TIRANO Y PERIODISTA
POR MAITÉ CAMPILLO
¿Habéis organizado
ya vuestra colectividad? No esperéis más ¡Ocupad las tierras! Organizaos de
manera que no haya jefes ni parásitos entre vosotros. Si no realizáis eso, es
inútil que continuemos hacia adelante. Tenemos que crear un mundo nuevo,
diferente al que estamos destruyendo. Somos nosotros, los obreros, los que
hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y
los minerales de las minas, los que construimos ciudades… ¿Por qué no vamos,
pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido?
Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que
ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de
su historia. Pero -les repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque
llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este
instante (Buenaventura Durruti)
Si no estáis
prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al
oprimido (Malcom X)
Muy de mañana, aún
de noche. Antes de tocar diana, como presagio funesto cruzó el patio la sotana.
La luna lo veía y se tapaba, por no fijar su mirada, en el libro, en la cruz, y
en la Star ya descargada. Más negro, más, que la noche, menos negro que su
alma` El cura verdugo de Ocaña! “Todos sabíamos que era el cura, participaba en
las palizas y después gustaba de coger su pistola y dar el último disparo”. Se
trata del capellán del presidio ‘el Padre Rodríguez’ conocido por el pueblo y
familiares de reclusos, como el cura asesino, el que se encargaba por decisión
propia de dar el tiro de gracia, otras veces los golpeaba con un martillo en la
cabeza “ejecutó a cientos de personas que, después de ser fusiladas,
conservaban todavía un aliento de vida”. Los registros oficiales evidencian que
una noche llegaron a ser 57 los fusilados. En palabras del poeta M. Ana: “En el
penal de Ocaña conocí lo más duro para un condenado a muerte, la soledad; el
momento más triste del día era el atardecer, cuando se despedían unos de otros
sin saber si aquél sería el último abrazo”. Ocaña, pueblo de apenas 11.000
habitantes de la provincia de Toledo, registró entre 1939 y 1959, fecha del
último fusilamiento, 1.300 presos políticos asesinados en el penal toledanano
víctimas de la tiranía franquista. Entre sus barrotes estuvo Miguel Hernández
1940-41, quién organizó la alfabetización de presos republicanos acercándolos
al entendimiento de la poesía: “El cura verdugo de Ocaña’ es fruto de esa
escalofriante vivencia.
Cuando un
periodista es lacayo del poder deja de ser periodista y se convierte en
mercenario, tanto o más peligroso que ‘El cura verdugo de Ocaña’, que el
mercenario que con su arma asesina encañona en cualquier parte del mundo a la
población porque recibe un sueldo para matar, que el “topo” camuflado dentro de
una organización revolucionaria entregando a la tortura y muerte a militantes,
descomponiendo la vía hacia la revolución defenestra organismos internos,
aparatos de prensa, locales, sabotea acciones, tergiversa hechos: misión criminal.
Hoy casi todos los medios y redes están en manos de oligarcas del planeta,
ellos y solo ellos, deciden que se puede publicar y que no. El mercenario sigue
la senda de lo que según el sistema que le avala hay que decir y hacer,
prácticamente todo el mundo está conectado a estas redes, a estos medios, que
convierten el pensamiento en único: dictadura capitalista a lo Goebbels. La
profesión de periodista debería ser tan digna como ha de ser la de maestro, o
la del historiador. Enseñar la verdad. Siempre hay una verdad por muy relativa
que no la pinten o difuminen. El historiador, docente, periodista, como el
militante de un partido que se digne de izquierdas, o no lo es, o debería
contar verdades como puños; cosas que han ocurrido, tal como han ocurrido, aunque
para ello, utilice el arte como herramienta para ensalzar la verdad escrita o a
través de la voz. Abundan los siameses globalizados por el capital. Sistema
opresor. Voceros de la política, y periodismo profesional del engorde en saca
particular, tramposos de la palabra, mentirosos profesionales. Tergiversadores
basando información en gratificación monetaria y ascenso, suben como la espuma,
haciéndose hueco dentro del sistema como roedor entre alcantarillas. La
palabra, su palabra. Además de hueca, vacía de contenido real, mutilada por el
profesional que debería ser foco de claridad y no oscuridad mercenaria pasto
del capital.
