EDUARDO SANGUINETTI, FILÓSOFO,
POETA Y ARTISTA ARGENTINO
Destruir hoy en día
una trayectoria es demasiado simple, como también inventarla. No hay lugar para
la comprobación cierta de nada en el universo de la web, que ha adquirido en
estos años carácter de clero secular, en el que se juzga, se sentencia, se crea
una realidad, que muchas veces no responde a la que en directo vivimos.
No olvidemos que la
vida en Internet es, insisto, virtual y las palabras y sentimientos que
construyen los vasos comunicantes que hacen que una sociedad viva en libertad
no se encuentran en algo práctico, manipulador y artificioso como lo es la
comunicación a través de las pistas de información en las que el mensaje muchas
veces es anacrónico con el medio que lo emite.
Un renovado interés
por las percepciones, intuiciones y sentimientos, como elementos centrales de
la comunicación política y periodística, se abren paso en nuestros escenarios
políticos más próximos, instalados entre la vanidad ideológica y la prepotencia
programática parece que empieza a cuestionarse desde dentro y desde fuera de
los espacios orgánicos.
Obsesionados en
tener la razón, en el argumento decisivo o la propuesta incomparable, asisten
incrédulos y con estupor a derrotas frente a adversarios que han hecho de la
simplicidad y del radicalismo en difusas propuestas sus bazas electorales. No
comprenden cómo sintiéndose los “mejores”, los electores no se rinden a su
oferta con el voto masivo. El orgullo herido que bloquea la autocrítica empieza
a dejar paso a la irreflexión y la bajeza.
Si dieran espacio a
la “inteligencia sensorial”, los políticos comenzarían a valorar la gestión de
los sentidos y la intuición como vehículo decisivo para generar los
sentimientos que les permitirán transmitir de manera que se perciba un
determinado mensaje en las mejores condiciones, aún sin ser legitimados en el
acto.
Hay una nueva
mirada hacia la importancia de la comunicación no verbal (gestos, movimientos,
tono, detalles…), responsable determinante de la percepción pública.
Ya no se juzga a
los políticos solamente por sus palabras y sus promesas, sino que su aspecto y
su actitud también juegan un papel decisivo. Un gesto fuera de lugar o un
comportamiento equívoco pueden minar la confianza de los ciudadanos, ya de por
sí desgastada.
Los políticos no
han asumido, desde su posición pragmática y acartonada, que, no podrán jamás
confrontar con un espontáneo y sensible candidato, capaz de lanzar un “discurso
dirigido a los sentidos y al sentimiento” de la gente. Este candidato, hoy
inexistente, ocultado por los poderosos medios corporativistas de mentir,
quizás sin saberlo, se asimila a la estrategia de la “triangulación” formulada
por Dick Morris, que consiste en solucionar problemas que animan y que motivan
a los votantes de tu adversario con el objetivo de desmovilizar a sus bases
electorales o captarlas sin perder su apoyo.
Creo indispensable
tender puentes sensoriales y emocionales entre políticos y ciudadanos, sin
perder de vista la legitimización de las promesas de campaña. El 80% de toda
comunicación entre humanos es no verbal y el 95% se realiza a través del
subconsciente.
De ahí, la
importancia de construir la relación política como una experiencia emocional
que active nuestros mecanismos internos y consiga la actitud y predisposición
necesarias para conseguir una acción concreta: la participación, el voto, la
simpatía, darán una segura “victoria electoral” de los candidatos “intuitivos”,
“sensitivos” y "capaces", dejando de lado a los mitómanos,
estafadores y fraudulentos candidatos, que ocupan el podio de la simulación... los
candidatos que creen que lo tienen todo y sólo poseen lo que se puede
comprar... pronto aparecerán los primeros síntomas en estos impostores, cuando
caigan en la cuenta que han perdido su hálito de vida.
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