EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS
DAVID TORRES
La política y la
poesía son sustancias que conviene mantener separadas, bien lejos una de otra,
igual que esos ácidos de las clases de química que juntos en la misma probeta
podían provocar una explosión de tres pares de cojones. Platón recomendaba
mantener a los poetas bien lejos de los asuntos de gobierno y su propia
experiencia al respecto, en la corte de Dionisio I de Siracusa, resultó
bastante aleccionadora. Por lo general, cuando se meten a políticos, los poetas
pueden hacer casi tanto daño como los políticos cuando se meten a escribir
versos. Ahí está Radovan Karadzic, sin ir más lejos. El peligro es demasiado
grande y, en vez de un libro de Miguel Hernández o César Vallejo, lo más normal
es que la historia acabe igual que esos pobres pasos de cebra de Madrid,
convertidos en puertas de retrete.
Del poeta se
aprovecha todo, hasta los versos. Por eso Pedro Sánchez ha viajado hasta
Colliure para hacerse una foto frente a la tumba de Machado, justo una semana
después de inaugurar una prometedora carrera literaria. No es el primer
presidente español que descubre al gran público una vocación poética soterrada:
Aznar confesó en una entrevista con Sánchez Dragó que leía poesía igual que
hablaba catalán, en la intimidad, y hasta citó a Prados, Altolaguirre y Paz
entre sus lecturas predilectas. Sánchez, con el intermedio de Irene Montero,
inicia sus memorias con un colchón, un evidente guiño a En busca del tiempo
perdido, al revelar que se había estado acostándose más temprano incluso que
Proust.
Los poetas muertos
tienen la ventaja de que no hay que darles de comer; además, no pueden
defenderse. Machado no podía hacer nada para evitar la visita de Sánchez, del
mismo modo que tuvo que aguantar el homenaje de los independentistas catalanes
siete meses después de que otros independentistas catalanes decidieran retirar
su nombre de una plaza de Sabadell por sevillano, por castellanista y por
españolazo. El rigor mortis también le impidió a Machado liar el petate durante
todas y cada una de las más de doscientas visitas que Girauta asegura haber
hecho hasta su tumba hasta el día de hoy con el propósito de preguntarle si lo
de “la España de charanga y pandereta” iba por Ciudadanos en general o por él
en particular. De paso, le iba consultando vía ouija a qué partido político
debía apuntarse. Tres visitas más y se afilia a Vox.
Pablo Casado
también ha decidido sumarse al homenaje a Machado con un tuit incendiario en
que acusaba a Sánchez de llevarse al poeta a su terreno, en lugar de hacer lo
mismo que él, que, si pudiera, se lo llevaría al Valle de los Caídos para darle
un túmulo con vistas a la mojama del genocida que provocó su exilio junto tras
un golpe de estado y una guerra civil. Más de andar por casa, Albert Rivera de
momento se conforma con seguir disfrutando de su romance con Malú, que de
poesía más bien poco y de reivindicación histórica menos, así que todos
contentos. Los mismos que le asesoran sobre lo feminista que resulta
promocionar los vientres de alquiler deberían haberle advertido de la
oportunidad que ha perdido al no echarse de novia a Rosalía justo antes del
aniversario de Rosalía de Castro
No hay comentarios:
Publicar un comentario