Palabra,
civilización y cultura la utilizan para mentir. Negar hechos que su equilibrio
monetario decide que no existan, y nos encontramos que muchos de los hechos que
han ocurrido en el mundo, para la gran mayoría de la población no han existido.
Mucha gente solo conoce lo que ve a través de TV. Lo que le dicen los medios de
comunicación que generalmente son los medios locales e internacionales
controlados por los oligarcas del imperio y, “del patio de la casa de
enfrente”. Repiten a lo Goebbels, tantas veces una mentira, que el oyente
termina creyendo que lo que dicen es verdad. Esto ha pasado con Cuba,
Venezuela, no digamos en Iraq o Palestina, Libia, Siria, países llamados del
Este, y tantos otros países del mundo amenazado por sus garras. Recordemos el
caso de Iraq. Los yanquis repitieron hasta la saciedad que este país, tenía
armas de destrucción masiva, y para ello, había que destruirlo con armas de
destrucción masiva. Las del imperio de la muerte y su banda de asesinos por el
mundo en nombre de gobiernos demócratas electos, porque quién hace la “ley
seca” hace la trampa. Lo que sí tenía Iraq, es petróleo, oro, grandes obras de
arte saqueadas y una civilización de la que carece totalmente el imperio
invasor. Para ello mintieron tantas veces que medio mundo creyó que Sadam
Huseín era un demonio a extirpar enviado por un planeta maligno. Cuando los
verdaderos asesinos estaban a las puertas planeando la destrucción, en el
sentido más amplio de la palabra, ocupación. La mayoría de los medios se
hicieran eco de las mentiras del yanqui, “ética profesional”, mercenaria. Luego
dijeron que no había tales armas, el daño ya estaba hecho… ¡El gringo se había
hecho con el botín! (distribuyendo migajas el FMI entre lacayos serviles por
Europa).
Domingo, día diez,
el fascismo instaurado en el poder constitucional lleva a cabo una
manifestación en la plaza Colón de Madrid. Dicen que unos 30 o 40 mil pichones
nazis ensalzados de patriotismo acudió a ella. Los medios llevan toda la semana
anunciando tal fenómeno social patriótico y todo el día retransmitiendo en
directo el acto, haciendo entrevistas, comentarios airosos de júbilo de los
propios periodistas. Este mismo día en Santiago de Compostela, Galiza, unas
30.000 personas se han manifestado por la sanidad pública. La noticia no
aparece por ningún medio televisivo o digital estatal, no existe, la tal
manifestación no ha existido para la inmensa población del Estado “de la
nación”. Escuché hace unos días a un compañero, periodista cubano que estuvo
unos años trabajando en un medio de Ecuador -lo primero que me dijo el director
cuando me contrató fue: “¡Aquí nada de comunismo, nada de hablar de comunismo!”.
A Cuba se la acusa continuamente de falta de libertad de expresión, cuando
prácticamente en todos los medios que son estatales, hay crítica social,
política, económica… La crítica es un medio de avance, otra cosa es la mentira,
el engaño a forma de tanque mercenario para entorpecer el desarrollo y avance
de un país.
Hay periodistas que
pueden y son dignos de ser considerados, pocos, se constata a primera vista
dado el interminable número que desfila por los medios como tal. Recuerdo al
director de Egin Jabier Salutregi, condenado y encarcelado varios años por
ejercer la libertad de expresión; al periodista de investigación Pepe Rei le
recuerdo entrañablemente por su sencillez y cordura igualmente encarcelado por
ejercer su derecho a informar con veracidad; al amigo y camarada José Luis
Morales, el periodista más procesado durante los últimos años de la dictadura
encarcelado y torturado… Periodistas dignos de respeto y admiración, estimados,
reconocidos, respetados por las personas que pensamos que la verdad siempre es
revolucionaria (no aliada del fascio). Periodistas, ingenieros del verso y
obreros de la información, ha habido y seguirá habiendo. Abunda en el Estado
español más empresa que periodismo real. Florecen en ellas los “profesionales”,
pretenciosos demócratas blanqueadores del capitalismo imperial de progres por
el mundo, al más puro perfil mercenario ético de la información, “simpáticos /
guapitos / fardones”. Exaltados de fiebre se lanzan al ruedo como toreros sin
capote tipo Jordi Évole, los hay a manadas, que el propio fascio “critica” a
forma de palmadita en la cabeza para mejor asentar el candidato. Decir que en
la entrevista-interrogatorio que hizo recientemente al Presidente de Venezuela,
él se presentó como profesional de la información, y, a Nicolás Maduro, lo
trató de tirano que debía doblegarse al imperio del terror.
