecta el novedoso estadio de ser y estar.

Desde “un paraje llamado realidad”, siempre rebelde, les manifiesto a los mercaderes de la pobreza y la miseria, que no se sojuzga y reprime a un pueblo con hambre, no se asesina por la espalda contando el haber, la indiferencia y la mentira, pues, como dice José Larralde: “Nadie habrá de ir más allá del cementerio”.

(*) Filósofo y poeta

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