NOTA
¿Algún periodista,
por policía o del ejército que sea, que tanto abundan entre el asfalto
“demócrata”, se ha atrevido, no ya entrevistar sino desenmascarar a los
genocidas que hicieron estos crímenes?, ninguno ha sido juzgado acusado de
criminal. Por el contrario, han formado parte de gobiernos de la ‘transición
democrática’ muchos de ellos, e hijos, tipo Gil Robles y cía, identificados
asumiendo su historia patriótica golpista como “cuerpo de su cuerpo”. Muchos
Billy el niño o Yagüe con otros nombres; muchos Martín Villa, Arias Navarro el
carnicero de málaga, el franquista pro-yanqui Fraga Iribarne, falangista
Presidente Suárez, condecorado por sus servicios a la perpetuidad del
franquismo sin Franco y su monarquía como “Conde”. Sería una lista interminable
de asesinos sin juzgar asumidos por la constitución. Pocos, muy pocos
periodistas se han implicado en ello. No hace falta salir fuera para juzgar a
auténticos tiranos que apestan a crímenes de historia:
“Ellos no iban a
parar, nosotros lo sabíamos cuando ya nos llevaron detenidos al Gobierno
Militar de Las Palmas en la calle Triana, entramos a leñazos y patadas y el
suelo resbalaba mucho por la sangre acumulada que corría por aquel piso
señorial, el mismo donde organizaban los bailes del Club de Oficiales hasta
pocos meses antes del golpe de estado fascista de 1936. Nos metieron por el
cuerpo de guardia a culatazos. Había mucho falangista vestido con su uniforme
azul, también civiles, capataces de las fincas agrícolas, el mayordomo del
Conde de la Vega Grande, guardias civiles que parecían borrachos, porque se
tambaleaban mientras nos pisaban la cabeza si teníamos la mala suerte de caer
al suelo. El patio de armas estaba repleto de hombres que parecían cadáveres y
apenas podían sostenerse en píe, las cabezas destrozadas por los golpes, el
cuerpo lleno de magulladuras y la piel hecha trizas por los latigazos de las
pingas de buey y las varas de acebuche. Allí pude ver muchas caras conocidas,
camaradas, compañeros, amigos entrañables que habían traído antes que a
nosotros, algunos muertos en un rincón un cuerpo sobre otro amontonado, un
hombre sobre otro hombre, preparados para tirarlos al mar en sacos de plátanos,
llevarlos a los pozos, a las simas volcánicas para desaparecer todos aquellos
crímenes cometidos en pocas horas. Al fondo pude ver a las camaradas, a las
mujeres luchadoras, eran unas veinte, estaban desnudas y por los muslos les
corría la sangre, parecían espectros, los ojos en blanco, miraban pero no te
veían, antes de llegar a aquel infierno las habían violado en grupo como hacían
siempre los fascistas, pude distinguir a María Rosa del Pino, la mujer de
doctor Vargas, que también estaba afiliada al Partido Comunista, a Hermenegilda
Cabrera, la pastora de cabras del Dragonal, nunca supe porque estaba allí, ella
no estaba metida en nada de política ni sindicatos, pero tal vez porque era muy
guapa también la trajeron para abusarla, asesinarla y desaparecerla…” (Extracto
de la entrevista a mi abuelo Juan Tejera Pérez el 4 de febrero de 1998).
Maité Campillo
(actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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